El general entre rejas
 

LUIS SEPÚLVEDA

Estaba en la autopista cerca de Udine cuando escuché la noticia por la
radio. Chirriaron los frenos, me insultaron los conductores que venían
detrás, pero ¿qué importaba?

El dictador detenido. Pinochet. Por algunos minutos, por algunas horas,
ojalá años. Privado de una libertad que no merece, pues el lugar de los
criminales, de los delincuentes, es la cárcel.

Como todos los chilenos que padecimos su soberbia, su patológica
personalidad, recibí la noticia con alegría, y al saber de las protestas
del Gobierno chileno, la ira empañó un poco la felicidad de imaginar al
tirano balbuceando palabras tímidas de cobarde.

No importa cuánto tiempo permanecerá detenido Pinochet. Tampoco importa si
será extraditado a España, Alemania, Suecia o Argentina. Los países en los
que tiene procesos abiertos, con acusaciones que lo señalan como el
responsable de muchos asesinatos. Lo que importa es que se termina con una
sensación de impunidad, y que la detención de Pinochet debe servir para que
el Gobierno chileno termine con una situación avergonzante.

Pinochet no puede continuar en la vida política de Chile. Su puesto de
senador vitalicio descalifica a todo el Parlamento de Chile y su posesión
de un pasaporte diplomático desacredita y ofende a todos los diplomáticos
del mundo.

En 1991 lo expulsaron de Holanda, país al que llegó con documentación falsa
-se hacía llamar "señor Escudero"-, y en Chile apenas se habló del asunto.

Ahora, a 25 años del golpe militar de 1973, de la muerte de Allende y
tantos miles de chilenos, la justicia inglesa, y la chilena, tienen la
ocasión de corregir muchos errores.

Pinochet debe ser extraditado a los países donde tiene juicios pendientes,
como también deben ser extraditados Milosevic, Mladic y todos los
criminales de guerra de la antigua Yugoslavia.

Tal vez se esté sentando un precedente que quite la absurda venda que cubre
los ojos de la justicia.

Augusto Pinochet, detenido. Qué noticia memorable. Le ofrezco lo que yo no
tuve, lo que ninguna de sus víctimas tuvo: pagarse un abogado que lo
defienda y le garantice un juicio justo con pleno respeto de su integridad.

Luis Sepúlveda es escritor chileno

© Corriere della Sera
 
 

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