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Javier Ortiz 10 10 2001

Incoherencias vasco-navarras

¿Que lo democrático es hacer lo que la sociedad quiera? Nosotros decimos: no. Lo democrático es respetar las reglas de juego que hemos pactado". Oigo esta afirmación de Jaime Mayor Oreja en una emisora de radio vasca mientras conduzco. Me detengo no sólo para anotar al vuelo la frase que no vi reproducida ayer en ningún periódico , sino también para reponerme del susto. O mis conocimientos de castellano y de griego se han desvanecido por entero o lo democrático es, por definición, hacer lo que la mayoría social decide. La democracia es un sistema de toma de decisiones colectivas que se basa en la aceptación del voto mayoritario de la ciudadanía.¿Que no te gusta? ¿Que consideras que hay otros criterios que deben primar sobre el voto? Pues muy bien: dilo. Pero no pretendas convencernos de que la democracia no es lo que es.

A veces tengo enormes dudas de que los políticos se tomen el trabajo de meditar dos veces sobre la coherencia de las afirmaciones que se disponen a hacer. Anteayer, en el Pleno del Parlamento Navarro dedicado a discutir el estado de la comunidad foral, el presidente del Gobierno autónomo, Miguel Sanz, dijo, de una sola tacada: a) que la determinación del destino de Euskadi no es atribución del pueblo vasco, sino del conjunto del pueblo español, y b) que la elección del destino de Navarra es cosa que sólo compete a los navarros. No discuto aquí y ahora lo bien o mal fundado de ninguna de las dos proposiciones: me limito a llamar la atención sobre la imposibilidad lógica de sustentarlas a la vez. A no ser que el señor Sanz sea partidario de la autodeterminación del pueblo navarro... y sólo del pueblo navarro.

La coherencia tampoco es el fuerte del otro bando. Los dirigentes de Batasuna se indignan porque las leyes del Estado español determinan que la unidad de España no admite discusión, pero ellos mismos niegan a los navarros y a los vasco-franceses el derecho a decidir si quieren incorporarse o no al proyecto político de Euskadi. Es decir que, en realidad, también ellos se revelan partidarios de "la sagrada unidad de la Patria".

No es la misma patria, pero sí el mismo género de patriotismo, que pretende validarse al margen de la voluntad de sus integrantes.Lo cual es doblemente problemático en el caso de Euskal Herria, donde los diferentes territorios históricos tienen tras de sí una larga tradición de libertad de decisión propia.

Es un error proponerse metas políticas las que sean que hagan abstracción de lo que los ciudadanos afectados quieren o no quieren. Y es una lamentable muestra de ceguera política pretender que sólo puedan decidirlo en el momento y en el ámbito que uno determine. Porque la realidad siempre se abre camino.