Chile llama a consultas a su embajador en Madrid
Represalia del Gobierno
de Frei por la decisión de Aznar de tramitar la
extradición de
Pinochet
FRANCESCRELEA,
Santiago
Chile vivió una jornada
de alta tensión, alimentada en buena parte por
rumores de diversa índole
que hablaban de acuartelamiento de tropas en
diversos puntos del país.
Las Fuerzas Armadas solicitaron al presidente la
convocatoria del Consejo de Seguridad
Nacional para tratar la situación
creada tras la tramitación
de la solicitud de extradición de Augusto
Pinochet. La noticia del día,
sin embargo, fue la llamada a consultas del
embajador chileno en Madrid, Sergio
Pizarro, anunciada por el ministro de
Exteriores, José Miguel
Insulza, quien expresó su decepción en términos
muy duros: "Se han confirmado nuestras
peores expectativas; es decir, en
el sentido de que el Consejo de
Ministros de España es solamente un
buzón del juez Garzón".
El canciller (ministro de
Exteriores) chileno aseguró que "existe un malestar generalizado
en el Gobierno" por la decisión adoptada por el Ejecutivo
que preside José María Aznar, pero descartó
la ruptura de relaciones diplomáticas entre los dos
países, medida que exigencon vehemencia sectores de la derecha
moderada pinochetista.
Insulza dijo que en las próximas
horas el Gobierno de Chile enviará documentación al de
España, aunque no especificó de qué tipo de documentación
se trata y cuál es su objetivo.
Un grupo de senadores fieles al
ex dictador fue recibido por el jefe de la
diplomacia chilena, ante quien
expresaron una enérgica protesta por la actuación
española y pidieron que
el embajador Pizarro no sea sólo llamado a consultas,
sino retirado indefinidamente.
El diplomático llegará a Santiago en el curso de este
fin de semana. Entre los senadores
se encontraban los ex jefes militares Julio
Canessa, Ramón Vega y Fernando
Cordero. En un nuevo gesto por lograr la
libertad del ex general Pinochet,
el Gobierno chileno envió a Londres un avión de
la Presidencia de la República
con autonomía suficiente para realizar el vuelo entre
Londres y Santiago sin escalas.
A primera hora de la tarde, el alto
mando del Ejército difundió un comunicado
para desmentir las informaciones
que hablaban de acuartelamiento de tropas en
algunas guarniciones. Otro de los
rumores, no confirmados, daba cuenta de
helicópteros sobrevolando
la Embajada española. Fuentes de la sede diplomática
rehusaron hacer declaraciones sobre
este supuesto incidente.
Paralelamente, el cuerpo de generales
de la guarnición de la capital chilena se
reunió bajo la presidencia
del general Ricardo Izurieta, comandante en jefe del
Ejército, lo que dio pie
a todo tipo de habladurías sobre una supuesta
intranquilidad en las filas militares.
Poco después, los comandantes de las Fuerzas
Armadas solicitaron de manera oficial
al presidente Eduardo Frei la convocatoria
del Consejo de Seguridad Nacional,
organismo que se reúne tan sólo para tratar
asuntos de gran trascendencia.
Fuentes políticas chilenas aseguran que con este
gesto los militares tratan de presionar
al Gobierno democrático para lograr la
liberación de Pinochet.
La Corona de España
Las declaraciones más duras
procedieron de los partidos que han cerrado filas en
torno a la figura del octogenario
dictador. El vicepresidente de Renovación
Nacional (RN), Alberto Cardemil,
habló de una nueva forma de colonialismo e
imperialismo, y dedicó diversos
improperios al Gobierno y a los monarcas
españoles. "Creen que Chile
y Argentina siguen sujetos a la Corona de España",
dijo.
