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Elecciones y construcción socialista en Cuba

Jesús García Brigos

Democracia, elecciones y revolución en Cuba

El gobierno del Estado y sus transformaciones en la Cuba revolucionaria

Los Organos del Poder Popular: sistema cubano en la organización del Estado para la construcción socialista

Estado y representación: las elecciones en los Organos del Poder Popular

Las elecciones cubanas: breve descripción comentada

Palabras finales... para invitar a dialogar

En estos momentos se está desarrollando un nuevo proceso de elecciones generales en Cuba... ¡y aún existen personas fuera de ella que no saben siquiera que en nuestro país se hacen elecciones¡.

Tal desconocimiento no sería tan grave. O mejor dicho, pudiera ser comprensible, porque la realidad del mundo actual, de la "libertad de información" bien neoliberal, es que con respecto a Cuba se conocen muy pocas cosas de las que realmente marcan la vida de este pequeño país.

Esto, claro, no es solo una "atención preferente" hacia Cuba,- aunque hay buena dosis de ello-: la libertad de información del mundo actual es precisamente que todos tengan "bastante información"...sobre lo que al orden hegemónico le hace falta que se sepa...¡y Cuba no es de las cosas que ese orden tiene interés en dar a conocer¡. O, más bien, no son todas las cosas de Cuba las que esos intereses desean que se conozcan.

Lo grave de verdad es que, incluso de buena fe, personas de las mismas que no saben, sí repiten, apoyadas en la "información" que tienen, que en Cuba hacen falta elecciones libres, como parte, lógicamente, de "la otra parte de la historia": la ausencia de democracia en Cuba.

Sobre el tema de la democracia en Cuba ya presentamos algunas ideas en un trabajo anterior publicado en este mismo espacio, y, sin verdades "a priori", estamos abiertos al diálogo. Sin verdades a priori, como única vía para un debate serio, más allá de los discursos sobre la democracia en abstracto, a los que nos tiene tan acostumbrados mucha literatura, que no hace más que ocultar, por ignorancia o con toda intención, los elementos substanciales que es imprescindible analizar a la hora de estudiar la vinculación de los individuos al proceso de producción de su propia vida social, que es lo que está en el fondo del propio concepto de democracia.

Proponemos hoy algunas ideas sobre el tema de las elecciones, con las que pretendemos solamente aportar a un debate muy necesario, al diálogo imprescindible con las personas honestas que desean conocer a Cuba, y que desean de verdad un mundo diferente, donde hablar de democracia tenga algún sentido, porque el mejoramiento humano sea efectivamente el centro de interés de todas las reflexiones y las acciones prácticas.

Democracia, elecciones y revolución en Cuba

Vamos a hablar de elecciones. Pero hablar de elecciones en abstracto, o de elecciones sin hablar de para qué son esas elecciones, es tan anticientífico, y en definitiva poco serio, como hablar de democracia en abstracto.

Es que por algo la sociedad es un sistema, y un sistema bastante complejo por cierto.

Elecciones, democracia, libertad, igualdad,.... son términos, de diferente alcance conceptual, pero que hace algún tiempo ya se ha hecho "tradicional" ver muy ligados entre sí. Como "tradicional" se ha hecho ya, ver los contenidos que se expresan a través de estos términos solo dentro de las realidades de las formas de organizar la dirección del proceso social desarrolladas "más o menos" próximas a los ideales liberales que impulsaba la burguesía en su etapa historica como fuerza revolucionaria progresista.

Pero la realidad cubana es otra.

Cuba está enfrentando un desarrollo transformador que busca llevar la sociedad por otros cauces totalmente diferentes, que posibiliten un nuevo estadio en la relación individuo –sociedad.

El paso a este nuevo estadio no es un proceso simple. Y sobre todo, no es un proceso que esté descrito en ningún texto. Marx y Engels supieron encontrar el fundamento científico de la necesidad histórica de este paso, pero era imposible que describieran los detalles de cómo sería el salto, y mucho menos de cómo sería ese nuevo modo de desarrollo, precisamente porque eran científicos y no especuladores. Lenin, en condiciones muy peculiares, pudo, desde la práctica política, brindar importantes contribuciones a la teoría de la transición, y los rasgos de la nueva sociedad. Y el pensamiento revolucionario, en medio de múltiples conflictos y de las naturales contradicciones del desarrollo científico, ha continuado la construcción de la indispensable fundamentación teórica, en cuyo trabajo los cubanos sentimos la gran responsabilidad de contribuir. Especialmente en lo concerniente a la forma de organización del nuevo poder público, a la esencia de la organización y los modos y formas del proceso de dirección social.

Y ahí están los temas de la democracia y las elecciones dentro del ejercicio de la democracia política, en los que hay mucho de que hablar, pero aún mucho mas que hacer.

A diferencia de las "tradicionales" democracias, la cubana tiene que garantizar ante todo el acceso a los órganos de poder estatal, de representantes efectivos y eficientes del pueblo, y que ellos desde dichos órganos garanticen el Gobierno de la sociedad, con la cualidad que se requiere durante la etapa de tránsito formacional que constituye la construcción socialista, con el contenido nuevo de la actividad de gobernar, cuyo objetivo estratégico es el paso del gobierno como actividad política dentro de una sociedad dividida en clases, al autogobierno social comunista: el gobierno de la vida social que se reproduce con una naturaleza esencialmente nueva, el gobierno social durante un modo de desarrollo sobre nuevas bases.

Tratar estos temas para el proceso de transformación comunista de la sociedad plantea el desafío de que se está trabajando con categorías elaboradas para describir procesos de naturaleza esencialmente diferente. Esto podría enfrentarse elaborando nuevos conceptos, o reelaborando el contenido de los habituales aún cuando se mantuviera el término. Pero en todo caso se mantiene algo esencial: se trata de hacer teoría sobre un proceso al mismo tiempo que se está desarrollando, siendo parte del mismo, que, por más señas, es un proceso radicalmente diferente a todos los tránsitos sociales que han tenido lugar anteriormente..

