Derechos para Tod@s 
Número 12
enero - febrero 2003




COMUNICADO DE H.I.J.O.S. SOBRE LOS GENOCIDAS ARGENTINOS

Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (H.I.J.O.S.)


Empecemos por hacernos preguntas simples. ¿Por qué si un ciudadano cualquiera asesina a su amante va preso mientras espera el juicio que probablemente lo dejará entre rejas hasta el final de su vida útil, mientras se discute si los represores que secuestraron, torturaron, asesinaron y desaparecieron a treinta mil personas deberían o no ir presos? ¿No es acaso obvio que quien cometió crímenes debe ser castigado? Pero no, en este país, los diferentes gobiernos de turno han impedido que esto suceda. Debemos entender quizás que para esos gobiernos lo que hicieron los militares y policías durante la dictadura no son crímenes. Son errores y excesos cometidos en una guerra, en la guerra santa contra la subversión, en una guerra sucia pero inevitable. Por eso no los castigan. Cómo castigar al perro guardián que defiende la mansión con uñas y dientes como se le había enseñado. Cómo además explicarle al perro si se lo castiga que debe seguir alerta por si vuelven a intentar entrar en la mansión.

No, a esos perros guardianes, militares y policías que mataron de las maneras más crueles imaginables, que robaron bebés y torturaron embarazadas y adolescentes durante la dictadura, y que siguieron matando y desapareciendo durante la democracia, se los premia con medallas, ascensos, super jubilaciones, destinos exóticos, discursos halagüeños, más y mejor presupuesto. Porque lo que hicieron los represores durante la dictadura fue defender a los grandes grupos económicos, al orden social impuesto por el imperio yankee, los defendieron de una generación valiente que se planteó seriamente cambiar el estado de las cosas, terminar con la obediencia servil a los Estados Unidos, terminar con la pobreza, terminar con el hambre, terminar con la educación para unos pocos, con las muertes por enfermedades curables, terminar con riqueza en manos de diez ricos, mientras las manos de millones de pobres ruegan por un mendrugo de pan. Y como ellos saben mejor que nadie que aún de las derrotas más crueles resurgen primaveras, no pueden castigar a los perros guardianes.

Porque saben que la gente se está organizando otra vez aprendiendo de las experiencias pasadas. Saben que los que no tienen trabajo se organizan y cortan rutas y cortan puentes y le cortan la respiración a más de uno. Saben que los que están hartos de esta Corte de Suprema Corrupción y vienen a blandir las cacerolas todas las semana no dejarán de hacerlo hasta que la Justicia sea justa. Saben que los estudiantes no dejarán que se arancele las universidades. Saben que los maestros no soportarán cobrar esos sueldos miserables y ver cómo los chicos se desmayan de hambre en los bancos de la escuela. Saben que cada barrio tiene su asamblea y que los vecinos defienden su derecho a no obedecer a nadie y ser protagonistas irremplazables de la historia. Saben que cuando los patrones huyen con el rabo entre las patas los trabajadores toman las fábricas y hacen socialismo concreto sin necesidad de leer gruesos manuales ni discutir hasta el amanecer en los bares de la calle Corrientes. Saben que cuando las clínicas se vacían hay hombres y mujeres Por eso no encarcelan a sus perros guardianes. Por eso la impunidad. Porque sin impunidad no hay perros guardianes. Y sin perros guardianes no hay mansiones. Y sin mansiones no hay desigualdades sociales. Y sin desigualdades sociales no hay capitalismo. En otras palabras, para ellos, defender a estos genocidas es defender el capitalismo. Para nosotros también. Pelear contra la impunidad es luchar contra los defensores de este sistema corrupto y perverso que asesina niños. Pelear contra la impunidad es luchar por todo aquello por lo que luchaban los desaparecidos y los sobrevivientes.

Por eso nosotros no venimos a pedirle nada a esta justicia que encarcela y procesa luchadores, que deja libres a policías de gatillo fácil, a esta justicia que sólo es ciega para los reclamos del pueblo. Nosotros venimos a exigirle que confirme los fallos de nulidad de las leyes de obediencia debida y punto final. Venimos a gritarles que deberían tener un poco de humanidad y grandeza para comprender que tienen que trabajar y vivir en pos de la justicia real, la que tiene que ver con la gente, con todos nosotros. Salgan de sus cuevas de la Recoleta, de sus autos importados y sus cuentas llenas de dólares. Asomen la cabeza y perciban el rechazo que tiene la sociedad hacia ustedes. La impunidad genera mas impunidad y Uds. son responsables directos de que el país este totalmente despojado y huérfano.

Venimos a gritarle que el único lugar par un genocida es la cárcel hasta el último día de su vida. Venimos a advertirle que como hemos luchado hasta ahora seguiremos hasta el final. Hasta que cada uno de los torturadores, sus cómplices, sus beneficiarios y sus instigadores esté purgando su pena seguiremos luchando. Hasta que las razones que empujaron a toda una generación a luchar ya no existan.

Venimos aquí, todos juntos, para que sepan: que el presente es lucha, pero el futuro, el futuro es nuestro.

Si Fiorillo, secuestrador de Felipe Vallese, hubiera ido a la cárcel, NO habría integrado las bandas asesinas de Camps.

Si Mijín y Fanchiotti, integrantes de las bandas de Camps, hubieran ido a la cárcel, NO habrían asesinado a Santillán y a Kosteki.

Si los torturadores Donda y Peyón, de las patotas de la ESMA, hubieran ido a la cárcel, Yabrán
NO habría tenido eficientes asesinos a su servicio.

Si violadores y apropiadores de niños como Héctor Simón y Samuel Miara hubieran estado en la cárcel, NO habría jóvenes viviendo con los asesinos de sus padres.

Si los genocidas que hicieron de nuestro país zona liberada hubieran ido a la cárcel, las comisarías de Don Torcuato y El Jagüel NO serían base de operaciones de escuadrones de la muerte que secuestran y asesinan a los pibes.

Si los gobiernos de la UCR el PJ y la Alianza no fueran responsables de esta impunidad y cómplices y ejecutores de las políticas económicas-sociales de los genocidas de ayer, NO sería posible el genocidio económico y social de hoy.

Como está demostrado, la impunidad sólo genera más impunidad. Por eso exigimos:

* A la Corte Suprema, que confirme los fallos de nulidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida por ser aberrantes– y no para eludir el juicio político- y porque mantienen y generan mayor impunidad.

* A los jueces, que asuman y sigan adelante con los procesos contra los genocidas de ayer y de hoy.

* A los legisladores, que anulen definitivamente las leyes y decretos de impunidad.