Impacto del período especial en la vida
cotidiana de la mujer cubana, en la década de los años 90
Victoria Pérez Izquierdo
PONENCIA PRESENTADA AL TRIBUNAL INTERNACIONAL. MUJERES CUBANAS
CONTRA EL BLOQUEO, EL 21 de Marzo de 2002, PALACIO DE LAS CONVENCIONES, CIUDAD
DE LA HABANA
Enero, 2003
INTRODUCCIÓN
La ponencia que se presenta, constituye una recopilación
de estudios del INIE y otras instituciones para constatar el impacto que ha tenido
el periodo especial sobre la vida cotidiana de la mujer en Cuba.
Aborda un panorama general de la situación económica en los años 90', enmarcado
como los años más dificiles de la crisis, donde se implementaron un conjunto de
reformas en diferentes ámbitos de la economía nacional.
Las esferas analizadas son en primer lugar la del empleo y su vínculo con los
ingresos monetarios, la situación educacional y de salud, la dificil situación
presentada con los alimentos y su preparación en el hogar, el servicio de electricidad
y el combustible para cocinar.
También se aborda la compleja problemática del transporte de pasajeros, la cual
se mantiene hasta nuestros días, al igual que la dificil situación confrontada
con la construcción, reparación y mantenimiento de Viviendas en todo el país.
Igualmente, se analizan los servicios deficitarios que hoy se prestan a la población,
en particular a la mujer, y se costatan una serie de limitaciones materiales en
el hogar que agobian y limitan el trabajo de la mujer en el marco familiar.
DESARROLLO
El escenario económico de los años 90, denominado periodo especial para los cubanos,
ha impactado con fuerza a toda la población y en particular a las mujeres, sobre
todo por la amplia participación que tiene la mujer en la vida socioeconómica
del país.
Con la caída del campo socialista en los países de Europa del Este, el país reduce
su capacidad exportadora en un 73% perdiendo además sus mercados, al ser estos
paises sus principales socios comerciales. El país se ve obligado a un fuerte
proceso de ajuste económico, con la premisa de preservar los logros sociles. Es
precisamente en la década de los años 90 donde se produce el recrudecimiento del
Bloqueo de Estados Unidos, aprobado oficialmente desde 1962, a partir de Leyes
como la Torricelli en 1992, la Helms Burton en 1996.
Estas acciones determinan que a pesar de los esfuerzos del gobierno cubano, las
afectaciones a la economía tengan elevada relevancia, confrontándose limitaciones
de recursos de consideración lo cual repercutió en las condiciones de vida de
los ciudadanos, las familias y todos sus miembros, pero de manera muy especial
en la mujer cubana.
Las mujeres además de tener una activa participación en la vida política, económica
y social del país, tienen una alta responsabilidad en el funcionamiento de los
hogares cubanos, es por ello que sin dudas han sufrido con mayor fuerza las limitaciones
del periodo especial, en muchos casos agravadas por las acciones provocadas por
el bloqueo, como son las prohibiciones en la venta de alimentos y medicamentos
a nuestro país, la falta de créditos frescos para poder reanimar la economía,
entre muchas medidas que han tenido como objetivo ahogar la revolución cubana.
La mujer ha tenido que desarrollar estrategias de sobrevivencia, adaptarse a las
múltiples transformaciones económicas desarrolladas en esta etapa de crisis, así
como afrontar la carencia de productos y servicios, haciendoles frente con iniciativa
y creatividad para salvar la familia creada.
Numerosos son los ejemplos que se pueden enunciar de cómo es afectada la vida
de las mujeres en los años más dificiles de la crisis.
En materia laboral, las mujeres cubanas constituyen un potencial importante
en la fuerza de trabajo del país y del personal técnico calificado que las colocó
desde inicios del periodo especial en una posición estrategica para acometer las
transformaciones socioeconómicas que permitieran al país salir de la etapa de
crisis más aguda. La participación de la mujer en el empleo asciende a un 43%
en la ocupación estatal civil y son el 66 % de las graduadas universitarias.
Es importante resaltar que esta alta participación de la mujer en el empleo se
soporta en una serie de legislaciones en materia de empleo y salarios que han
posibilitado su incorporación y permanencia en la vida económica, entre ellas
la no discriminación real para acceder a un empleo, de igual salario que el hombre;
la existencia de círculos infantiles y servicios de seminternado escolar, derecho
a la licencia de maternidad por un año; existencia de comedores obreros, entre
otras.
