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Globalización


Globalización y resistencia, la necesidad de cambiar de tablero

Sergio Rodríguez y Javier Elorriaga, Comité C.D. Espejo del Frente Zapatista de Liberación Nacional (19 de Julio de 2001).

Cuando hablamos de globalización, nos vienen a la mente imágenes como la red global de internet, millones de cables ópticos y satélites posibilitando el libre flujo no sólo de la información sino también y sobre todo de capitales, por todos los bancos y bolsas de valores del mundo y por lo tanto la terrible imagen esa de que con dar un clic a la tecla de enter, se puede descapitalizar a un país en cuestión de minutos y más terrible aún, lo que de esta visión se deriva: la idea de que hoy en día es imposible oponerse a esta realidad. Y por imposible, oponerse además es absurdo, es ir contra el desarrollo de la historia; la tiranía del capital financiero y sobre todo, del capital especulativo, que llegó para quedarse.

Cuando materializamos más esas pesadillas, vemos también no sólo a los M´c Donalds o los autos honda pululando por doquier, ahí donde antes sólo había taquerías el Tizoncito o los clásicos vochitos de la volkswagen, sino a los millones de desempleados, a los millones de subempleados en el comercio informal, a los millones de empleados en trabajos donde cada vez se respetan menos las condiciones de higiene laboral, las prestaciones laborales y los salarios mínimamente necesarios para malcomer un día y regresar al puesto de trabajo al siguiente; los cinturones de miseria ya no sólo alrededor, sino dentro de las grandes ciudades; los millones de migrantes internos y externos, la reciente y cada vez más insultante concentración de la riqueza en menos y la miseria de la mayoría, para resumir.

Y es que el destino, el futuro que nos depara este presente, tiene mucho que ver con un brinco hacia atrás en la historia. El capitalismo está cerrando un paréntesis, que abrió a raíz de la revolución soviética de octubre, y vuelve a su desarrollo "natural" que venía siguiendo de siglos atrás y es así que busca corregir, lo más rápidamente posible, el "desvío" que sufrió por 72 años, de 1917 hasta 1989. No es el objetivo de este documento elaborar un juicio de valor sobre la revolución soviética y todo lo que posteriormente se conoció como socialismo real a lo largo del siglo XX, pero nadie puede negar que a raíz de 1917 se vivió un dislocamiento del mercado mundial, como consecuencia de un cambio de la correlación de fuerzas entre el capital y el trabajo. Así, millones de seres humanos, y de territorios, quedaron fuera de la lógica directa del mercado mundial, insistimos, sin meternos a valorar si el llamado socialismo real era en verdad el germen de un cambio en las relaciones de producción o mercado. Y el propio capitalismo, en su necesidad de dar una respuesta social a lo que implicaba esa esperanza socialista, así como la realidad de varios Estados, y sociedades, que se habían salido de su campo de control directo, tuvo que presentar ciertos cambios en su funcionamiento, de ahí el desarrollo de las políticas del Estado benefactor, de las leyes keynesianas, del populismo. Elmer Alvater lo explica así: "Ciertamente, muchos intelectuales y políticos no comunistas en todo el mundo estuvieron profundamente impresionados e influidos por la alternativa soviética, el movimiento comunista y la simultánea sacudida del sistema de mercado por la crisis. El propio Keynes alertó explícitamente en el último capítulo de la General Teory sobre el peligro que veía en la simultaneidad de una Rusia existosa y un capitalismo en crisis con desempleo masivo. De ahí provenía la fundamentación política de una política anticíclica de pleno empleo. Simultáneamente, el New Deal de Roosevelt presentaba una propuesta estadounidense al desafío soviético y planteaba las tendencias de una intervención extrema en la lógica de regulación fordista (producción masiva más consumo masivo), cuyo impulso se extendió hasta después de la segunda guerra mundial".

Caído "el muro" del socialismo realmente existente, el gran capital se encuentra de nuevo con acceso a todos los territorios y habitantes del planeta Tierra y, como en sus primeros años de desarrollo, se lanza gozoso a su conquista, mientras que al interior de cada país fortalece todos los mecanismos políticos, sociales, económicos y legales, para dar por cerrado su paréntesis y volver al control absoluto de la explotación de la fuerza de trabajo y los recursos naturales en beneficio de la simple y pura ganancia privada, es decir, en beneficio de unos cuantos.

Así, de nueva cuenta, el pensamiento geopolítico en función del control de los recursos naturales y su libre explotación y flujo, vuelve a dominar las agendas de seguridad nacional de las grandes potencias, quedando archivada la ideología de la Guerra Fría en cuanto a la contención del comunismo se refiere, que a no al control del planeta mismo. "Durante la Guerra Fría, las áreas de mayor interés para los planificadores militares eran las de confrontación entre Estados Unidos y el bloque aliado soviética; Europa Central y del sureste y el Lejano Oriente. Sin embargo, desde el fin de la Guerra Fría, estas áreas han perdido mucha importancia estratégica para Estados Unidos (salvo, quizá, por la zona desmilitarizada entre Corea del Norte y Corea del Sur), en tanto que otras regiones -el Golfo Pérsico, la cuenca del Mar Caspio y el mar de China meridional- están recibiendo cada vez mayor atención del Pentágono." (Michael T. Klare: La nueva geografía de los conflictos internacionales).

