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USA
 

La crisis estadounidense


Roberto Arosemena Jaén (18 de Noviembre de 2000)

Dejar que Estados Unidos caiga en el juega vivo electoral es algo que no es viable en estos momentos de crisis para la nación estadounidense.

Al mundo no le interesa lo que le interesa a Estados Unidos. A Estados Unidos le interesa tener un presidente, sea este Bush o Al Gore.

Por eso se suspende el resultado errático del estado de la Florida y se hace una auditoría a fondo para establecer la realidad de los votantes y de los votos floridianos. Quién en realidad ganó en la Florida y no quién aparenta ser el ganador es del interés vital de la sociedad estadounidense.

Al mundo le interesa, por el contrario, que Estados Unidos tenga un presidente que siga administrando el poder financiero, tecnológico y bélico que tiene, de acuerdo con los tratados bilaterales y multilaterales que se han realizado hasta el momento. Son intereses diversos pero complementarios.

Que sea Bush o Gore presidente es un problema del estadounidense; que Estados Unidos tenga un presidente legítimo y respetuoso de la ley internacional es la apuesta que le interesa al mundo. El recuento de votos en la Florida, si bien es cierto pone en entredicho el triunfo de Bush, es sin embargo necesario para mantener la credibilidad en el sistema electoral, que a su vez mantiene la fe en el sistema constitucional y a su vez toda la estructura de poder y de legalidad. Dejar que Estados Unidos caiga en el juega vivo electoral por la presencia de un presunto gobernador irresponsable, es algo que no es viable en estos momentos de crisis para la nación estadounidense.

Que sea Bush o Gore presidente es intrascendente para el mundo. Hubiese sido más impactante si el líder del derecho social y del consumidor, Nader, hubiese obtenido el 10 ó 15% del electorado. Esa quiebra del bipartidismo que se puede producir en Estados Unidos sí es un síntoma fresco para el devenir de la humanidad; pero hasta el momento no se ha dado y Nader sigue siendo un Quijote solamente prometedor moralmente, pero sin efectividad para ejercer poder nacional y estatal.

En la dinámica mundial, se sabe que los republicanos se orientan más a consolidar el frente interno; eso lo sabe el pueblo estadounidense y, en algunos casos, incluso asumiendo posiciones de aislamiento nacional. Los demócratas, por otra parte, promueven más su papel de árbitro de la globalización y de su
participación activa, como policía internacional. Dicho papel jugado por Estados Unidos últimamente en
Europa, Asia y Africa, no es compartido por el liderazgo radical republicano.

Por lo demás, se opina que esta diferencia es un asunto de matices con fines electorales, pero que en realidad, una vez que se llega al poder, desaparece la división bipartidista y aparece el interés nacional de potencia hegemónica. En este sentido el señor Bush, antes de sentarse en la Casa Blanca, tendrá que asimilar los grandes intereses
globales de Estados Unidos y olvidarse de sus electores. Ejemplo de esta dinámica de los matices entre republicanos y demócratas fue brutalmente expresado por Hillary -senadora de Nueva York- al decir que ella ya no es ni demócrata ni republicana, sino neoyorkina. Esa es una frase producto de la real politik, que los Clinton manejan desde hace 8 años.