Al igual que toda la población trabajadora, las féminas a mediados de la década
de los años 90, especificamente durante los años 1993 y 1994, sintieron la contracción
del empleo y fueron afectadas con la aplicación del proceso de redimencionamiento
de los Organos de la Administración Central del Estado, donde fue desarrollado
un proceso de racionalización de plantillas, medida necesaria en busca de eficiencia
productiva. Este proceso se desarrolló de forma gradual, las mujeres al igual
que los hombres recibieron subsidios (60% de sus salarios) mientras tanto se recalificaban
hasta ser reinsertadas en empleos necesarios, pero estos subsidios se diferenciaron
para aquellas mujeres único sosten del hogar, y madres solteras. Téngase presente
que entre los años 1993 y 1995 la ocupación total disminuyó en cerca de 200 mil
trabajadores.
Fueron muchos los esfuerzos para proteger el empleo femenino y lograr la permanencia
de la mujer en la fuerza de trabajo (subsidios, tratamiento diferenciado a madres
solteras, jefas de hogar, a las discapacitadas, gestantes; se revitalizan las
comisiones de empleo femenino), pero el impacto social y económico al perder sus
empleos estatales provocó el desarrollo de estrategias de sobrevivencias alternativas
para incrementar sus ingresos en apoyo al nucleo familiar.
Se aprecia como la mujer en esta etapa rompe los esquemas del empleo tradicional
para mujeres y se encuentran empleadas en todos los sectores de la economía. Continuan
siendo predominantes en los sectores de educación y salud, con más del 75% del
total de los trabajadores, el 45% en la Ciencia y la Técnica, el 50% en las Comunicaciones
y el 28% en la Industria, pero en adición han ampliado su participación en el
sector agropecuario (21%), ascienden a más del 25% de los trabajadores por cuenta
propia (que a diferencia con América Latina reporta elevados ingresos) y son el
33% de los dirigentes.
Es importante señalar que en esta etapa difícil desde el punto de vista económico
para la creación de nuevos empleos, 10 mil amas de casa y mujeres desvinculadas
del estudio se reinsertaron al mundo laboral, incorporándose a programas como
la agricultura cañera, cultivos varios, programas del café y tabaco y de autoabastecimiento
local.(1)
En el analisis de los ingresos es conveniente recordar que se produjo una
reducción del poder adquisitivo del peso cubano, en 1994 un dólar costaba 150
pesos y la oferta era limitada, esto implicó que la mujer tuviera que disminuir
considerablemente los gastos de su familia y priorizara sus ingresos fundamentalmente
a la compra de alimentos, tratando de subsistir.
Muy en vínculo con el empleo, durante estos años, se presenta un desestímulo por
el trabajo para el caso de las profesionales,(2) ya que sienten que sus ingresos
no resuelven sus problemas cotidianos, al no recibir propinas, ni estar vinculadas
a sistemas de estimulación o de pago. Esto provocó una emigración hacia puestos
de trabajos en empleo más atractivos como el turismo o actividades emergentes.
De igual forma en el caso de las mujeres dirigentes que tienen un peso importante
hoy día, ocupando el primer lugar en América Latina, se aprecia que sus ingresos
son inferiores a los hombres ya que por lo general asumen cargos directivos en
los niveles medios o bajos. Las mujeres no quieren aumentar su responsabilidad,
pues dichos cargos requieren de un tiempo extra para desarrollarlos, lo cual reduce
el tiempo dedicado a su casa y a la familia, además de reducir su tiempo libre.
En adición se aprecian diferencias de ingresos entre hombres y mujeres, no porque
existen discriminaciones al respecto en nuestro país, por el contrario, la mujer
cada dia accede en mayor medida a puestos que no son los que tradicionalmente
desempeñaba, pero sucede que la féminas tienen en términos estructurales un peso
importante en las categorías ocupacionales de servicios y administrativas (87
y 55% respectivamente) que por lo general son plazas de menor remuneración.