Ya no está amenazada la democracia, dicen, sino que ahora los viejos enemigos, que siguen existiendo y pueden llegar a tener poder regional, amenazan el control de recursos vitales para la economía mundial, confundiendo claro, a ésta con las administraciones de las grandes empresas trasnacionales. De nueva cuenta, establecen su prioridad en función de asegurar el control de los mantos petrolíferos, de las selvas donde crecen las maderas preciosas, de los desiertos donde se encuentran las minas de uranio o diamantes, en las vías interoceánicas por donde pasa el comercio mundial, en los territorios que por su posición geográfica facilitan este comercio mundial. En 1999, el Consejo de Seguridad Nacional, en su informe anual a la Casa Blanca, señalaba lo siguiente: "Estados Unidos seguirá teniendo un interés vital en asegurar el acceso a los suministros de petróleo del exterior (...) debemos mantenernos conscientes de la necesidad de estabilidad y seguridad regionales en áreas claves de producción, a fin de garantizar nuestro acceso a esos recursos tanto como su libre circulación". Las tristemente célebres "intervenciones humanitarias" en los Balcanes, o en África tienen que ver con la idea de "estabilidad y seguridad regional". Se busca impedir que Rusia se convierta en una potencia de control regional, que los franceses se aprovechen de los conflictos étnicos africanos para convertirse en la potencia de domino de esa parte del mundo, o más aún impedir los sueños panafricanos de Sudáfrica. Incluso proyectos como el Plan Colombia tienen atrás un claro objetivo petrolero, no únicamente con relación a los pozos petroleros de ese país sino también y fundamentalmente con los pozos petroleros de Venezuela, más ahora frente al gobierno de Chávez que no le merece ninguna simpatía. Más aún, "Los consejeros de Bush constituyen una camarilla de amigos que representa los intereses de la industria energética y que parecen más integrantes de una junta empresarial que miembros de un gabinete. Como Secretario de Defensa del gobierno de Bush padre, el vicepresidente electo Dick Cheney orquestó en 1990 la Guerra del Golfo para reafirmar el dominio de Estados Unidos sobre el petróleo del Medio Oriente. Al volver al sector privado en 1993, Cheney encabezó la empresa Halliburton, con sede en Texas, que es la mayor firma del mundo en perforación petrolera. Bush y Cheney serán respaldados en cuestiones energéticas por un equipo de hombres con antecedentes de favorecer a las industrias que deberían regular. El ex Secretario de Transporte Andrew Card era un alto "lobbyst" (miembro de grupos de presión) de la industria automovilística antes de ser designado como jefe del gabinete de Bush. El designado Secretario de Energía, Spencer Abraham, luchó contra las normas por Aire Limpio y mejoró los niveles de rendimiento del sector de los combustibles como senador por Detroit. Y como Fiscal General de Colorado, el Secretario del Interior designado, Gale Norton fue un fuerte defensor de los derechos de propiedad individuales y empresariales en contra de los esfuerzos federales para reglamentar las perforaciones de pozos, la minería, la explotación forestal y el pastoreo. Con una oligarquía empresarial petrolera al timón, ¿qué políticas energéticas y ambientales pueden esperarse de George Bush II en la Casa Blanca? (...) en el frente interno, se espera un incremento del consumo de energía. Ahora los estadounidenses producen 12 por ciento más de dióxido de carbono que hace ocho años y consumen 1,3 por ciento más combustibles de origen fósil que hace 12 meses. Sólo una recesión mundial podría reducir la creciente demanda de energía. Se prevé una agresiva explotación de las nuevas fuentes domésticas y externas de energía.

Muy controvertida resulta una propuesta del gobierno de Bush de realizar prospección petrolera en el Refugio de Fauna Artica en Alaska. Sus defensores argumentan que reducirá la dependencia norteamericana del petróleo extranjero, pero los geólogos pronostican que cuando mucho podría reducir las importaciones del actual 60 por ciento a 50 por ciento. Se pronostica, además, el empleo del poder militar para reforzar el dominio de Estados Unidos en regiones ricas en petróleo en el mundo. La intensificación de las hostilidades en Medio Oriente bien podría provocar una nueva guerra en los próximos años. Algunos observadores sospechan que con el mismo equipo que libró para Bush padre una "blitzkrieg" en el Golfo, Bush Jr. y Cheney lanzarían su propia tecno-"guerra santa", quizás para vengar la humillación de Poppy, quien no pudo derrocar a Saddam Hussein". (Mark Sommer)

Por eso no es de gratis que el último libro de Zbiniew Brzezinsky, el diseñador de la Trilateral, haya sido "El Gran Tablero Mundial", donde planteaba la necesidad de que los Estados Unidos formularan "una geoestrategia global e integral", que tuviera como objetivo aumentar su primacía frente a lo que el denomina "potencias regionales": la Unión Europea, China, Rusia, Japón o la India. Retomando el viejo concepto de Kant de la "Paz Perpetua", la ubica en función de la construcción de un pensamiento geopolítico y de una estrategia territorial.

Pero además, gracias a las nuevas tecnologías, y a la depredación que ha causado el capitalismo en todo el planeta con el uso irracional de los recursos naturales, otros recursos adquieren importancia geoestratégica, como lo podría ser el agua, los microorganismos, las semillas, miles de variedades de plantas y animales. Así, los nuevos piratas del siglo XXI, se lanzan a la conquista de lo viejo y lo nuevo, de lo probado y lo potencial en la producción de ganancias y hasta de sobrevivencia. Solamente para poner un ejemplo, baste decir que para el año 2050, la demanda de agua potable podría acercarse al 100% del suministro disponible ¿quién se va a quedar sin ese tesoro?. La guerra por el agua en Cochabamba, Bolivia, no fue sino un ejemplo. Atrás de ese conflicto se ubica el tremendo problema del control por el agua. Sally Burch lo explica de la manera siguiente: "Si bien las tres cuartas partes de la tierra son recubiertas de agua, solo 2,5% del agua del planeta no es salada. De esta cantidad, los dos tercios están en forma de hielo, y del resto, menos de una quinta parte es accesible y apta para el uso de los seres humanos. En el libro El Estado del Mundo 2000, de Lester Brown del Worldwatch Institute, se señala el peligro de que se estén agotando los pozos acuáticos subterráneos, por la acción de poderosas bombas a diesel y electricidad que, desde hace unos 50 años, permiten extraer el agua mucho más rápido de lo que la naturaleza la puede reponer. Esta sobre-extracción, cuyo objeto principal es la irrigación agrícola, se concentra en la India, China, Estados Unidos, África del Norte y Medio Oriente. Se estima que en la actualidad un 10% del agua utilizada por los seres humanos proviene de la sobre-extracción de reservas subterráneas. A menos de revertir las tendencias actuales, esta cifra será bastante mayor en los próximos años, con lo cual las reservas podrían agotarse. El informe estima que la disponibilidad per cápita de fuentes renovables de agua, que hoy es de 6.600 metros cúbicos, disminuirá a 4800 m3 en 2025. Dada la distribución desigual de estas fuentes, y el aumento poblacional estimado, significa que para entonces unos 3 mil millones de personas cerca de la mitad de la población mundial- vivirán en zonas áridas o semiáridas donde contarán con menos de 1200 m3 per cápita, considerado el nivel mínimo, por debajo del cual se sufre de carencia."

