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La incidencia en el saber social de una epistemología `de la complejidad´ contextualizada

Pedro Luis Sotolongo

En los años de transición desde la década de los 1990 al inicio de los 2000 ha estado teniendo lugar un apreciable cambio de énfasis –un "corrimiento" como también ha solido llamársele- en buena parte del pensamiento epistemológico-social contemporáneo. En la Teoría Social ha ido conformándose una significativa tendencia hacia la que es denominada como una Epistemología `de la complejidad´. Aunque tal proceso parece estar lejos de haber culminado, es conveniente examinar algunas circunstancias que rodearon su inicio, así como la incidencia que esta Epistemología `de la complejidad´ -como "corrimiento" epistemológico en el saber social- ha ido produciendo sobre ese saber y sobre la praxis social.

EL CONTEXTO DE LOS AÑOS 80

Para comprender algunas de las circunstancias que condicionaron ese cambio de énfasis o "corrimiento", se torna preciso examinar, a su vez, el contexto epistemológico que sobrevino en los 80´s del pasado siglo en la Teoría Social. Puede caracterizarse dicho contexto como el de `la crisis de una Epistemología social objetivante´, es decir, de una Epistemología dónde el énfasis era puesto en los caminos de acceso a `cuotas de saber´ acerca de las grandes estructuras sociales objetivas (de clase, de étnia, de género, etc.) y acerca de otros condicionamientos objetivos de la vida y obrar de los hombres.

Dicha crisis, a su vez, dimanaba de otras, acaecidas en terreno trans-epistemo-lógico:

Estas otras crisis, por carácter transitivo, llevarían entonces también a la crisis de aquélla Epistemología objetivante, ejemplificada en uno de esos casos por la crisis del estructuralismo- funcionalismo parsoniano (hasta entonces el `eje´ del consenso sociológico mayoritario de post-guerra) y, en el otro, por la crisis del marxismo dogmatizado, estructuralizado y funcionalizado del llamado `dia- mat´ (hasta entonces el `eje´ del pensamiento social de izquierda más influyente políticamente –aunque no académicamente- de la post-guerra).

LA PRIMERA MITAD DE LOS AÑOS 90

El surgimiento de tal crisis ocasiónó una reacción–en la transición hacia los años 90 de ese siglo- que representaba, por parte de algunos de sus propugnadores, no otra cosa que una inconformidad - correcta- a los excesos de aquella Epistemología social objetivante que veía en el develamiento de los condicionantes objetivo-sociales todo el sentido de la indagación social, en tanto hacía depender el resto de los ámbitos sociales exclusivamente de la presencia de dichas estructuras clasistas, étnicas, genéricas, etc. (convirtiendo esos ámbitos, de hecho, en una suerte de `epifenómenos´ sociales de tales estructuras). En otros de esos propugnadores dicha reacción –e inconformidad- se tornarían en un camino para la subvaloración (cuando no la negación) - incorrectas ambas- de la existencia misma y/o del papel realmente condicionante (pero sin los excesos ni los exclusivismos ya señalados) de semejantes estructuras sociales objetivas, y en favor de la indagación sociológica, y en la teoría social en general, más o menos exclusiva de los aspectos vinculados con las subjetividades sociales de los agentes (sujetos) sociales.

La reacción aludida se manifestó a través de la recurrencia, cada vez más presente y con un énfasis mayor, a una Epistemología fenomenológica que se remitía prevalecientemente en sociología a las estrategias metodológicas del Interaccionismo Simbólico (renovado) (Mead; Blumer; Maines) y de la Etnometodología (Garfinkel; Sacks; Maynard; Wilson; Goffman) y metodológicamente, a metodologías cualitativas (observación participante; historias de vida; entrevistas en profundidad, etc). Esto último reforzaría la tendencia, ya notoria en las Ciencias Sociales por esa época, hacia este tipo de metodologías.

Ello –sobre el telón de fondo del fin de la época en que la Teoría Social se veía dominada ya bien por los parsonianos, ya bien por los marxistas más o menos ortodoxos , planteó, a la sazón, de hecho, la cuestión de la necesidad de construir una Teoría Social y/o una Sociología basada en otras premisas epistemológicas (no objetivantes) y, de derecho, el debate acerca de si ese paradigma subjetivante en creciente boga podía constituirse, precisamente, en el basamento epistemológico adecuado para las Ciencias Sociales.