En el ámbito educacional, donde la mujer representa el 75% de la fuerza
de trabajo se produjo en los años 93 y 94 un exódo importante de profesores -
el 10% de la fuerza docente-, por una combinación de causas, los problemas relativos
al transporte, problemas familiares y dificultades materiales, así como emigración
a otros sectores más atractivos de la economía.(3) Igualmente las condiciones
de trabajo se deterioraron con la falta de materiales y perdio prestigio la figura
del profesor.
Este es un ejemplo evidente de cómo la mujer busco vías alternativas para incrementar
los ingresos al hogar, sobre todo orientándose a sectores con acceso a las divisas
u otros beneficios como estimulación monetaria o en especie. En la actualidad
se observa un retorno importante de estas mujeres a su profesión, en el curso
escolar 2001-02, las bajas son solo el 1,2%, frente a un 350% de retorno, lo que
es expresión no solo de la recuperación económica del país, sino de la batalla
de ideas y el reconocimiento a la labor del maestro.
Una afectación sensible a pesar de los esfuerzos se produjo en la impresión de
libros y cuadernos de trabajo, disminuyó la venta de uniformes y la entrega de
libretas y útiles escolares, por falta de financiamiento para dedicar a estos
renglones. Estos aspectos constituyeron no solo problemas del sector sino de las
madres cubanas las cuales con su creatividad y empuje dieron respuestas a las
dificultades a fin de que la enseñanza pudiera continuar brindándose a todos nuestros
niños y jóvenes.
En el caso del sector salud, donde el 70% de sus empleados son mujeres,
igualmente, a pesar de existir voluntad de gobierno, se sintieron los efectos
del bloqueo, sobre todo a partir de las retricciones de recursos con que operó,
dadas las limitaciones de divisas.
Entre las consecuencias de mayor impacto para nuestra población, se encuentran
la falta de medicamentos básicos en farmacia, incluyendo las almohadillas sanitarias
para la mujer. Es importante resaltar que Estados Unidos niega la venta de medicamentos
a Cuba, y es el país que produce el 50% de las nuevas drogas farmaceúticas, más
del 80% de los nuevos productos biotecnológicos, así como controla las patentes
vigentes por 17 años.(4) Con estas restricciones, Cuba no tiene acceso a medicamentos
de tercera generación, ni a equipamiento de alta complejidad tecnológica, lo cual
tiene su impacto en la elevación de la calidad en la prestación de los servicios
de salud.
Esto ha hecho que las mujeres recurrieran a la medicina tradicional, sin una amplia
cultura sobre el tema, con el afán de curar a sus hijos y familiares a cargo,
a partir de la escacez de medicamentos, sobre todo los unguentos, cremas y pomadas,
así como los déficit en óvulos, tabletas vaginales, líquidos orales y ampulas,
medicinas de amplio consumo dado las características del clima cubano.
Las instituciones hospitalarias, mantenían restricciones financieras, que implicó
descentralizar los servicios de salud, hacia el pilar del médico de la familia
que fue nuestro apoyo para no deteriorar los índices de salud alcanzados, sobre
todo cobertura y acceso universal y gratuito. Se disminuyó el número de ingresos
hospitalarios, llegando a este nivel de atención especializado y de altos costos,
solamente aquellos casos que no podían ser atendidos en los niveles primario y
secundario de salud. Las condiciones materiales en los hospitales se vieron seriamente
afectadas por la falta de insumos como (equipamiento de esterilización, troques,
etc); es decir, las mayores afectaciones en el suministro se produjeron con aquellos
productos que son de origen importados o producciones nacionales con insumos externos.
La esfera de la alimentación constituye un área de gran afectación en los
años más críticos de la crisis. Entre 1989 y 1993, a partir de perder Cuba sus
relaciones de intercambio favorables y recrudecerse el bloqueo de Estados Unidos
sobre la isla, se aprecia un deterioro en los índices que miden la seguridad alimentaria.
Dos de los hechos más visibles fueron la epidemia de neuritis y la pérdida de
peso corporal en la población.(5) Esta tendencia comenzo a revertirse a partir
de 1994, con un conjunto de acciones realizadas por el Sistema de Salud cubano
y en particular para la mujer, a través del programas específicos como el materno
infantil, que vela por el estado nutricional de la embarazada.
Al interior del hogar, esta problematica representa a diario un problema para
la mujer que es generalmente, quien enfrenta esta tarea, afectándose la dieta
por la carencia de productos en los mercados existentes, así como la inestabilidad
en la oferta de algunos productos y/o elevados precios para el nivel de salarios
vigente.