"Nuestro" papel dentro del tablero mundial

Si el control que ejerce el capitalismo es global, el territorio también lo debe de ser y como los seres humanos y los recursos humanos no son virtuales, no es cierto que respondan mansamente a las teclas de enter como se nos quiere hacer ver con esto de la composición de la globalización, pues también hay que controlarlos, hay que poseerlos. Y es así que de nueva cuenta, como si hubiéramos regresado al siglo XVI, por hablar de nuestro país y sus primeros pininos en eso que llaman globalización, es que vivimos una nueva conquista de territorios, una reorganización del espacio físico, donde las fronteras y la población que habita dentro de ellas, son vistas como un estorbo por el gran capital. Por eso, mientras vivimos la apertura total de nuestras fronteras, vivimos también nuevos intentos de despojar a las comunidades campesinas de los territorios a las que curiosamente las arrojaron hacen cientos de siglos, cuando en esos territorios no había ninguna ganancia para el capital de entonces. Si en el XVI se les expulsó de los fértiles valles, de los lechos de los ríos y se les confinó en las montañas y selvas, donde mayoritariamente insectos y climas extremos veía el capital de entonces, hoy se descubre que precisamente esas regiones son potencialmente un cuerno de la abundancia por las reservas que contienen en minerales, petróleo y gas, agua y millones de microorganismos codiciados por las grandes empresas farmacéuticas y biotecnólogicas. Pero, al igual que antes, hay un problema: las comunidades, atrasadas de por sí, no entienden el progreso y se niegan a entrar en la lógica de la depredación, no queda de otra, hay que civilizarlas, es decir, ocuparlas como mano de obra, a las que alcancen, y expulsar a las que sobren, es decir, a la mayoría.

Y es que en su bestial carrera por el control mundial, el gran capital ya reasignó de nueva cuenta los distintos papeles en la división mundial del trabajo, ya tiene muy claro que puede y que no puede cada país, como el nuestro por ejemplo, a quien se le asignaron, entre otras, las siguientes metas para contribuir al alegre reparto mundial de la riqueza y mantenimiento del sistema global:

1) Nuestra posición geográfica nos vuelve el puente natural entre el Atlántico y el Pacífico, pero esto no es aprovechado en nuestro desarrollo como nación, sino en relación a la necesidad de vincular la región oriental de los estados Unidos, el granero del mundo, además del territorio donde se localiza su producción energética e industrial, con su mercado asiático. Así, nuestros tristemente famosos Planes Nacionales de Desarrollo no son más que la extensión de las necesidades del gran capital yanqui es su búsqueda de control de las vías del comercio mundial (véase el artículo "Corredores mexicanos", de Andrés Barreda, en el libro No traigo cash, México visto por abajo, ediciones del FZLN, México, marzo 2001)

2) Somos y debemos ser, la reserva energética de Estados Unidos. Tan es así que una de las primeras acciones del nuevo presidente Fox fue firmar el Acuerdo energético de América del Norte, que vincula de una manera inevitable el sector energético nacional a las necesidades de los Estados Unidos. La reciente crisis energética en el estado de California refleja la terrible problemática energética que se vive en el país del norte. Desde la perspectiva del capital americano, el petróleo, la electricidad y el agua de México se han convertido en problemas de seguridad nacional.

3) Somos y debemos ser la reserva para la explotación de la biodiversidad de unas cuantas empresas trasnacionales de punta en este campo. (véase "Ni mas ni menos patentes de corso", de Ramón Vera, en No traigo cash, op cit.)

4) Somos, y debemos ser, un territorio amigable para la implantación de maquila, ya no sólo en la franja norte, sino ahora pensando más global, es decir, en los lugares por donde sea más "racional" para el capitalismo el paso del comercio mundial, si es posible, lo más alejado de sus fronteras, es decir, en Golfo y sur-sureste del país. No por nada ahí se concentran los corredores maquiladores del PND: Veracruz-Guerrero, Tabasco-Chiapas, Tamaulipas-Colima. Además de geográficamente ser "viable", no olvidar que ahí también se cumple otra de las necesidades del capital maquilador: abundancia de mano de obra barata, nula organización sindical, pobreza extrema.

En este último punto hay que detenerse un poco más, por las graves implicaciones sociales que conlleva. Al volvernos un país maquilador, recuérdese, ya no sólo la franja norte, sino el país entero, el gran capital trasnacional no sólo nos vuelve esquiroles para mantener el salario mundial a la baja, sino que además impide cualquier posibilidad de escapar de la miseria a millones de mexicanos. Es más, el gobierno mexicano acepta su complicidad en esta injusticia y se la promueve vía la administración de la pobreza, al ser la única opción real que promueve en zonas extremadamente pobres; ni un peso en construcción de infraestructura para el desarrollo regional, ni un peso en programas de rescate al campo local, lo único que ofrece es el salario ínfimo de una maquiladora, a quien de paso le da todas las ventajas y facilidades, fiscales, laborales, políticas, que en una zona tan pobre se ve hasta como un beneficio. La oferta es pavorosa: olvídense de sus pequeñas parcelas improductivas, si es que todavía están embargadas por el banco o la aseguradora, y lléguenle mejor a la maquiladora local, algo podrán comer por lo menos. Los que no encuentren trabajo, emigren a la ciudad más cercana o de plano más al norte, a los ranchos en donde podrán vivir de nueva cuenta como peones acasillados. Y todavía algunos podrán llegar hasta los Estados Unidos, pero eso sí, contratados por el propio gobierno mexicano, vía la secretaría de relaciones Exteriores y sus programas de Guest workers, es decir, de ayuda a las empresas y al gobierno yanqui para que tengan un flujo de mano de obra controlado, sin reivindicaciones laborales, que presione a su vez a su mano de obra "tan cara" por tanta prestación que aún mantiene. Negocio redondo, ¿para quién?