¿A QUÉ SE ORIENTÓ LA EPISTEMOLOGÍA `DE LA SUBJETIVIDAD´?

Esta Epistemología se dirigió primordialmente, en general, como su denominación lo indica, a poner de relieve los aspectos dimanantes de la subjetividad humana, y en la Teoría Social a la obtención de un saber acerca de lo que las personas vivencian, perciben, sienten, piensan y expresan en diversas situaciones de su vida cotidiana diaria. Perseguía alcanzar un saber acerca del proceso de constitución de sentidos para la subjetividad de esas personas, así como de la intepretación de estos sentidos por ellas, a partir de sus propias acciones y por el significado que éstas les asignan a las mismas.

Presenta un pathos epistemológico fenomenológico, es decir, jerarquiza al sujeto por encima del objeto en su tratamiento de la figura epistemológica clásica de la relación sujeto-objeto, considerando a este último como un `objeto-fenómeno´(subjetivado) de la experiencia de la conciencia. Por lo tanto, convierte, de hecho, a la relación sujeto-objeto en una relación entre dos subjetividades (un sujeto y algo subjetivado por éste). De ahí que, con justicia también, se le considere como `subjetivante´.

Esta "reacción" epistemológica hacia las subjetividades sociales articulaba de manera notable en la indagación social en general, y en la sociológica en particular, como ya tuvimos ocasión de mencionar, con las estrategias metodológicas –ya existentes previamente- del Interaccionismo Simbólico y de la Etnometodología. ¿Porqué el Interaccionsmo Simbólico y la Etnometodología sirvieron como estrategias metodológico-sociales prevalecientes para buena parte de esta Epistemología `de la subjetividad´? Porque ellas estaban diseñadas precisamente para la indagación de los aspectos subjetivos de cómo las personas se ven a sí mismas y qué imagen procuran proyectar de sí mismas a los otros; para la indagación de los modos de tratar esas personas con los otros (incluyendo al investigador social), de los modos de accionar entre sí (interacción social) de esas personas.

Prestan atención dichas estrategias metodológico- sociales no sólo a los conoci-mientos –sobre todo al saber tácito de una conciencia práctica- de esas personas acerca de sus situaciones y escenarios cotidianos de vida, sino también a sus actitudes, con-vicciones, creencias, motivaciones, valoraciones e intenciones subjetivas, con vistas a indagar cómo las personas perciben su propio quehacer y cómo perciben las acciones de otros hacia ellos, incluyendo la significación que para ellas tienen las acciones y políticas públicas, todo a partir de su interacción social con esos otros en diversos escenarios de interacción sociales.

Comportan, por lo tanto, la obtención de un saber acerca de "lo que la gente hace y cómo percibe eso que hace". Algo que la investigación social más tradicional - particularmente la que tributaba a la Epistemología `de la objetividad´- consideraba como algo "marginal" para sus intereses científicos por su carácter "hiper-familiar", es decir, conocido ya "como que de suyo" y, por lo mismo, no "digno" de indagación (cuando no imposible de indagar por su índole eminentemente subjetiva). En todo caso, esa vida cotidiana de los hombres y mujeres reales le resultaba a ese tipo de investigación social objetivante algo "irrelevante" para la indagación de las grandes estructuras sociales objetivas a las que esa vida cotidiana quedaba, para sus teóricos - explícita o implícitamente- totalmente supeditada.

En resumen, estas estrategias metodológicas persiguen un saber como al que se pretende obtener acceso por los caminos de la Epistemología `de la subjetividad´, es decir, acerca de las facetas subjetivas de los seres humanos, obtenido "desde abajo", es decir, "desde dentro de sus escenarios cotidianos de vida". De ahí su articulación frecuente.Para ello, el Interaccionismo Simbólico y la Etnometodología emplean un arsenal metódico específico, cortado al talle del estudio de cómo se produce la interacción social interpersonal y la asignación de significados dentro de la misma, siempre en uno o en otro "escenario" social concreto desde dónde esa interacción social interpersonal y esa asignación de significados se generan.

