Auden y España 1937

Pepe Gutiérrez-Álvarez


Su centenario es un buen pretexto para hablar de Wystan Hugh Auden (York, 1907-Viena, 1973), figura predominante del grupo de poetas de Oxford, representante de la segunda generación modernista británica y considerado como el mejor poeta y más importante literato inglés del siglo XX, después de T. S. Eliot. Auden fue un joven con un interés tan manifiesto como precoz por la mecánica y la geología que se educó en Cheshire (donde era el dichoso gato de Carroll) y en Oxford, donde entabló amistad con Stephen Spender, Christopher Isherwood, Louis McNeice y otros, entre quienes era dueño confiado y consciente de la situación.

Mantenía opiniones precoces y decididas sobre la literatura, amén de una filosofía de la vida que, si bien juvenil, le servia para interpretar sus acciones y las de sus contemporáneos. El año de su graduación su padre le regala un viaje por el continente europeo y Auden elige Berlín, la ciudad que en las postrimerías de los locos años veinte se ha convertido en la capital cultural del continente lo cual, a su vez, ha propiciado un relajamiento de la moral social (los cabarets son más frecuentados que las librerías: de uno de ellos sale Marlene Dietrich para protagonizar El ángel azul), un ambiente que tan magistralmente describirá Isherwood. Cuando regresa con su familia en Birmingham a finales de 1928, Auden aprovecha la ocasión para cancelar su compromiso de matrimonio con una estudiante de enfermería, al parecer de nombre Sheilah Richardson, que le presentó Spender.

Estos son años especialmente agitados durante los cuales Wystan regresará a Berlín, al ambiente bohemio, aprende alemán (será un ferviente germanófilo), va y viene en un contexto de crisis social en ciernes, en la fase histórica que en no poca medida va a modelar la recesión económica de Estados Unidos que es también una crisis del modelo liberal, y que resulta coincidente con el auge del nazismo que le llevará, junto con sus amigos, a descubrir el marxismo y el comunismo. Un curso en el que descubre y asume su homosexualidad. Mantiene diversas relaciones afectivas con varios muchachos, pero en especial -la más intensa y atribulada-, con un joven marinero de Hamburgo llamado Gerhart Meyer. Es tal su entusiasmo que contagia a Isherwood y Spender quienes pronto lo alcanzarán en la ciudad germana. Sin embargo, el ambiente bohemio pronto se dará de bruces con el ascenso del nazismo... Pero esta estancia ya ha marcado profundamente su estilo de vida. Será definitoria en tres aspectos singulares. Sí antes veía su homosexualidad como algo pasajero-más en las ideas freudianas con respecto a las etapas de la sexualidad que a la manera griega como etapa de aprendizaje-, ahora la asumirá completamente. El rechazo del nazismo -y de sus cómplices como el conservadurismo británico-, aumenta su interés por comprometerse con las causas sociales más avanzadas. En tercer lugar, ese trayecto implicará también vivir en un exilio voluntario permanente.

Semejante dinámica le lleva a viajar por Islandia y China, y en 1937 a marchar a España como camillero de una unidad sanitaria, para regresar al poco tiempo a Inglaterra, escribir un poema sobre el asunto y no volver a abrir la boca sobre la cuestión.

Pero quizás sea mejor rebobinar un poco, recordar que W. H. Auden forma parte del mismo grupo de poetas compuesto por Cecil Day Lewis, Louis Mac Niece, Stephen Spender. Todos ellos se sintieron atraídos por el marxismo. que por primera vez estaba logrando una significada audiencia en el Reino Unido, donde hasta entonces había carecido de arraigo. Ninguno de ellos fue lo que se dice un pensador, pero su influencia fue lo suficientemente significativa, y así lo reconoció tres décadas más tarde Perry Anderson al escribir: "Es difícil juzgar desde nuestro punto de vista los años treinta sí se quiere hacer con justicia. Ninguna década en los últimos años. se ha visto tan oscurecida por los clichés y los mitos creados por generaciones posteriores. El recuerdo de la época lo han dado sólo los renegados y enemigos. Para restablecer la verdad de aquellos años anteriores a la segunda guerra mundial será necesario llevar a cabo importantes investigaciones históricas. Lo que es claro es que produjo una radicalización espontánea de la tradicionalmente mortecina intelligentzia inglesa, promovida por la grave situación política del momento. Pero su vida fue corta debido, primero, al pacto germano-soviético, y luego por la guerra mundial. La gran mayoría de aquellos intelectuales que brevemente habían estado con la izquierda. giró bruscamente a la derecha, y así se restauró el orden tradicional de la vida intelectual británica. La fiebre colectiva había sido efímera... (1)

En uno de sus ensayos (Dentro de la ballena), Orwell después de hacer un repaso sobre la literatura inglesa del siglo XX. empieza diciendo sobre el grupo: "Pero de pronto, en los años 1930-1935 ocurre algo. Cambia el clima literario. Un nuevo grupo de escritores, Auden Spender y los demás, han hecho su aparición, y aunque técnicamente estos escritores deben algo a sus predecesores, su "tendencia" es completamente distinta. De pronto hemos sacado del crepúsculo de los dioses una especie de atmósfera boy-scout de rodillas desnudas y canciones comunistas. El típico literato dejó de ser un expatriado culto con tendencia a la Iglesia y se convierte en un inquieto escolar orientado hacia el comunismo. Si la clave de los escritores de los años veinte es "el sentimiento trágico de la vida", lo que mueve a los nuevos escritores es la "seriedad de propósitos ".