A reconquistar territorio como sea, sea de quien sea

El problema, para el capital por supuesto, es que en esta reasignación y en algunos casos reenforzamiento del papel asignado en el tablero de la división mundial del trabajo, en esta reasignación de la población y el territorio, es que sobre esos territorios hoy y siempre codiciados, existen otras historias colectivas que llevaban, mal o bien, otro desarrollo. Por donde pasará la autopista que enlazará los puertos de ambos océanos y por donde circularán los trailers con mercancías que se realizarán en mercados muy lejanos a los de la región, resulta que viven miles de productores de hortalizas, que no encuentran por supuesto ningún beneficio en perder sus tierras por el bien del comercio mundial. Donde hay árboles con maderas preciosas y biodiversidad explotable, un botín para ciertas empresas globalizadas, resulta que también vive una comunidad indígena que no tiene ningún interés, ni beneficio, en dejar que acaben con su bosque o mudarse a otro lado ¿a dónde?. ¿Qué hace entonces el capital? Lo mismo que hace siglos viene haciendo, saca su cantaleta de que el progreso es inevitable, de que la globalización llegó para quedarse y actúa en consecuencia, es decir, te destruye si te opones.

Hay que limpiar pues el territorio. Y para eso hay varias formas. Ya vimos anteriormente que uno es vía la administración de la pobreza; te compro, o expropio si sigues necio, tu tierra, te instalo una maquila y te facilito que emigres. Si la necedad de incorporarse al progreso se mantiene, pues entonces utilizo medios más directos, los jueces, los paramilitares, la policía y el ejército. Pero como esta opción conlleva ciertos riesgos políticos, a veces ni con la represión las historias colectivas ceden, el sistema globalizado ha descubierto que su mejor herramienta para romper la resistencia es la individualización de los conflictos, es decir, la eliminación del colectivo para obligar a que el individuo se enfrenta solo al poder globalizado, juego en el que no tiene ninguna posibilidad de ganar y ni siquiera de resistir.

Precisamente por eso vemos que a últimas fechas la ideología de la individualización es la piedra de toque de la globalización y como en todo el mundo se repiten los mismos escenarios: hay que desorganizar todo lo que implica organización más allá del necesaria para mantener las cosas "funcionando" como están. Y así vemos como en el mundo laboral arrecian los ataques a los sindicatos, los contratos colectivos y todas las normas que frenan un poco la voracidad del capital y nos horroriza que al enterarnos de las condiciones de trabajo que se imponen hoy día, es como si estuviéramos leyendo una novela de esas que se escribían en el siglo XIX sobre las condiciones de vida y trabajo de los obreros y sus familias. Aquí en México, en los últimos meses tenemos varios ejemplos: las maquiladoras del estado de Tlaxcala, donde trabajan niños de entre 9 y 12 años, inmediatamente después de que salen de la escuela (de las 14 a las 22 horas); las cárceles de castigo en las maquiladoras de Tehuacan, Puebla, o el trabajo casi esclavo que se descubrió en un rancho de Chihuahua. Las condiciones de trabajo regresan a ser las mismas de las que se narran en Germinal de Sola; la situación de los niños no es muy diferente que la que nos contó Dickens en Oliver Twist, o en los Miserables de Victor Hugo.

Vemos como todas las administraciones locales y estatales, sin importar a qué partido pertenezcan, se lanzan contra las organizaciones sociales que luchan, ya no por el poder o la revolución, sino simplemente por vivienda y mejores servicios urbanos para los miles de sus agremiados que no sobreviven en las ciudades. El gobierno no quiere intermediarios dicen, prefiere que cada quien se rasque con sus uñas y se mantenga como su cliente cautivo y controlado, omiten decir.

Vemos como la participación política la reducen a su aspecto electoral, a la democracia representativa, en la que el ciudadano no tiene que juntarse con otros para ejercer sus derechos políticos, sino simple y llanamente acudir a las urnas periódicamente y delegar en "sus representantes" su participación política y en realidad su destino.

Vemos como en las comunidades más pobres se incrementan programas dizque sociales como el Progresa, basados en individualizar a la colectividad y en darle un poco a unos y a otros no, rompiendo así el tejido social solidario. Vemos como ahí se promueve la propiedad privada, se rompe la propiedad colectiva y por lo tanto el control sobre los recursos naturales, sobre la propia producción y a la larga lo que termina rompiéndose es la propia comunidad.

Que cada quien vea por sí mismo, esa es la receta. La globalización pues, conlleva la destrucción del colectivo. Y entonces la consecuencia lógica, la destrucción del colectivo y la individualización de las relaciones económicas, políticas, sociales, conlleva el fortalecimiento y la permanencia de este sistema tan injusto.

La transición política, un salto al vacío

Las preguntas que nos debemos responder, para aterrizar más nuestro análisis de la globalización en nuestro país, tienen que ver entonces con el papel que el propio sistema político mexicano está jugando para readecuar todo este sistema a los objetivos que nos impone la tan traída y llevada globalización. Debemos pues, hablar del papel del Estado mexicano.

El triunfo de Fox ha representado una disyuntiva falsa para el análisis político: por un lado, aquellos que contagiados con el triunfalismo lo ven simplemente como el fin del régimen corporativo del priísmo, aunado al fin de la corrupción y el arranque de una transición a la democracia, y por otro, aquellos que lo ubican en función de un regreso al conservadurismo del siglo XIX o como un nuevo aliento del movimiento cristero de los altos de Jalisco y el bajío del país.

La situación es, sin embargo, un poco más compleja. En otro lado hemos tratado de explicar los motivos de la derrota del PRI y los porqués del triunfo foxista, no lo repetiremos, sin embargo es esencial decir que de una u otra manera, el triunfo del guanajuatense representó la culminación de un proceso de mutación que se promovió desde las cumbres más altas del poder económico de fuera y de dentro del país.

El proceso de reestructuración productiva que se inició a mediados de la década del 80 tuvo las siguientes características:

a) El traslado de una buena parte de los bienes públicos a manos privadas;

b) Una agresión constante a las relaciones laborales de los trabajadores, por medio de la transformación de los contratos colectivos, todo lo cual acabó por minar el peso del trabajo y de los sindicatos en la vida nacional. Este proceso no puede ser reducido a la perdida de peso político y social de la burocracia sindical; la medida exacta la podemos ubicar en que el trabajo pasó de representar el 45 por ciento del Producto Interno Bruto en 1982, al 23 por ciento en el año 2000;

c) El destino de la reestructuración fue la fragmentación: la fragmentación de las relaciones laborales por medio de la introducción, no de tecnología como dicen algunos superficiales, sino de nuevas formas y nuevos métodos del trabajo; la fragmentación de las relaciones agrarias, que culminó con las reformas de 1992 al artículo 27 constitucional en donde se puso en el mercado, no los productos agrarios sino, la tierra misma; la fragmentación del proceso productivo mexicano, por medio de la conversión de México en un país maquilador; la fragmentación del mercado interno, abandonando a un sin número de productores privados a una competencia que los llevó a la quiebra, el mercado interno nacional es hoy una ficción; la fragmentación de los procesos educativos por medio de la federalización de la enseñanza; la fragmentación de la seguridad social por medio de un proceso lento pero seguro de privatización de la medicina y la culminación de la privatización de las pensiones; la fragmentación de la política internacional mexicana iniciando una política lacayuna frente a los Estados Unidos.

