Derechos para Tod@s 
Número 6 
octubre - noviembre - diciembre 2001



  

REDESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA.
QUE HERMOSA UTOPÍA


Hugo Alberto de Pedro (desde Argentina)

Ha pasado una nueva conmemoración del descubrimiento de América y muy pocas cosas han cambiado en éstos 509 años, salvo que la democracia está instalada a lo largo y lo ancho del continente, como lo está la dependencia cultural, económica financiera y política.

Los países centrales han creado organismos internacionales por todos conocidos, que formando parte de una gran maquinaria muy bien aceitada impone angustia, dolor y sufrimiento a cientos de millones de latinoamericanos con cada una de sus decisiones. Ellas han tenido la capacidad de generar en los nativos de nuestras tierras una resignación endémica, la pérdida de la dignidad y la falta de solidaridad continental.

La miseria de nuestros países no es el resultado del subdesarrollo sino la consecuencia del sometimiento impuesto a los pueblos por Imperios coloniales -España, Portugal e Inglaterra- y neocoloniales -Estados Unidos-, ya que no somos pueblos pobres, nos han convertido en pobres los dominantes de ayer y los de hoy. No es el desarrollo lo que permitirá salir de esta situación continental, solamente lo será la liberación de la dependencia y la marginación a la que nos sometió el capitalismo mundial.

Desde el nacimiento de la conquista fueron sometidas sistemáticamente todas las comunidades indígenas, cuando no hicieron lo imposible para lograr su sufrimiento, aislamiento y marginación, que junto al enfrentamiento de éstas con los campesinos y pequeños productores se extendió por el continente todo.

Asistimos, después de tantos años de historia, a una incapacidad manifiesta de los gobernantes de nuestros países para lograr una verdadera unión latinoamericana; aunque al momento de realizar alianzas de cualquier tipo con los países del primer mundo demuestran una capacidad y velocidad asombrosas, en cambio nuestros gobiernos cuando intentan convencernos de que buscan una integración realizan la peor de sus actuaciones teatrales.

Durante siglos debimos soportar la imposición del eje "occidental y cristiano", perdiendo los mejores momentos de lograr una verdadera interacción continental, como nos sucedió en los dos primeros conflictos mundiales y más recientemente con imposición de la doctrina de seguridad nacional, hasta llegar a nuestros días con la globalización. Omitiendo en forma sistemática nuestros gobiernos un criterio, que como por ejemplo lo establece la Teología de la Liberación, podría haber articulado a las fuerzas populares con la fe instalada en la mayoría de los habitantes de éste sur.

Considero que ejemplos no nos han faltado en todo el continente sobre como enfrentar al Nuevo Orden Internacional y a la única verdad impuesta por la hegemonía del poder económico y político; pues existe Chiapas, el Movimiento de los Sin Tierra, el pueblo cubano, las ONG que trabajan día a día haciendo menos injusto al sistema, los movimientos políticos progresistas, de trabajadores, estudiantes e intelectuales, que luchan por extender las redes de una solidaridad continental que nuestros gobiernos no están autorizados a permitir entre los países de ésta América.

El ciclo de las atroces y genocidas dictaduras latinoamericanas parecen haberse replegado, para convertirse en un simple maquillaje de los mismos intereses que defienden ahora en nombre de la democracia. Es por ello que los países más grandes, y no por eso importantes o trascendentes de América, no tienen la menor intención de contribuir a conformar una conciencia latinoamericana y mucho menos buscar una identidad que permita generar la impronta amerindia.

En momentos que el mundo se bate y debate en un conflicto planteado de forma totalizante entre "el bien y el mal", desde estos confines del planeta podríamos soñar con la caída del Imperio y la recreación de un Nuevo Orden Latinoamericano que levante muy altas las banderas de la independencia, la autodeterminación y la libertad para nuestros pueblos. Sería como pensar, que si tomamos todas las promesas que nos hicieron y las llevamos adelante nosotros, sin sus mandatos ni exigencias, con nuestra historia y coraje, complementando todos nuestros recursos y potencialidades, defendiendo la soberanía continental tantas veces vapuleada podamos encaminarnos hacia el Redescubrimiento de América. ¿Qué hermosa utopía. No?