¿SON LAS VACAS LAS LOCAS?  
(La Verdad de Albacete. 29 de Abril de 2.001)

Cuanto más alejada de la naturaleza esté una sociedad, más en peligro está. El "mal de las vacas locas" es un claro ejemplo, pero quiero analizar algunos otros que nos pueden pasar desapercibidos.
Buscando las causas que hayan propiciado esta situación, se argumenta rápidamente que se ha debido a que ganaderos con pocos escrúpulos han alimentado con piensos prohibidos a sus ganados, y a relajación de los controles administrativos. Si bien esto parece cierto, creo que hay otras razones más profundas, y más generales, para que esto haya ocurrido. En pocos años se ha pasado de una ganadería "natural", con vacas alimentándose directamente de los pastizales o alimentadas con forrajes recolectados, a una ganadería "industrial", donde cada vaca es una pequeña factoría de carne o de leche.
Es cierto que nuestra sociedad dispone de carne al precio más asequible de la historia. Cualquier familia tiene ahora acceso a consumir carne, pero el descenso del precio producido por la industrialización, lo pagamos en nuestra salud. Los precios pueden ser bajos porque los animales están inmovilizados en las factorías, medicamentados para prevenir enfermedades, alimentados con piensos artificiales y hormonados para su rápido engorde. Ahora se ha colmado el disparate, alimentando a animales herbívoros con piensos producidos con despojos animales. ¡Hemos convertido a seres rumiantes en carnívoros!
Por supuesto, esto no se queda reducido a las vacas; ocurre algo similar con cerdos, pollos y ovejas. Y en la agricultura, otro tanto: los fungicidas, plaguicidas y fertilizantes son aquí los que aumentan las producciones, pero, ¿con qué consecuencias?
El esfuerzo investigador de la medicina hace que cada vez se curen más cánceres; pero al mismo tiempo cada vez se generan más y más. Los científicos conocen o sospechan que multitud de sustancias usadas en los procesos alimentarios o industriales son cancerígenas. ¿Por qué se permiten?, nos preguntamos. El argumento que los legitima, a través de los estudios científicos de las empresas, es que, como los venenos, su toxicidad depende de las dosis, y con las incluidas en un producto se supone que no es nocivo. No se tiene en cuenta así el efecto acumulativo de la ingente cantidad de sustancias nocivas a las que estamos expuestos, tragándolas, respirándolas o por contacto con nuestra piel. Esto explica que en las últimas décadas hayan aumentado en los países desarrollados el número de alergias y cánceres.
Nuestra sociedad ha desarrollado una cierta soberbia tecnológica, creyéndose capaz de controlar todos los aspectos de la naturaleza. Nada más lejos de la realidad. Cuando nuestra sociedad produce el Cambio Climático por la quema de combustibles, la naturaleza, en una especie de fría venganza, nos devuelve sequías y riadas. Cuando nuestra sociedad produce incendios y talas de los bosques, sobreexplotación de acuíferos y ríos, cuando incineramos las basuras, o cuando rompemos los átomos para producir energía nuclear, la naturaleza nos devuelve respectivamente desertización, salinización de la desembocadura, dioxinas y radiaciones por miles de años.
Y lo peor de todo es que ni siquiera aprendemos de los errores. Pese a las advertencias de científicos o ecologistas, estamos permitiendo nuevos riesgos con los alimentos transgénicos o las radiaciones de la telefonía móvil.
¿Son las vacas las locas, o es esta sociedad?

Fernando Sánchez Rodríguez
Miembro de Ecologistas en Acción - Albacete

 
 
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