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Deia, 27 5 2001

"Hay que rescatar lo posible de Ajuria Enea y Lizarra" Jonan Fernández

Desde un sereno optimismo, y pese a tener muy presente el dolor que cada nuevo atentado de ETA produce, Jonan Fernández asegura desde Elkarri que el conflicto vasco está en una fase final de resolución. Añade que los partidos políticos deber ir construyendo los escenarios que encarrilen el cese de la violencia. Para ello, advierte, nadie debe olvidar las lecciones extraídas de los ensayos pasados y fracasados. Así, de Ajuria Enea recomienda tomar nota de que "excluyendo a la izquierda abertzale no se avanza en la solución". Del acuerdo de Lizarra-Garazi, por su parte, no se debe olvidar que "cualquier proceso que no cuente desde su inicio con la pluralidad suficiente no llega a la meta".

¿Me puede dar una razón objetiva para mantener viva la esperanza?

No hay nada que sea infinito. Tenemos una sociedad mayoritariamente posicionada por la no violencia y el diálogo, y una masa crítica activa y organizada dispuesta a no cejar en el empeño. Además, las estrategias de la violencia por una parte, y de la negación del diálogo por otra, son inviables. Vivimos momentos muy duros, pero no hay que perder la perspectiva: esto se va a acabar y cada vez estamos más cerca.

Por lo que dice, considera que ETA escucha a alguien.

Esa decisión tendrá muchas influencias desde fuera. Que cese la violencia depende de la reflexión interna de ETA, de la manera que ellos tengan de analizar la realidad, el país o la sociedad. Pero también de los mensajes que esta sociedad le dé y de las condiciones que seamos capaces de crear para que esto finalice.

¿No da la impresión de que ya no hay nada que le satisfaga?

Nosotros no nos planteamos el fin de esta historia como un proceso en el que lo fundamental sea negociar con ETA. Lo fundamental es el diálogo y la negociación entre las fuerzas políticas. La clave es que las reglas de juego, la convivencia, la Constitución, el Estatuto y demás elementos que constituyen una sociedad tengan el consenso deseable. En este país hay una parte significativa de la sociedad que no se siente identificada con esas normas básicas. Y ETA encuentra en esa realidad la justificación de su estrategia. Hay que ir creando unas condiciones en las que el uso de la violencia sea cada vez más imposible, más ilógico y más absurdo.

¿Mantiene aún que ETA está dando sus últimos coletazos?

Yo creo que estamos en el ciclo final de este periodo de la historia de este país. Tanto la cuestión de la violencia como la del desencuentro político, se quiera o no, van muy aparejados. Están en un ciclo resolutivo y las pasadas elecciones en ese sentido han tenido un significado muy claro de autodefinición de la sociedad. En setiembre del 98 esta historia de violencia y de conflicto entró en su ciclo final, en su fase resolutiva, aunque no sé si a partir de aquí esto va a durar un año, dos, o seis.

Sin embargo, tras la ruptura de la tregua parece que estamos más lejos de la solución que antes de ella.

Hay una ansiedad y una necesidad de que esto cambie, pero estas cosas van como van. No podemos hablar de un ciclo lineal. Son procesos que tienen muchos altibajos y dificultades. En setiembre del 98 todos decían que iba a ser difícil, contradictorio. Ahora estamos en ese momento: un momento muy malo pero, por otra parte, en una situación muy madura. Nosotros recurrimos siempre al caso de Irlanda, pero es que hay que ver los abismos que se han producido en ese proceso desde que comenzó: ha habido, todavía hay, unas crisis terribles. Estamos viviendo momentos muy malos, pero los ha habido antes también. Lo que pasa es que la memoria es muy frágil. Ajuria Enea fueron diez años, del 88 al 98. Y hay que hacer una revisión crítica también de ese pacto, no sólo de Lizarra. Hay para aprender de los dos periodos.

¿Qué rescataría de cada uno de ellos como pieza de futuras iniciativas?

Todo lo posible. Del periodo de Ajuria-Enea se puede sacar una consecuencia, y es que excluyendo a la izquierda abertzale no se avanza en la solución. Después de diez años, Ajuria-Enea dio lugar a un desencuentro absoluto, además de no suponer el final de la violencia. De Lizarra, tenemos que aprender que cualquier proceso que no cuente desde su inicio con una suficiente pluralidad no llega a la meta.

