Ecologistas en Acción denuncia una peligrosa imprevisión: Todavía sin planificar la gestión de los residuos de las últimas recargas de Zorita  
(Ecologistas en Acción de Guadalajara. Febrero de 2004)

El almacenamiento de los residuos radiactivos de alta, que son el combustible gastado, no contempla la posibilidad de que el grado de quemado sea más alto en unos que en otros. Ecologistas en Acción denuncia que las últimas recargas de Zorita provocarán un quemado irregular de los elementos combustibles sin que todavía se sepa como resolver este problema.

En cada recarga anual de combustible de la central nuclear de Zorita (Guadalajara) se cambian la tercera parte de los 69 elementos combustibles que posee el núcleo de la central. Esto significa que el tiempo que está un elemento combustible dentro del núcleo del reactor de Zorita antes de ser retirado es de tres años. En estos momentos restan 2 recargas y media para el cierre de Zorita, hecho que ocurrirá el 30 de abril de 2006 si no se adelanta la fecha de su cierre. El peso de estos elementos de combustible gastado que se retiran anualmente y son radiactivos durante cientos de miles de años es de unos 4500 kg.

Los elementos combustibles que se han introducido en esta última recarga, la tercera parte del núcleo, tendrán aproximadamente 30 meses de quemado, 6 meses menos que el resto de los residuos de Zorita. La otra tercera parte, que se introduzca a finales de 2004, tendrá 18 meses menos de quemado, y la última recarga tendrá unos 30 meses menos de quemado. En el almacenamiento de los residuos de alta actividad el grado de quemado es fundamental, porque la parte no quemada del combustible podría alcanzar criticidad (cantidad suficiente de material para que se produzcan las reacciones nucleares), con el consiguiente peligro de que la reacción nuclear empiece de nuevo. En la actualidad, los residuos se guardan en bastidores situados en una piscina en el interior de la de la central. La distancia entre los elementos combustibles está estudiada, teniendo en cuenta el grado de quemado de éstos, para que la excesiva proximidad de los elementos combustibles no provoque el reinicio de la reacción nuclear. De producirse, este hecho sería catastrófico porque la radiactividad aumentaría fuertemente y el agua de la piscina podría hervir, puesto que no está preparada para evacuar el calor que se produciría. Estaríamos ante un accidente nuclear grave.

A dos años y medio de su cierre, ni la propietaria de la central, Unión FENOSA, ni el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), ni la Empresa nacional de Residuos Radiactivos (ENRESA) tienen un plan para resolver el problema que va a generar el quemado no uniforme de los últimos elementos de combustible que se retiren de Zorita. Llama la atención este hecho por el poco tiempo que queda. Ésta es una muestra más de cómo afronta la industria nuclear la gestión de los residuos: No hay plan alguno. Nos encontramos ante un problema perfectamente previsible en el momento de la apertura de la central, hace ya casi 36 años, y sin embargo nadie ha caído en la cuenta de que había que haber elaborado un plan para resolverlo. Lo mismo puede decirse del método definitivo de gestión de los residuos de alta actividad de Zorita o de cualquier otra central. Simplemente no existe.

 
 
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