Y no vamos aquí a extendernos en reflexiones necesarias, sobre las que muchos venimos trabajando hace tiempo. Vamos a tratar de ir a cuestiones bien específicas, que son las que han motivado este trabajo: la democracia y las elecciones durante su ejercicio en la actividad política en la construcción socialista cubana.

Democracia moderna y socialismo.

Democracia moderna y representantes a los órganos de poder constituyen un binomio inseparable. Y la sociedad socialista se construye en el complejo mundo de esa modernidad (¿y "post"), sobre bases reales, aunque con nuevos objetivos y por consiguiente nuevos métodos y rasgos esencialmente diferentes.

Se trata, entre otros importantes aspectos, de una democracia tal que sus representantes electos tienen que ser mucho más que simples representantes.

Por eso en esta forma de organización del gobierno que construye la sociedad cubana, el proceso de elecciones a los órganos estatales representativos tiene que ocupar un lugar muy importante, mucho más importante que el que ocupa en las tradicionales democracias liberales.... aún cuando los teóricos que las fundamentan llegan casi a reducir la esencia del proceso democrático al acto de elecciones.

Lamentablemente, no todos con la claridad de un Samuel Huntington, quien en su libro "La tercera ola", reconoce que:
"Democracia no significa que los problemas serán resueltos; significa que los dirigentes (rulers) pueden ser cambiados; y la esencia del comportamiento democrático es el hacer esto último porque es imposible hacer lo anterior...La democracia resulta consolidada cuando el pueblo aprende que la democracia es una solución al problema de la tiranía, pero no necesariamente a algo más".

Y es verdad que se puede coincidir con ese autor: en esas democracias, dentro de esos marcos, no se puede más.

Y por eso Cuba emprendió otro camino.

Con el triunfo de la revolución liderada por Fidel Castro el primero de enero de 1959, se inicia en Cuba un profundo proceso de transformaciones. Las mismas han tenido que ver con todas las esferas de actividad de la sociedad, desde sus fundamentos económicos hasta la esfera más resistente a los cambios, la esfera ideológico- espiritual.

Pero, sin dudas, una de las esferas de actividad de más profundas transformaciones ha sido la esfera política, esfera de actividad social con un carácter particularmente integrador.

En Cuba a raíz del triunfo revolucionario los cambios en la esfera política han estado marcados desde el primer momento por la profunda raíz popular del proceso que los ha engendrado, por la participación en ellos de las masas populares.

En tal sentido las transformaciones en la organización del Estado y de sus estructuras y mecanismos de Gobierno, y el papel que en ello desempeñan los ciudadanos, tiene una gran importancia en el proyecto cubano, no solo por lo que representan para el país, para el establecimiento y consolidación del propio proceso, sino en cuanto a su significación para el exterior, en particular para América Latina, en tanto que opción de proceso democratizador de la sociedad.

El triunfo de la Revolución en 1959 plantea y lleva a la práctica, ante todo, la destrucción de la anterior maquinaria de represión estatal burguesa en su forma de gobierno dictatorial. Ante la objetiva imposibilidad histórica de la eliminación inmediata de las diferencias entre las clases, y de las luchas de clase en sus diferentes formas, se establece un nuevo aparato estatal, que rápidamente transita a un Estado de definido contenido socialista.

El Estado, desde el inicio de la transformación socialista de la sociedad es, como todo estado, un instrumento de dominación de una parte de la sociedad sobre el resto, y sobre sí misma, por supuesto. Dominación cuyas particularidades están determinadas por las clases en el poder. Esto alcanza su expresión cumbre con en capitalismo, sistema que, es sus diferentes fases, es en definitiva la expresión del capital como relación de producción en todo el sistema de relaciones sociales, en particular en la política.

La revolución socialista marca el inicio de la negación de este sistema de relaciones, y, con ello, de la negación de todo el desarrollo sobre la base de la enajenación de los individuos en una u otra medida y con diferentes matices, del proceso de producción de su propia vida social. Se inicia el desarrollo de una socialidad nueva, como premisa y a la vez resultado de una individualidad más plena y libre.

A partir del inicio de la construcción socialista, el Estado, tanto en su expresión como organización del "poder público", en la que abarca todos los elementos que de una u otra forma intervienen en la dirección de la vida social, como en su condición de instituto especializado dentro de ese sistema, elemento principal en la conducción de un proceso que ha de producir cambios esenciales en las relaciones entre los hombres, en particular en las relaciones que se establecen durante el proceso de producción de la vida material de la sociedad, ha de resultar un instrumento de dominación diferente.

A diferencia de los tipos históricos anteriores, el Estado desde el inicio mismo del desarrollo como parte de la transformación revolucionaria con orientación socialista, tiene ante sí tareas radicalmente nuevas, sobre todo con respecto a las propias clases en el poder; como instituto especializado, es un elemento principal en la interacción entre la sociedad política y la sociedad civil. Pero, en cualquier caso, el Estado de un proceso revolucionario socialista debe responder a la cualidad de que no perseguirá perpetuarse en la condición de instrumento de dominación, -que halló su expresión clímax precisamente durante el Estado burgués-, sino que se planteará como tarea consubstancial a la esencia de las clases que representa, propiciar y garantizar la participación cada vez más amplia de los trabajadores, y progresivamente de toda la sociedad, en las tareas que le son inherentes, en particular en el Gobierno de la sociedad.

Resulta así, por su nueva esencia, a la vez instrumento de dominación y de negación de esa condición, en tanto que entre sus contenidos fundamentales está el ser vehículo de participación popular en el complejo proceso de conducción del desarrollo social socialista, específicamente en el avance hacia el autogobierno social.

En las condiciones de Cuba no se puede ignorar que esto adquiere matices peculiares, al tratarse de un proceso de construcción del socialismo a partir del subdesarrollo y en medio del más férreo bloqueo- guerra económica realmente- y amenazas constantes desde el exterior, en el sentido de impedir el ejercicio soberano de los derechos como Nación independiente y frustrar en definitiva la propia existencia como tal.

