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Derechos civiles


ANSUATEGUI Y LA FALANGE
El garrote de la solidaridad

Pepe Mejía (2 de Febrero de 2001)

Hace muy poco la opinión pública se estremeció al ver imágenes que nos hacían recordar el pasado más inmediato aunque no cercano. Los hechos ocurrieron a las puertas del Congreso. Bajo un cartel que decía “Jornadas de puertas abiertas”, jóvenes de la Red Ciudadana por la Abolición de la Deuda Externa (RECADE) fueron golpeados, zarandeados y algunos de ellos detenidos y heridos. La policía no sólo se empleó a fondo en el manejo de la porra sino que también utilizó material antidisturbio.

Diversos sectores de la sociedad, partidos políticos y sindicatos elevaron su protesta y denunciaron la actuación de las fuerzas de seguridad y al Delegado de Gobierno, Francisco Javier Ansuátegui. La única medida que se tomó fue el apartamiento temporal en sus funciones del responsable de la intervención policial. Los comunicados oficiales informaron de heridos entre los policías, pero no precisaron si fue por el agarrotamiento de los músculos de sus brazos en el cumplimiento de sus funciones.

Pero la actuación de la policía a las puertas del recinto, en donde reposa la “soberanía popular”, no ha sido un hecho aislado o producto de un error. La violenta represión contra activistas a favor de la solidaridad y la anulación de la deuda externa ha sido el colofón de otras acciones violentas contra colectivos que han pretendido ejercer su derecho a manifestarse. En vísperas de la celebración de la muerte de Franco, la misma policía cargaba con saña, y antes de concluir, una manifestación antifascista ocasionando detenidos y heridos.

Diversas asociaciones de vecinos también han tenido el privilegio de recibir los palos bajo órdenes de la Delegación del Gobierno. Sindicalistas de diversas ramas han denunciado la actuación provocadora y represiva de las fuerzas de seguridad y muchas son las personas que están recibiendo notificaciones para pagar cuantiosas multas por “manifestación ilegal”.

Después de las últimas elecciones generales, el PP estrenó gobierno trayendo a Madrid desde Navarra a Ansuátegui. Diversos colectivos sociales todavía mantienen en el recuerdo las violentas disoluciones de sus concentraciones pacíficas. A sus reivindicaciones añadieron la petición de dimisión del Delegado de Gobierno.

Desde que el Delegado de Gobierno ejerce sus funciones en Madrid, no cabe duda que cada vez es más difícil ocupar y disfrutar de los espacios públicos. Así, la participación ciudadana y las expresiones colectivas en la vía pública están constreñidas por la actuación de las fuerzas de seguridad a órdenes de la Delegación del Gobierno. Desde ámbitos cercanos al Ministerio del Interior se busca conscientemente criminalizar a los colectivos sociales. También desde alguna prensa -como es el caso del diario La Razón que ha colocado en el punto de mira de la policía al Movimiento de Resistencia contra la Globalización (MRG) y en la reciente Cumbre de Niza infiltró a Alberto Fernández-Salido en el autobús de los que viajaban con la PLATAFORMA NIZA 2000 con el objetivo de vincularlos con militantes de Jarrai y “los cachorros de Eta”- se está reforzando ese ambiente de hostilidad hacia los colectivos reivindicativos.

Además de ese pasado más cercano de Ansuátegui por Navarra conviene recordar que nuestro Delegado de Gobierno fue en 1971 falangista y delegado provincial de Sindicatos.

En una conferencia que dio el 29 de octubre de ese año, Ansuátegui fue presentado por el jefe local del Movimiento, Molina Muñoz, como “un hombre joven y con nervio del mejor sindicalismo” y “que tantas pruebas tiene dadas de su mejor quehacer en pos del mejoramiento social de la producción y del trabajo”.

“El camarada Ansuátegui” se manifestó heredero de José Antonio Primo de Rivera destacando sus tres máximos documentos: el acto de la comedia, el discurso de 1935 en el cine Madrid y su testamento.

Señaló que la Falange montará siempre la guardia en “la defensa de los valores de la persona humana”. Según las crónicas, el orador se extendió posteriormente en argumentaciones sobre la potencialidad de las tres ramas que José Antonio proclamó como vertientes indiscutibles del Movimiento: la Familia, el Municipio y el Sindicato.

Terminó resaltando que gracias a la doctrina de José Antonio, proclamada en 1933, tenemos el progreso de 1971. Según la crónica de E. Paniagua en Lanza, finalizó con “el grito entrañable de ¡Arriba España!, que fue unánimente contestado por la concurrencia. Al final se entonó el “Cara al Sol”, haciendo las invocaciones el jefe local del Movimiento”. Ese era el Ansuátegui que ahora tenemos de Delegado de Gobierno.