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Participación popular y trabajo social

José Castillo Águila

El tema que sometemos a su consideración no es, ni debe
ser visto como algo acabado, es en última instancia, tan solo el intento de abordar una polémica inconclusa. Como tal, demanda una reflexión colectiva-crítica desde una perspectiva sistémica y multidisciplinaria.

Nuestro propósito es acercarnos al debate y desde nuestra perspectiva reflexionar en torno al rol del trabajador Social y sus potencialidades para desarrollar la Participación Popular.

En cualquier circunstancia social sólo existe un número limitado de maneras para enfrentar el inevitable choque de valores. Uno podría ser mediante la segregación geográfica. Otra manera más activa es "salirse". Otro modo para enfrentar las diferencias en lo individual o cultural puede ser a través del diálogo. En este caso, el choque de valores puede operar como vehículo de comunicación de auto comprensión. Finalmente, el choque de los valores puede ser resuelto por medio de la fuerza, de la violencia. La totalidad mundial sufre los impactos inevitables del proceso de la globalización lo que ha implicado que al menos las dos primeras propuestas hayan sido afectas en magnitud y profundidad de forma drástica.

Esta realidad, entre otras nos conduce a problemas teórico-metodológicos centrales en función de lograr avances fructíferos en el conocimiento. El primero se refiere a la relación entre el investigador y la investigación, enunciado como el "desencantamiento del mundo", cuyo significado es en los marcos del conocimiento científico la ruptura con el compromiso social y político, es lisonjas a la independencia de la ciencia con respecto a la política ignorando el necesario diálogo entre las ciencias, en particular las ciencias sociales y la política. Le sucede, el "reencantamiento del mundo", cuya propuesta es la liberación de las barreras artificiales entre los seres humanos la naturaleza y su reconocimientito de ambas como parte del todo, pero esta propuesta no salva la separación del científico de su compromiso social y político con su mundo, ignorando que toda Conceptualización se construye sobre los cimientos filosóficos. Por tanto, las necesarias transformaciones que en los espacios comunitarios se deben objetivar no puede ser desde la perspectiva de una creencia de una neutralidad ficticia, el trabajador social fue y es un sujeto político, reproductor de relaciones de poder, de un paradigma social.

El desarrollo comunitario mediatizado por el trabajador social es sólo posible y entendido a través del prisma de la relación dialéctica Sociedad Política -Sociedad Civil, sustentado en la tesis siguiente: No se puede hablar de desarrollo comunitario o de desarrollo local, al margen o ignorando los mecanismos de poder establecidos dentro de la sociedad política o el sistema político de una sociedad concreta.

El análisis de la política y las relaciones políticas luego del aporte trascendental formulación por Marx de la concepción materialista de la historia y en particular, la precisión de F. Engels “en última instancia” seria improcedente pensar que el ámbito de lo político es pensable al margen de relaciones sociales concretas, de las relaciones que se gestan en la vida cotidiana, particularmente de la comunidad. Al mismo tiempo seria improcedente pensar la comunidad en un mundo donde prima la desigualdad y esta se acrecienta día a día y donde las diferencias clasistas no solo se acentúan, sino que con tanta fragmentación casi parece que las clases desaparecen, sin la actividad política dada la influencia de esta en la vida social.

El trabajo social es un fenómeno secular. Tiene sus raíces en los mismos albores del desarrollo humano, a través de la ayuda mutua, que puede considerarse como uno de los impulsores fundamentales que compensan los desajustes entre los seres humanos. Se origina en la formación económico social capitalista, con la acentuación de la división social del trabajo, lo que provoca en las clases explotadas, una acrecentación de las necesidades humanas y de su insatisfacción.

El trabajo social, en su correspondiente desarrollo, transitó por diferentes etapas, que van desde formas filantrópicas, hasta convertirse en un ejercicio asumido por el Estado que siempre ha perpetuado a través de él, la defensa de sus intereses.

Resulta de inestimable valor al análisis, al menos sintéticamente, abordar la historia del problema del objeto de estudio del trabajo social.

En el mundo antiguo, los trabajadores y clases modestas gimieron bajo el yugo de la esclavitud, el trabajo, en particular el manual era despreciado, era atributo de naturaleza esclava, sólo los individuos con tales características debían asumirlo, era por tanto, incompatible con los derechos políticos, en esta dirección encontraron Platón, Aristóteles, Cicerón, entre otros. Su sucesor el trabajo gremial una de las fuentes económicas fundamentales del medioevo, reflejo si bien un salto cualitativo no resuelve el problema de la desigualdad. Consolidó esta jurídicamente.

