TESTIMONIO DE DOMINGO FELEZ SOBRE LOS JUICIOS A LOS KAPOS ESPAÑOLES EN DACHAU


Extracto de la entrevista concedida a Laura S. Leret para su libro: Crónicas del Holocausto Español (2010).


"…la raza suprema tenía derecho a una asesoría legal y a traductores competentes, pero los españoles, los no beligerantes, los nacionales de un país no enemigo, los involucrados inocentes, uno podría decir, a nadie les importó un bledo"

Eve Hawkins
Relatora oficial de la corte militar en los juicios de Dachau



Domingo buena 1_s.JPG (308135 bytes)

Domingo Félez Burriel nació el 20 de octubre de 1920 en Alcorisa pueblo del Bajo Aragón, se alistó como voluntario a los 15 años en agosto de 1936, en la columna Macía-Companys que después formaría parte de la 131 Brigada del Ejército del Este, por sus méritos en acción es ascendido a sargento a los 17 años. En octubre de 1938 ingresó en la Escuela Popular de Guerra en Barcelona. Marchó frente a la tribuna del presidente Manuel Azaña, el día que las Brigadas Internacionales se despidieron de España. Durante su exilio en Francia, perteneció a una compañía de trabajadores españoles que construía la Línea Maginot, al invadir los nazis la región de Lorena, Félez es hecho prisionero y llevado al stalag de Estrasburgo. En diciembre de 1940, es trasladado al campo de exterminio nazi de Mauthausen y de ahí es llevado como lisiado al cercano campo de Gusen. Gracias a sus 20 años, Félez se recupera y es nombrado barbero de la barraca.
Domingo Félez Burriel es trasladado a Viena en 1943, forma parte de los comandos que construyen fortines antiaéreos para defender una fábrica alemana de aviones caza. Ante la inminente llegada de las tropas soviéticas, el personal de se ve obligado a retirarse, a principios de 1945, Domingo Félez marcha 100 kilómetros hasta el campo de exterminio nazi de Mauthausen.
Domingo Félez, padeció 5 años el horror nazi, y sin embargo, el 8 de mayo de 1945, tres días después de la liberación del campo, un grupo de españoles es acusado de colaborar con los nazis en la" solución final", entre ellos se encontraba Domingo Félez.
Después de 25 meses en prisión, la corte militar de los Estados Unidos lo absuelve y es puesto en libertad. Félez emigra a Venezuela en 1947. Luchador incansable, se une a la guerrilla venezolana en 1962. Perseguido por la policía política, recupera su identidad cuando en 1969, el gobierno venezolano proclama la ley de amnistía. Félez regresa a su casa, con su esposa e hijos.
A sus 89 años recién cumplidos, Félez vive en las afueras de Caracas. Es la primera vez que Domingo Félez Burriel ofrece su testimonio sobre los juicios a los kapos españoles en Dachau:

A los tres días de la liberación del campo me detuvieron (8-5-1945) alguien metió una denuncia en mi contra, nunca supe quien fue. Me tuvieron unos días en Mauthausen con el vasco, con Fernández y de ahí nos pasaron a otro campo que se llamaba Nattenberg donde los SS ya eran prisioneros. Yo lavaba los carros del campo con el alemán Frank Burke.
Un buen día nos llevaron a Dachau cerca de Munich que había sido un campo de concentración grado uno, es decir mejor que el nuestro. Ya habían hecho presos a los de la SS y a los de la Gestapo para juzgarlos.
Un fiscal me llamó un par de veces a declarar, y luego un día me entrevisté con el que sería mi defensor, el mayor Benson, él me planteó una serie de cosas y yo lo que hice fue reírme "¿por qué se ríe usted?" me preguntó, "mire mayor todo eso es puro embuste, en enero, febrero y marzo de 1945, yo no estaba en Mauthausen, yo estaba a 180 kilómetros en Wiener Newdorf en la fábrica de aviones, nosotros salimos el 3 de abril porque los soviéticos ya estaban llegando y regresamos a Gusen el 13 de abril ¿cómo iba yo a llevar gente a la cámara de gas si yo estaba en otro sitio? porque la acusación fue esa que yo había llevado gente a la cámara de gas. El prisionero que me acusó fue desmentido por otro polaco que estaba en la barraca cinco, conmigo en la fábrica de aviones en Wiener Newdorf. Nunca supe quien me acusó, sé que en los juicios usaron como testigos a un polaco y a un español llamado Miguel.
Yo les dije durante el interrogatorio: Miguel fue también Stubendients, asistente de limpieza de la barraca doce, y sin embargo él está en el juicio como testigo y yo como acusado.

