ANA MARTÍNEZ/ALBACETE

Resulta curioso que una gran mayoría de albaceteños presuman de conocer su provincia, por haber visitado, algún domingo que otro, los Chorros, las Lagunas de Ruidera, las Hoces del Cabriel, y poco más. Sin embargo, la riqueza medioambiental y ecológica de la provincia es tan grande y tan variada, que no deja nunca de sorprender al aventurero que opta por el turismo rural en detrimento de las costas españolas.

Una de las claves más importantes del nuevo Centro de Interpretación de la Naturaleza de Albacete descubre, precisamente, las joyas de la corona de la provincia. El edificio está integrado en el Centro Provincial de Educación Ambiental que viene funcionando desde el año 1985, con el programa de recuperación de aves rapaces, el centro de interpretación de la fauna y la central de incendios.

A estas tres herramientas se une ahora el Centro de Formación Agroambiental, dirigido al desarrollo de cursos para agricultores, ganaderos y agentes medioambientales, que cuenta con aulas y un salón de actos con capacidad para 90 participantes.

Pero, sin duda, lo más llamativo ha sido la apertura del Centro de Interpretación de la Naturaleza, dedicado en forma exclusiva a la provincia de Albacete, y que recoje información privilegiada en torno a la flora, paisajes y recursos naturales.

El delegado provincial de Agricultura y Medio Ambiente, Manuel González, invitó a La Verdad a realizar una visita guiada por este centro, no sin antes destacar que la superficie exterior circundante al centro se ha dedicado a la plantación de más de una treintena de especies autóctonas.

La entrada al centro está presidida por una gran maqueta que desarrolla la orografía de la provincia, con los ríos que cruzan Albacete y el punto más alto -la Sierra de las Cabras, con casi 2.100 metros- y el más bajo, que se localiza en la zona de Las Minas de Hellín, con escasos 300 metros. Esta maqueta se complementan con una pantalla que ofrece una visión global del Centro de Interpretación de la Naturaleza. Los visitantes tendrán entonces la opción de decantarse por el módulo destinado a la flora y vegetación, que se distingue por el color verde, o el segundo dedicado a los paisajes y recursos naturales de la provincia, identificado en el color marrón.

En el primero de los casos, la zona se abre con un panel destinado a los espacios protegidos ya declarados, como las Lagunas de Ruidera, el Volcán de Cancarix y la Laguna del Arquillo, los que quedan por declarar como los Calares del río Mundo y algunas microrreservas como las Lagunas de Alboraj, La Molata y el Estrecho del Homo. Seguidamente, los visitantes se sumergerán en los paneles sobre la flora y vegetación autóctona, que se encargan de dar a conocer las plantas, su descripción, sus curiosidades, cómo sobreviven a la sequedad, cómo crean espacios como humedales, hoces y sierras Todo ello se acompaña con un juego interactivo y la representación de una cocina manchega para asociar la implicación de los cultivos a la dieta mediterránea y la gastronomía de la provincia.

Plantas endémicas

En este módulo de flora y vegetación, destacan la Sideritis Serrata y Helianthemum Poligonoides como las dos únicas plantas endémicas que existen exclusivamente en la provincia de Albacete. Junta a ellas figuran otros endemismos del Sureste del país y de provincias colidantes con la nuestra como el tomillo, el espliego, el romero, el muérdago, el agracejo y el lupulo. De entre todas estas imágenes, destaca la realizada al Plantón del Covacho (Nerpio), única especia declarada como árbol singular de Castilla-La Mancha.

El módulo verde se cierra con consejos y recomendaciones para proteger y conservar la flora y la vegetación, así como las acciones que hay que evitar para no dañar el medio ambiente, tales como incendios o abusos en las aplicaciones fitosanitarias como herbicidas y plaguicidas.