Orwell añade a los ya citados, los nombres de Christopher Isherwood, John Lehmann, Arthur Calder Marshall, Edward Upward, Alex Brown y Philip Henderson (y habría que añadir -entre otros- a John Confort, poeta y nieto de Charles Darwin. murió en el frente de Córdoba a finales de 1936, al crítico Ralph Fox, el filósofo Christopher Caudwell y el escritor y sobrino de Virginia Woolf, Julian Bell, así como el brigadista David Marshall, fallecido hace un par de años, y coautor junto con Spender y Lehman de la importante antología Poems for Spain, editada en 1939.

Le sorprende lo fácil que es agruparlos, ya que "técnicamente están más juntos" que los de los años veinte y "políticamente apenas sí se les puede distinguir". Todos tenían procedencias muy diversas. Curiosamente "casi todos los escritores jóvenes encajan fácilmente en el esquema escuela pública-universidad Bloomsbury. Los pocos que son de origen proletario salieron de la clase obrera muy pronto, primero por medio de becas y luego por el baño de la "cultura' de Londres". El caso es que todos pertenecían a un mismo impulso que iba "hacia algo mal definido, llamado comunismo", porque en aquel momento "se consideraba excéntrico en círculos literarios no estar más o menos a la izquierda". El caso era que habían llegado a crear una nueva ortodoxia que según la aviesa pluma de Orwell era de rigor ser de izquierda o sí no, escribir mal y "hacerse" del partido, aunque no se planteaban seriamente lo qué realmente significaba el "comunismo". Orwell lo tenía más claro. Para él: "El movimiento comunista en Europa occidental empezó proponiéndose derribar violentamente al capitalismo y a los pocos años degeneró en un instrumento de la política extranjera comunista. Esto era inevitable en la práctica cuando el fermento revolucionario que siguió a la primera Gran Guerra se había extinguido...

Orwell descalifica precipitadamente el izquierdismo del grupo, y en un comentario que él mismo reconoció como "despectivo", afirmaría que Auden "era una especie de Kiplyng sin redaños", y añadía que "al hacerse marxista, no se ha acercado más la literatura a las masas". Pero lo cierto es que a la hora de la verdad, en la "prueba de fuego" de toda una generación, la guerra civil española, será una auténtica legión de poetas británicos que toman partido por la República (lo que significaba también una horma de rechazo a sus familias, por lo general vinculadas a la tradición "torie"). Y también es cierto que ninguno describirá mejor este sentimiento que Auden en su España 1937 en la que se puede leer: "¿Qué se proponen? ¿Construir la Ciudad Ideal? Muy bien. Estoy de acuerdo. O me proponen el pacto suicida, ¿la muerte romántica.? Muy bien. Lo acepto ya que soy vuestra elección, decisión: sí, soy España!".

Construir la Ciudad Ideal, un concepto cristiano lleno de resonancias utópicas, una visión tan romántica como revolucionaria que en el curso de los acontecimientos será desmentido por una opción en la que se trata de identificar la República con "democracias" como la británica, que todos se habían cuestionado en su idealismo y en su lucidez, a través de sus experiencias en la Alemania prehitleriana o en las colonias británicas -como serían los casos notorios de Foster en la india, y del propio Orwell en Birmania-, un cuadro de desencanto que se complementará con los ecos de los "procesos de Moscú", sobre cuyo impacto testimoniará más tarde Spender. Aparte de España 1937, Auden escribió también 1 de septiembre de 1939 (el día de la invasión Nazi a Polonia), que se consideran sus poemas militantes más importantes. Son dos poemas políticos bajo circunstancias muy específicas por lo que, al paso de los años, le molestaban cada vez más y por eso los sacó de la primera edición de sus Poemas escogidos (2). Si antes creía en una revolución social a través de la poesía, después escribiría en otro poema: "Ninguna palabra escrita por el hombre puede detener la guerra".

Empero, esto ne le impidió ser clasificado como "intelectual comunista" por el MI5, el servicio de inteligencia británico. Interrogado por dicha sospecha, los agentes no lograron extraer una confesión de colaboración pese a que informes de la policía italiana señalaban que el poeta viajó a Ischia tres días después de la desaparición de Burgess y Maclean. Según cuenta El País (3-2-07), fue un periodista de la agencia Reuters el que levantó tales sospechas. En su día, la prensa británica: informó de que Burgess había intentado contactar con el poeta en vísperas de su dramática escapada con Maclean. Auden estaba esos días en casa del escritor Stephen Spender, quien declaró que el espía al servicio de los soviéticos parecía "muy ansioso" por hablar con el presunto colaborador. El FBI presionó a los británicos, quienes quisieron apretar el cerco: citaron a Auden para otro nuevo interrogatorio, pero no hubo manera. En octubre de 1951 regresó a Estados Unidos, su país de adopción. Tenía residencia estadounidense desde 1939, y fue en este país donde realizó su obra de madurez, lejos de las ilusiones y los sueños de la juventud. Falleció convertido a la religión católica, lo cual no deja de resultar toda una paradoja.

--1. En "La cultura represiva", (Barcelona, Anagrama, 1977, pp. 37-38). Anderson ve en la debilidad del marxismo inglés un factor determinante en el atraso ideológico del movimiento obrero dominado por el laborismo y el tradeunionismo. Obviamente, para Anderson no se trata de condenar la izquierda británica de los años treinta, sino de comprender su debilidad. Para él representó un segundo intento de ruptura de la intelligentzia con el establishment, frustrado en esta ocasión por el estalinismo.

--2. Versión de Antonio Resines, colección Visor de poesía, Madrid, 1981.