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El Salvador

  

El Salvador: Balance macro-social

FMLN, Frente farabundo Martí para la Liberación Nacional (Septiembre de 2002)


El Informe de Desarrollo Humano 2000 del PNUD, según el cual de 174 países clasificados el nuestro ocupó el 104 lugar, solo da una idea general y superficial de la profundidad de la crisis de las estructuras sociales:

A) La situación educativa de la población, que se dice, también superficialmente, que es el camino para la superación de la pobreza y área en la que más recursos invierte el Estado y las familias, revela que 26 de cada cien personas mayores de 15 años son analfabetas; más de 260 mil jóvenes no asisten a las aulas; solo el 50% de niños Asiste a educación parvularia; la cobertura escolar privada en todos los niveles de escolaridad ha disminuido en los últimos años; el promedio de escolaridad de la población del país es de aproximadamente cuatro años y el de la de más de quince años es 6.7 años, pero para la población rural este promedio solo es de 3.9 años; una parte importante de las personas que logran finalizar un nivel de escolaridad terminal (noveno grado, bachillerato, universidad) no se insertan económicamente con facilidad, ni en el campo de su especialización y se ven forzados a emigrar fuera del país; lo que el país invierte en educación es insuficiente para el nivel de su ingreso per cápita;

B) En materia de salud y salubridad, la situación es dramática. Los brotes epidémicos de enfermedades como el dengue, la diarrea, la neumonía y otras, son causa de muerte sobre todo de niños en un círculo que no parece tener fin; cuatro de diez niños sufren de desnutrición y el promedio de déficit desnutricional en los niños es de 11.8%, muy por encima de 2.3%, considerado como promedio normal; el país cuenta con 362 unidades de salud, para una población de 6 millones, aproximadamente, es decir, 16. 6 mil pacientes en promedio, sólo el 14.1% atiende los fines de semana y 85.9% restante sólo trabaja de lunes a viernes en jornadas de ocho horas; solo 56 unidades cuentan con ambulancias y solo 69 disponen de laboratorios; personal médico y paramédico de planta es escaso; los pacientes deben pagar la consulta y comprar los medicamentos, cuando hay existencia, o por lo general comprarlos en farmacias privadas.

La situación de los hospitales no es distinta y los servicios públicos de salud han sido convertidos en mercancías a las que los pobres no tienen acceso. La tasa de mortalidad infantil es elevada: 31 de cada mil personas vivas se mueren; doce personas de cada cien no sobreviven los 40 años de edad. El gasto estatal en salud es apenas el equivalente al 1.9% del PIB.

En general, el 45% de salvadoreños carece de agua (PNUD), pero la población rural solo el 25% recibe el servicio; el 92% de las aguas superficiales están contaminadas.

Con los bajísimos porcentajes de recursos estatales dedicados a educación y salud, - es en absoluto contradictorio invertir en educación conforme a metas establecidas (el 5% del PIB), para llegar a niveles mínimos de educación promedio de nueve grados a toda la población en un lapso de veinte años, como se pretende, y al mismo tiempo no dedicar casi nada en ampliar la cobertura de los servicios básicos de salud a la población, - pues será inalcanzable el propósito de disponer de “capital humano” altamente competitivo, exigido ahora y en el futuro por la globalización: es un contrasentido, pensar en la posibilidad de que “la educación es la solución” para la pobreza, que no lo es en términos sociales, de una población desnutrida y crónicamente enferma.

C) Debido a la crisis económica en desarrollo, el desempleo es alarmante: todos los años se incorporan por primera vez 50 mil personas al mercado de trabajo, pero la mayoría es subempleada en el sector informal de la economía, el cual asciende, conservadoramente al 30%; las llamadas ferias laborales impulsadas últimamente han servido como un espejo para reflejar el tremendo desempleo existente; solo en la industria de la construcción, que atraviesa por la “peor crisis del sector” , han quedado sin empleo directo 25 mil personas y otras 100 mil con empleo indirecto; el gobierno despidió unas 15 mil personas como medida de ajuste al abultado déficit fiscal.

Una de las consecuencias del desempleo es la emigración: 70 mil personas en promedio emigran anualmente, en particular hacia los Estados Unidos y México, países de los cuales fueron deportados, en los últimos cuatro años, unas 140 mil salvadoreños.

D) El 50% de la población recibe ingresos por debajo del costo de la canasta básica de consumo (PNUD); el 20% más rico de la población recibe en promedio 18 veces más que el 20% de la población más pobre (en otros países con más alto nivel de desarrollo la diferencia es de cinco veces); el 50.2% de los subempleados en el sector informal de la economía recibe el equivalente al salario mínimo.

Estimaciones conservadoras para el año 2001 de la Fundación para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), sostienen que 1.3 millones de salvadoreños (21% de la población) sobreviven con menos de un dólar al día, lo que el Banco Mundial considera como extrema pobreza. Según el Ministro de Hacienda la pobreza se ha reducido, entre 1992 y el 2001, del 34% al 15%. Más de la mitad de estos pobres viven en el área rural.

Pese a que estadísticamente puede admitirse que ha habido reducción de la pobreza absoluta, por la profundidad y amplitud de la crisis económica la pobreza abarca a una proporción mayo de la población, incluyendo población de capa media que ha perdido el empleo y en consecuencia ingresos, y se ha visto en la necesidad de deshacerse de sus pequeños activos para sobrevivir.

E) Por eso un millón 700 mil personas no tienen acceso a vivienda mínima propia; dos mil viviendas de “interés social” del Fondo Social para la Vivienda, FSV, han sido abandonadas, entre otras cosas por falta de capacidad de pago y 110 mil familias, de 131 mil, tienen problemas de mora con la institución.

Por la misma razón, existen siete mil viviendas de la industria de la construcción sin venderse, a pesar de que el déficit habitacional ha aumentado a unas 718 mil viviendas (550 mil de déficit antes de los terremotos); al ritmo de construcción de viviendas actual y crecimiento de la población, se necesitarán unos 89 años para superar el referido déficit.

F) Un estudio de la PNC sobre la violencia social y criminal, “descubre” que el país tiene una de las altas tasas de homicidios del mundo: 38.0 homicidios por cada 100.000 habitantes en 1999; en el último año la cantidad de demandas atendidas por la procuraduría General de la República, según palabras del Procurador, aumentó más que antes a 48 mil casos.

La información apenas refleja el estado de la realidad que gobierno y dirigentes empresariales tratan de ocultar, para atenuar el pesimismo que tiende a apoderarse del estado de ánimo de la población. En su discurso de tercer año de gobierno el presidente de la República, presentó una imagen de la realidad económica, política y social inexistente, y advirtió contra el pesimismo y la desesperanza como los peligros más perniciosos “puesto que socava las energías que necesita un pueblo para enfrentarse a los retos, problemas y adversidades que el futuro siempre trae consigo”[1].

La relación entre la situación económica y la social pone de manifiesto el gradual proceso de polarización generado por el neoliberalismo: de un lado, a medida que más se extiende la pobreza, la miseria, más marginación y exclusión (aumento del desempleo, falta de ingresos de la gente, despidos masivos, congelamiento de los salarios e ingresos y reducción de ingresos reales de la población, ensanchamiento del sector informal de la economía, cierre de empresas, ampliación de la mora crediticia) de otro, más se concentra la riqueza entre un reducido número de empresas y personas naturales, principalmente en conglomerados financieros, importadores y unos cuantos exportadores.

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[1] Francisco Flores, presidente de la República, “Informe de Tercer Año de Gobierno”; La Prensa Gráfica, junio 2, 2002, Págs. 10 y 11