La hija del presidente derrocado en 1973 por el golpe militar de
Pinochet celebró en España la resolución de los Lores
CARMEN GURRUCHAGA
MADRID.- Isabel Allende, la hija del presidente de Chile muerto
como consecuencia del golpe de Estado de Pinochet en 1973,
manifestó ayer que la decisión de los cinco Lores británicos
es
«el triunfo de los principios y del Derecho Internacional; un no
a la
inmunidad, un sí a la Justicia; el fin a 25 años de impunidad
en mi
país», añadió. La hija de Allende quiso «vivir
en España» este
importante acontecimiento, por ser «el país que empezó
la causa
judicial contra el dictador».
Durante una conferencia ante los medios de comunicación en la
sede central del PSOE, mostró su «enorme satisfacción»
por el
fallo dictado por los Lores ingleses. Isabel Allende llegó al edificio
de Ferraz pasadas las 17:00 horas, en medio de grandes
aplausos y acompañada por el secretario general del partido,
Joaquín Almunia, y por el ex alcalde de Barcelona y candidato a
la Presidencia de la Generalitat, Pasqual Maragall.
Tras agradecer al PSOE que le «hubiera prestado» su casa para
atender a la prensa, mostró su confianza en que, a partir de
ahora, «todo funcione bien», porque este hecho abre «un
camino
hacia la Justicia internacional». Aunque, según reconoció,
habría
preferido que tal decisión se hubiera tomado en Chile, algo que
aún no es posible, porque «sería necesario que se derogara
la Ley
de Amnistía, que los jueces civiles pudieran entrar en recintos
militares» y que no existieran los senadores vitalicios.
Isabel Allende tuvo palabras de recuerdo para las víctimas, para
sus familiares y para todos aquellos que sufrieron la inquina del
dictador. «Durante 25 años, Pinochet mantuvo una actitud de
menosprecio hacia el tema de los derechos humanos; ahora, por
fin, se cumplen las palabras de mi padre: el castigo moral se hace
necesario ante una traición», dijo.
En un ambiente eufórico, Isabel Allende, felicitada hasta por los
periodistas, no olvidó que la última palabra sobre este asunto
la
tiene el ministro del Interior británico y garantizó que
si éste,
finalmente, decide expulsarlo y no extraditarlo, los partidarios de
que sea juzgado «aceptarán y respetarán la decisión
tomada».
Reformas necesarias
Isabel Allende tuvo palabras muy duras para la derecha chilena, a
la que calificó de «pinochetista»; y recordó
que, pese a que hace
mucho ruido porque controla los medios de comunicación, es una
minoría. No obstante, señaló que necesitan sus votos
para hacer
reformas constitucionales que hagan posible que la Justicia pueda
actuar en Chile contra quienes cometieron crímenes de Estado,
para que, como en el caso concreto de Pinochet, la reforma
constitucional haga posible anular su cargo de parlamentario.
«Sería una manera de demostrar que no se ampara en la
inmunidad por su condición de senador vitalicio», añadió.
Y, entonces, volvió a dirigirse a la derecha chilena: «Tiene
la
oportunidad de demostrar que más allá de su fervorosa adhesión
a
Pinochet, quiere luchar para que la Justicia sea posible en Chile».
Rechazó tajantemente la posibilidad de que, tras el fallo de los
Lores, se pueda producir una involución en el país. Enfatizó
al
decir que no se dan las condiciones para que se produzca un
golpe de Estado, porque, entre otras cosas, ahora democristianos
y socialistas gobiernan coaligados. Rememoró, además, que
en
1973, EEUU apoyó el golpe militar y financió a la oposición
para
que Allende no lograra el triunfo electoral.
Para ella, la derecha chilena es «chovinista», al defender
que es
intolerable que Pinochet sea juzgado fuera de Chile porque
«atenta contra la soberanía nacional», cuando la dictadura
cometió asesinatos más allá de sus fronteras, y se
coordinó con
Paraguay, Bolivia y Argentina en la operación Cóndor para
matar
impunemente. «Es lógico que si no hay fronteras para los
asesinos, tampoco las haya para la Justicia». Y añadió:
«Lo que
de verdad atenta contra la soberanía nacional es el terrorismo de
Estado»
Abro una botella de cava y es dulce el sonido del corcho que salta. Abrazo
a
Carmen, mi Mujer Poeta, que llora sobre mi pecho y musita los nombres queridos
de los nuestros, de los que no están para celebrar este día
de justicia, pero que
siempre nos han acompañado en la invicta patria de la memoria. Llueve
suavemente en Asturias, también llovía aquel 11 de septiembre
de 1973, mas
aquella lluvia era diferente. La de hoy es alegre y no importuna a los
vecinos que
llegan a felicitarnos, a demostrarnos una vez más la ejemplar solidaridad
española.
El teléfono no cesa de entregarnos voces queridas, que una vez más
nos repiten
que están con nosotros para festejar este día que empezaremos
a llamar de la
Dignidad Humana.