El combustible para cocinar (keroseno, gas licuado y manufacturado, electricidad,
alcohol) también se vio reducido, lo cual agudizaba la situación de la mujer trabajadora
al llegar al hogar, en su condición múltiple de trabajadora, ama de casa y madre.
En particular el consumo percápita de kerosina -constituye el principal combustible
utilizado en el hogar para la cocción de alimentos, fundamentalmente por las familias
del interior del país- cayó bruscamente de aproximadamente 60 kgep/ hab en 1989
a algo más de 20 en 1993, continuando su reducción hasta 19 kgep/ hab en 1998;
momento a partir del cual se observa una lenta recuperación en los niveles de
entrega de este combustible, hasta alcanzar en el año 2000, la entrega del año
1993. (20 kgep/ hab).(6)
Estas limitaciones obligaron a las mujeres que tradicionalmente están responsabilizadas
con esta tarea doméstica, no solo a dedicar mayor número de horas en la elaboración
de los alimentos, sino a utilizar otros combustibles para cocinar, siendo los
más utilizados la leña, el carbón y el diesel, y en menor medida el gas y la electricidad.
La drástica reducción de los recursos energéticos tambiém implicó severas afectaciones
del servicio eléctrico. El consumo de electricidad en los hogares, durante
los años 1993 y 1994 fue seriamente afectado, donde el número de horas sin electricidad,
en la capital del país por ejemplo estuvo entre 8 y 10 horas diarias.(7)
Estas dificultades confrontadas con la generación de energía eléctrica afectaron
a toda la población, pero a la mujer mayoritariamente, al tener que acumular las
actividades en espera de la corriente eléctrica. Igualmente, los cambios de voltaje,
e intermitencias en el fluído eléctrico han tenido consecuencias serias en la
rotura de equipos electrodomésticos y la no posibilidad de repararlos ni reponerlos,
por falta de materias primas y piezas de origen importado; lo cual va en detrimento
del trabajo doméstico de la mujer.
El transporte de pasajeros, es otra de las ramas que se contrae considerablemente
en estos años de crisis, no solo por la disminución de combustible, sino por la
falta de créditos, piezas de repuestos y materiales para reparar y reponer el
parque de equipos existente. De esta forma, la reducción del número de viajes
fue un hecho y el número de pasajeros transportados disminuyó de 2693.4 miles
en 1989, a 461.2 miles en el 2000, solamente en el transporte de omnibus.(8) Esto
implicó las largas horas de espera que tuvo que afrontar la mujer para llegar
al hogar a encontrarse con muchos otros problemas, algunos ya mencionados.
Otro de los problemas que impactó con fuerza la vida cotidiana de la mujer en
los primeros años de la década de los 90, lo constituyó la limitación de recursos
para el hogar, la baja oferta de productos y servicios en los mercados existentes
y la falta de divisas que implicaron restricciones de importancia en el marco
del hogar.
· La carencia de artículos de higiene y limpieza -jabón, detergente-, hicieron
mucho más dura la vida de la mujer, así como la escasez de instrumentos de trabajo
en el hogar. Esto constituyó un problema básico de la mujer.
· Las limitaciones en la disponibilidad de ropa y calzado para sus niños y adolescentes
ha sido una preocupación constante de las madres para con sus hijos.
· La escasez de artículos de primera necesidad para la población durante estos
años, entre otras causas condicionada por las restricciones en cuanto a comercialización
impuestas a Cuba, han implicado que en particular la mujer sintiera con mayor
fuerza la falta de productos específicos de consumo femenino -champú, desodorantes,
maquillajes, ropa interior. La mujer cubana que tiene patrones culturales propios
acerca de la belleza y aspira a sentirse atractiva y presentable en todo momento,
innovó productos sustitutos para dar respuesta a estas demandas, y mantener su
presencia femenina frente a su pareja, sus compañeros de trabajo y sus amigos.
· Igualmente, las producciones consideradas como útiles del hogar -sábanas, toallas,
cortinas de baño- desaparecieron de los mercados durante los años de mayor contracción
económica (1993-1995) y una vez más se puso de manifiesto la iniciativa de la
mujer cubana para resolver los problemas con optimismo y esfuerzo propio.
