Derechos para Tod@s
Número 1
agosto-septiembre-octubre 2000


 

Abecedario del racismo y de la xenofobia.
A --------------- Albaladejo 

 
 Blas López-Angulo (Equipo de Estudios de Presencia Gitana)
  
 
- Déjale, no lo remates, no ves que se le están saliendo las tripas 
- Sí, vámonos, le queda ya poco...
 

Juan José García García, vecino gitano de la manchega villa de Albaladejo, ingresó en urgencias del hospital "Gutiérrez Ortega " de Valdepeñas, el cinco de mayo del pasado año herido por arma de fuego. En su abdomen fue hallado el taco de un cartucho de escopeta, así como gran número de plomos. Sus convecinos Raúl 0.G. y José G.G. fueron detenidos y puestos a disposición del juzgado de primera instancia e instrucción de Villanueva de los Infantes (ciudad renacentista en que reposaron los huesos ya cansados de Quevedo, y aún hoy sus cenizas).

Desde ese mismo instante Albaladejo, de apenas 1700 vecinos, conoció una movilización inusitada. El jueves, 6 de mayo, el periódico Lanza, dependiente de la Diputación Provincial gobernada por el PP, "lanzaba" los siguientes titulares: "MÁS DE UN MILLAR DE VECINOS PIDE LA EXCARCELACIÓN DE DOS JÓVENES. Los detenidos están acusados de un intento de homicidio, tras disparar contra un hombre de etnia gitana que el pueblo considera 'un malhechor'." 

En el reportaje se comparan los sucesos con un nuevo Fuenteovejuna y las posiciones de agresores y agredido se invierten: El herido es un "malhechor" -el propio alcalde de la localidad, Juan Angel Rodado, le define de esta manera-, mientras que los jóvenes no son más que las víctimas, "personas ejemplares, grandes trabajadores, que nunca han dado problemas de ningún tipo". ¿Cómo tratarlas ahora de asesinas, cuando para el pueblo son los héroes vengadores de un odio mal reprimido hacia los gitanos durante siglos? Sorprende que nadie se reconoce racista en Albaladejo, al igual que en El Ejido y desgraciadamente en tantos otros sitios. En manifestaciones a ese mismo periódico el alcalde declara que van a exigir a la juez de Infantes que instruye el sumario "lo que el pueblo pide, que les pongan en libertad". "Tanto el alcalde como los miembros de la corporación encabezaron la manifestación de ayer -continúa el diario- en la que se profirieron consignas del tipo "¡Raúl y José somos todos. Libertad!" o "¡Fuera gitanos!". (El reportaje incluye dos fotos, una de ellas ofrece un primer plano del alcalde, arengando a los presentes megáfono en mano, desde el balcón de la casa consistorial. Al pie se lee: "Los manifestantes profirieron gritos contra los gitanos". 

El mismo 6 de mayo, La Tribuna de Ciudad Real también recogía lo acaecido, especialmente las manifestaciones del primer edil, J.A. Rodado Rubio, que visitó a los dos jóvenes detenidos, hallándoles muy nerviosos. 

Siguiendo con la resonancia del caso en la prensa local (no tiene explicación por qué Albaladejo no tuvo otra) reflejamos uno de los titulares de la publicación Crónicas de la Mancha en su nº 223: "Casi dos semanas después del suceso Albaladejo mantiene su apoyo inquebrantable a Raúl y José". Y estas líneas: "En la puerta del ayuntamiento están los familiares de Raúl y de José, algunos representantes municipales... Hay cierto nerviosismo, aunque esta manifestación se repite desde el pasado miércoles, cinco de mayo: ¡Libertad para Raúl y José. Albaladejo está con vosotros!... En sus pechos aún sigue prendido el lazo azul que han tomado como símbolo por la libertad de los jóvenes" 