Con vistas a ello emplean diversas metodologías cualitativas (la observación participante; la investigación participativa; la investigación acción) que llevan al investigador social a insertarse en alguno de esos "escenarios" de"interacción social interpersonal o bien a conocer relatos de primera mano acerca de la participación de otros en esos escenarios de interacción social interpersonal ( la entrevista abierta y/o en profundidad -individual o grupal; la construcción de historias de vida); o a una combinación de ambos procederes, en labor de indagación social mayormente a través de trabajos de campo, estudios de casos, etc.

El Interaccionismo Simbólico es la indagación sociológica y sociopsicológica de las acciones humanas orientadas recíprocamente de manera inmediata, concebidas como `tramadas´ en una sucesión, de carácter simbólico, de `negociaciones´ y `re-negociacio-nes´ interpretativas recíprocas de significados subjetivos. (Dirigiendo así su `filo´ indaga-tivo contra el `utilitarismo´ sociológico, al no prestar atención exclusiva a la acción racional; y contra el ` normativismo´ sociológico al no dar como ya presupuestas ni la consistencia ni la determinación de las normas interiorizadas individualmente)."Habilita" teóricamente -y pretende basar empíricamente- a los individuos-actores con accionar intencional, con un cuerpo y una conciencia autónomos unos con respecto a los otros y autónomos con respecto a su contexto, es decir, actores descontextualizados.

Problemáticas clásicas del Interaccionismo Simbólico –como proyección hacia la sociología del mencionado pathos epistemológico fenomenológico y de desarrollos del Pragmatismo filosófico (Pierce---àMead) (James- - (Dewey)--àBlumer) han sido la del "yo", la de la adopción de "roles sociales", la de "lo percibido como real", la de la relevancia de "lo biográfico", entre otras.

La Etnometodología es la indagación sociológica y etnológica de las maneras en que los actores sociales emplean sus conocimientos prácticos (tácitos) para producir y reproducir sus acciones sociales ( reconociéndolas o no ya después de modo consciente) y así poder compartir un entendimiento intersubjetivo de las mismas. (Dirigiendo así su `filo´ indagativo contra los enfoques `motivacionales´ de la acción social, favoreciendo un enfoque "procedimental" [procedimientos tácitamente compartidos] de la misma) . En este sentido adquirió celebridad el planteo programático de Garfinkel acerca de que las actividades por medio de las cuales los hombres producen y operan las situaciones organizadas de su vida cotidiana, son idénticas a los métodos que utilizan para hacerlas "explicables" (para dar cuenta de ellas) públicamente.

Temas clásicos de la Etnometodología –también como proyección hacia la indagación social de ese pathos epistemológico fenomenológico y de desarrollos de la Filosofía Fenomenológica husserliana (Husserl--- àSchutz---àGarfinkel) han sido el de la "índole de ` lo inter-subjetivo´"; el del "razonamiento práctico"; el de "la `indexicalidad´ de toda interacción social" (es decir, su índole hic et nunc, `indexada´ siempre por un quíén, un dónde, un cuándo, un qué, un cómo, un para qué, un porqué), el de "su `reflexividad´"(su índole recurrente, en la cuál su resultado incide sobre el siguiente `bucle´ o la siguiente `vuelta´ del patrón de la propia interacción social interpersonal de que se trate); el de "su `carácter abierto´ (principio `del etc.´)" (por el cuál siempre, en principio, sería posible otra vuelta o bucle de cualquier patrón de interacción social interpersonal); el del análisis de "las secuencias conversacionales", entre otros.

A través del desarrollo de todas esas problemáticas específicas, estas direcciones de indagación social fueron plasmando todo un cúmulo de `cuotas de nuevo saber´ acerca de la captación empírica de esos patrones de interacción social de la vida cotidiana, de la factibilidad real de estudiarlos, caracterizarlos y, a través de ello, mostraron el importante papel que éstos desempeñan en toda sociedad como pautas de interacción so-cial intersubjetiva tramadas simbólicamente en el lenguaje (verbal, gestual,etc.).

¿ERA ESO TODO LO QUE SUCEDÍA EN LA TEORÍA SOCIAL?