NUNCA FUI KAPO DE LA COCINA
Yo nunca fui kapo en Gusen. El kapo de la cocina se llamaba Otto Harashin, un alemán altísimo, todavía lo estoy viendo con su uniforme de blanco y el segundo de la cocina era el alemán Felix.
A veces llegaba gente en camiones y a uno le decían llévalo a tal sitio. Y no había más remedio que obedecer si no te daban una paliza. Yo oí que la cámara de gas estaba cerca de los baños y de la enfermería pero hasta el día de hoy no sé donde están.
Yo sí le di un golpe a un prisionero, y lo dije en el tribunal militar. Dos meses antes el teniente jefe de la enfermería le puso al comandante del campo un reclamo, que los enfermos llegaban a la enfermería sin afeitarse, que los barberos tenían la culpa, no se trataba de solo afeitar la cara y la cabeza si no todo el cuerpo hasta las nalgas, nos llevaron a todos los barberos a un campo donde había un montón de arena, nos pusieron a correr y nos pegaron por los lados con los látigos y pararon cuando cayeron dos sin sentido, nos sacaron y nos amenazaron, al día siguiente nos dijeron que cada barbero responde por cada enfermo, si llega uno sin afeitar le van a dar 20 palos en las nalgas al barbero.
Después de la formación a las seis de la tarde, me iba hablar al secretario de la barraca y le preguntaba si había alguien para la enfermería y los buscaba y los llevaba al waschraum a un salón donde había pocetas y duchas y allí los afeitaba, un día pregunté al secretario si había enfermos, me dio la lista con cuatro nombres. Después que comieran el pan y la mortadela pregunté por fulano, por zutano y por mengano, eran tres, seguí buscando, comencé con ellos porque el otro no aparecía, a las nueve en punto se iba la luz entonces no había solución porque a las seis de la mañana me levantaba y no tenía tiempo. El que faltaba se me presenta a las ocho y media de la noche, yo estaba molesto porque tenía buscándolo desde las seis, lo regañé y él me dice: rotspaniershizakübel, (rojo español balde de mierda) entonces me volteé y le di un golpe en la cara y ¡vámonos!... a dónde se afeita a la gente.
Quizás me dirían "el loco" por lo rápido que yo afeitaba, yo era un fenómeno con la navaja, vamos a suponer que la barraca tenía 300 hombres y tenían que estar afeitados el sábado entre las dos de la tarde y las nueve de la noche, porque en la mañana en la gran plaza el señor comandante quería ver a todos los cocos afeitados, y luego la carretera tenía que estar afeitada con navaja, yo estaba en la barraca "A" con dos o tres ayudantes, había que raspar a un montón de gente, lo que sí es verdad es que yo tenía 21 años y puede ser que a esa edad se cometan locuras. Yo no hubiera aceptado que me llamaran "el loco", a más de uno le reventé la cara, allá no había ningún angelito y todo el mundo cuidando el pellejo. Una vez estaba afeitando el trasero de un prisionero, el tipo tenía diarrea y me llenó la mano de excremento, después se moría de la risa comentándolo con los otros.

Domingo buena 2_s.JPG (321783 bytes)

OTROS ESPAÑOLES EN LOS JUICIOS DE DACHAU (1)


