Derechos para Tod@s 
Número 6 
octubre - noviembre - diciembre 2001


  

PANAMÁ: IMPORTANTES ENFRENTAMIENTOS CONTRA LA INGERENCIA ESTADOUNIDENSE Y DEL NEOLIBERALISMO


José Cambra

El 31 de diciembre de 1999 América Latina se vestía de fiesta. En esa fecha, el canal interoceánico bajo control norteamericano a lo largo del siglo XX, pasaba a manos panameñas. Tan importante como lo anterior, en virtud de los Tratados Torrijos-Carter, dejaba de existir el más importante asentamiento militar de esa potencia en el territorio de nuestro subcontinente, tristemente célebre por albergar en su seno a la Escuela de las Américas, por la cual pasaron los peores dictadores de nuestros países. Desde el comando del ejercito Sur de EU acantonado en Panamá, se dirigió y abasteció la guerra sucia contra Nicaragua, las invasiones a Grenada y a la propia Panamá, y se daba logística y apoyo a las fuerzas armadas y paramilitares colombianas.

Meses antes de ese acontecimiento, fuerzas paramilitares colombianas atacaron el poblado emberá de Nazareth, localizado en la región panameña de Darién, área colindante con Colombia. Moría desangrada María Mecha, niña indígena de cortos cuatro años. Era apenas uno de los muchos ataques que se dieron en ese período.

Apenas tres días después de ese episodio, el propio Ministro de Defensa del gobierno de Pastrana, el general Fernando Tapias, en reunión con sus congéneres en Manaos, declaraba que ese ataque era obra de los paramilitares, supuestamente "disgustados" por el uso que le atribuían a "irregulares" de ese territorio. A confesión de parte, relevo de pruebas.

Lo que estaba detrás era una maniobra del imperio para mantener ese complejo militar en Panamá. Existe uno de los Tratados Torrijos-Carter, el de Neutralidad, cuya duración es a perpetuidad entre esa nación y los Estados Unidos, al cual antojadizamente el Senado norteamericano le añadió para su ratificación cláusulas que permiten la intervención militar de la potencia norteña, si a juicio de ella esta en peligro el canal. Se intentaba así sembrar la histeria entre la población, generando una opinión pública favorable a la continuidad de su presencia militar, para dar pie así a la invocación unilateral de ese tratado.

Para 1998 ya habían acordado con la administración del presidente Pérez Balladares darle continuidad a esa presencia militar, disfrazada de "centro multimodal de lucha contra las drogas", CMA. La conmoción que ello ocasiona dio al traste con sus planes, y le costó -unido al descontento ciudadano por las salvajes consecuencias de las privatizaciones de la telefonía y la luz- al entonces presidente su posibilidad de reelección.

Pero la consecuencia más importante fue la unificación del movimiento popular panameño en el Movimiento Nacional por la Defensa de la Soberanía (MONADESO).

En ese año MONADESO fue factor importante en la derrota del intento del CMA, desde las calles adversa activamente la pretensión reeleccionista, y condujo movilizaciones masivas que impidieron la privatización de la empresa generadora del agua.

Las pretensiones norteamericanas de extender su presencia militar en Panamá se ven frustradas. Una nueva presidenta, Mireya Moscoso, gana las elecciones en 1999 teniendo que apelar a un discurso en que se desmarca del neoliberalismo. Es un gobierno débil, que tiene que predicar en el período electoral lo que no cree. No tiene condiciones para un enfrentamiento tan temprano con el movimiento popular de acceder a las peticiones norteamericanas.

El enfrentamiento más importante se produce cuando intenta imponer el alza del pasaje. El 9 de mayo del 2001, 50.000 personas acuden a una convocatoria de MONADESO, que recorre las calles de la ciudad de Panamá. Los enfrentamientos provocados por la represión a los manifestantes degeneran en saqueos por parte de la delincuencia urbana y tiroteos entre ella y la policía, delincuencia propia de un país donde cerca del 50% de la población esta sumida en la pobreza y la desesperanza. El gobierno se ve obligado a posponer la medida. Un año antes en Costa Rica, un movimiento popular de grandes dimensiones había impedido la privatización de la electricidad y la telefonía.

El actual gobierno camina abiertamente por la senda neoliberal. Es sede temporal del ALCA, y aspira a ser la permanente. Tiene planeada la privatización de la empresa que suministra el agua. Incluso, a raíz de los sucesos del 11 de septiembre en los Estados Unidos, se ha reactivado la campaña para la vuelta de tropas norteamericanas, con la excusa de proteger el canal de posibles ataques, cuando la mejor protección a la población y al canal es precisamente mantener al país sin esa presencia militar extranjera que lo coloca como lugar para efectuar represalias.

Construir fuertes movimientos y unificar las luchas, como parte del enfrentamiento contra la globalización neoliberal, aparece como el camino necesario para postular un proyecto alternativo.