El liberalismo desde su origen coloca el interés personal como núcleo esencial de la existencia humana, como libertad absoluta, desenfrenada, sin límite alguno, como se le concibe en la Declaración de los Derechos del Hombre (1789) que se edifica en los cimientos teóricos proporcionados por el humanismo neopagano, el protestantismo y en el filosofismo. A la vez que sientan las bases para el desarrollo acelerado y el egoísmo. El despliegue del trabajo social esta asociado a las necesidades de existencia humana al que el desarrollo científico y tecnológico alcanzado hasta nuestros días no ha podido aportar soluciones eficaces, tan solo paliativos.

El problema del trabajo social, a pesar de su antigüedad no ha ocupado un espacio en el saber, que se traduzca en la organización de un sistema teórico con su aparato categorial propio, imprescindible para la formación de una Ciencia. Se trata de un fenómeno que arrastra la urgencia y paralelo a ello la carencia de una visión científica. En su lugar ha predominado la fragmentación. Por otro lado se ha considerado la materia de trabajo social como un problema práctico y no conceptual para las ciencias y la confección de las estrategias político-sociales concretas.

¿Por qué es necesario el trabajo social y derivado de ello su necesaria e imprescindible definición del objeto de estudio, de todo su entramado teórico?

El trabajo social tiene su génesis en la propia naturaleza contradictoria de la existencia humana, pues el hombre tiene necesidades, anhelos, proyectos que no siempre pueden ser materializados porque el entorno social no propicia las condiciones necesarias. Esto ha puesto de manifiesto en las diferentes Formaciones Económico Sociales con particular énfasis en el capitalismo, cuya contradicción fundamental es alienante por su propia naturaleza proliferando la insatisfacción de los sujetos sociales tanto desde una perspectiva material como espiritual.

El trabajo social en el capitalismo ha sido un instrumento de legitimación del sistema. Ello explica que no es ni puede ser concebido para potenciar al sujeto como ser social. Sin embargo, al socialismo, como ningún otro sistema social le es interés primordial, el desarrollo social desde la participación popular por tanto, el trabajo social es propósitivo de un nuevo modelo de existencia y desarrollo social desde la auto transformación.

Su presencia en los marcos de la realidad cubana, no puede ser entendida sólo como paliativo a la realidad devenida luego del derrumbe del Socialismo, es también instrumento de desarrollo del individuo propiciando su papel protagónico en la solución de sus necesidades o la comprensión de su realidad social.

A partir de esta problemática constituye un reto intentar el análisis del trabajo social como disciplina científica y su consecuente elaboración teórico-conceptual del sistema de conocimiento.

Aproximarnos a la multidiversidad de enfoques acerca del trabajo social nos coloca ante los imperativos siguientes:

  • Valorización critica de lo formulado sobre el objeto de estudio

  • Acercamiento a un objeto de estudio que articule con las verdaderas necesidades humanas.

La emergencia de esos dos grandes polos yuxtapuestos: pobreza y opulencia que alcanzan una corporación uniformes, con el advenimiento de la sociedad clasista, generan simultáneamente el accionar de individuos impulsados por el bien ante las desgarradoras realidades humanas. Si bien estas actuaciones expresan una actitud filantrópica no impacta directamente al elemento causal: la relaciones de explotación. Esta contradicción antes enunciada nos permite comprender que el problema de la reproducción del sistema capitalista desde sus orígenes ha implicado la conexión entre los sujetos sociales y una idea, un modelo de existencia que ha enarbolado la concepción de un sistema acabado, insuperable: donde los hombres están en condiciones de alcanzar la multiplicidad de bondades que el régimen en cuestión enarbola como particularidades.

En realidad, se trata de ocultar mediante paliativos la insuficiencia y la ruptura histórica del sistema en su devenir.

El despliegue del conjunto de fórmulas tendentes a extender en el tiempo el sistema capitalista ha aglutinado, entre otros, en la formulación de una gama multidiversa de ideas y enfoques de concepciones acerca del trabajo social y su objeto. Ello no es casual, desde una perspectiva asistencialista responde a la necesidad antes apuntada.

El hecho de precipitar la acción del trabajo social desde un plano práctico puede justificarse ante la agobiante realidad social, pero ello limita la posibilidad de un enfoque causal, procedimiento factible ante la carencia cultural de los sujetos sociales lo que implica, su mantención dentro de los códigos del sistema burgués y su inevitable reproducción y extensión del sistema capitalista.

