Derechos para Tod@s 
Número 15
junio - julio - agosto 2003



Editorial

CONTRA EL TERRORISMO DE ESTADO

 

"Las cosas se cuentan solas, sólo hay que saber mirar", decía una canción argentina, de esas sin muchas pretensiones que algunas vez cantamos en algún recital, pero no mucho más. Vamos que no son de las que quedan en memoria universal de la música. Pero que, para los que nos tocó vivir un tiempo de cielos hermosamente sudacas, vaya a saber porque, se nos quedó el latiguillo: "las cosas se cuentan solas, sólo hay que saber mirar..."

Para ser just@s digamos que no siempre, pero si a veces, solo hay que saber mirar. Por ejemplo, mirábamos la prensa argentina del mes de agosto, y nos encontramos con dos artículos, de esos que llaman más la atención cuando se juntan sin querer en algún lugar de nuestros escritorios o de nuestras memorias.

Uno se titulaba "Bush prepara una nueva generación de armas nucleares" (La Nación, 5 de agosto); el otro llevaba como título simplemente tres palabras: "Nagasaki y Kokura" (Página/ 12, 11 de agosto).

El 6 de agosto de 1945, Hiroshima fue literalmente borrada de la geografía de la vida, aunque no de la historia de los genocidios, con la primera bomba de uranio enriquecido arrojada sobre miles de cuerpos y edificios calcinados al unísono.

Dos días más tarde, un segundo mensajero de la muerte programada en los despachos del terror del norte, despegó con rumbo a una ciudad japonesa hoy poco conocida, al menos por estas latitudes: Kokura había sido elegida como campo de experimentación de otro tipo de bomba atómica, la de plutonio. Sólo que las malas condiciones metereológicas hicieron cambiar el rumbo hacia la hoy tristemente recordada, Nagasaki. Nunca antes que el sol no brillase significó tanto para tantos miles de personas, para quienes fueron reventadas, calcinadas cuando no estaba todavía su muerte programada, para los que salvaron sus vidas porque unas nubecillas benéficas los ocultó de una lengua de fuego contenida en un artefacto denominado Fat Man.

Pasaron los años, pasaron más guerras, y más bombas, ahora les llaman misiles y/o bombas inteligentes, llegó Afganistan, llegó la guerra preventiva, Iraq y más bombas, más misiles, más destrucción y muerte. Pero siempre los aviones despegan del mismo sitio, de ese en donde Mr. Bush prepara su nueva generación de armas nucleares, poniéndonos a pensar, si habrá nube que ponga al planeta a salvo, aunque sea momentáneamente, como a aquell@s ciudadan@s de Kokura.

Para terminar, nuestro fascista/franquista de andar por casa, el ramplón pero no menos terrorífico muñeco menor del trío de las Azores, decía sueltamente en la ONU que no deben importar las causas (las injusticias, las ocupaciones, la marginación extrema) sino los efectos del terrorismo. Y que no hay patria ni ideales que justifiquen el asesinato. Que los que matan son simplemente asesinos. ¿Pueden ser tan cínicos como para no aplicarse este pensamiento a ellos que vienen desde siglos atrás matando en nombre de sus Estados y sus Mercados?. Ellos son el terrorismo de Estado. Son el neofascismo exterminador de Hiroshima y Nagasaki, hoy quemando los cielos de Irak.

Decía otro sudaquita inmenso, nuestro poeta Mario Benedeti, que los torturadores no se redimen suicidándose. Pero algo el algo.

Si se suicidaran en masa, no les redimiría de su terrorismo de Estado practicado a escala global.

Pero bueno, si es para empezar, algo es algo.