El gobierno del Estado y sus transformaciones en la Cuba revolucionaria

Con el triunfo de enero de 1959 y la ascensión al poder de las fuerzas revolucionarias, se planteó ante el proceso transformador la doble tarea de destruir todo lo negativo vinculado al régimen anterior y a la vez construir un nuevo orden social. Y dentro del conjunto de tareas constructivas de ese nuevo orden social, ha sido y es un problema cardinal la organización del sistema estatal y su correspondiente gobierno de la sociedad, de modo tal que en todo momento responda al progreso en la consecución de los objetivos del nuevo modelo de desarrollo social.

Desde los primeros momentos del poder revolucionario se crearon nuevas estructuras para el desarrollo del Gobierno de la Nación y, en particular, para la administración de los recursos estatales, los cuales rápidamente adquirieron importancia significativa como consecuencia del intenso proceso de nacionalizaciones y estatalización en general.

En el aspecto que nos interesa, el proceso de desarrollo de la democracia política cubana, y dentro de ella los procesos de elecciones como momento de su ejercicio, es importante como las estructuras y los mecanismos creados desde los primeros momentos se dirigían cada vez más a ampliar la base popular de la gestión de Gobierno. Pero es importante profundizar en las características de esas estructuras y mecanismos, en tanto parte de un todo que materializaba el vínculo de las mayorías con el poder, su participación en las funciones estatales.

Como rasgo muy significativo estos primeros años se caracterizaron por un amplio uso de los mecanismos de democracia directa. A partir de las peculiaridades del proceso cubano en cuanto a la presencia de un líder principal de amplio arraigo, y en general de un vínculo muy estrecho de los dirigentes del proceso con las masas dirigidas, las principales decisiones estatales se tomaban mediante mecanismos de consulta popular directa, en Asambleas Populares y otros mecanismos de intercambio dirección-pueblo.

En específico esto jugó un papel muy importante con respecto al lugar que ocuparían las elecciones en el proceso revolucionario cubano.

Como analiza detalladamente en su libro "Democracy in Cuba and the 1997 –98 Elections" el profesor canadiense Arnold August, en la Cuba revolucionaria del 59 y los años sesenta, no se celebraron elecciones para integrar a todos los niveles las estructuras estatales y de gobierno creadas, respondiendo en su esencia a una voluntad popular reiteradamente expresada en múltiples consultas masivas de los principales dirigentes del proceso, especialmente de Fidel Castro. Y una voluntad popular fundada no lo que se podría interpretar como sentimientos de puro radicalismo revolucionario, sino en un rechazo a los mecanismos de engaño y traición a la voluntad popular que históricamente habían sido los procesos de elecciones en la Cuba neocolonial.

Era necesario tiempo para borrar esa asociación tan objetivamente fundamentada; para poder gestar los nuevos mecanismos, que respondieran efectivamente a la esencia de la nueva sociedad en construcción..

Y, por otra parte, lo que para el ejercicio del poder requiriera en cuanto a representantes, lo tenía la sociedad cubana sin dificultad en un proceso de promoción revolucionaria con representantes sistemática y efectivamente legitimados en las luchas de los cercanos años de la insurrección y de las confrontaciones directas con un enemigo bien identificado que se mostraba abiertamente a diario en todos los frentes.

En los primeros años del proceso de transformaciones cubano, los mecanismos de democracia directa, en particular la toma de decisiones en consultas populares masivas en asambleas, ocuparon un lugar central en el funcionamiento del nuevo Estado, marcando su carácter revolucionario y progresista hacia una nueva naturaleza, en correspondencia con el tipo de tareas que se enfrentaban.

Mas no fue esta la única vía de participación popular en las funciones estatales.

Además de las funciones de organización de la sociedad que se desarrollaron desde los primeros momentos mediante diversas organizaciones, el proceso cubano se caracteriza por tener en manos del pueblo la función de la defensa, una de las principales funciones estatales de cualquier sociedad. Desde el triunfo de la revolución, en una solución de continuidad integradora, esta función se desarrolla sobre la base del Ejército Rebelde, - brazo armado de la revolución, de origen e integración genuinamente populares, que después de derrocada la tiranía se convirtió en el germen de las Fuerzas Armadas Revolucionarias-, y las Milicias Nacionales Revolucionarias, con el apoyo y la activa participación de las organizaciones de masas y sociales. De significativo papel en la defensa del país y en el cumplimiento de las funciones de orden interior inherentes al Estado, también desde los primeros momentos se constituyeron la Policía Nacional Revolucionaria y los Organos de la Seguridad del Estado, a partir de los miembros del Ejército Rebelde y pueblo en general, lo cual los convertía en institutos armados de amplia base popular.

Los primeros años de la Revolución fueron años de cambios muy rápidos y radicales en la organización y funcionamiento de la sociedad cubana, sobre todo de su sistema de gobierno. Pero si algo se puede afirmar sin temor a equivocación es la amplia base popular, la estrecha relación de las masas con la gestión estatal de dirección de la sociedad.

La acción del Estado como instituto especializado, a través de sus diferentes órganos, alcanzó rápidamente a un amplio espectro de actividades de la sociedad, y se incorporaban a ellas las masas en su más amplia dimensión: desde la administración de empresas y un círculo cada vez más amplio de actividades económicas, hasta la seguridad del país, pasando por el ejercicio de funciones comunales como la campaña de alfabetización, tareas de salud pública, actividades deportivas, artísticas, recreativas, etc. Y esta conjunción de la ampliación de la gama de intereses directos del Estado, con la extensión del círculo de ejecutores directos de las acciones en función de dichos intereses, tenía que trascender obligadamente a un cambio del modo de desarrollo de esas actividades.

En algunos casos, los cambios condujeron a nuevas cualidades muy positivas, que han sido factores determinantes en la consolidación del proceso, pero en otros la incidencia fue negativa, como es el caso del debilitamiento anticipado de la acción coercitiva del Estado.

Ello se pone de manifiesto en cuestiones que tradicionalmente eran funciones estatales,- como es lo referente a los controles fiscales mediante la captación de impuestos, que prácticamente desaparecieron de la realidad cubana, a la concepción e implementación cotidiana de la acción de las fuerzas de orden público y de las leyes en general - el papel del derecho. Pero resulta particularmente significativa la trascendencia en lo concerniente a las actividades que eran asumidas por el Estado y requerían del elemento represivo, - en una concepción más amplia de condicionante de un cierto orden y de formador de nuevos actores sociales-, como es en relación con los mecanismos económicos en general y en particular los controles entre empresas, las medidas de disciplina laboral sobre los trabajadores, la responsabilidad material sobre los recursos, etc.