Conocí a Indalecio González en Gusen, él comenzó de kapo en un comando pequeño en Saint Georgen, de 1943 en adelante comandaba un grupo grande, él era minero y abrían unas minas en la montaña para meter una fábrica de armamentos, abrían bóvedas, para ese trabajo que González hacía se necesitaba un comando grande, le echaban concreto al piso y al techo; lo ahorcaron en Dachau, lo sentenciaron a muerte, él era un hombre de 45 años…le llamaban "el Asturias", no me llevaba bien con él, se las daba de hombre fuerte. Me imagino por el trabajo que hacía, por el puesto que tenía, no creas la cosa era dura, no le quedaba más remedio que cortar oreja y rabo porque si no…hay que aplicar aquello de que nadie podía negarse a nada. Yo nunca le pregunté nada a él, ni a ninguno de los otros acusados españoles, estuvimos dos años juntos en Dachau. Laureano Navas siempre supe que era kapo pero de dónde, no lo sé, él era un kapo segundón; al vasco (Moisés Fernández) yo no lo veía desde que estábamos en el stalag de Strasburgo.
Conocí a un español que se llamaba Espinoza que era del comando de pela papas, era un hombre de baja estatura, de manos pequeñas, él me pidió que lo ayudara, me dijo:
"Me acusan de que yo golpeaba a los pela papa, bueno a alguno le di su garrotazo porque era muy jodido." "¿Quien es tu defensor?" le pregunte, y él me dijo el mayor Benson, él mismo que me defendía a mí, "bueno yo voy a hablar de ti con él", y él me llamo como testigo, yo fui el único que se declaró a favor de Espinoza, bueno a favor no, la verdad, yo lo vi en Gusen pero no sabía su nombre, él era un muchacho en 1947 de unos 24 años, llegó el fallo y le dieron 3 años de prisión.
En Dachau conocí a Ilse Koch (2) la esposa del oficial Karl Koch, comandante del campo de concentración de Buchenwald. Estando presa la Koch se acostó con un preso, cuando la fueron a juzgar ella estaba embarazada de cuatro meses. Yo le corte el pelo a ella, también estuvo presa otra mujer nazi la Dra. Erika Floching del campo de Mildorf.
Me llevaron al bunker dos, yo tenía que afeitar a los presos nazis, al teniente coronel Scorzini, al coronel Trumbler, cuya misión había sido la de cazar los pilotos norteamericanos y fusilarlos.
Me pusieron en libertad después de dos años de cautiverio. Trabajé un tiempo en Munich, otra vez dedicado a la barbería y al comercio en el mercado negro. Cambiaba aguardiente que traía de Stuggartt por medias de señora y éstas a su vez por papas.
Unos compañeros españoles de Mauthausen, entre ellos, Marcelo Romero, me entusiasmaron a embarcarme en 1947 a Venezuela…

Caracas, 25 de octubre de 2007


(1) El joven estadounidense y relator de los juicios de Dachau, Joseph Halow en su libro "Innocent at Dachau" (1993) dedica los capítulos 9 y 22 al caso # 000-50-5-25: "Los Estados Unidos vs. Laureano Navas, et al." se refiere al juicio de los cuatro españoles acusados de colaborar con los nazis: Laureano Navas, Moisés Fernández, Indalecio González, y Felex Domingo.
El primero fue sentenciado a cadena perpetua (gracias a un abogado que contrató, saldría en libertad en 1951después de 6 años en prisión), el segundo fue sentenciado a 20 años de cárcel y murió de un infarto durante el séptimo año de su sentencia, el tercero fue colgado en la horca por su condición de oberkapo (mayor rango), y Felex Domingo fue puesto en libertad después de 25 meses en cautiverio, no hubo pruebas para sentenciarlo. Comenta Joseph Halow en su libro, que los juicios estuvieron repletos de inconsistencias, los testigos fueron remunerados durante los juicios, un mismo testigo se utilizó en diferentes casos, los fiscales debían recordarles sus propios testimonios, no hubo un traductor profesional del castellano. Llama la atención que el nombre y apellido de Domingo Félez aparecen invertidos en el documento del juicio, así como en el libro de Pike al referirse a Felex Domingo. Pike, 2004, pp. 128-129, 475

(2) La corte militar condenó a la esposa del comandante del campo de Buchenwald, Ilse Koch a solo cuatro años de prisión, aunque sobre ella existían diversas y severas denuncias de abusos a prisioneros. Hubo protestas y su caso fue retomado por el gobierno alemán quien la condenó a cadena perpetua. Eve Hawkins, relatora oficial durante los juicios en Dachau, ante la indignación que le causó el caso de Ilse Koch escribió al director del periódico The Washington Post: "(...) la "raza suprema" tenía derecho a una asesoría legal y a traductores competentes, pero los españoles, los no beligerantes, los nacionales de un país no enemigo, los involucrados inocentes, uno podría decir, a nadie les importó un bledo. Halow, 1993 p. 236