Pues parece que se va a volver a repetir la exclusión de la izquierda abertzale si no hay condenas por su parte.

Hay que gestionar una contradicción: no se puede negociar una solución, alcanzar compromisos, mientras la violencia esté activa. Esto lo decía también Lizarra. El segundo punto es que sin el concurso de la izquierda abertzale, que representa a una parte de la sociedad, ese problema no tiene solución. Estos dos elementos hay que sumarlos y gestionarlos con flexibilidad, audacia e inteligencia. Hay que estar en comunicación con la izquierda abertzale, con diálogo, con puentes, con lo que haga falta. Pero hay que tener claro también que un proceso normalizado de negociación requiere la no violencia.

Mencionaba el caso irlandés. ¿Es cierto que Elkarri trabajó en la posibilidad de la vía irlandesa como mediadora?

¿Desde Irlanda? No. Lo que nosotros hemos hecho en el tema de la mediación se ha hecho público. Como Elkarri no hemos hecho nada en esa vía.

En cualquier caso, ¿la consideran una vía con posibilidades de éxito?

Cualquiera sería interesante. Pero un proceso de estos no va a depender de una única iniciativa. La historia demuestra que hacen falta bastantes que vayan tejiendo poco a poco el proceso: a veces es importante una mediación de la Iglesia, después de una personalidad de lo que sea, luego es importante una iniciativa social. En este momento, cualquier mediación que consiguiera arrancar el proceso sería buena, buenísima.

¿Se están dando pasos aunque sea lejos de las cámaras y los medios de comunicación?

Creo que hay reflexiones para ver qué se puede hacer pero cosas concretas no. Venimos de un periodo negro, desértico. Esa es otra de las razones por las que lanzamos ahora la conferencia de paz.

¿La vía irlandesa no sentaría peor al gobierno de Aznar que otras?

En el gobierno español todas las mediaciones exteriores se reciben muy mal. Tenemos ese handicap. No porque sea irlandesa, sino que cualquier intento de mediación extranjera ha sido mal recibida sistemáticamente, aunque curiosamente Aznar proponga el diálogo en otros conflictos.

¿Qué puede adelantar acerca de la Conferencia de Paz?

Va a ser un proceso de al menos seis meses. En ese periodo nos dirigiremos a los partidos para que establezcan un consenso mínimo sobre cuál es el camino que pueden recorrer juntos la sociedad y los partidos para buscar la solución. Queremos establecer una metodología de trabajo que permita que las fuerzas políticas puedan realizar una labor conjunta sin necesidad de reunirse, de escenificar mesas. También vamos a buscar el apoyo de personalidades que respalden nuestra idea.

¿Qué podrá aportar la sociedad a esa iniciativa?

Vamos a buzonear una propuesta básica con la posibilidad de que el que quiera pueda enviar sus aportaciones a vuelta de correo. También organizaremos más de cien foros por toda la geografía vasca para que quienes quieran puedan participar. Y diseñaremos algún tipo de fórmula que sirva de cauce para las asociaciones.

PP y PSE no han sido muy receptivos.

Es ahora cuando hay que hablar, después de las elecciones. Somos conscientes de que un problema muy grave que hay en este país es la desconfianza, la incomunicación, entre los partidos.

¿No queda así un poco coja este iniciativa?

Tampoco considero que hayan cerrado las puertas, mostraron una posición crítica. Esto fue en febrero. Ahora hay que hablar y buscar respuestas.

¿Los resultados electorales les obligarán a replantearse su posición?

Nosotros lanzamos esta propuesta mucho antes de que las elecciones fueran convocadas para que nadie pudiera decir que la sacábamos porque el escenario era A o el escenario era B. Era un proyecto que íbamos a sacar adelante en cualquier escenario, ganaran unos u otros.

Pues tal vez haya salido el más propicio.

Eso nunca se sabe, pero es cierto que desde el punto de vista del mensaje de la sociedad no es un mal escenario.

¿El impulso que le falta a ese escenario es que Herri Batasuna de un giro a su política?

Ya hay declaraciones de Rafa Díez o del proceso Batasuna que implican una reflexión en la Izquierda Abertzale. Hay que estar atentos y respetuosos a ver qué da de sí. En este caso los resultados electorales son un dato muy importante y hay que reflexionar a la luz de esos resultados. Pero han pasado muy pocos días y un proceso de revisión suele necesitar un poco más de tiempo.