Fueron los años del tránsito de la revolución democrático-popular y nacional-liberadora y el comienzo de la etapa socialista. Es una etapa que, en términos de la composición popular de sus mecanismos e instrumentos de ejercicio del poder se revela, ante un análisis objetivo, como el desarrollo de la más pura democracia, en el sentido de la intervención activa del pueblo, - mayormente por vía directa-, en las tareas estatales, en el ejercicio de la dirección política de la sociedad.

En lo concerniente específicamente a los mecanismos especializados de la organización del Gobierno de la sociedad, se marcha según la orientación del nuevo tipo de democracia en establecimiento: la ampliación progresiva de la participación popular en la gestión, buscando atenerse siempre a las peculiaridades de cada momento histórico.

Durante una primera etapa el sistema de organización, tanto las estructuras como los mecanismos de funcionamiento, debían responder - como dijera el compañero General de Ejército Raúl Castro en su intervención el 22 de agosto de 1974 al clausurar el seminario a los delegados a las Asambleas Municipales en el inicio de la experiencia en Matanzas- a un aparato ágil, operativo, que ejerciera la dictadura en representación del pueblo trabajador, que concentrara las facultades legislativas, ejecutivas y administrativas a la vez en un mismo órgano y que pudiese tomar decisiones rápidas sin muchas dilaciones. Para estos fines se estableció una organización central, el Gobierno de la Nación, con sus instancias provinciales y municipales. Estas instancias municipales y provinciales eran gobiernos encabezados por comisionados, designados por el Ministro de Gobernación, que tenían las funciones que antes correspondían a los alcaldes y consejales.

Es importante que el municipio tenía una gran independencia con respecto a la provincia, la cual tenía funciones bastante limitadas.

Esto dura así hasta el año 1961 cuando los gobiernos municipales son sustituidos por las Juntas de Coordinación, Ejecución e Inspección (JUCEI), en busca de lograr una adecuada coordinación de las representaciones de los organismos de la administración central y del Estado en las localidades y mantener un mayor control de la utilización de los recursos del país en todo el territorio nacional, sobre la base de un gobierno local capaz de coordinar la actividad de las dependencias estatales que habían asumido las distintas actividades económicas y sociales producto del intenso proceso nacionalizador de los dos primeros años de la revolución.

Estas JUCEI estaban integradas por representantes de las organizaciones políticas y de masas y de las delegaciones de los organismos de la administración central del Estado del territorio. Desde el punto de vista de la participación popular en la gestión estatal, es significativo que las JUCEI incorporaban las masas a las labores de Gobierno a través de los representantes de las organizaciones que formaban parte de las juntas a los diferentes niveles.

En el año 1966 las JUCEI fueron sustituidas por las Administraciones Locales.

En cuanto al contenido de la democracia en desarrollo, esta nueva forma de organización de los Gobiernos locales perseguía avanzar en la participación orgánica y sistemática de la población en la actividad estatal; es decir, consolidar el proceso de convertir a la población en sujeto de la actividad del Estado de modo que la relación Estado-pueblo fuese orgánica y sistemática, y con el nuevo contenido propio del sistema de relaciones sociales socialistas en establecimiento.

Las Administraciones Locales eran dirigidas por un Comité Ejecutivo integrado por un presidente y los secretarios (que en las provincias y regiones eran dos: administrativo y económico, y en los municipios dependía su número del tamaño del municipio), y los secretarios generales de las organizaciones de masas.

En los municipios aparece además un elemento nuevo, importante portador de potencialidades superiores en cuanto a la participación popular en la labor de Gobierno: formaban parte también de este Comité Ejecutivo 10 delegados elegidos por la población, seleccionados en asambleas de los centros de trabajo y barrios. En las provincias y regiones integraban además el Comité Ejecutivo los presidentes de las instancias municipales y regionales respectivamente.

Esta nueva institución del delegado electo directamente por la población, incorpora un importante elemento de participación popular en los mecanismos asociados a la gestión de gobierno, que ya no sería abandonado en el desarrollo de ulteriores formas representativas. Entre sus funciones los delegados municipales encabezarían comisiones de trabajo para auxiliar a las administraciones y a las entidades a su cargo en el cumplimiento de sus responsabilidades.

El presidente del órgano de Administración Local a cada instancia era electo en asambleas de militantes del Partido Comunista de Cuba. En el caso de municipio eran todos los militantes de este y en el caso de las provincias y regiones el presidente era elegido por una representación de los mismos.

Otro importante elemento en la democracia cubana, de indiscutible transcendencia a los efectos de la gobernabilidad en el sistema, como momento de relegitimación sistemática de los representantes y en general las estructuras integradas electivamente, aparece en busca de su inserción orgánica definitiva en la actividad política estatal cubana, con los órganos de las Administraciones Locales: la rendición de cuenta.

Las Administraciones Locales debían realizar semestralmente rendiciones de cuenta ante toda la población en cada uno de los municipios. En ellas los dirigentes de la administración informaban al pueblo de los resultados de su gestión y las principales tareas a realizar en la etapa siguiente. Estas asambleas fueron un medio para incorporar la población a la ejecución de tareas a cargo de las administraciones locales, ejemplo de las cuales fueron la edificación de centros de servicios y la higienización de campos y ciudades.

Las Administraciones Locales eran portadoras de importantes elementos de participación, y jugaron un papel esencialmente movilizativo de relevancia. Pero la respuesta a las presiones de la cotidianeidad predominó en la permanente competencia con la consolidación de los valores de alcance estratégico, y las actividades de producción y servicio fueron absorviendo sus energías. Dejaron de efectuarse las elecciones de los delegados y las asambleas de rendición de cuenta, con lo que estas instituciones devinieron en un organismo administrativo más existiendo hasta el año 76 en que fueron sustituidas por los Organos del Poder Popular.

