Info DpT
Argelia


Manifestaciones y enfrentamientos en Kabilia


A. France Press (Tizi Ouzou, Argelia, 24 de mayo del 2001)


Más de 10.000 mujeres se manifestaron pacificamente el jueves 24 de mayo del 2001, en Tizi Ouzou al este de Argel para denunciar la represión sangrienta de los disturbios de las últimas semanas. El final de manifestacion estuvo marcado por enfrentamientos entre jóvenes y policias.

Las manifestantes, estimadas en 50.000 por los organizadores, se habían reunido en la capital de la Gran Kabila para protestar pacificamente contra la represion de los disturbios que habían causado 42 muertos, según un balance oficial, entre 60 y 80, según la prensa y los partidos politicos, entre el 22 de abril y el 6 de mayo. Pero al final de la marcha pacífica, centenares de jóvenes, gritando consignas hostiles, se enfrentaron a pedradas a las brigadas antidisturbios de la policía, que respondió con granadas lacrimógenas. Los jóvenes se disersaron por las callejuelas de la ciudad desde donde siguieron hostigando a los policias hasta el final de la tarde.
La víspera, los grupos de jóvenes habían levantado barricadas con ruedas incendiadas. Las calles de la ciudad conservaban aún el jueves los restos. Precedidas por una primera fila de manifestantes que llevaban una inmensa pancarta negra en señal de duelo, mujeres de todas las edades, algunas provenientes de pueblos apartados y en traje tradicional, habían gritado antes en bereber "Ulac smah ulac" (ningún perdon), "poder asesino", y también "libertad, democracia".

Un gran retrato de Massinissa, el estudiante de instituto asesinado el 18 de abril en era llevado por dos compañeras de instituto en traje tradicional. Otros manifestantes llevaban retratos de victimas de los disturbios, especialmente un gran retrato de una profesora, muerta en estos enfrentamientos.
Al lado estos emblemas amarillos con la "Z" en alfabeto amazigh (bereber) simbolo de la Kabilia, se llevaban banderas de Argelia, que simbolizaban la vinculación de de la Kabilia a la unidad nacional, rechazando la idea de "división" avanzada por algunos. Los manifestantes, llevando banderas o brazaletes negros, se pararon frente al hospital de la ciudad donde observaron un minuto de silencio en homenaje a las victimas, y luego delante de la gendarmeria.

Miles de personas se manifestaron asi mismo con calma en Bouira, tercera ciudad de Kabilia, respondiendo al llamamiento del Movimiento Cultural bereber (MCB), segun algunos habitantes conectados por teléfono. En Béjaïa en la Pequeña Kabilia, centenares de estudiantes de instituto se manifestaron también el jueves contra el aplazamiento del COU anunciado por el gobierno. Una calma relativa reinaba el jueves en esta region, sacudida el martes y el miércoles por violentos enfrentamientos que habían causado unos treinta heridos, según testimonios y la prensa.

El lunes pasado, se habían producido enfrentamientos entre manifestantes y policias al final de la más importante manifestación nunca antes organizada en Kabilia y que habia congregado a mas de 500.000 manifestantes en Tizi Ouzou.


La rebelión de jóvenes bereberes se ha cobrado 51 muertos y más de 1000 heridos


Diario "El Mundo"
(Tizi Ouzou, Argelia, 29 de Mayo de 2001)

«¡No podéis matarnos. Ya estamos muertos!». El joven clama su eslogan nihilista mientras desafía desde una esquina al camión quitanieve que utiliza la policía para derribar las barricadas erigidas por los manifestantes. «Los apodamos bigotes, por la pala que llevan delante», explica Rahim Abdellaoui, del barrio Ciudad 20 de Agosto. Son las 10 de la mañana. «Es hora de comenzar el trabajo», añade el chaval mientras empieza a acarrear piedras.

10 de marzo de 1980, Tizi-Uzu. Las autoridades acaban de prohibir una conferencia sobre poesía beréber en la universidad. Es el inicio de la llamada Primavera Beréber. Manifestaciones, huelga general. El 20 de abril la policía irrumpe en el recinto universitario y arresta a miles de estudiantes. Los enfrentamientos se reproducen con mayor violencia. Los manifestantes incendian las sedes del Frente de Liberación Nacional (FLN) ...

Hoy, un temeroso vigilante asoma dubitativo el rostro tras la reja que protege la entrada de las oficinas del FLN. De momento, ha resistido los embates de la turbamulta. Pero Rahim Abdellaoui no desiste. «Tarde o temprano lo quemaremos», dice.

Tizi-Uzu vive su segunda Primavera Beréber, aunque en este caso sea casi verano. Los altercados comenzaron a raíz de la muerte de un estudiante en una comisaría, el 18 de abril. Decenas de muchachos fueron abatidos por la policía durante esas jornadas. Oficialmente, son 51 los muertos y cerca de 1.000 los heridos. Una precaria calma se instauró a partir del 6 de mayo, pero el pasado día 20 se reanudó la algarada.

