Más de 500 insectos son ya resistentes a los pesticidas  
   
La FAO advierte de que las plagas han aumentado un 175% en sólo 37 años
La OIT revela que 40.000 agricultores mueren cada año por abuso de plaguicidas
 
(Los Verdes-Izquierda Verde jsantamarta@losverdes-izquierdaverde.org , 3 de diciembre de 2002)

En estos días todos estamos conmocionados por la catástrofe del Prestige en Galicia. Pero otra catástrofe menos fotogénica pero mucho mayor, más insidiosa y permanente se desarrolla todos los días en gran parte de nuestro territorio: el uso de los plaguicidas, que contamina nuestros campos, ríos y acuíferos, y perjudica gravemente la salud de los agricultores y también a todos los consumidores, a través de los restos de plaguicidas en los alimentos que consumimos.

El 3 de diciembre es el «día mundial de no uso de plaguicidas». Este día ha sido designado para recordar el accidente ocurrido en la fábrica de plaguicidas en Bhopal (India) en 1984. En ese día se destaca la presión que se está realizando para la eliminación mundial de los contaminantes orgánicos y persistentes (COP). El año pasado la Convención de Estocolmo sobre los contaminantes orgánicos y persistentes (COP) fue aceptada por 127 estados.

La convención es la base legal e internacional para la eliminación de los COP. Entrará en vigor cuando haya sido ratificada por 50 estados. La Comisión de Medio Ambiente del Congreso de los Diputados ha instado al Gobierno a ratificar el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes, pero aún no ha sido ratificada. Los Verdes-Izquierda Verde piden la urgente ratificación del convenio sobre los COP. Cuando entre en vigor la convención podremos vivir sin 12 de esas sustancias extremamente peligrosas.

El uso frecuente e indiscriminado de plaguicidas provoca graves problemas ambientales. Según estudios realizados en Estados Unidos, de los 500 millones de kilos de plaguicidas utilizados anualmente, sólo el 1% de los productos llegan a los organismos nocivos (a los que en principio van destinados). El 99% restante se queda en los ecosistemas. Una parte van a parar a la atmósfera por volatilización, otra parte importante al suelo, y otra a los acuíferos. Otro de los efectos de los plaguicidas son los daños que afectan a la fauna del medio, como las abejas, aves insectívoras y a los insectos útiles, que son depredadores de insectos dañinos. Otra parte se queda en los productos agrícolas, siendo consumido directamente por los animales y el hombre.

Todos los plaguicidas utilizados por el agricultor tienen unos plazos de seguridad, expresados en días, quedando prohibido la utilización del producto en los días marcados antes de la cosecha, estando en manos del agricultor la responsabilidad del cumplimiento de estos plazos. Existen también unos límites máximos de residuos del plaguicida utilizado que pueden quedar en el producto a consumir. El control de los residuos de plaguicidas corresponde a la administración, si bien tampoco existen los medios suficientes para analizar todos los productos agrícolas que llegan al mercado.

El empleo de plaguicidas es una de las mayores amenazas a la diversidad biológica y a la salud de las personas. Se calcula que una persona normal puede entrar en contacto con mas de 60.000 productos químicos sintéticos diferentes en su vida cotidiana, y sólo en la comida pueden encontrarse 10.000. Muchos de estos productos son tóxicos. Unos 600, cancerígenos. Los plaguicidas utilizados en agricultura son sin duda el grupo más peligroso. Fueron introducidos masivamente en todo el mundo en los años 40 como parte de la llamada "Revolución Verde", junto con las semillas mejoradas, los abonos y la mecanización de la agricultura. Las plagas gozan de excelente salud pues los plaguicidas estimulan su capacidad de mutación para adaptarse. Sus predadores naturales, como insectos y pájaros, mucho más lentos de adaptación, sucumben bajo los plaguicidas; los monocultivos les aseguran el alimento ideal.

En 1965 estaban censadas por la FAO 182 plagas. En 1977 fueron 364. Hoy son más de 500 los insectos resistentes a los plaguicidas, así como 100 especies de hongos y 50 de adventicias. En EEUU, el uso de plaguicidas se ha multiplicado por 11 desde finales de los años 40. Sin embargo, las pérdidas en las cosechas, debidas a plagas han aumentado de un 7% a un 13%.

Según un informe elaborado por la OIT a partir de los datos suministrados por gobiernos y organizaciones internacionales, 40.000 agricultores mueren en el mundo cada año por intoxicación aguda con plaguicidas de un total de entre 3 y 5 millones de casos. Pero las intoxicaciones agudas son sólo parte visible de los daños causados por estos productos.

Los gobiernos establecen, para cada compuesto, una dosis máxima diaria aceptable para el ser humano, normalmente expresada en cantidad de sustancia autorizada por kilo de peso corporal. Los métodos de determinación muestran que más que proporcionar una verdadera seguridad, se trata de ofrecer la imagen, aparentando un conocimiento sobre los productos y sus efectos que no existe.

En España la situación es extremadamente grave en toda la agricultura intensiva de regadío de la zona mediterránea, y muy especialmente en los cultivos bajo plástico de Almería. Según fuentes del sector, si se hiciesen públicos algunos estudios sobre los efectos de los plaguicidas en los agricultores y trabajadores (casi todos inmigrantes), el escándalo sería tan grande que muy probablemente desaparecerían los cultivos bajo plástico.

El plaguicida bromuro de metilo ha causado centenares de casos de envenenamiento, y además daña la capa de ozono de la estratosfera, que protege la superficie de la tierra de una excesiva luz ultravioleta. El bromo del bromuro de metilo es 50 veces más eficiente como destructor del ozono que el cloro de los clorofluorocarbonos (CFC), el mas conocido entre los compuestos que dañan el ozono, usado hasta hace poco en una amplia gama de aplicaciones industriales. El bromuro de metilo se usa como plaguicida desde la década de 1930. Cada año se venden 76.000 toneladas en todo el mundo (4.238 toneladas en España, el 5,6% del consumo mundial), sobre todo para la fumigación del suelo. La mayoría de las emisiones humanas de bromuro de metilo se debe a su empleo como plaguicida, pero se libera también mediante la quema de biomasa tal como la madera empleada como combustible, y mediante la combustión de gasolina con plomo. El bromuro de metilo es producido también por los océanos, pero estas emisiones no se conocen bien y es posible que los océanos absorban más de lo que liberan. En estos momentos, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación sólo proporciona datos del consumo en pesetas y no informa de las cantidades y productos utilizados.

Por todo ello Los Verdes-Izquierda Verde instan al Gobierno a:

  1. Presentar los datos sobre el uso de plaguicidas en el Estado español indicando, en todos los casos, las cantidades utilizadas, así como la tipología de los productos.
  2. Tomar las medidas oportunas para erradicar el uso de plaguicidas prohibidos, como el lindano.
  3. Prohibir de forma inmediata el bromuro de metilo y el endosulfán.
  4. Reducir el consumo de plaguicidas, dando prioridad a la agricultura ecológica.
 
 
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