Los Organos del Poder Popular: sistema cubano en la organización del Estado para la construcción socialista

Ya la historia posterior nos resulta más cercana. En el tiempo, y, para los cubanos, porque todos hemos sido activos partícipes de ella en una u otra forma.

Con la constitución de las Asambleas del Poder Popular en las instancias del municipio, provincia y la Nación durante 1976, las instituciones provisionales que tuvieron la responsabilidad de la conducción del Estado cubano durante los primeros años de construcción revolucionaria en Cuba, fueron definitivamente sustituidas por nuevos órganos, encargados de continuar la gestión estatal en la edificación del socialismo en Cuba.

Con los órganos del Poder Popular surgen instituciones representativas del poder del Estado mediante las cuales se podría en lo adelante dar forma institucional real, regular, más sistémica y sistemática a la participación del pueblo en la función de dirección de la sociedad que se ejerce a través del Estado como instituto especializado.

Y en este sentido es necesario volver aunque sea brevemente en una cuestión importante.

El ejercicio de la democracia a través de órganos estatales de carácter electivo a todos los niveles, es una necesidad del modelo socialista de desarrollo. En Cuba este paso no se dio de inmediato con el triunfo de 1959, ni durante los primeros años con declarada orientación socialista en el desarrollo, por razones históricas y por los problemas específicos que enfrentó el proceso revolucionario, así como por la celeridad de los cambios, los cuales en ocasiones hicieron desaparecer formas organizativas cuando aún prácticamente comenzaban a despuntar.

Como postula el Artículo 1 de la Ley Fundamental cubana, "Cuba es un Estado socialista de trabajadores, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos, como república unitaria y democrática, para el disfrute de la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo y la solidaridad humana". Y este principio que encabeza la Carta Magna, se materializa ante todo en el ejercicio del poder político en la sociedad cubana, como demuestra la práctica histórica, y señalara Raúl Castro Ruz al comenzar la experiencia de los órganos del Poder Popular en la provincia de Matanzas:
"... las instituciones representativas socialistas significan la voluntad expresa del pueblo, a través de su voto, una vía por la cual el pueblo no solo está representado por el Estado, sino que de hecho forma parte directamente de dicho Estado y participa directa y sistemáticamente en sus decisiones".

En Cuba, la participación real y efectiva del pueblo en las tareas estatales se efectúa, en lo fundamental, mediante los órganos del Poder Popular. Y subrayamos que es "en lo fundamental", porque como hemos señalado es un importante rasgo del desarrollo cubano que, antes de la constitución de los órganos del Poder Popular, y después de su establecimiento, las organizaciones de masas- organizaciones no gubernamentales- tienen un importante papel en las funciones estatales, además del papel que siempre han desempeñado las masas organizadas por otros medios en las tareas de defensa del país.

Los órganos del Estado cubano "...se integran y desarrollan su actividad sobre la base de los principios de la democracia socialista que se expresan en las reglas siguientes:

a) todos los órganos representativos de poder del Estado son electivos y renovables;

b) las masas populares controlan la actividad de los órganos estatales, de los diputados, de los delegados y de los funcionarios;

c) los elegidos tienen el deber de rendir cuenta de su actuación y pueden ser revocados de sus cargos en cualquier momento;

ch) cada órgano estatal desarrolla ampliamente, dentro del marco de su competencia, la iniciativa encaminada al aprovechamiento de los recursos y posibilidades locales y a la incorporación de las organizaciones de masas y sociales a su actividad;

d) las disposiciones de los órganos estatales superiores son obligatorias para los inferiores;

e) los órganos estatales inferiores responden ante los superiores y les rinden cuenta de su gestión;

f) la libertad de discusión, el ejercicio de la crítica y autocrítica y la subordinación de la minoría a la mayoría rigen en todos los órganos estatales colegiados".

Los órganos de poder constituyen las instancias representativas del Estado socialista que es la República de Cuba. Luego de las modificaciones adoptadas en 1992, se hallan estructurados en la Asamblea Nacional - órgano supremo del poder del Estado y único con potestad constituyente y legislativa en la República-, con su Consejo de Estado, y las Asambleas Provinciales y Municipales, órganos superiores locales del poder del Estado, encargados además de ejercer gobierno dentro del marco que les compete en sus respectivas demarcaciones.

Desde la propia experiencia llevada a cabo en Matanzas a partir del año 1974, antes de adoptar la decisión de la extensión a todo el país, la premisa básica del funcionamiento y desarrollo de los Organos del Poder Popular se encuentra en la participación popular en su gestión.

Transcurridos más de veinticinco años de aquellos primeros pasos como experiencia y de la oficialización para todo el país, esta premisa, lejos de perder su vigencia, adquiere significación objetivamente. Cada vez se hace más clara la idea de lo necesaria que es la constante ampliación cuantitativa y cualitativa de las posibilidades reales de intervención de los ciudadanos en la gestión estatal y de Gobierno de la Nación en particular, del perfeccionamiento de la participación popular en esta actividad especializada de la sociedad. Y sistemáticamente se dan pasos en este sentido, en cuya ejecución hay que tener en cuenta en primer lugar tanto esta premisa esencial, como lo concerniente al lugar y función de cada elemento de la sociedad, en los marcos de un proceso de construcción socialista y en las condiciones de Cuba.

La dirección social, la conducción del complejo proceso que significa el desarrollo social- máxime durante la construcción del socialismo, sobre todo en las condiciones de Cuba- se realiza no solo a través del Estado.

El sistema cubano en particular se fundamenta en la acción conjunta y coordinada del Partido Comunista, los Organos del Poder Popular, la Unión de Jóvenes Comunistas y las organizaciones de masas y sociales, muy especialmente la Central de Trabajadores de Cuba y los sindicatos. Se conforma así un sistema de instituciones que participan todas, - cada una desde su posición, con sus funciones, atribuciones y responsabilidades-, en la dirección de la sociedad. Y a partir de ello, se vinculan las instituciones directamente, y vinculan a los ciudadanos que las integran, con la gestión específica de conducción social que realiza el Estado.

