LA HISTORIA SEGÚN CASANOVA.-

A propósito de un artículo publicado en el País,  el 3 de mayo de 2007.

Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, publica en Tribuna Libre, de El País, un artículo titulado Mayo de 1937. Apreciamos en él una serie de errores, interpretaciones y tergiversaciones, que nos impiden reconocer en el autor, el prestigio que como historiador tiene y por el que siempre le hemos respetado.

 Repasemos en profundidad los hechos que narra el historiador que no corresponden en nada con la realidad histórica. Habla del POUM como un minúsculo partido revolucionario marxista (en Barcelona). El POUM llegó a tener más de 40.000 afiliados, estando la mayor parte en Cataluña. Podría ser minúsculo a nivel nacional, pero tuvo fuerte implantación en Barcelona, Lleida y también presencia en Madrid, Valencia, Extremadura. En el conflicto de Cataluña no podemos considerar que este partido fuera minúsculo. Habla de Barcelona como una ciudad idílica que fue símbolo de la revolución de la CNT. Tampoco acierta. La revolución en Barcelona no sólo la hizo la CNT. Para ser exactos los milicianos de CNT-FAI, POUM, UGT caballeristas, trotskystas, más tarde constituídos como Sección Bolchevique-Leninista y algún sindicato minoritario, se levantaron el 18 de julio contra el fascismo. A ganar al fascismo ayudó también la posición de la Guardia Civil (ovacionada en las Ramblas) que adoptó una postura favorable a la legalidad Republicana. Una vez derrotados los fascistas, el Comité de Milicias Antifascistas (con mayoría de CNT-FAI y POUM) hizo que siguieran funcionando las fábricas, los transportes, los servicios, etc., en una colectivización digna de elogios. Hubo violencia, no se puede dudar, pero ¿quién comenzó con el golpe de Estado violento?.

Después de fijarse en la ciudad, se fija el historiador en que había armas. Y en una confusión de ideas y bandos dice que las lucían las diversas fuerzas de policía, que precisamente eran las fuerzas que nunca fueron de la CNT, y que luego fueron dominadas por los comunistas. También cita a Orwell cuando le interesa, pero no cita que en su obra Homenaje a Cataluña, cuando dice el autor que las armas eran controladas por los comunistas y que las columnas anarquistas y poumistas, tenían en el frente de Aragón, necesidad de las mismas, sobre todo ametralladoras, y que nunca se recibieron.

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El colmo del olvido es cuando habla, en los sucesos de Mayo de provocación y cita al POUM, como uno de los provocadores. Es ya sabido que en política la víctima suele ser acusado de verdugo, pero en ¿Historia?, señor Casanova, también ¿en Historia?. En unas memorias recién publicadas en Flor del Viento Ediciones, de Barcelona, 2007, el comandante Perea Capulino, militar republicano, amigo del General Rojo, y escritas en el año 1939-40, ya sabía por unos informes de Krivitsky, militar soviético de los servicios de inteligencia, publicados en el Saturday Evening Post de Estados Unidos (en abril de 1939), huído de Stalin, como consecuencia de lo visto en los Procesos de Moscú, contra sus amigos los bolcheviques, sabía, decimos, que existía un complot, llamémosle estrategia, desde 1936, de Stalin de infiltración de la policía soviética. También se conoce por los informes de los archivos secretos de la KGB, salidos a la luz y publicados en España por Planeta en la España Traicionada, de varios autores, que hubo toda una trama de introducción de asesores militares, hombres de la GPU, jerarcas de la Komintern, y asesores económicos, que tenían como misión estrategica controlar las armas que llegaban, lograr el crecimiento del Partido Comunista en afiliación, buscar los políticos más afines a su politica, no figurar, y esto era muy importante, en los puestos de más responsabilidad, controlar a los militares españoles, para que no se pasaran con los rebeldes y ejercer la depuración de anarquistas y trostkystas. Llevar, digamos una guerra tranquila y en orden, nada de revoluciones, y sobre todo nada de revoluciones “comunistas” (libertarias y heterodoxas), pactar con los proclives del Partido Socialista, echar a Largo Caballero y sus afines y acabar con los que llamaban “trostkystas”, sin serlo, POUM y socialistas como Zugazagoitia, llegando a acusarlos de “trostkystas” como medio de intoxicación. La segunda parte del plan perfectamente documentado era la provocación de la toma de Telefónica en Barcelona, para acabar con el foco anarquista y poumista. Provocación que el señor Casanova olvida también, que fue ejecutada “ilegalmente” sin conocimiento del gobierno de la Generalitat, Tarradellas y Companys, y sin autorización ni conocimiento del Presidente Sr, Azaña, que también lo comenta en sus Memorias. No sólo se trata de olvido, sino también de leer lo publicado y que no es nada sospechoso. La transición modélica y olvidadiza también llega a las Universidades.