Hay que decir que cuando se caracteriza uno u otro periodo como `el del auge´ de uno u otro tipo de pensamiento (social, epistemológico, metodológico, etc.), con frecuen-cia, mutatis mutandi, dicho periodo va apareciendo a los ojos de muchos (tras lo manifies-to de los logros plasmados por el tipo de `auge´ de que se trate), como signado exclusiva-mente por ese tipo de pensamiento `en auge´. Sucede, sin embargo, que ello nunca es así. Junto al tipo de pensamiento `en auge´, coexisten siempre otros tipos de pensamiento. En primer lugar, aquel otro tipo de pensamiento desplazado en su anterior primacía por el que está `en auge´. Y además, otros tipos de pensamiento en desarrollo que desempeñan un papel más o menos colateral en el periodo dado y que, sobre el telón de fondo del `auge´ del momento, pasan más o menos "inadvertidos" (ni estuvieron, ni están `de moda´.....).

El periodo de la Teoría Social que hemos venido caracterizando –el de la transición desde los 80´s a los 90´s del pasado siglo XX, no ha sido, al respecto, una excepción. Poco a poco, paralelamente –e incluso con anterioridad a ese auge de la Epistemología `de la subjetividad´- se habían ido conformando otros esfuerzos de indagación que tributaban –explícita o implícitamente- a un tipo de Epistemología también alternativa a aquella Epistemología `de la objetividad´ contra cuyos excesos había reaccionado –correctamen-te- la Epistemología `de la subjetividad´, pero, al mismo tiempo, alternativa también a la propia Epistemología `de la subjetividad´. Algunos de estos esfuerzos habían ido desarrollándose en el seno de la propia indagación social, incluso en el periodo del "reinado" de los parsonianos y de los marxistas del dia-mat –y opacados y subestimados por ambos; mientras otros habían surgido inicialmente en las Ciencias Naturales para posteriormente abordar la indagación social.

Eran dos, por lo menos, los esfuerzos que marchaban, cada uno a su modo, en dicha dirección:

los que, a pesar de sus énfasis en facetas diferentes de la realidad, tanto natural como social y humana, convergen en su pathos paradigmático complejizador de esa realidad y en su especificidad epistemológica ni objetivante, ni subjetivante, sino contextualizante(3).

El auge del ya aludido movimiento de reacción hacia una Epistemología `de la subjetividad´ en la primera mitad de los años 90, no favoreció que se le prestara por entonces mayor atención por la generalidad de los teóricos sociales –salvo la que le era brindada por sus propios cultivadores y sus epígonos más cercanos- a estas otras direcciones de indagación, con su específico posicionamiento epistemológico alternativo.

LA SEGUNDA MITAD DE LOS AÑOS 90

Así las cosas, hacia la mitad de esa última década de siglo se fue evidenciando que, para el propósito ya mencionado de erigirse en fundamento epstemológico de un nuevo paradigma del pensamiento social contemporáneo, los nuevos enfoques de la Epistemología `de la subjetividad´, en su característica articulación, en terreno socioló- gico, con el Interaccionismo Simbólico renovado y con la Etnometodología –con su fenomenología de los patrones de interacción social- comportaba algunos problemas, entre los cuales los más significativos resultaron ser:

Esta última circunstancia, por otro lado, "resonaba" o "hallaba/hacía eco" con los enfoques legados y/o aún provenientes de algunos representantes del Post- estructuralismo (notablemente Derrida y Foucault) con sus `deconstrucciones´ del `logocentrismo´, así como de otros enfoques provenientes del Pos-modernismo (notablemente Lyotard y/o Vattimo) que propugnaban el fin de los `grandes relatos´; ambas cosas fácilmente mimetizables con lo ilusorio de cualquier enfoque "contextualizador" sobre ` lo social´–pero que no hacían justicia a (es decir, `mimetización´ que no era compartida por) algunos de los propios pensadores mencionados. De hecho, muchos otros llevaron a efecto semejante falsa `mimetización´ y ello reforzaría las dificultades intrínsecas de articulación `macro´-social de los enfoques fenomenológicos de lo `micro´-social puestos en juego por la Epistemología `de la subjetividad´.