Tiemblo y escribo porque no sé hacer otra cosa. Lloro, recuerdo
a mi padre, a
cuyo funeral no pude asistir por orden personal de Pinochet. Recuerdo a
Belarmino Sepúlveda, regidor del municipio de Carahue, que murió
en mis brazos,
reventado a golpes en el regimiento Tucapel de Temuco. Recuerdo a Víctor
Jara,
que murió desafiando a sus verdugos. Recuerdo a Miguel Henríquez,
que murió
combatiendo al tirano. Recuerdo a Óscar Lagos, que murió
en La Moneda,
defendiendo la legalidad representada por Salvador Allende. Y recuerdo
a
Allende en este día dichoso para la justicia y la decencia.
Llueve en Asturias y es una delicia sentir cómo el agua empieza
a lavar las viejas
heridas.
Luis Sepúlveda es escritor chileno.
"El general Pinochet acabará ante un tribunal, el que sea"
R. LOBO, Madrid
Para Joan Garcés, valenciano de 54 años, es un momento
de satisfacción personal. Él ha
sido y es uno de los principales motores de los sumarios contra el ex dictador
Augusto
Pinochet en España. Representa a los familiares de los desaparecidos
durante el
régimen militar en Chile. Fue asesor personal de Salvador Allende
hasta el último momento.
Se asegura que el general Pinochet dijo de él: "Qué
pena que no fusiláramos a ese Garcés".
¿Qué es lo que siente usted hoy?
Siento una gran alegría y no sólo profesional. Millones de
personas en todo el mundo se
encuentran celebrando en estos momentos esta decisión de no reconocer
la
inmunidad para los crímenes contra la humanidad.
Para los familiares de los desaparecidos, sobre todo, será una jornada
muy especial.
Es un día muy grande para ellos. Veinticinco años después
se hace justicia. Han
tenido que soportar humillaciones, incomprensiones y silencios. Para ellos,
que
una potencia como el Reino Unido, con todo el boato de la Cámara
de los Lores,
diga que Pinochet carece de inmunidad es una extraordinaria noticia. Legitima
sus
sacrificios. Y ésa es una de las funciones de la justicia.
Se puede decir que la extradición está más cerca?
Se ha abierto una puerta. Esperamos que el Gobierno británico -que
ha dicho que
respetará las decisiones judiciales- dé la oportunidad al
tribunal de extradiciones
para que pueda estudiar las peticiones que hay sobre la mesa, que en estos
momentos, con Bélgica, son cuatro. Ese tribunal decidirá
conforme a las leyes
europeas de extradición. España es el país en el que
se le persigue por los delitos
más graves y el que tiene más posibilidades.
¿Se trata de un proceso largo?
De tres a seis meses.
La confirmación de la competencia por parte de la Sala de lo Penal
de la
Audiencia Nacional, primero, y esta sentencia de los lores británicos,
después, refuerzan el derecho internacional...
Son pasos en esa dirección. Fortalece a la humanidad como sujeto
de derecho.
Esto se va consolidando. España dictó la primera sentencia
sobre genocidio, y los
lores, la primera sobre inmunidad. Las dos juntas son extraordinariamente
importantes.
Cree que Pinochet acabará ante un tribunal español?
Acabará ante un tribunal, el que sea, aunque España es el
país que más
probabilidades tiene.
¿Perjudica o favorece esta sentencia a la transición chilena?
Forma parte del proceso. El tiempo demostrará que la transición
chilena comenzó
el 16 de octubre, el día de la detención de Pinochet en Londres.
En los próximos
meses se verá que Chile es capaz de construir una transición
sobre unas bases
más sanas y democráticas en las que la justicia es más
importante que el olvido.
Rectifican
La Cámara de los Lores no
había rectificado hasta ahora una decisión de la Corte
Suprema británica, pero
lo ha hecho retirando la inmunidad a Pinochet. En el sistema
anglosajón pesan extraordinariamente
los precedentes judiciales que provocan unas
inercias difíciles de cambiar.
Esta es una decisión sin precedentes que sólo puede
explicarse por lo extraordinario
del caso: era tan insólita la decisión de la Corte
Suprema y ha sido tan intensa la
reacción internacional en contra, que los lores
debían restaurar la imagen
del Reino Unido, impidiendo la ignominia de verlo
convertido en tierra de asilo para
criminales contra la humanidad.
Pero lo importante no es la recuperación
del prestigio o la oportunidad política, sino
que la reacción internacional
ha puesto las cosas en su sitio: el Reino Unido decide
reincorporarse a la defensa universal
de los derechos humanos de la que parecía
haberse apartado clamorosamente.
Lo necesario ahora es que se mantenga
en el mismo camino concediendo la
extradición tras un proceso
que todavía puede ser complicado y en el que la última
palabra la tiene el Gobierno. Flaquear
en el último momento resultaría difícil de
entender, porque lo que cada vez
está más claro es que la impunidad debe y puede
evitarse. Los argumentos contrarios
al juicio de Pinochet se están disolviendo como
azúcar en agua y la decisión
de los lores es un paso más en el proceso de
globalización judicial en
la defensa de los derechos humanos, que debe ser, ya,
imparable.