Así, las concepciones históricamente descritas ponen de relieve esta agobiante realidad.

El capitalismo como modelo de desarrollo, significo un salto trascendental en el devenir, pero su esencialidad nos revela su profundo carácter contradictorio: por un lado derrumbó la mística que se interpuso al desarrollo, en su lugar estimuló como ningún otro modelo, el desarrollo social pero a cambio de ello a su protagonista principal, el hombre, lo anula, lo niega generando un estado puramente de reproducción de alineación.

Esto explica a que el arribo a una formulación, sea cual fuere sus autores por ello existirá una posibilidad con estas cuatro ideas. No obstante, resulta muy útil, profundizar en la relación individuo-medio social. Ello no es casual, obedece en primer término a que el individuo es el reservorio de las capacidades culturales de sus valores político, éticos, estéticos, entre otros y en consecuencia puede o no legitimar el medio social, lo cual condiciona ser sujeto consciente del cambio o un actor formal del mismo. Por otro lado, determinadas estructuras sociales prevalecientes al interior de las comunidades y con las cuales objetivamente interactúan estos no pueden ser ignorados, entre ellas descollan en el orden sico-social las siguientes: sistemas culturales, organización social, estructura de clases, mecanismos de poder, etc y los tipos socio sicológicos como: los de estructura de la personalidad, capacidades, actitudes, condiciones morales, etc.

Resulta evidente que el despliegue del trabajo social no puede transcurrir al margen de la interacción de estos aspectos, porque el objeto de trabajo social va dirigido hacia la totalidad social, porque ese destinatario se manifiesta en su individualidad fruto de lo endógeno y lo exógeno. Esto último no puede sustraerse a factores de influencia que desbordan los límites de la comunidad, incluso el territorio para alcanzar la realidad mundial, que inevitablemente lo mediatiza e impacta aunque su núcleo esencial en el pasado ha estado sintetizado en el plano palioativo, generando que las visiones del presente incluso del futuro están condicionadas por sus orígenes. Otro elemento importante resulta la necesaria articulación del problema del objeto de trabajo social con otros saberes afines, lo que implicaría un universo de nuevas ideas que confluirían positivamente en la conformación del concepto del objeto de trabajo social, que no debe ser reducido a la relación de lo objetivo-subjetivo, al individuo-situación_ problema, a las necesidades sociales a las relaciones interpersonales u otros nexos relaciónales.

Por otro lado no se puede concebir el objeto del trabajo social vinculado a los malestares personales cuya solución sea posibilitar la intervención para el logro del mejoramiento de la adaptación a través del convencimiento de la estructura de dos personalidades de los sujetos, propiciando el cambio en sus actitudes o capacitando con el fin de transformar las condiciones sociales que coadyuvan al crecimiento del bienestar personal.

Todas las formulaciones analizadas hasta este momento son limitadas, pues tanto desde la perspectiva, psicológica, sociológica no rebasan los estrechos marcos del asistencialismo, que si bien no resuelven el problema desde un enfoque causal, si constituyó un mecanismo que resolvió las apremiantes necesidades sociales; pero el asunto es mucho más complejo y profundo, pues se trata de un problema estructural multidiverso y multilateral que requiere la concientización por parte de los sujetos de sus necesidades reales que atraviese la subjetividad de los sujetos demandantes con conocimiento de causa, es decir, que exista una identificación entre la presunta necesidad o la necesidad real; todo ello es posible a través de su participación activa y auto transformadora, capaz de propiciarle un acercamiento cada vez mayor a un espacio societal generador de auto identificación y realización humana.

El objeto de trabajo social va encaminado a la transformación socio comunitaria a través de un proceso de autotransformación, mediante el facilitador debidamente preparado con los conocimientos científicos, compromiso social y particularmente con el debido compromiso y voluntad política de objetivar los correspondientes cambios estructurales, que permitan la participación consienten en el ejercicio de gobierno, a los sujetos sociales, haciéndolos más partícipes en las decisiones de los políticos y proyectos promoviendo la capacidad de captar las contradicciones, buscar los métodos y vías para la solución potenciando así el automovimiento y el autodesarrollo comunitario.

