Los ingenieros piden que se instalen más antenas de baja potencia para reducir los riesgos a la salud

Aseguran que cuantos más repetidores de telefonía móvil existan, menor será el nivel de radiación soportado por los ciudadanos  
(La Verdad de Murcia, 13 de Febrero de 2.001)

No está demostrado científicamente que las ondas electromagnéticas emitidas por las antenas de telefonía móvil perjudiquen la salud, pero es un hecho que este tipo de artilugios generan un rechazo social claro y contundente. Ante esta tesitura, la Asociación de Ingenieros de Telecomunicaciones de la Región (Aiterm), compuesta por 175 profesionales, no quiere quedarse al margen del debate antenas sí, antenas no y pone encima de la mesa su cualificada opinión. El presidente del colectivo de ingenieros murcianos, Francisco Iniesta, asegura que cuantos más repetidores de baja potencia se instalen en las ciudades, menor será el nivel de radiación a soportar y, por tanto, los riesgos para la salud disminuirían sensiblemente. «Si debo elegir entre tres o quince antenas, no debo dudar: quince mejor que tres», afirma sin titubeos el representante de los técnicos superiores en Telecomunicaciones establecidos en la Región.

Los ingenieros no son ajenos a la preocupación que se palpa en la calle. Según la asociación, la idea de que retirando las antenas de telefonía móvil a las afueras de las ciudades «desaparece el peligro y la población vuelve a recuperar la calidad de vida», no es una posición del todo acertada. Desde el punto de vista técnico, las cosas se ven de forma diferente: la proliferación de antenas reduce la intensidad de las ondas electromagnéticas y alivia el riesgo de exposición al que se someten las personas, tanto las que utilizan los teléfonos móviles como las que conviven con ellas.

A juicio de los ingenieros de telecomunicaciones, la capacidad de los repetidores que se coloquen en las ciudades no debe exceder de 50W (watios) de potencia isotrópica radiada efectiva (pire). Alejar del casco urbano las antenas de telefonía supone, a juicio de los técnicos, tener que instalar torres con una potencia que supera los 250W, lo que finalmente se traduce en una concentración de radiación mucho mayor que si se colocaran muchos pequeños repetidores en una zona determinada.

La debilidad de los móviles

Por medio de una comparación, Francisco Iniesta explica que en un enlace estación base de telefonía-teléfono móvil, existe un fuerte –la estación– y un débil –el aparato–. «Como ambos tienen que entenderse –prosigue el presidente de la asociación– al débil no le queda más remedio que levantar la voz». Iniesta da a entender así que cuanto más lejano está el repetidor, más potencia debe emplear el teléfono móvil en captar la señal. De esta forma, las ondas a las que se somete el portador de la terminal mientras conversa son más intensas –y posiblemente más dañinas– de lo que serían si la antena estuviera situada más cerca y dotada de menos potencia isotrópica. «Es evidente –insiste Iniesta– que la solución técnica adecuada reside en una mayor cantidad de antenas que emitan con la menor potencia posible». La Asociación de Ingenieros de Telecomunicaciones de Murcia ha comunicado su postura acerca de los repetidores de telefonía celular a representantes del Ministerio de Ciencia y Tecnología.

Francisco Iniesta recuerda que, aunque todas las medidas de precaución son buenas, hasta ahora no existe estudio científico alguno que relacione las antenas de telefonía con la aparición de determinadas enfermedades cancerígenas, una creencia instalada en la sociedad.

 
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