Estas dificultades aludidas de falta de contextualización y de insuficiente complejización de articulación (desde lo `macro´social, en un caso, y, en otro, con lo `macro´social) que se evidenciaron cada vez con mayor claridad, no deben llevarnos, sin embargo, a confundir ésto con el hacer tabula rasa de los aportes–conceptuales y metodológicos- al pensamiento social hechos por las corrientes y pensadores aludidos. La Teoría Social contemporánea es impensable ya, por ejemplo, sin los logros de esa Epistemología `de la subjetividad´ , del Interaccionismo Simbólico y/o de la Etnometodología; en particular, sin su ya mencionada contribución importante al entendimiento de la interacción social (y de los patrones de esa interacción social) en la vida cotidiana(4).

Al mismo tiempo, por otra parte, en esa segunda mitad de la década de los 90 otra cruda realidad extrateórica, pero urgida de interpretación desde la Teoría Social vino –co- mo tantas otras veces - a `rescatar´ al pensamiento social de su especie de "regodeo" intrateórico. Una realidad tan cruda como aquéllas de la caída del muro de Berlín y del desmoronamiento de la URSS, pero de otro signo ideológico: las crisis –cada vez mayores, más frecuentes y más articuladas, del proceso de globalización en curso en el planeta y la creciente exclusión social del modelo neoliberal que orienta actualmente dicho proceso en la etapa actual del capitalismo industrial post-fordista (reestructurado con la introducción en los procesos tecnológicos de producción (y en los de la organización de dicha produ- cción) de los logros provenientes del `bucle´ o `vuelta´ más reciente -la llamada "high –technology revolution"- de la revolución científico-técnica contemporánea.

Surge entonces lo que se va conociendo como pensamiento "globalista" en Teoría Social, es decir, aquél que se orienta a un paradigma y a una Epistemología `de la globalidad´ (Wallerstein; Ianni; Castells, entre otros). Así, tendremos a:

que, como denominador común – a pesar de sus diferencias- ponen sobre la mesa, por lo menos, dos grandes temas (uno metodológico; el otro, conceptual),

todo lo cual apunta hacia construcciones de `lo social´ más complejas y más contextuales que las tradicionales y que están haciendo aún más evidentes las limitaciones intrínsecas ya mencionadas de los enfoques que se remiten a una Epistemología `de la subjetividad´ (la que había, a su vez, hecho evidente las limitaciones de la anterior Epistemología `de la objetividad´).

Las crisis financieras y las exclusiones sociales de que va acompañado el proceso de la globalización neoliberal ya –después de los sucesos de la segunda mitad de los 90- no son negadas ni por los mismos que la impulsan y, evidentemente, para todos los que no acusen síntomas de un subjetivismo extremo, no pueden teorizarse exclusivamente desde posiciones epistemológicamente subjetivantes (como tampoco exclusivamente desde posiciones epistemológicamente objetivantes ya superadas).

Está a la orden del día pues, para la Epistemología de las Ciencias Sociales, la conformación ulterior de una Epistemología `de la complejidad´ que evite los extremos y los excesos de las anteriores Epistemología `de la objetividad´ y Epistemología `de la subjetividad´; una Epistemología ni objetivante (gnoseologizante), ni subjetivante (fenomenologizante), sino contextualizante (hermenéutizante)(5).

Tal Epistemología –hermenéutica- `de la complejidad contextualizada´ -por todo lo expresado más arriba- debe ser capaz de asimilar todo lo legítimo aportado a la Teoría Social por aquellas Epistemologías más unilaterales ya señaladas y por los esfuerzos inda- gativos particulares que se remitían y/o se remiten a ellas (en particular, debe aprovechar las `cuotas de saber´ social reconocidas acerca de las estructuras sociales objetivas, obte- nidas por el mejor Estructuralismo y Post-estructuralismo, así como por el mejor Análisis de Clases marxista, entre otros; y las `cuotas de saber´ social reconocidas acerca de los procesos de constitución de sentidos sociales subjetivos tramados en, y desde, los patrones de interacción social de la vida cotidiana, obtenidas por lo mejor del Interaccionismo Simbólico renovado y de la Etnometodología, entre otros).

