La Publicidad es
omnipresente: 200.000 millones de
francos franceses (los datos se
refieren a Francia pero podrían
extrapolarse fácil y
proporcionalmente a cualquier
país europeo) en el año 2000
(el presupuesto de educación era
de 380.000 millones), 1 millón
de carteles publicitarios (de los
que un tercio son ilegales), 40
kilos de propaganda por año y
buzón. Su machaconería es
incesante. Absorbemos cada día
unos 3 000 anuncios
publicitarios: spots de TV y
radio, fax y teléfono, internet,
mesas de cafés, medios de
transporte empapelados, bolsos,
ropa, objetos, etc. La Publicidad
comienza por entrometerse en las
escuelas (en el material
pedagógico, en las promociones,
en la venta de bebidas). Todos
los recursos creativos y las
disciplinas científicas se ponen
a su disposición para acrecentar
su eficacia y persuasión. Con el
sistema de patronazgo, altera el
espíritu del deporte y se
inmiscuye peligrosamente en la
cultura. Los medicamentos y la
medicina no persiguen la salud
sino cotas de mercado.
A golpe de
millones, las grandes empresas
hacen su propaganda sean cuales
sean los riesgos para el medio
ambiente y las repercusiones
sobre la salud física y mental
(el monopolio industrial
pro-nuclear, la industria
automovilística por la velocidad
y el sobre-equipamiento, los
comerciantes de alcohol, tabaco y
sexo que pretenden vender
bienestar, etc).
RETRÓGRADA
Y PELIGROSA
La Publicidad propaga
ideologías nefastas: sexismo,
etnocentrismo, culto a la imagen
y a la apariencia, competitividad
y escalada sin propósito ni fin.
No duda en jugar con nuestras
pulsiones más primarias,
nuestros sufrimientos y nuestras
frustraciones para vendernos esa
receta utópica que es el consumo
que, supuestamente, resolverá
nuestras desgracias y problemas.
La
publicidad genera violencia entre
los que están excluidos de todos
los bienes con los que nos
machaca permanentemente,
frustración en los que poseen el
bien que ella alaba y exhibe
porque nunca alcanzarán las
promesas (falsas) que les hacía,
y complejos de todo tipo
relacionados con la asunción de
la propia imagen.
Su mensaje
es empujarnos a un consumo
irresponsable en detrimento de
las realidades y necesidades
ecológicas, humanas y sociales.
ANTIDEMOCRÁTICA
Y DESIGUALITARIA
El que desee vivir en
sociedad no puede escapar de la
Publicidad. La Publicidad no es
una for ma de comunicación
porque el envío del mensaje se
hace en un sentido único. Tiene
el monopolio de la expresión
(reducido a un "hacer que se
venda"). Sólo los que
tienen dinero pueden utilizarla.
En este sistema, una gran empresa
puede dotarse de una imagen
positiva y vendedora incluso si
comercia con productos de ínfima
calidad y tiene un comportamiento
irresponsable. Al contrario, un
pequeño productor con principios
éticos se ve ahogado, falto de
recursos. Los más ricos pueden
evidentemente asentar su
dominación comercial,
ideológica o política.
La
publicidad liga los medios de
información de masas (ya que
ella los financia) a las
exigencias de las empresas
anunciantes, por la que los
empuja y reduce a (no) buscar
(más que) la "cifra" y
altos niveles de audiencia y
mercado.
La
publicidad crea también un
peligro para la información: con
la amenaza de retirar los
presupuestos de los que dependen
los medios de información de
masas, los poderes económicos se
co nvierten en intocables.
INÚTIL
Y COSTOSA
La publicidad crea
falsas necesidades y provoca
gastos inútiles y aun
endeudamientos. Empujándonos
hacia un consumo superfluo y
fútil, la publicidad contribuye
al agotamiento de los recursos y
a la creación de residuos. No es
necesaria a la economía (en los
últimos cinco años, ha
aumentado seis veces más deprisa
que el crecimiento real), pero
únicamente tiene la batalla de
las partes de mercado de las que
es el alma favorita. Por el
contrario, pagamos su coste, que
se incluye en el montante de
nuestras compras. Peor todavía,
lo que las empresas gastan en
publicidad está, ay, compensado
por reducciones de presupuesto en
otros puestos (empleos suprimidos
o no localizados, negligencia en
las condiciones de seguridad,
salarios y condiciones sociales
indecentes). Esta realidad es la
estrategia de las
multinacionales.
SALIR
DEL SISTEMA PUBLICITARIO
Este combate es tan importante
como los demás, pues todo está
relacion ado. La publicidad es la
mano derecha de la economía
liberal. Es también un
escaparate deslumbrador de la
"sociedad de consumo".
Es significativo que la
publicidad prefiera seguidores
consumistas y egocéntricos a
ciudadanos despiertos y
responsables...
La
publicidad debería jugar un
papel (si debe jugar alguno)
exclusivamente informativo.
Debería ser controlada,
transparente, estar localizada y
ser de acceso igualitario.
El comercio
no debería contar con más
medios de expresión que la
cultura y las artes (que
embellecerán nuestras ciudades y
nos divertirán sin un trasfondo
de intención comercial), que la
filosofía, la poesía, el humor
y la literatura, que las
asociaciones, la política local
y las iniciativas sociales, que
la expresión libre, individual y
gratuita. ¡Pues el comercio no
es, como mucho, más que uno de
los elementos que conforman la
sociedad! ¡RESISTAMOS!
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