Pero el Estado tiene un papel especial muy importante:

por el carácter de obligatoriedad y de universalidad de sus acciones

y

porque, a través de sus órganos de Gobierno, dirige la administración de la sociedad.

Además, el Estado socialista tiene que cumplir una misión histórica que lo diferencia de todos los anteriores, y le plantea tareas, funciones y atribuciones esencialmente nuevas:

por vez primera, sin perder su carácter de instrumento de dominio de clase, el Estado socialista no puede perseguir perpetuarse como instrumento de dominio, colocado "por encima de la sociedad"; está responsabilizado con la difícil tarea de ejercer su acción de dominación, pero encaminada ahora a ir preparando su desaparición como instrumento de coerción política, a ir formando a los dirigidos con vista a su progresivo tránsito a la condición de dirigentes de la actividad social, tránsito en el que,- mediante una acción cualitativamente diferente de la actividad política-, se prepara la extinción de esa actividad especializada en la conducción de la sociedad, para su substitución, en un proceso largo y gradual, por el autogobierno social comunista.

El Estado socialista es un Estado que se fortalece como tal en la medida que se va uniendo cada vez más con el resto de la sociedad. Es un Estado de transición encargado de iniciar la materialización del proceso de "devolución" a la sociedad civil de toda la fuerza que le había sido absorvida por el estado burgués. Con ello interviene en la preparación del paso a un estadio cualitativamente superior del desarrollo social y en él, del hombre como individuo- ser social: la esencia del Estado socialista, tanto en su acepción más amplia de organización del "poder público" como en la más estrecha de instituto especializado para el ejercicio de ese poder, es ser un vehículo de participación del pueblo trabajador- y, progresivamente de toda la sociedad- en el control y dirección de la actividad social, muy especialmente de la actividad económica.

De ahí en buena medida la trascendencia tan grande de los Organos del Poder Popular para el proceso de construcción socialista cubano. Y el papel tan importante que les corresponde en los mecanismos de gobernabilidad de nuestra sociedad, tanto en su contenido político actual como en el más amplio y de alcance estratégico.

Los Organos del Poder Popular se convierten en un decisivo elemento que contribuye al desarrollo del proceso, a la vez que a garantizar su irreversibilidad, al brindar una vía por la cual el pueblo "... no solo está representado por el Estado, sino que de hecho forma parte directamente" de él y "participa directa y sistemáticamente de sus decisiones", como ha expresado el Segundo Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, General de Ejército Raúl Castro.

El Poder Popular es un sistema de órganos, organismos y dependencias estatales intervinculados entre sí. Es la forma concreta que ha adoptado la organización del Estado cubano. Y lo integran los órganos de poder (algunos de los cuales ejercen a la vez Gobierno), el Consejo de Ministros- órgano de Gobierno de la Nación-, los órganos de administración locales (Consejos de la Administración provinciales y municipales), las instituciones judiciales y fiscales y los institutos armados del país. Las funciones de cada uno y los principios en los que deben fundamentarse sus acciones respectivas y las relaciones mutuas, se expresan debidamente en la Constitución de la República y los cuerpos legales correspondientes.

Pero desde el punto de vista del análisis de la participación popular en la gestión estatal,- tanto a los fines de su progresiva ampliación como uno de los objetivos esenciales de la organización política de la sociedad cubana, como a los fines del debate internacional para enfrentar los cuestionamientos al modelo de democracia en desarrollo-, a nuestro modo de ver uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta es lo concerniente a los órganos representativos, en particular las Asambleas, que existen en cada uno de los tres niveles de la división político administrativa: los 169 municipios, 14 provincias y la Asamblea Nacional.

Estado y representación: las elecciones en los Organos del Poder Popular

Los órganos representativos de poder del Estado cubano se hallan constituidos, y sus principios de funcionamiento establecidos, sobre bases esencialmente participativas y de la más pura tradición de democratismo. Como citamos en páginas anteriores, la Constitución establece al respecto entre otros importantes principios, que todos los "órganos representativos de poder del Estado son electivos y renovables", las masas controlan su actividad y la de sus miembros, los elegidos tiene el deber de rendir cuenta de su actuación y pueden ser revocados de sus cargos en cualquier momento, y en todos "los órganos estatales colegiados" rige "la libertad de discusión, el ejercicio de la crítica y autocrítica y la subordinación de la minoría a la mayoría".

Los miembros de las Asambleas del Poder Popular,- los Diputados a la Asamblea Nacional y los delegados a las Asambleas provinciales y municipales-, responden a una esencia popular incomparablemente superior a la de cualquiera de las democracias que hoy se brindan como modelo.

Pero ningún sistema, por perfecto que parezca en un momento dado, puede permanecer inmutable. Y de ello no está exento el sistema de los Organos del Poder Popular, en particular su sistema de órganos representativos.

En el sistema de los Organos del Poder Popular se plantea la necesidad de cambios, y han tenido lugar cambios importantes en los últimos años.

En este sentido es importante ante todo reiterar que dichos cambios han estado motivados, y su ejecución e implementación práctica ha sido posible, por el propio desarrollo de la sociedad cubana, y no como algunos quieren presentar, como resultado de la crisis del Periodo Especial.

El Periodo Especial que enfrenta Cuba desde el inicio mismo de la década de los noventa, es una crisis económica con indiscutibles desafíos para el desarrollo del proceso de construcción socialista cubano. Sin dudas ha constituido un elemento catalizador de muchos cambios en la sociedad cubana. En particular - cabe analizarlo en profundidad- con respecto a los cambios en el sistema del Poder Popular, los ocurridos y los que deberán ocurrir. Pero en modo alguno puede ser visto como causa fundamental de dichos cambios, que ya venían madurando en el propio proceso de autodesarrollo cubano, tanto en lo concerniente a las condiciones objetivas que los reclamaban, como a las propias vías que han hecho posible su implementación como consecuencia natural del proceso histórico cubano.