d) Esa política de fragmentación social fue acompañada de otra de fragmentación política, por medio de los viejos mecanismos de corrupción. La diferencia es que el dinero no solamente se repartió entre las viejas y cada vez más inoperantes corporaciones priistas, sino también y fundamentalmente hacia los que formaban parte de los nuevos movimientos sociales emergentes. Un punto muy alto fue en el caso del movimiento campesino, el cual presa de una dinámica productivista, se hizo cómplice de las modificaciones al artículo 27; el conjunto de organizaciones que están al interior del Consejo Agrario Permanente jugaron ese triste papel, con diversos grados de responsabilidad. Esa política se mantiene hasta nuestros días, tocándole ahora el turno a las ONGs. También se vivió un proceso de fragmentación de la vieja burguesía mexicana, los viejos burgueses fueron puestos a un lado, llegando en su lugar auténticos aventureros, especuladores rentistas.

e) La fusión entre los capos del narcotráfico con el aparato de Estado implicó que el crimen organizado tuviera voz y voto en los procesos de recomposición del poder. Por eso, de sexenio a sexenio el grupo que ganaba ajustaba cuentas con los sectores del narco de los cuales no formaban parte. Eso permitió la criminalización del aparato de Estado.

El neocardenismo surge como reacción a eso. La ideología cardenista estaba basada en la propiedad estatal, el mercado interno, en los viejos sectores del capital (aunque estos no tuvieran ningún afecto hacia esa ideología), los viejos sectores del sindicalismo, la vieja estructura agraria, y la vieja política internacional. En su confrontación con el proceso de reestructuración capitalista (el neoliberalismo) esta ideología fue vista por importantes sectores de la población como el mejor camino para la resistencia, sin embargo rápidamente claudicó con relación a la ideología neoliberal, buscando aparecer como una opción de cambio sin cambios profundos. El cardenismo quedó reducido, tanto por su práctica como por su programa, a buscar "limar las aristas más filosas del neoliberalismo". En esa dinámica, en el momento clave ni apareció a ojos de la población como una opción de cambio, ni fue vista por los dueños del dinero como una herramienta para la modernización política.

El resultado de toda esta dinámica concluyó, en un primer momento, con el triunfo de Vicente Fox. Decimos que en un primer momento porque lo que sigue va a ser aún más profundo.

De lo que se trata ahora, no solamente es de concluir el proceso iniciado a mediados de la década del 80, sino de asegurar una dinámica de largo aliento, para lo cual es indispensable llevar a cabo una transformación de lo que fue la herramienta clave del modelo anterior: el Estado.

Por lo tanto, el objetivo de Vicente Fox y su pandilla no es simplemente lograr una alternancia en el poder, como erróneamente ha analizado no sólo la dirección del PRD, sino todo el partido en su conjunto (decimos lo anterior en tanto que en su Congreso el PRD analizó el triunfo de Fox en ese sentido), sino lograr una serie de mutaciones de lo que Rhina Roux llama "una transferencia de soberanía: un traspaso de la titularidad del mando político supremo (...) una transformación de los principios de organización de la comunidad política". Veamos más de cerca estos tres elementos:

Una transferencia de soberanía: aquí se habla de un proceso doble. Por un lado, la transferencia de soberanía entendida en función de las fronteras nacionales, el mercado interno, la soberanía monetaria, etc. A partir de la Revolución Francesa, el Estado-Nación representó la adecuación ideal entre un espacio económico (el mercado nacional y una moneda propia), un espacio social y un espacio político (jurídico e institucional). La crisis actual de los Estados-Nación, se debe a una puesta en cuestión de estos tres elementos. El espacio económico (mercado territorial) está siendo sustituido por los mercados regionales y por una multinacionalidad de las mercancías y del trabajo; el espacio social cada vez se hace más complejo, por ejemplo millones de mexicanos trabajando en Estados Unidos, miles de centroamericanos trabajando en México; y el espacio político ha capitulado mecánicamente ante esta nueva realidad, las leyes se han adaptado reglamentando una desregulación del Estado para quitarle cualquier característica social. De esta manera, se crea una nueva tríada: espacio económico regional (la Europa unida, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el MERCOSUR, etc.); la multinacionalidad del trabajo y la pérdida de soberanía estatal.

En segundo lugar, esta transferencia de soberanía no puede ser nada más entendida en cuanto a la relación con otros Estados, sino también por la pérdida de independencia con relación a los grupos de poder nacionales e internacionales más fuertes, lo cual genera de una manera inevitable una lógica hacia un ataque a los derechos civiles y un incremento de los elementos punitivos del poder. El Estado adquiere una característica cada vez más beligerante, enfrenta los problemas sociales o políticos o las divergencias ideológicas, no con el método de buscar los consensos mínimos sino con el de buscar la confrontación máxima. Se usa el espantajo del Estado de Derecho (virtualmente inexistente) para violentar las relaciones sociales y en cambio se protege a una pequeña oligarquía política. La oligarquización del Estado se manifiesta en que deja de ser el objetivo final de la ciudadanía: "El Estado es la realidad de la Idea ética, es el Espíritu Ético en cuanto voluntad manifiesta, clara para sí misma, sustancial, que se piensa y se sabe y cómo lo sabe (...) El Estado es lo racional en sí y para sí. (G.W. F. Hegel: Fundamentos de la Filosofía del Derecho) para pasar a ser, de una manera descarnada, un instrumento de un pequeño grupo social (ni siquiera la burguesía en su conjunto) él cual mantiene un vinculo estrecho con los grandes centros financieros, actuando como socios menores de ellos. Elmar Altvater lo explica así: "no desaparece con la erosión de su carácter nacional, ni son más débiles las invocaciones a lo nacional. Se efectúa más bien una transformación del Estado Nacional soberano: en el curso de la abarcante internacionalización y globalización de la economía, llega a perderse el Estado Nacional como dominación monopólica sobre un espacio territorial, en lo que respecta al modo tradicional de unidad nacional, de la soberanía y de su capacidad para la delimitación interna y externa así como la configuración del espacio en el tiempo. Aunque el espacio territorial ya no está fundado en la unidad soberana, permanece el 'espacio funcional' de la hegemonía nacional, el cual reorganiza ahora como un 'nuevo Estado comercial' o como un 'Estado nacional de competencia'".