Pero, sobre todo, la "asignatura pendiente" para dicha Epistemología y para los esfuerzos indagativos concretos que tributen a ella es LA ARTICULACIÓN de esas `mirada macro´-social y `mirada micro´-social parciales, respectivamente, en su contextualización compleja; es decir, a través de la caracterización de la contextualidad social situacional o local del obrar y accionar de la vida cotidiana (contextualización de los patrones de interacción social de la vida cotidiana o contextualización "desde abajo"), articulada con la caracterización de la contextualidad social global (contextualización desde las estructuras de relaciones sociales y desde las instituciones sociales o contextualización "desde arriba"), aportando así el marco epistemológico y conceptual suficientemente complejo y contextual como para ser apropiado para el abordaje por las Ciencias Sociales contemporáneas de toda esa complejidad global (o globalidad compleja) del mundo globalizado –o sea, contextualizado en un sentido muy concreto (y no el más deseable)- en que nos está tocando vivir.

En las condiciones del teorizar social desde nuestros países del Tercer Mundo, es obvio que tal problemática tiene que ser abordada desde la óptica no de `los globalizadores´, sino de `los globalizados´. Y si no estamos satisfechos con cómo estamos siendo `globalizados neo-liberalmente´ es también obvio que nuestra Epistemología y nuestra Teoría Social deben ayudarnos a argumentar las razones –e iluminar los caminos- hacia una globalización solidaria, a partir de las condiciones de la actual globalización excluyente neoliberal. Lo que, evidentemente, plantea, a su vez, toda la urgencia, en el terreno práctico y también en el teórico, de la crucial problemática del cambio o transformación social, Si el proceso de globalización –mundialización- de la vida social contemporánea parece irreversible, no es igualmente evidente que ella tenga que transcurrir siempre bajo el signo neoliberal. A menos que, exclusión tras exclusión, aspiremos –o nos resignemos- a arribar a una situación en que un puñado de seres humanos que se pueda contar con los dedos de las manos, posea más riqueza que la de los restantes seis mil millones de semejantes que ya existimos. Y para aquél que ésto lea y le parezca esta última afirmación una grosera imposibilidad, por exagerada, le recordamos que ya en estos precisos momentos un solo ser humano –nombrado, por más señas, William (Bill) Gates, el zar de Microsoft- posee una fortuna personal equivalente al Producto Interno Bruto de decenas de países del Tercer Mundo.

Al mismo tiempo, no es suficiente con realizar un diagnóstico certero de la globalización neoliberal (aunque ello es sumamente importante y existen ya avances notables); también es necesario señalar posibles vías para el cambio o transformación social factible hacia ese otro carácter humano que deseamos para la globalización. Nuestra Epistemología y nuestra Teoría Social tienen, pues, ante sí, la tarea de llevar a cabo la elaboración de la factibilidad social de posibles vías o caminos de tránsito desde la actual globalización excluyente a una globalización solidaria, aportando argumentadamente y teorizando, las experiencias de nuestros pueblos y países válidas en cuanto a paliar y/o modificar las consecuencias más extremas y excluyentes de la actual globalización , por modestas que ellas pueda parecer.

Las Epistemologías objetivante y/o subjetivante que han caracterizado, sucesiva-mente, las últimas décadas del siglo XX, con las estrategias metodológicas con que articulan, junto a sus aportes innegables hechos a la Teoría social, sin los cuales sería ilusorio su elaboración ulterior, han tenido una incidencia ambigüa sobre el saber social contemporáneo y han mostrado sus limitaciones para caracterizar en toda su contextualidad y en toda su complejidad, la globalidad de las sociedades contemporáneas. En particular, se han visto imposibilitadas de dar adecuada solución a la cuestión de la articulación de los enfoques `macro´ y ` micro´ social –la estructuración social y el obrar humano- que respectivamente jerarquizan. Por carácter transitivo, la incidencia de tal cardinal problemática no resuelta por la Teoria Social sobre sus enfoques de la problemática del cambio o transformación social los han tornado –más allá de propósitos e intenciones- inadecuados por unilaterales. Esperemos que ello sirva de acicate para la elaboración ulterior de esa Epistemología y Teoria Social `de la complejidad contextualizada´, cuya pertinencia -y, afortunadamente, cuya presencia incipiente- hemos argumentado en este trabajo.



Bibliografía

Castells, Manuel. La era de la información:
Economía, Sociedad y Cultura.

Volumen II. El Poder de la Identidad. Alianza Editorial, Madrid, 1998.

Díaz, Esther. Para una Genealogía de la Epistemología. Editorial U.N.R. Rosario, Argentina, 1995 .