En los más de veinticinco años transcurridos desde la constitución de los Organos del Poder Popular en todo el país, a nuestro juicio los cambios más significativos con relación a sus mecanismos de participación popular, han sido:

- la constitución de los Consejos Populares

- la eliminación de los Comités Ejecutivos a los niveles provincial y municipal

- la modificación del procedimiento de elección de los delegados a las Asambleas provinciales y los Diputados a la Asamblea Nacional.

Hoy el sistema de Organos del Poder Popular se desenvuelve contando como elementos estructurales esenciales en lo concerniente a los modos de participación popular, las Asambleas mencionadas anteriormente, y dentro de los territorios de los municipios un nuevo órgano, los Consejos Populares, que, concebidos como experiencia para fortalecer el papel de las comunidades dentro del sistema en el año 1986, han devenido elemento permanente, refrendada su existencia en las modificaciones a la Constitución de la República aprobadas en 1992, y en otros cuerpos legales que regulan sus atribuciones y principios de organización y funcionamiento.

Y, para no apartarnos del centro de nuestro trabajo en este caso, vamos a pasar a revisar algunos aspectos de como funcionan las elecciones a estos órganos, que lugar desempeñan, el papel de los representantes a los mismos y la relación de este papel con los procesos electorales, las potencialidades y los desafíos que enfrenta el sistema en esos aspectos.

Las elecciones cubanas: breve descripción comentada

En Cuba cada dos años y medio hay elecciones a los órganos de poder municipales. Y cada cinco año se celebran las elecciones para los provinciales y para la Asamblea Nacional del Poder Popular, máximo órgano de poder estatal de la Nación.

Si revisamos como se desenvuelven estas últimas, las elecciones generales, tendremos la imagen más completa de la esencia del proceso.

Cada cinco años, convocado por el Consejo de Estado, se inicia el proceso de elecciones generales, conformando las Asambleas Municipales. Librada esa convocatoria, se constituyen las Comisiones Electorales y las Comisiones de Candidaturas en las tres instancias del Estado: municipio, provincia y Nación.

Las Comisiones Electorales son los órganos encargados de organizar todo el proceso de elecciones. Y se organizan hasta los lugares de residencia de los ciudadanos, porque allí comienza la participación de estos en la selección de los que serán miembros de los órganos representativos del Estado.

En Cuba todos los ciudadanos, solo con tener más de 16 años, tienen derecho a participar en las elecciones. Y de hecho, el primer paso que se da es organizar los registros de electores por las Comisiones Electorales, en los que aparecen automáticamente todos los ciudadanos en edad electoral que no se encuentren cumpliendo sanción judicial que los invalide, o padezcan de enfermedades mentales debidamente certificadas que les impidan ejercer este derecho.

En Cuba no es obligatoria participar en las elecciones. Es un derecho de los ciudadanos. Y todo se pone en función del más pleno y libre ejercicio de ese derecho. Desde el simple acto de registro electoral.

Los listados de electores se exponen en los barrios durante un mes para que todos puedan corregir errores o inscribirse quien haya sido omitido.

Al mismo tiempo se lleva a cabo el proceso de nominación de candidatos a Delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular, en las demarcaciones según las que se halla organizado cada municipio: las circunscripciones electorales.

Para ello tiene lugar un proceso en los barrios de residencia, durante el cual en cada circunscripción se celebran reuniones públicas, presididas por representantes de la Comisión Electoral de la demarcación, en las que cualquier ciudadano mayor de 16 años y sin limitaciones de acuerdo a la ley, puede proponer y puede ser propuesto.

En esa Asambleas de Nominación las propuestas son individuales, libres, y dependen solo de la voluntad de cada ciudadano- elector, tanto al nominar como al aceptar ser nominado. No se llevan propuestas de ninguna de las múltiples organizaciones que existen en el país, ni del Partido Comunista de Cuba. Cada ciudadano con su conciencia decide y actúa.

En una circunscripción se puede celebrar, según la cantidad de electores con que cuente, desde una hasta 8 Asambleas de Nominación. Y al final de proceso tienen que existir por lo menos dos candidatos nominados, y como máximo 8.

Terminado el proceso de Asambleas, comienza la "campaña electoral" en Cuba para las elecciones municipales: en lugares públicos de los más concurridos de cada circunscripción se expone una síntesis biográfica de cada uno de los candidatos acompañada de su fotografía. La Ley Electoral permite que se celebren reuniones de intercambio de los candidatos, todos juntos, con los electores..

Transcurrido el periodo de esta singular "campaña", en la que a diferencia de las tradicionales democracias representativas liberales no hay puja entre candidatos, ni ofertas de ellos para conquistar el voto de los electores, viene el día de las elecciones.

Un domingo previamente fijado al librarse la convocatoria, en el horario desde las siete de la mañana hasta las seis de la tarde, en colegios electorales constituidos en cada demarcación, de modo que su ubicación resulte cercana a los electores que les corresponde votar en cada uno (lo cual es divulgado por las organizaciones de masas, como los Comités de Defensa de la Revolución, que, vale decir, desempeñan un insustituible papel en el proceso electoral, organizando las facilidades para su desenvolvimiento), se desarrollan las elecciones. En ellas cada ciudadano, solo presentando su Carnet de Identidad, recibe una boleta que podrá marcar según su voluntad, en condiciones de total privacidad que garanticen el anonimato, y depositar en una urna sellada luego de seleccionar uno de los candidatos... no seleccionar ninguno, o escribir lo que desee en la boleta. Serán válidas las boletas que permitan identificar la preferencia por alguno de los candidatos propuestos.

Un detalle, que no es tan detalle si comparamos con otros contextos, es que las urnas son selladas a la hora en que se abren los colegios, a las siete de la mañana, en presencia de los electores y todo el que quiera verificar que las mismas han sido selladas vacías. Y luego, el importante momento de la cuenta de los votos, lo llevan a cabo los miembros de cada mesa electoral, en presencia de toda persona que desee presenciar el acto. Durante todo el día de elecciones los colegios son custodiados... como en cualquier país del mundo.... pero por niños de las escuelas primarias y secundarias de la comunidad.