Un traspaso en la titularidad del mando político supremo. El más perverso de todos los procesos de privatización se ubica en esta "oligarquización del estado", es decir en la privatización del Estado, el cual pierde toda relación con los aspectos públicos. Este ataque a lo público se pone en evidencia día con día. Cuando Fox era candidato a la presidencia dijo una frase paradigmática: "Es más fácil dirigir una empresa que dirigir al Estado". Ahora en la presidencia, la frase que define su régimen fue dicha hace unos días en Centroamérica: "Somos un gobierno formado de empresarios, para empresarios y por empresarios". Un puñado de empresarios, ni siquiera todos, son los nuevos titulares del mando político supremo. El problema no es, ni única ni fundamentalmente, que Fox haya querido poner un Consejo de empresarios en la dirección de PEMEX, sino que el Estado mexicano en su conjunto esté en manos de un puñado de empresarios que hoy controlan el grueso del aparato de Estado.

Una transformación de los principios de organización de la comunidad política: Atrás de está visión, lo mismo se encuentra la ideología del "solidarismo" del sector carismático de la iglesia católica, puesto en práctica en la década del 80 en Centroamérica y que fue un fabuloso instrumento de contrainsurgencia, para derrotar el proyecto de la iglesia de los pobres y sobre todo para derrotar a la revolución, que la ideología que puso en boga Hernán de Soto en Perú, después del avance impresionante de la izquierda que le permitió ganar los gobiernos de las ciudades más importantes de ese país (Lima, Arequipa, Cusco, Catamarca, etc) y le permitió combatir el momento de auge de la guerrilla senderista (que lo tuvo); el libro de Hernán de Soto se llamaba, y no por ingenuidad, "El Otro Sendero" y planteaba como ideal una sociedad donde todos fueran propietarios, desde luego algunos de carritos de ceviche de pescado y otros de las empresas mineras más importantes del país. Vicente Fox y su pandilla plantean ahora un modelo similar: se trata de que cualquier relación colectiva y comunitaria desaparezca; ciudadanizar al trabajador, al campesino, al poblador, al indígena, arrebantándoles cualquier mecanismo de presión social y política. De esta manera el ciudadano se vuelve cliente del Estado y su único derecho ciudadano reside en el voto cada tres o seis años. Aprovechando el eco que han tenido las teorías sobre los nuevos conceptos de ciudadanía, busca minar y fragmentar cualquier relación social comunitaria, denigrándola como corporativa (aquí tanto el panismo como el perredismo en gobiernos locales han dado evidencias de que no se trataba de un proyecto nuevo). Desde luego, no está por demás aclarar que nada tiene que ver con las nuevas visiones de ciudadanía que hoy se discuten y se implementan en varias partes del mundo, de las cuales el ejemplo de las comunidades indígenas de Chiapas sirve de experiencia y de inspiración. (En otro texto será necesario regresar a esto, lo que tiene que ver con lucha por la autonomía, la autogestión, la comunalidad y la ciudadanía).

De esta manera el Estado deja de tener responsabilidades sociales. El viejo Estado regulador entre los factores de la producción (para retomar la jerga keynesiana) es mandado al basurero de la historia y se pasa a un nuevo Estado regulador, sólo que ahora realiza esa función únicamente entre los dueños del dinero, tanto nacionales como internacionales.

Para lograr todo esto, Fox y su pandilla han seguido el consejo de Porfirio Muñoz Ledo, el cual señaló que para transformar al Estado era indispensable "barrer las escaleras de arriba abajo y no al revés". El problema que tiene esta metáfora es que uno sabe que al barrer desde arriba toda la basura se va echando hacia los escalones más bajos y cada vez es más claro que lo que se busca no es barrer toda la escalera sino solamente los escalones más altos. Aquí reside la fuerza y la debilidad del proyecto, veamos por qué:

La fuerza: Desde el inicio mismo del gobierno de Fox ha quedado claro que su intención es reorganizar el poder político, por medio de la creación y la recreación de una nueva "clase" política (obviamente utilizamos el término clase no en un sentido sociológico), entendiendo que lo que Fox y su equipo buscan no es fortalecer el sistema de partidos, sino la generación y consolidación de una "nueva clase política" que actúe en, sobre y al lado de los partidos políticos. Una nueva clase política que se ubica entre algunos sectores del PAN (los neopanistas del pasado), en el PRI (los de la "nueva cultura laboral", Sergio García Ramírez, y los zedillistas -Diódoro Carrasco, Borrego Estrada, etc.), en el PRD (los amalios, los chuchos, y lo que se acumule), un grupo importante de intelectuales que están alrededor de Enrique Krause, lo mismo que la recuperación que logró, con algunas bajas, del equipo de Nexos, un grupo significativo de cuadros de técnicos de las grandes empresas que actuaban y actúan en las grande instituciones de educación privada, una buena parte de los dirigentes de las Organizaciones no Gubernamentales (Marie Claire Acosta, Rogelio Gómez Hermosillo, Sergio Aguayo, etc.) a las cuales, salvo gloriosas excepciones, como diría Luis Hernández Navarro, se les cayó lo no para pasar a ser totalmente gubernamentales; ("... La cooptación es de muchas maneras pero en esta etapa destacan la contratación de algunos de sus servicios, convertirlos en asesores y funcionarios públicos, alentar que se conviertan en cabilderos entre gobernantes y sociedad civil, facilitándoles financiamiento para proyectos que sirven a los planes de privatización de los servicios públicos (promoción de proyectos educativos, de producción, de salud, etc. cita de Rafael Sandoval, FZLN-Jalisco), todos ellos piloteados por los nuevos grandes ideólogos y concertadores (el antiguo grupo San Ángel, con la única baja, poco significativa por cierto, del señor Manuel Camacho) Santiago Creel, Jorge Castañeda, Adolfo Aguilar Zinser y junto a ellos: Elba Esther Gordillo, Amalia García, etc. Por eso cuando se discute la posibilidad de una nueva Constitución, una buena parte de ellos le exigen a Fox que se haga por medio de la creación de un consenso entre todos ellos; a nadie se le ocurre reivindicar una visión social.