Giddens, Anthony; Turner, Jonathan y otros. La Teoría Social Hoy. Editorial Alianza Universidad, Madrid, 1990.

Giddens, Anthony. "Hermenéutica y Teoría social".

Capítulo 1 de su libro Profiles and Critiques in Social Theory.

University of California Press, Londres: Macmillan/Berkeley, 1982.

Giddens, Anthony. La Constitución de la Sociedad.

(Bases para la teoría de la estructuración). Amorrortu editores. Buenos Aires, 1995.

Heritage, John. "Etnometodología". En La Teoría Social Hoy. Op. Cit. p. 290 y passim.

Joas, Hans."Interaccionismo Simbólico". En La Teoría Social Hoy. Op. Cit. p. 112 y passim.

Sotolongo, Pedro Luis. "Epistemología, Ciencias Sociales y del Hombre y Salud". En la Revista Ateneo (OMS-MINSAP), Vol. 3-5, La Habana, Julio- Diciembre, 1995.

Sotolongo, Pedro Luis. "La construción epistemológica del saber en Psiquia-tría". En la Revista Diosa Episteme, No. 3, Rosario, Argentina, 1997.

Wallerstein, Immanuel. "Análisis de los Sistemas Mundiales". En La Teoría Social Hoy. Op. Cit. p. 398 y passim.


Notas

1-`Objetivante´, con justicia, en tanto en su tratamiento de la figura epistemológica clásica de la relación sujeto-objeto, reduce el primero a un sujeto lógico-metodológico, es decir, a un sujeto de operaciones lógicas y/o metodológicas universales, objetivado (es decir, incapaz de `contaminar´ de subjetividad al objeto indagado), convirtiendo aquella relación en una relación entre dos `objetividades´, cortada al talle de su pathos de `re-presentar´ (cuando no incluso de`reflejar´) las realidades indagadas "en toda su plena objetividad".

2-Apócope con que era designada cotidianamente la denominación oficialista -materialismo dialéctico- con que se impartía académicamente esta Epistemología.

3- Es decir, que remite a un pathos epistemológico que no privilegia ni al sujeto ni al objeto en el tratamiento de la figura epistemológica clásica de la relación sujeto-objeto; sino que, por el contrario, marcha en el sentido (en algunos explícita y en otros implícitamente) de su `de-construcción´, desde un tercer ámbito mediador de ambos (sujeto y objeto) y que funge como uno u otro contexto la vida cotidiana, sus patrones de interacción social y la Sinergia social, el Saber y sus Epistemes, el Discurso y el lenguaje comunicativo, la conciencia tácita pre-reflexiva, el inconsciente y el Deseo, la interacción con el medio ecológico, el Poder y la Praxis Social en general - desde cuya complejidad de articulación son aqué1los generados a través de paralelos, simultáneos y concomitantes procesos de objetivación y subjetivación sociales.

4-Otros esfuerzos indagativos que han integrado el énfasis hacia la subjetividad han sido los llevados a efecto por el Cognitivismo y el Construccionismo, que con su pathos de enfatizar el papel activo de la subjetividad en los procesos de cognición y, en general, en los procesos de simbolización, han tenido un impacto, ante todo, en las Ciencias Pedagógicas y en la Psicología. En este trabajo nos ha interesado, por sobre todo ello, el impacto de la Epistemología `de la subjetividad´ en el ámbito sociológico de la Teoría social.

5-"Hermenéutizante", en tanto parte de la premisa epistemológica de que los hombres y mujeres reales producimos y reproducimos nuestra vida social no como "robinsones" , ni como portadores de ningún a -priori-kantiano, sino tramados en patrones de interacción social e inmersos en contextos de Praxis interpersonal social e histórica y, por lo mismo, como herederos/ legadores de horizontes de sentido histórico-sociales; de cuyos contextos y horizontes de sentido –y de nuestra comprensión pre-reflexiva( tácita e inconsciente) y reflexiva-interpretativa (es decir, consciente y hermenéutica) de los mismos- es que siempre dimanan paralela, simultánea y concomitantemente, tanto las estructuraciones objetivas de nuestras sociedades como la constitución de nuestras propias subjetividades.


Pedro Luis Sotolongo Codina. La Habana, febrero 2000. e-mail: filosof@ceniai.inf.cu

     
   
   
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