En correspondencia con el alto precio del billete, el perfil del usuario de las líneas AVE responde al de una clase media-alta. La puesta en servicio de la línea MADRID-SEVILLA, ha supuesto un incremento de los desplazamientos en autobús en ese mismo recorrido por dos razones fundamentales, el menor precio y la posibilidad de realizar paradas intermedias.

Es evidente que no todo el mundo tiene la capacidad económica para pagar las cerca de 20.000 pesetas que costará ir y volver de Madrid a Valencia en AVE. El precio del billete se triplica con relación al del tren convencional mejorado.

6ª- LOS TIEMPOS DEL VIAJE EN TREN DE ALTA VELOCIDAD NO JUSTIFICAN EL DERROCHE DE RECURSOS ECONÓMICOS Y MATERIALES.

Un buen ejemplo de esto es lo que ocurriría de concluirse las obras de mejora de la línea actual Madrid-Valencia para trenes 200 frente al tren de alta velocidad: el ahorro que en el mejor de los casos sería de unos 40 minutos, supondría un costo de más de 600.000 millones de pesetas, contando sólo la inversión de la obra.

La menor duración de los trayectos no justifica el gasto. Con mucha menos inversión (menos de la mitad del presupuesto AVE según datos de Fomento) tanto Cuenca como Albacete podrían estar comunicadas entre sí y con Madrid y Valencia en tiempos más que razonables.

De los datos que ofrece el propio estudio informativo se obtienen interesantes comparaciones a este respecto. En el cuadro de tiempos de recorrido se hace la siguiente valoración para tramos concretos (no se ha hecho para el resto de tramos) en la que se observa que la pérdida de tiempo en la línea mejorada (a 220 km/h) es totalmente competitiva con el AVE, sin la necesidad de un desembolso económico tan enorme.

7ª- EL TREN DE ALTA VELOCIDAD DESEQUILIBRA EL TERRITORIO.

El TAV es incompatible con un modelo equilibrado y descentralizado del territorio. Su utilidad se limita únicamente a la comunicación rápida entre grandes urbes, primando un tipo de viajero de alto nivel, y a lo que se subordina un grave deterioro ambiental y la desconexión entre localidades de menor población.

Por ejemplo, la necesidad de hacer mínimamente rentable el AVE Madrid-Sevilla ha provocado la eliminación de multitud de trenes regionales.

Por otra parte, la propia infraestructura supone una barrera física que corta los accesos entre pueblos, divide términos y separa fincas y predios. Una de las quejas que se han puesto de manifiesto en este proyecto es la de los agricultores de La Mancha que van a tener que dar rodeos de varios kilómetros con los tractores para acceder a los campos.

Pero, además, en el caso particular de Castilla-La Mancha, el TAV no será en absoluto beneficioso. Sea cual sea el trazado provocará una desarticulación territorial de la Región, aislando a las ciudades del resto de las provincias y haciendo perder su valor estratégico a los puntos intermedios del recorrido (Albacete y Cuenca) al mejorar la conectividad entre los extremos más desarrollados (Madrid y Valencia). Por otra parte, las capitales se desvincularán más del resto de localidades de la provincia, al disminuir las comunicaciones por ferrocarril, perdiéndose una importante actividad basada en los servicios.