En ese sentido, desde el punto de vista de los hombres y las mujeres del poder, los logros de Fox son innegables, no existe nadie, en el terreno institucional, que le oponga otra visión, otro proyecto, otro modelo. Simplemente recordemos que en el pasado congreso del PRD el "gran" debate se dio entre los que proponían "acuerdo de largo plazo con el gobierno" y los que proponían "acuerdos tácticos con el gobierno", pero nadie, ni en broma, proponía levantar una alternativa global en contra del proyecto de depredación que representa el foxismo. ("... la movilización y lucha de las organizaciones sectoriales que tienen reivindicaciones propias de su gremio, se ven agotadas al someterse a las viejas reglas del mercado político de la oferta y la demanda, negociada en el marco de un aparato de gobierno que ya no funciona ni es reconocido por las instituciones económicas; así, los porcentajes salariales y las prestaciones sociales, el contrato colectivo, el empleo, y la misma ley federal del trabajo y la soberanía de la nación están en riesgo con las nuevas reglas del mercado, que tienen en los interés económicos del capital financiero internacional el único referente válido y reconocido. No es de otro modo como se puede entender lo que ha estado sucediendo con las decisiones del poder legislativo y ejecutivo del gobierno de alternancia: la traición a la ley para los pueblos indios, el Plan Puebla Panamá, el Ofrecimiento a los japoneses y norteamericanos para que inviertan en petróleo y electricidad, el Acuerdo de libre comercio para América, la invasión de las maquiladoras el saqueo de los recursos naturales, etc. Así, las reglas que imperan, favorecen la fragmentación y desarticulación del movimiento de la sociedad civil que se mueve bajo la lógica de las reglas de la política y la economía que ya no los consideran como interlocutoras. Cabe aventurar la tesis de que las cúpulas que por muchos años permanecen como dirigencias de estas organizaciones sociales, pretenden seguir aferradas a esta forma de hacer política y están dispuestas a cambiar, pero en la lógica del nuevo corporatismo clientelar de los gobiernos de alternancia de todos los signos." Rafael Sandoval)

Todo esto le ha servido a Fox para hacer una política de control de daños en los temas que son más impopulares: la ley indígena, la cuestión del IVA, el Plan Puebla Panamá, etc. Por último, sobre este tema, no está por demás señalar que el voto en el senado sobre la ley indígena evidenció el proceso de constitución de esa "nueva clase política".

La Debilidad: al tener como prioridad fundamental la conformación de esa nueva clase política y su imagen tanto nacional como internacional, Fox y su pandilla no han podido construir los puentes, eslabones o lazos que le permitan interactuar con la sociedad organizada y en general con el México de abajo.

Indudablemente, el PRI contaba con un entramado organizativo de relaciones clientelares que le permitían llevar adelante su política, Fox no cuenta con esto. No existe ningún interlocutor social con su gobierno y esto tarde que temprano estallará como un gran problema. La explicación de lo anterior no se ubica únicamente a partir de la debilidad foxiana, sino también a partir de la crisis que atraviesa al grueso de las grandes organizaciones sociales (sindicatos, organizaciones ejidales, movimiento urbano popular, el feminismo, etc.). Unos por añorar el pasado, otros por estar buscando como ubicarse en el nuevo proyecto, pero sin encontrar el espacio suficiente, otros por vivir un gran reflujo y otros por que están buscando competir en el mismo tablero del poder, y están dando pasos para la construcción de "nuevos" partidos que participen electoralmente.

Fox vive de su éxito electoral, realmente se creyó el cuento de que en esta fase del capitalismo todo se define en función de los medios de comunicación y la publicidad (la idea es que la publicidad y las encuestas no tan sólo sustituyen el debate de ideas y propuestas, sino que las hace innecesarias). El problema que tiene esta visión es que nadie puede vivir de las encuestas y los medios. La crisis de la forma política Partido permitió el surgimiento de "hombres y mujeres providenciales" que ganaban a partir precisamente de su aparente deslinde de los partidos políticos, los ejemplos están a la vista: Collor de Melo e incluso Henrique Cardoso en Brasil, Abdalá Bucará en Ecuador, Fujimori e incluso Toledo en Perú, Portillo en Guatemala, o Berlusconi en Italia, Putin en Rusia. Al final, con excepción de Putin, en tanto Berlusconi ya fracasó una vez, todos estos neocuaudillos fracasaron y todos, al inicio, contaron con un apoyo mediático y de las encuestas verdaderamente arrasador. La diferencia es que en ninguno de los casos anteriores el carácter empresarial estaba tan marcado como en México y, desde luego, ninguno de ellos representaba el fin de un Estado tan estable y duradero como el mexicano.

Quizá por eso el fenómeno se presenta ante nuestros ojos de una manera tan apabullante. La reducción del espacio público (éste se quiere limitar únicamente al terreno electoral) si no se detiene representará, entonces sí, una derrota histórica de los sectores subalternos. Es precisamente en este espacio donde se definirá el futuro de la Nación.

Esta reducción se ubica desde luego en los procesos de privatización que se siguen llevando a cabo y en los que se anuncian (la electricidad y el petróleo), pero también en lo que siempre ha sido la lucha fundacional de la nación mexicana: la tierra.

Si en 1992, el 45 por ciento del territorio nacional era ejidal, hoy el 1 por ciento de la población controla el 50 por ciento de la tierra. Este traslado de propiedad no tan sólo representa una modificación fundamental de la tenencia de la tierra, sino una pérdida de soberanía nacional y social. La venta, renta y asociación del ejido con las grandes agrobusiness está atrás del impresionante crecimiento de la pobreza, del bracerismo, de la llegada de las maquiladoras a las comunidades agrarias. Esto no se resuelve dándole la bienvenida a las maquiladoras como fuente de desarrollo, si son controladas desde abajo, cosa por demás imposible bajo la lógica del sistema maquilador, sino en lo que sigue siendo la tarea fundamental de los campesinos mexicanos, sean o no indígenas: la recuperación del control sobre la tierra y la expropiación de los nuevos latifundios. La lucha por el control de la tierra para, por y de los campesinos sigue siendo piedra de toque de una eventual recuperación del espacio público (social) contra una privatización que, lo sentimos pero, no puede tener un rostro humano. En ese sentido, la elevación a rango constitucional de los acuerdos de San Andrés abría un boquete en el problema de la tierra, no por que en su interior estuviera planteado explícitamente el asunto de la tenencia de la tierra, sino porque indudablemente este asunto sería asumido por los indígenas mexicanos por la vía de los hechos.

