El fuego ha dejado un paisaje desolador en el paraje de Los Ceperos, a tres kilómetros del centro de la pedanía hellinera de Cancarix, en el límite con la localidad murciana de Jumilla. Las llamas barrieron en menos de 24 horas un total de 450 hectáreas de monte que, hasta el viernes por la tarde, estaban pobladas de pino bajo y esparto.

El alcalde de Hellín, el socialista Diego García Caro, manifestó ayer a este diario que la Policía Judicial investiga las causas que provocaron el fuego, porque, a su juicio, «es muy raro que surgieran varios focos de forma simultánea».

No obstante, el esfuerzo de los equipos de la Delegación Provincial de Agricultura logró ayer controlar un incendio que llegó a saltar la carretera que lleva a Jumilla y amenazó seriamente a la granja porcina de El Pozo, una de las explotaciones más grandes de la provincia.

El viernes, antes de que cayera la noche, 300 efectivos, del Sepei, bomberos y guardia civil, tres helicópteros, dos hidroaviones y una avioneta luchaban contra las llamas con pocas esperanzas, ya que el viento, con una velocidad de hasta treinta kilómetros por hora, y temperaturas que rondaron los 38 grados, hacían imposible acabar con los tres frentes abiertos por el fuego.

Finalmente, cuando la falta de luz obligó a la retirada de los refuerzos aéreos, ochenta personas continuaron luchando contra un único frente que no se dejaba dominar. El delegado de Agricultura, Manuel González, que no se movió de la zona en toda la noche, destacó el trabajo de los retenes. «La tarea -explicó- resultó muy complicada, porque se trata de una zona muy agreste, de difícil acceso y con pendientes muy pronunciadas».

Finalmente, el incendio se daba por controlado a las 8,30 de la mañana, pero el viento obligará a los retenes a no bajar la guardia en los próximos días.

Cabe recordar que el fuego lo detectó el viernes una de las 28 torres de vigilancia que la Delegación de Agricultura tiene instaladas en la provincia. A los pocos minutos, comenzaba el despliegue de medios con unas condiciones climatológicas que conforme pasaban las horas se volvían más adversas. González Ramos recordó que hubo un momento en el que «las dimensiones del incendio fueron espectaculares, hasta el punto que saltaron la carretera de Cancarix a Jumilla».

El paisaje de 450 hectáreas que ha dejado el fuego es desolador, pero, a juicio de González Ramos, la eficiencia de los efectivos impidió que el desastre, en principio inevitable, se quedase en un susto, ya que las llamas pudieron llegar a Jumilla y arrasar la granja.

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