Todo ello y mucho más nos servirían sólo para fotografiar la realidad pero de lo que se trata a juicio del autor, es encontrar no lo contingente sino lo causal, y ello está en la relación permanente, contradictoria e insoluble de las necesidades, que desde una perspectiva marxista-leninista clásica está en los intereses de los hombres -todo intento de aproximación, de interpretación de la esencia y existencia humana, transcurrirá necesariamente por ese lado crucial -móvil de la actuación humana en función de la satisfacción de sus necesidades, con lo cual se identifica la necesidad con la participación- aún cuando esta última desborda los límites de las necesidades- de los sujetos sociales en la solución de sus demandas, ello no niega la interpenetración de los recursos materiales y/o espirituales, está implícito.

Las comunidades a `pesar de su conformación múltiple y diversa revelan su pertenencia social y sus concomitantes contradicciones, sólo atenuables en determinada medida y soluble en el futuro, cuando armonicen intereses, resultado de una superación dialéctica y no de una simple anulación.

Por otro lado, resulta poco realista la idea de diluir el objeto de trabajo social en todas las ciencias afines. ¿Acaso este no tiene identidad propia como fenómeno social?. Considero que sí, no obstante, resulta necesario puntualizar que hoy no es posible hablar de ciencia pura, cada vez más se entrecruzan, se presuponen mutuamente, dado la complejidad del cocimiento lo cual no niega lo singular de cada una de ellas, ese es su objeto como ciencia del y la concerniente al trabajo está ahí también.

Hoy como nunca antes, esta idea, ante el vertiginoso proceso de globalización que se opera, se reacomoda, la interacción del objeto de trabajo social encuentra un espacio de polémica, justificación y formulación teórica de una amplia gama política, económico y social. Está en juego la sobrevivencia legitimadora de las ideas políticas polarizadas. Esto revela con nitidez los riesgos que atraviesa la sociedad actual, y que el lugar principal de reproducción de la vida política social y económica está en las comunidades. Estas, las comunidades, no son ya agrupaciones humanas, son espacios de reproducción en toda su dimensión, y es allí donde se construye y afirma el proyecto, los demás escenarios no pierden su valor y significado, pero este es indiscutiblemente el eje central.

Estamos hablando que el objeto de estudio del trabajo social en Cuba tiene que llevar implícito un enfoque de comunidad que rebasa el estudio y dañino marco de género, raza blanca, mestiza, u otras se trata que el sólo hecho de o asumirlo como idea significa una ruptura de esencia, apuntamos a construcción de una comunidad de historia y de valores. Martí decía con todos y para el bien de todos y de lo que se trata es de desbordar los límites estrechos, de lo único y asumir lo múltiple.

Podemos resumir las limitaciones y los errores históricos del trabajo social en:

1. Remedio y caridad. Su carácter asistencialista.
2. Falta de concreción e interrelación con otras ciencias. Definiciones fragmentadas.
3. Interpretarlo como un problema práctico.
4. Ver a los sujetos como ineptos, incapaces de solucionar
los problemas y generar cambios sustanciales.
5. Carácter paternalista.

6. Manipulación ideológica.

7. Excluir el papel que desempeña el trabajador social. Anular su identidad.
8. Ver el hombre solo en función de sus problemas materiales o de sus disgustos sociales o limitaciones físicas y no como un ser plenamente humano.

9. No tomar en consideración la dialéctica de lo objetivo y lo subjetivo, lo inconsciente y lo conciente. 10. No tomar en cuenta los problemas ambientales e institucionales. 11 No considerar el desenvolvimiento del hombre en el sistema de relaciones sociales, sus posibilidades potenciales y la complejidad social en que se desarrollan.

Es decir, va dirigido el hombre en sus necesidades, ese hombre en su necesidad se acerca más al interés inmediato y por tanto la solución del problema del hombre será un acto que no desborda los límites del círculo por tanto, no presupone desarrollo. Se trata entonces que el objeto de trabajo social debe ir encaminado fundamentalmente a los problemas que articula con niveles de producción y desarrollo -lo cual no significa identidad entre ambos términos- preferente sin desdeñar las aspiraciones inmediatas, perentorias que por otro lado no pueden ser construidos desde la externalidad, sino que este proceso presupone obligatoriamente como todo proceso activo la participación activa del sujeto conciente.

La comunidad es un espacio donde lo interno determina lo externo, de ahí que el objeto de trabajo social articula con las aspiraciones de esos grupos humanos, los cuales en ultima instancia construyen su identidad y a la vez reproducen mejor el modelo de ahí entonces que el trabajo social sea una fuente de legitimación de sistema político y de la hegemonía. Esto último se alcanza a través del sistema de las escuelas y las instituciones socioculturales.

Universidad de Matanzas "Camilo Cienfuegos" Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades

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