Derechos para Tod@s 
Número 11 
noviembre - diciembre 2002




MLRS
Manual de Lecturas Rápidas para la Supervivencia

Enrique Falcón


Después de dos años de no vernos las caras, vuelvo a encontrarme -en una Huelva sorprendentemente fría- con A. y D., esa bicefalía estupenda que da vida al MLRS: el Manual de Lecturas Rápidas para la Supervivencia, radicado en Madrid y erradicado tanto del mundo (el del vuelo alto, la "alta" cultura y los créditos de bajo interés) que apenas parece existir. De hecho, así ellos mismos lo expresan, que "no tratamos de alimentar nuestro prestigio personal"; que "no buscamos interesados contactos culturales"; que "rehuímos la celebridad"; que "no deseamos deslumbrarte"; …que "en realidad, apenas existimos".

Y, sin embargo, ahí están los dos -incombustibles en su poco existir, duros e increíblemente tiernos, todo abrazo y movimiento-, interpelándonos a los demás. Y en ese apenas existir de ellos, siguen editando esos "Materiales inflamables para manos incendiarias", que (en formato de fotocopia canalla y volandera) recogen los poemas y textos de quienes creen en las palabras como un ladrillo arrojadizo, un árbol de ahorcados, una ventana abierta contra toda anestesia.

El uno recupera la voz del otro, allá donde la deje (da igual entonces si es D., si es A.), para continuar su pensamiento (lo de la bicefalía del MLRS va en serio, os lo juro) y dicen -por ejemplo: « (…) Estamos aquí y ahora. Puedes incluso imaginarnos. Nosotros también tenemos un trabajo de mierda, sabemos qué significa ser teleoperador, peón de obra, costalero, administrativo, dependiente, barrendero o grabador de datos; comprobamos todos los días lo que significa desempeñar una labor estúpida que no tiene nada que ver con nosotros. Reconocemos la alienación. A nosotros también nos aplasta la publicidad, también tratan de convencernos de que la felicidad consiste en comprar una casa más grande, cambiar de coche, beber determinado güisqui o usar cierta compresa con alitas. También nos fuerzan para que seamos ciudadanos responsables y silenciosos, para que cumplamos nuestros horarios laborales y nos casemos, para que veamos fútbol y tengamos una cuenta bancaria, un seguro de vida y otro de muerte para pagar el entierro. E incluso nos vienen cada tres minutos con la historieta del éxito. Como te decía: estamos aquí y ahora».

Y, aquí y ahora, donde así me los encuentro, A. y D., los del MLRS -que quieren cambiar la vida, empezando por la suya, que desean que nos devuelvan el tiempo robado, la libertad que nos sustrajeron- me traen sin remedio a la memoria las experiencias-jujitsu de los "rompeanuncios" de Vancouver, las herencias diseminadas del viejo situacionismo, las intervenciones callejeras del movimiento RLC (Recuperar Las Calles), los talleres del Grupo Arbeit, las propuestas de escritura colectiva de la gente estupenda de Barakaldo-a-la-izquierda, los ensayos pequeños de mis compañeros de la Unión. No sé si saben ellos -los del MLRS- responder a la pregunta de Adorno: aquélla insoportable, necesaria, acerca de cómo escribir después de Auschwitz, o de cómo poder vivir tras Ayacucho, sobre qué hacer con nuestras tripas tras el último bombardeo, tras el último contrato basura firmado, tras el último ahogado en el Estrecho…

No sé -lo digo- si saben responder a todo lo que arde, pero sí que nos devuelven las preguntas con más fuerza todavía. Pidiendo ellas que seamos muchos los que -juntos, organizados- las queramos contestar. Lo saben ellos y queremos saberlo también nosotros/as. Desde la calle.

Uno de estos dos canallas irrenunciables, que antes trabajaba en el Departamento de Atención al Cliente de Uni2, -harto de la naturaleza de su trabajo, de las condiciones de explotación, de la miseria espiritual reinante y del miedo de sus compañeros a emprender acciones reivindicativas-, envió no hace mucho una carta, a título personal, a un tal Sr. González -Director de Comunicación Interna de la empresa- con copia para todos sus compañeros. Y, entre muchas otras cosas (la carta no tiene, de veras, desperdicio), le contaba: «Desde hace un mes, todas las mañanas al encender mi ordenador, un cartel digital me dice: TU COMPROMISO CONSTRUYE EL NUEVO MUNDO. Con toda la sinceridad de la que soy capaz, Sr. González, no sé de qué nuevo mundo me hablan. Será porque a las 7 de la mañana (mi hora de entrada al trabajo) estoy demasiado dormido y legañoso, pero no veo ningún nuevo mundo por ninguna parte. Más bien, lo contrario: la perspectiva que enfrento es la de ocho horas de trabajo rutinario e inmisericorde (pero esto se lo cuento en otra ocasión, si lo desea)». Y, casi ya finalizando la carta, escribía: «El Sr. Eugenio Galdón, en la primera fiesta de Navidad de Uni2, afirmó sin pudor que trabajando en Uni2 se mejoraba España y el mundo. Esto no es sólo mentira, sino que es una burla prepotente hacia los hombres y mujeres que luchan todos los días porque el mundo no se convierta en el cruel mercado global con que otros sueñan».

Una manera, entre otras, de contactar con ellos (con ese MLRS irremediable, cómplice y bienvenido): http://www.nodo50.org/mlrs/manual.html. Al menos mientras que -en las calles, junto a otros- el cuerpo, y la esperanza, aguanten. Y antes que también de ella, de la calle, nos acaben de desalojar los perros del amo.