Paralelamente a la privatización de lo público, existe la publicidad de lo privado. Como un hueso que se lanza hacia la gente hambrienta, desde el poder se juega con publicitar lo privado. Hace unas semanas, la revista política más importante de México, Proceso, publicó en su portada, como titular, "los amores de Fox", como si este fuera el gran conflicto que divide al país. Más allá de la hipocresía con la que se conducen en su vida privada los miembros del poder, nada más conveniente para ellos que centrar la atención de la población en la nueva telenovela de los Pinos: "los amores de Fox".

Y sin embargo, se resiste

Sin embargo, existen procesos de reorganización social, menos vistosos, que casi no aparecen en los medios de comunicación, pero que son reales y que cuentan con una dinámica muy interesante.

Las tomas de presidencias municipales en varios estados se convierte en una forma privilegiada del conflicto (el caso del Totonacapan en Veracruz o en varios municipios de Chiapas, o la preparación en varios de Jalisco, son solamente algunos ejemplos). A diferencia de otras ocasiones, estas acciones no están vinculadas únicamente a problemas electorales sino fundamentalmente a problemas sociales. En muchas de ellas la resistencia y la rebeldía les ha permitido, inspirados en el ejemplo del EZLN, plantearse la autonomía y algunos mecanismos de autogestión.

Una cuestión similar ocurre entre los pueblos que están resistiendo la conformación de los nuevos corredores que se están implementando en México. Una auténtica Red de resistencias inicia su proceso de conformar la resistencia contra un proyecto de gran envergadura. Y, otra vez, lo sentimos mucho, pero la oposición a estos corredores son la única garantía de que las relaciones comunitarias y los pueblos mismos no desaparezcan.

Los de arriba tienen muy claro que requieren infringir una derrota histórica a los de abajo, por lo cual se preparan siguiendo, aún sin saberlo, las palabras críticas de uno de los grandes utopistas de los siglos XVI y XVII, Tommaso Campanella: "Para adquirir y gobernar y mantener los imperios, tres instrumentos son necesarios: la lengua, la espada y el tesoro". Fox tiene esos tres instrumentos, lo que todavía no tiene, a pesar del manejo engañosa de sus encuestas, es al pueblo.

Construir un nuevo tablero

Cada vez va quedando más claro que frente a los grandes cambios que el capitalismo mundial y el Estado mexicano han sufrido, no es posible seguir insistiendo en jugar en el tablero y con las reglas del poder. ¡Nuevo tablero y nuevas reglas¡ El camino será más sinuoso y largo, pero más seguro, en tanto será nuestro y de nadie más.

Si el planteamiento y la práctica de la globalización es entonces pulverizar al colectivo, para así pulverizar la posible resistencia, entonces no habría muchas discrepancias en cuanto a lo hay que hacer: defender, reconstruir y construir historias colectivas. Pero entonces salta la pregunta del siglo ¿cómo?

Es difícil dar una respuesta acabada, precisamente porque parte fundamental de la resistencia colectiva, es buscar las respuestas al como en colectivo. Pero podemos ir apuntando otra hipótesis: hay que cambiar no sólo las reglas de juego que impone la globalización, sino inclusive hay que cambiar el tablero, las fichas, los objetivos, en fin, hay que patear el tablero mismo y construir, desde la resistencia, otro, nuevo. Uno en el que el objetivo no sea ya el control o la derrota del adversario, regla de oro del sistema capitalista, sino precisamente que nos permita interactuar sin que existan adversarios a ser derrotados. En lenguaje político esto se traduciría en algo así como hay que abandonar la lucha por acceder al, o conservar el, poder y movernos en la lógica de que ese poder así como está no sirve más que para mantener al sistema, por lo que si no nos salimos de esa lógica lo único que estamos haciendo es, en el mejor de los casos, refuncionalizándolo para que perdure. Esto implica que tenemos que olvidarnos lo suficiente de ese tablero y empezar a buscar, junto con otros, como actuar para que ya no pueda funcionar bajo sus reglas, entendiendo y en esto hay que ser claros, que eso nos llevará irremediablemente a enfrentarnos directamente con él en el futuro, por lo que desde ahorita tenemos que tener muy claro que solamente un gran colectivo, o mejor dicho, la suma de múltiples colectivos, es lo que lo podrá destruir.

No se trata pues de seguir actuando en función de humanizar a un capitalismo que supuestamente es salvaje y puede ser humanizado. El capitalismo es como es, punto, y de no vencerlo va a terminar con la vida en la tierra, así de drásticos. Ya no sólo es una contradicción entre capital y trabajo, como la veía el viejo Marx, sino entre capital y especie humana. Miles de millones de seres humanos muriendo de hambre y enfermedades curables, millones de hectáreas cada año desertificadas, la capa de ozono cada vez más delgada, miles de especies animales que se extinguen diariamente, cada vez menor disponibilidad de agua potable, son solo algunos elementos para comprobar que el futuro que el capitalismo globalizado nos depara es la película de Mad Max, para ser optimistas. La disyuntiva planteada por Rosa Luxemburgo de socialismo o barbarie, más allá de lo que cada quien entiende por socialismo, nos plantea algo innegable; el "progreso" capitalista inevitablemente nos lleva a la barbarie. Esa barbarie no significa regresar a las épocas de las cavernas, sino que más bien significa continuar con un modelo de producción y consumo, de distribución e intercambio que aseguran la destrucción de una parte esencial del genero humano, de una buena parte de la naturaleza y de cualquier visión civilizatoria. La barbarie capitalista crece día con día conforme avanza y crece la economía, la tecnología, la producción y el consumo.

La lucha contra el sistema es pues una gesta con carácter (de) civilizatoria (o), es decir, renacemos como civilización o morimos como especie, llevándonos entre las patas a millones de especies más. Por eso no podemos seguir con el mismo tablero y sus reglas. Por eso hay que inventar otro, en colectivo. No temamos la utopía, temamos más bien a la destrucción que ya vivimos y es imparable si seguimos bajo su lógica.