«Vamos a seguir peleando hasta el final. Estamos hartos. Sólo me detendría si usted me consiguiera una visa para marcharme a España. Aquí no hay jefes, ni aceptamos la intervención de los partidos políticos. Esto es una revuelta de la población humillada. No hay trabajo, no hay casas, no hay nada. Nos tratan como cerdos. Lo único que quiero es quemar», afirma con un inaudito tono de desesperanza Nadir Chetouane, de 23 años y empleado de un comercio.

CIUDAD CAÓTICA
El aspecto de la localidad es caótico. Farolas, señales de tráfico, cristaleras destrozadas. Las fuerzas de seguridad tan sólo controlan el centro de la urbe -y a duras penas- y los edificios públicos (Ayuntamiento, sede del gobernador...). La avenida Aban Radman, la calle principal de esta metrópoli, está cortada con vallas metálicas, piedras, ramas de árboles y desperdicios.

Ni el teatro Kateb Yacine -que debe su nombre a uno de los mitos literarios de la Cabilia- se ha salvado de la furia popular. Todos los cristales están rotos. «Tuvo mala suerte. Está al lado del Ayuntamiento», comenta otro chaval.

Largas columnas de humo se alzan en varios puntos de la ciudad. Neumáticos ardiendo. «Estamos en una zona de guerra. Así que, atención, hay que correr», advierte Nadir Benseba, periodista del diario local Le Matin. Benseba es otra de las víctimas de este conflicto civil. El pasado día 24 fue agredido por la policía. «El agente me rompió la porra en la espalda», aclara mientras muestra un terrible hematoma a la altura del omóplato y el brazo vendado. La conversación dura muy poco. Efectivamente hay que correr. Decenas de policías con escudos avanzan desde un extremo de Aban Radman. Una treintena de chavales les hacen frente a
pedradas. Comienzan a sobrevolar los botes de humo.

En otra de las esquinas, un grupo de jóvenes saquea la oficina de Air Algerie, la compañía estatal de aviación. En los muros de las calles se multiplican las pintadas. «Pouvoir Assassin» (Poder Asesino). «¡Vive la liberté!» (Viva la libertad). Otras recogen todo tipo de insultos, cuando no proclamas a favor del tristemente célebre Hassan Hatab, líder del grupo armado integrista que actúa en la Cabilia. «Escriba, escriba.. No queremos al poder, queremos a Hatab», declara un chaval, rectificado de inmediato por sus compañeros: «¡No, no! ¡Tache eso! ¡Ni poder, ni islamistas!». Es la cólera en absoluto. El nihilismo de nuevo.

BARRICADAS
Hay que continuar la huida. Las fuerzas antidisturbios avanzan de nuevo, esta
vez apoyadas por un vehículo manguera. Barricadas en todas las esquinas. Un amplio despliegue policial en torno al llamado Edificio Azul. «Un barrio caliente», apunta Benseba. Para llegar al hospital local hay que atravesar el arrabal de Genet.

Aquí, en todas las puertas de los edificios se divisa el signo Z del abecedario tamazigh, el símbolo beréber. Acaban de lanzar un cóctel molotov contra el camión policial. «¡Corred, corred!». Están disparando botes de humo, pero a la altura de la cabeza. Pasan silbando entre la multitud. Alguien acarrea a una señora desvanecida. «¡Al hospital, hay que refugiarse en el hospital!».

Cientos de personas se apilan en torno al centro sanitario Mohamed Nedir. Llegan varios vehículos con víctimas de los gases. M'hamed Himene permanece en la sala de traumatología, tumbado en la cama con varios hierros metálicos injertados en la pierna. Himene, un comerciante de 31 años, muestra el disparo que le atravesó el fémur, casi a la altura de la cadera, el jueves pasado. «Nos están cazando como conejos», dice.

A su lado, descansa Hamadi Lahcene, de 23 años, con otro tiro en la extremidad inferior. «Vi cómo el policía me encañonaba tranquilamente. Estaba a sólo 10 metros. Sí, estaba manifestándome, pero ésa no es razón suficiente para asesinarnos», precisa el joven.

Más allá del centro se extienden lo que los rebeldes definen como «territorios liberados». Es la llamada Villa Nueva, el área que circunda a la universidad. Aquí no se ven policías, sólo jóvenes encapuchados, que controlan los accesos con barricadas y hogueras. A las 6 de la tarde, los chicos apilan pedruscos y farolas en la principal entrada de Tizi-Uzu, aislando la ciudad. «Ahora comienza el asunto verdaderamente serio. Los cócteles molotov», precisa Benseba. «No lo olvide. Estamos muertos», repite otro chaval.