Es importante hacer referencia a la crítica situación que han presentado los
servicios a la población que en buena medida contribuyen a aliviar el
trabajo doméstico de la mujer y sirven de apoyo a las trabajadoras (Lavanderías,
Tintorerías, albañilería y plomería, reparación de calzado, de electricidad)
los cuales han mantenido en estos años un déficit de insumos y materiales de
consideración, lo cual ha condicionado la reducción de la prestación de estos
servicios y los que se brindan son de baja calidad, lo cual implica una demanda
acumulada en la población, fundamentalmente de la mujer de manera que pueda
reducir el tiempo de trabajo domestico a favor del incremento de su tiempo libre.
La paralización del Programa de Construcción y Reparación de Viviendas
por falta de recursos financieros y materias primas, implicó, un deterioro del
fondo útil de viviendas, la industria de materiales de construcción tuvo afectaciones
sensibles con el combustible, lo que implicó que en la etapa 1991-1995 se terminaran
como promedio unas 30000 viviendas por año, correspondiendo el 72% al sector
estatal y cooperativo.(9) Estas cifras son insuficientes para eliminar el hacinamiento
en los hogares y el correspondiente estrés que agudiza el deterioro de las relaciones
familiares. Las mujeres representan el 36% de las jefas de hogar(10) y en muchos
casos con elevada carga familiar de ancianos.(11)
Adicionalmente a las limitaciones para las nuevas construcciones, se presenta
el deterioro acumulado por la falta de mantenimiento y reparación a las viviendas.
Esto repercute en un malestar de la mujer al no poder reparar su vivienda y/o
no poder mantener un hogar con un confort adecuado para una vida en familia.
Las investigaciones apuntan que no obstante, las medidas tomadas que incidieron
en el incremento de la participación de la mujer en la fuerza de trabajo a finales
de los 90, las mujeres cubanas han sido heroínas de estos años de crisis y ajuste
económico asumiendo el gran desafio que representa la doble jornada, en condiciones
de carencias como las que hemos comentado entiéndase, alimentos, vestuario y
calzado, reducción del combustible para cocinar y falta del fluído eléctrico,
inexistencia de artículos de higiene y limpieza, serias limitaciones con el
transporte, así como el mantenimiento de sus viviendas y el equipamiento del
hogar.
Esto ha implicado mayor impacto del periodo especial de la mujer, dentro de
la familia que otros miembros del hogar con menores responsabilidades, lo cual
ha obligado a la mujer cubana a crecerce, adaptarse al nuevo modelo de desarrollo
modificado por las transformaciones socioeconómicas llevadas a cabo, sobre los
principios de nuestro sistema socialista, donde la justicia y la equidad son
las bases que permiten un papel activo de las mujeres en estas transformaciones.
Notas
1- FMC, 1998, "Mujer, Economía y Desarrollo Sostenible",
Encuentro Internacional de Solidaridad entre Mujeres
2- Nuñez, M., Felipe, E., Vázquez A., 1998, "El ajuste económico en los 90 en
Cuba y la mujer: realidades y políticas para evitar la pobreza", Universidad
de La Habana.
3- Gómez, L. I., Periódico Granma, 3 de julio de1 2001
4- 1998, " Impacto del Bloqueo de EEUU sobre la alimentación y el Sistema de
Salud cubano", American Association for World Health, Washington, D.C, USA.
5- Ferriol, A., 1998, " La Seguridad Alimentaria en Cuba", Revista Cuba: Investigación
Económica, INIE.
6- Somoza, J., 2002, " Consumo de energía en el sector residencial", Documento
de trabajo, INIE.
7- Ibídem
8- Machoqui, N., 2002, "Situación del transporte de pasajeros en Cuba", Documento
de Trabajo, INIE
9- Atienza, A., 2001, " Evolución de la Vivienda en Cuba", INIE
10- CEDEM, ONE, IPF, 1997, " Encuesta nacional de Migraciones"
11- Pérez, V., 1996, " La Familia Cubana: Una Caracterización"; y 1998, " La
Población en Riesgo desde la Perspectiva de Género", revista Cuba: Investigación
Económica, INI
Lic. Victoria Pérez Izquierdo. Economista, Investigadora. Instituto
Nacional de Investigaciones Económicas