Hasta la puesta en libertad (provisional) de los dos procesados las concentraciones se sucedieron ininterrumpidamente, desplazándose también a la sede judicial de Infantes cientos de vecinos dos y tres veces por semana en vehículos propios y en autocares puestos a su disposición por el ayuntamiento. En ocasiones, las marchas del vecindario tuvieron lugar ante las casas de las familias gitanas. Insultos, amenazas, intimidaciones y amedrentamientos, apedreamiento de sus viviendas ... Un perro pastor alemán de Juan José, guardián de sus ovejas, fue ahorcado y colgado en la puerta de su casa. Su hermana, María del Carmen acudió al cuartel de la Guardia Civil para denunciar estas actitudes. Las fuerzas del orden le manifestaron que no intervendrían "mientras no haya sangre". Asimismo, fue expulsada de un pleno municipal, donde se debatían las estrategias populares a adoptar para defender a los agresores, a quienes ella había tachado de asesinos, a lo que el presidente de la corporación contestó "no serán tan asesinos cuando no lo han matado". Sus hijos no han podido asistir a la escuela: "Gitanos, iros del pueblo, que aquí no os queremos; la escuela es nuestra y no tenéis derecho a ella". También han sido presionados los amigos de sus hijos "porque se juntaban con los gitanos". A los vecinos que no han firmado peticiones en favor de la libertad de los agresores se les ha retirado la palabra y hay tiendas que se niegan a venderles (se extiende una discriminación que Juan José como gitano ya había sufrido múltiples veces, en las últimas fechas y no casualmente por uno de sus frustrados homicidas que había abierto un bar).

Su padre, su hermana, su mujer, sus hijos y él mismo han tenido que abandonarlo todo y huir del pueblo en los primeros días de junio, con el alta médica provisional y cuando todavía su estado de salud era muy precario y su recuperación bastante problemática. Sin olvidar que lo cruento de las heridas recibidas han lisiado para siempre su cuerpo con la pérdida del bazo y de buena parte del paquete intestinal. 

A los cuarenta días de producidos los hechos la juez instructora de Villanueva de los lnfantes revocó su anterior auto de prisión incondicional para los dos jóvenes "infantes" encausados y ordenó su libertad bajo fianza de 500.000 y 400.000 ptas. (cubiertas por suscripción popular), porque, ciertamente, "no se produce alarma social con la excarcelación de los procesados". El reseñado periódico "Lanza" lanzó la edición del domingo, 28 de junio, con grandes caracteres: "¡Por fin, ya están en libertad!" 

Aunque el asunto está en manos de la justicia, nadie puede dudar de la injusta situación padecida por Juan José, cuya desgracia por fortuna no resultó fatal pero según se desataron las reacciones es ya difícil mente reparable. De todo ello, es imposible obviar la responsabilidad - no se descarta la penal, salvo que los delitos por racismo y xenofobia del nuevo Código Penal sean de mera retórica- contraída por las distintas instituciones públicas intervinientes (o no intervinientes), que lejos de evitar tan bochornoso espectáculo han contribuido a mancillar aún más al agredido. A pesar de constar un certificado del jefe de la policía local del ayuntamiento de Albaladejo a favor de Juan José en que se reconoce (18 de agosto de 1997) que "observa una conducta cívica -sic- con sus convecinos y respetuosa con la Ley", su alcalde no se ha recatado en difamarle y abanderar el terrorismo colectivo desatado en el pueblo contra él y los suyos, so pretexto de participar en él para controlar (?) la situación y evitar desmanes. Tampoco conviene olvidar que los hechos coincidieron con las pasadas elecciones municipales y, que aunque por poco, resultó reelegido cuando en circunstancias normales y debido a su gestión se barruntaba un futuro más bien incierto. 

Terminamos con otra nota manuscrita que parece, asimismo, rescatada de épocas ya fenecidas. Dada su brevedad y laconismo se reproduce íntegra: Don Juan José García García, feligrés de la parroquia Santiago Apóstol, de Albaladejo, de la que estoy encargado, en el tiempo que yo llevo, no tengo ninguna queja contra él. (Con el sello de la parroquia de Santo Domingo de Terrinches y firma del párroco en Albaladejo 3-8-97) 

Por lo visto, sus comentarios al "calor" de los hechos nada evangélicos tampoco han contribuido a desterrar (aunque sí a las víctimas, como desde siglos ha) de nuestro desolado paisaje el alma y la historia de una profunda y cainita España intolerante.