CONTRA LA PROPAGANDA DEL MERCADO  
   
Una llamada a la recuperación de los espacios públicos usurpados por la publicidad  
(Recibido de El Imposible. Enero de 2004)

En Francia se vienen llevando a cabo últimamente varias manifestaciones ciudadanas contra la Publicidad que invade los espacios comunes, la calle, el metro, la televisión, por todas partes, hasta la ropa que llevamos. Estas acciones son un intento tal vez desesperado (pero así como no hay muchas razones para la esperanza tampoco las hay para la desesperación) de reapropiación de un espacio público que nos es usurpado y que por definición pertenece a la gente de abajo. Tratan, no exentas de un gran componente pedagógico, de conjugar con un gesto colectivo y lúdico la teoría con la práctica (la última de la que tenemos noticia estaba convocada para el viernes 19 de diciembre pasado en París en 16 estaciones del metro) en forma de acciones no violentas que consisten en tachar los paneles publicitarios con tinta negra, o escribir sobre ellos cualquier tipo de ocurrencias y contenidos antipublicitarios o taparlos totalmente ocultando sus mensajes que nos exhortan a un consumo irresponsable y frenético. Estas actuaciones, que pueden encuadrarse si se quiere dentro del marco general del movimiento contra la globalización, constituyen una denuncia de la privatización del mundo. No están convocadas por ningún partido político o sindicato al uso sino por gente independiente, por gente de abajo, que, harta de la continuada agresión publicitaria, tiene ganas de expresar ese hartazgo actuando de un modo teórico y práctico a la vez contra el sistema totalitario de publicidad que nos invade.

La protesta se hace de una forma autónoma y totalmente horizontal (no hay jerarquías en el movimiento antipublicitario), utilizando la Red para sus convocatorias puntuales. Los participantes no actúan en la clandestinidad, sino pública y abiertamente, explicando a la gente que pasa por allí y, eventualmente, a los ag entes del orden, el sentido de su protesta que no sólo es, importa mucho subrayarlo, estética o artística, sino fundamentalmente política y cívica. Cualquier participante puede ser, por su condición misma, portavoz de un movimiento que aspira a no tener representantes y que no exige ningún carnet de miembro a quien quiera unirse. Hemos traducido, para su conocimiento y efectos oportunos, el Manifiesto contra el sistema totalitario de la Publicidad, que les ofrecemos a los lectores de El Imposible como primicia:

 
MANIFIESTO CONTRA EL SISTEMA TOTALITARIO DE LA PUBLICIDAD
La Publicidad es omnipresente: 200.000 millones de francos franceses (los datos se refieren a Francia pero podrían extrapolarse fácil y proporcionalmente a cualquier país europeo) en el año 2000 (el presupuesto de educación era de 380.000 millones), 1 millón de carteles publicitarios (de los que un tercio son ilegales), 40 kilos de propaganda por año y buzón. Su machaconería es incesante. Absorbemos cada día unos 3 000 anuncios publicitarios: spots de TV y radio, fax y teléfono, internet, mesas de cafés, medios de transporte empapelados, bolsos, ropa, objetos, etc.

La Publicidad comienza por entrometerse en las escuelas (en el material pedagógico, en las promociones, en la venta de bebidas). Todos los recursos creativos y las disciplinas científicas se ponen a su disposición para acrecentar su eficacia y persuasión. Con el sistema de patronazgo, altera el espíritu del deporte y se inmiscuye peligrosamente en la cultura. Los medicamentos y la medicina no persiguen la salud sino cotas de mercado.

A golpe de millones, las grandes empresas hacen su propaganda sean cuales sean los riesgos para el medio ambiente y las repercusiones sobre la salud física y mental (el monopolio industrial pro-nuclear, la industria automovilística por la velocidad y el sobre-equipamiento, los comerciantes de alcohol, tabaco y sexo que pretenden vender bienestar, etc).

RETRÓGRADA Y PELIGROSA
La Publicidad propaga ideologías nefastas: sexismo, etnocentrismo, culto a la imagen y a la apariencia, competitividad y escalada sin propósito ni fin. No duda en jugar con nuestras pulsiones más primarias, nuestros sufrimientos y nuestras frustraciones para vendernos esa receta utópica que es el consumo que, supuestamente, resolverá nuestras desgracias y problemas.

La publicidad genera violencia entre los que están excluidos de todos los bienes con los que nos machaca permanentemente, frustración en los que poseen el bien que ella alaba y exhibe porque nunca alcanzarán las promesas (falsas) que les hacía, y complejos de todo tipo relacionados con la asunción de la propia imagen.

Su mensaje es empujarnos a un consumo irresponsable en detrimento de las realidades y necesidades ecológicas, humanas y sociales.

ANTIDEMOCRÁTICA Y DESIGUALITARIA
El que desee vivir en sociedad no puede escapar de la Publicidad. La Publicidad no es una for ma de comunicación porque el envío del mensaje se hace en un sentido único. Tiene el monopolio de la expresión (reducido a un "hacer que se venda"). Sólo los que tienen dinero pueden utilizarla. En este sistema, una gran empresa puede dotarse de una imagen positiva y vendedora incluso si comercia con productos de ínfima calidad y tiene un comportamiento irresponsable. Al contrario, un pequeño productor con principios éticos se ve ahogado, falto de recursos. Los más ricos pueden evidentemente asentar su dominación comercial, ideológica o política.

La publicidad liga los medios de información de masas (ya que ella los financia) a las exigencias de las empresas anunciantes, por la que los empuja y reduce a (no) buscar (más que) la "cifra" y altos niveles de audiencia y mercado.

La publicidad crea también un peligro para la información: con la amenaza de retirar los presupuestos de los que dependen los medios de información de masas, los poderes económicos se co nvierten en intocables.

INÚTIL Y COSTOSA
La publicidad crea falsas necesidades y provoca gastos inútiles y aun endeudamientos. Empujándonos hacia un consumo superfluo y fútil, la publicidad contribuye al agotamiento de los recursos y a la creación de residuos. No es necesaria a la economía (en los últimos cinco años, ha aumentado seis veces más deprisa que el crecimiento real), pero únicamente tiene la batalla de las partes de mercado de las que es el alma favorita. Por el contrario, pagamos su coste, que se incluye en el montante de nuestras compras. Peor todavía, lo que las empresas gastan en publicidad está, ay, compensado por reducciones de presupuesto en otros puestos (empleos suprimidos o no localizados, negligencia en las condiciones de seguridad, salarios y condiciones sociales indecentes). Esta realidad es la estrategia de las multinacionales.

SALIR DEL SISTEMA PUBLICITARIO
Este combate es tan importante como los demás, pues todo está relacion ado. La publicidad es la mano derecha de la economía liberal. Es también un escaparate deslumbrador de la "sociedad de consumo". Es significativo que la publicidad prefiera seguidores consumistas y egocéntricos a ciudadanos despiertos y responsables...

La publicidad debería jugar un papel (si debe jugar alguno) exclusivamente informativo. Debería ser controlada, transparente, estar localizada y ser de acceso igualitario.

El comercio no debería contar con más medios de expresión que la cultura y las artes (que embellecerán nuestras ciudades y nos divertirán sin un trasfondo de intención comercial), que la filosofía, la poesía, el humor y la literatura, que las asociaciones, la política local y las iniciativas sociales, que la expresión libre, individual y gratuita. ¡Pues el comercio no es, como mucho, más que uno de los elementos que conforman la sociedad! ¡RESISTAMOS!

 
 
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