 Esta provocación, evidentemente con una solución fácil de adivinar, fue el chispazo para eliminar a la oposición a Negrín y a Stalin, eliminar de la Presidencia del Consejo de Ministros a Largo Caballero, que sabían perfectamente que se opondría a una persecución de obreros socialistas y comunistas heterodoxos, y apoderarse militarmente del Frente de Aragón, para lo cual se eliminó también al Consejo de Aragón y se deslegalizó al POUM como partido, persiguiendo a sus militantes, los que vencieron al franquismo en las calles de Barcelona, por espionaje y alta traición ¡a favor de Franco!.

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Otro matiz muy empleado en los defensores de la política de Negrín, es hacernos creer que “Negrín lo nombró Azaña como Presidente de la República, quién tenía esa potestad.” Pues eso ya no es falsedad, es demagogia. ¿Quién lo iba a nombrar, Stalin desde Moscú? O, ¿los comunistas entrando con fusiles en el despacho de Azaña?. Esa es la política, sr. Casanova, eliminar a los opositores y preparar al candidato. Ya desde hace mucho tiempo antes de la guerra, según revela el libro La Unión Soviética y la Guerra Civil española, de Daniel Kowalsky, Critica, Barcelona 2004, el sr. Negrín estaba afiliado a la Asociación de Amigos de la URSS, asociación de implantación en el territorio de la República española con el fin de buscar gente notable que fuera afin con las ideas de la Unión Soviética. Nada que objetar, cualquier asociación busca socios para desarrollar sus fines. Sólo que aquí demuestra que algunos de los afiliados estaban dispuestos a llegar más lejos. Y Negrín lo demostró desde sus cargos de diputado, ministro de Hacienda y luego Presidente del Consejo de Ministros, elegido “libremente” por Azaña. Por cierto, otro dato histórico que Casanova no cita, Azaña primero se lo propuso a Prieto, y Prieto que no era un personaje nada diplomático, prefirió seguir de Ministro de Defensa, que ejercer de primer ministro, Y Martinez Barrio, el tercer candidato, ya había demostrado los primeros días de la rebelión en Madrid, que no contaba con el respaldo de un partido obrero. Es decir, para bien o para mal no quedaba más que Negrín, que ¡oh casualidad!, comulgaba completamente con los planes de Stalin, que por cierto, eran anteriores a la subida al poder del doctor.

 También se indica, con una levedad impropia de una cátedra, que Nin, noticia muchas veces repetida, pero que no he encontrado cierta, fue secretario de Trotsky. Nin fue Secretario Adjunto de la Internacional Sindical Roja, en Moscú, no fue secretario personal de nadie. Basta con leerse una buena biografía, por ejemplo la de Pelai Pagés, sobre Nin.

 También Casanova se equivoca cuando indica que Nin fue llevado después a la prisión de Alcalá de Henares, esa fue la mentira de la policía comunista. Nunca estuvo en la prisión de Alcalá de Henares, fue llevado a una casa-palacio, sita en Alcalá de Henares, expropiada en la guerra a favor de Hidalgo de Cisneros, máximo militar responsable de la fuerza Aérea republicana, comunista y esposo de Constancia de la Mora, también comunista y que por cierto en sus Memorias, también olvida el detalle de que Nin, fue preso y torturado en su casa, antes de ser asesinado.

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Andreu Nin y Wilebaldo Solano. Foto Centelles.

También termina el artículo nuestro historiador con unas divagaciones generales, achacando las grietas de la República a Mayo del 1937, cuando cómo es sabido, a Stalin dejó de interesarle la guerra española, cuando se acabó la persecución de sus enemigos anarquistas y trostkystas, contrarevolución en Barcelona en el año 1937 y proceso al POUM en el año 1938. Luego las grietas venían de Moscú y sus cómplices de aquí.

 En resumen, un historiador no debía ponerse tan a favor de un bando, que no intentó derrotar al fascismo aunando voluntades, sino acabar con sus enemigos políticos, en una verdadera guerra civil dentro de la guerra civil.

Antonio Cruz González

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4 de Mayo de 2007