La juez argentina María Servini
de Cubría, que investiga el asesinato del general
chileno Carlos Prats y su esposa,
Sofía Cuthbert, perpetrado en septiembre de
1974 en Buenos Aires por la DINA
(policía política de la dictadura), ha remitido,
con carácter de reservado,
dos exhortos a la Corte Suprema de Chile en los que,
entre otras cosas, pide "un juego
de fichas dactilares" del ex general Augusto
Pinochet, así como del ex
jefe exterior de la DINA Raúl Iturriaga Neuman y otros
agentes del mismo cuerpo, según
indicaron ayer fuentes del alto tribunal.
La magistrada solicita asimismo
que sea interrogado el general retirado Sergio
Arellano Stark, jefe del operativo
caravana de la muerte, en el que fueron
fusilados 72 opositores, y del
antiguo asesor de comunicaciones de la Junta
Militar Federico Willoughby. En
círculos judiciales causó sorpresa la situación de
estos dos militares, ya que hasta
ahora no estaban inculpados en el homicidio del
que fue comandante en jefe del
Ejército chileno en el Gobierno de Salvador
Allende. La Sala Segunda de lo
Penal de la Corte Suprema deberá resolver la
próxima semana.
El nerviosismo en las últimas
horas es patente en las filas de la derecha
pinochetista. Temen que un retraso
en el fallo del comité judicial de la Cámara de
los Lores británica, cuyas
sesiones se reanudarán el lunes, dé tiempo a que la
solicitud de extradición
cursada ayer por España surta efecto y complique la
solución del caso.
España llamó a consultas a su representante por el 'caso Soria'
EL PAÍS, Madrid
El Gobierno español llamó
a consultas a Madrid a su entonces embajador en
Chile, Pedro Bermejo, el 6 de diciembre
de 1993, para expresar su malestar por
una decisión de la Corte
Suprema chilena adoptada cuatro días antes. El tribunal
había votado contra la propuesta
de España, presentada por el Gobierno chileno,
de nombrar un juez especial para
investigar el secuestro, tortura y asesinato en
julio de 1976 y por la DINA, la
policía secreta del régimen de Pinochet, del
español Carmelo Soria, funcionario
de las Naciones Unidas. Entonces, el caso
pertenecía desde hacía
un mes a la jurisdicción militar.
Bermejo regresó a Madrid
por tiempo indefinido. Acto seguido, un juez militar
concedió en Chile la amnistía
a los presuntos asesinos de Soria. Al día siguiente
fue nombrado, tras la insistencia
del Gobierno chileno, recogiendo la propuesta
española, un juez especial.
Días después, el 14 de diciembre de 1993, el
embajador español regresó
a Santiago.
Pero el resultado final fue desastroso:
el 23 de agosto de 1996, el Tribunal
Supremo chileno decidió
aplicar la ley de amnistía dictada bajo el régimen de
Pinochet en 1978, la Ley 2191,
a los responsables del asesinato. Uno de los seis
militares identificados como presuntos
autores fue el coronel René Patricio Quilhot
Palma, edecán de Pinochet.
Por otra parte, 50 ciudadanos residentes
en Estados Unidos, entre los que figuran
chilenos, estadounidenses y de
otras nacionalidades latinoamericanas, presentaron
el 21 de octubre una querella criminal
contra el general Augusto Pinochet, según
se supo ayer. En el texto, que
ya obra en poder de la fiscal general de EE UU,
Janet Reno, se solicita la extradición
del ex dictador.
Los firmantes, representados por
el abogado Carlos Moreno, confían en que la
fiscal estadounidense resuelva
el caso a principio de la próxima semana, según
declaró a Europa Press el
propio letrado.
Uno de los firmantes de la querella,
Víctor Toro, chileno y testigo de cargo del
juez Baltasar Garzón en
el sumario contra la dictadura chilena, explicó que los
motivos de la denuncia son dos:
entre los muertos y desaparecidos bajo el
régimen pinochetista figuran
varios ciudadanos norteamericanos y que en el propio
suelo estadounidense se produjeron
acciones terroristas.