Para resultar electo un candidato deberá obtener más del 50 por ciento de los votos válidos. Si ninguno los alcanzara tiene que celebrase una segunda vuelta... y hasta han existido casos de tercera vuelta por empate. Por ejemplo, en el actual proceso de elecciones fueron a tercera vuelta tres circunscripciones en el país. La ley establece realizar las vueltas necesarias hasta que uno de los candidatos obtenga más del 50 por ciento de los votos válidos.

Luego que todas las circunscripciones de un municipio han celebrado sus elecciones, se reúnen las Asambleas Municipales integradas por los Delegados de Circunscripción electos, y en la primera reunión eligen de entre ellos a quienes ocuparán la responsabilidad de la Presidencia y la Vicepresidencia de la Asamblea. Y aprueban a quien será Secretario de la Asamblea, que no necesariamente tiene que ser Delegado a la misma.

La elección del Presidente y Vicepresidente se lleva a cabo a partir de una propuesta que presenta a la Asamblea la Comisión de Candidaturas Municipal, que es resultado del análisis por la misma de las condiciones de los delegados que integran la Asamblea, y de consultas previas individuales con cada uno de ellos.

Y aquí es importante explicar qué son las Comisiones de Candidaturas.

Como se acaba de ver, son las encargadas de hacer propuestas de candidatos a ocupar distintas posiciones en el sistema representativo cubano. Desde las presidencias de las Asambleas, hasta las propuestas de candidatos a Delegados Provinciales y Diputados...como explicaremos más adelante.

Estas Comisiones de Candidaturas en todos los casos están integradas por representantes de las principales organizaciones de masas del país (Central de Trabajadores de Cuba, Comités de Defensa de la Revolución, Federación de Mujeres Cubanas, Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media, Federación de Estudiantes Universitarios, y, donde haya presencia campesina en el territorio, la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños). Las preside en cada caso un representante de la Central de Trabajadores.

Una vez electa la Presidencia de la Asamblea Municipal se encuentra constituido este órgano y en capacidad de continuar su trabajo como tal. En una sesión posterior se aprueban las Comisiones Permanentes de la Asamblea, que tienen un papel determinante, pero no es nuestro objeto en el presente trabajo. Y puede continuar el proceso de elecciones generales, dando los pasos para la constitución de los órganos provinciales y la Asamblea Nacional.

Después de constituidas las Asambleas Municipales, se celebrará una sesión de las mismas en la que dicha Asamblea aprobará la candidatura a Delegados Provinciales y a Diputados que serán electos por cada municipio del país.

Cada Asamblea Municipal aprueba la candidatura, a partir de una propuesta de la Comisión de Candidaturas Municipal, que debe ser resultado de la más amplia consulta por parte de las organizaciones que las integran, y la interacción entre la Comisión de Candidaturas Municipal, la de la Provincia correspondiente y la Comisión Nacional.

Cada Asamblea Municipal elegirá un número de Delegados Provinciales y de Diputadas a la Asamblea Nacional en dependencia de la población que resida en su territorio, y siempre un mínimo de dos. Hasta la mitad de los candidatos a elegir en cada territorio tienen que ser miembros de las Asambleas Municipales, es decir, tiene que haber sido electos antes Delegados por sus circunscripciones. Los restantes son personas propuestas por las organizaciones, que deben garantizar la representación de los diversos sectores sociales del territorio en cuestión, y aproximarse lo más posible a la composición etaria y de género. Así las Asambleas cubanas están integradas por obreros, estudiantes, campesinos, amas de casa, deportistas, artistas, jubilados, religiosos,...

Una vez que la Asamblea Municipal aprobó la candidatura de Delegados Provinciales y Diputados a elegir en un municipio, comienza la "campaña" electoral para estos niveles:
Se publican, igual que en el caso de las elecciones municipales las biografías con las fotos de los propuestos, y se realizan encuentros con la población, - por centros de trabajos, por barrios, organizaciones-, para dar a conocer mejor a los candidatos, que en este caso no siempre tienen que ser muy conocidos, pueden no vivir en el barrio, incluso no vivir en el municipio, o, en el caso de los Diputados, pueden hasta ser de otra provincia.

Transcurrido el periodo de divulgación, viene el día de las elecciones. Ese día, en boletas separadas aparecen las propuestas para Delegados Provinciales y las de Diputados. Cada elector tendrá la posibilidad de votar por la candidatura completa, o seleccionar los candidatos de su preferencia. Para ser electo un candidato deberá alcanzar más del cincuenta por ciento de los votos válidos. De no ocurrir así, el candidato no electo se sustituye por otro en un proceso análogo al que se desarrolló para presentar la candidatura, y se celebra otro proceso de elecciones en ese municipio. Pero hasta el momento no se ha dado caso alguno.

Una vez electos todos los delegados Provinciales y los Diputados del país, se constituyen las correspondientes Asambleas.

En el caso de las Asambleas Provinciales, el proceso es muy semejante al que ya describimos de los municipios, con la única diferencia de que el que debe ocupar el cargo de Secretario de la Asamblea Provincial en este caso tiene que ser Delegado electo a la misma. Por ello vamos a explicar brevemente como se constituye la Asamblea Nacional.

Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular puede ser cualquier ciudadano en goce de sus derechos, con más de 18 años de edad.

Una vez electos todos los Diputados, la Asamblea se reúne presidida por la Comisión Electoral Nacional, y procede a elegir su presidencia, integrada por el Presidente, Vicepresidente y el Secretario, y el Consejo de Estado, con un Presidente y un vicepresidente primero y un numero determinado de vicepresidentes, además de los que serán Miembros del Consejo.

Para explicarlo mejor con un ejemplo, vamos a la experiencia de las elecciones generales de 1998.

En las elecciones generales de 1998, luego de electos todos los diputados que conformarían esta legislatura, 601 en este caso, se procedió a la constitución oficial del órgano, con la elección de la Presidencia de la Asamblea, y del Consejo de Estado – órgano colectivo de poder que la representa, de acuerdo a funciones bien definidas constitucionalmente- y su Presidencia. El Presidente del Consejo de Estado, de acuerdo a la Constitución, es a la vez Presidente del Consejo de Ministros, Organo de Gobierno del Estado cubano.

Previo al acto de constitución, se divulgaron entre los Diputados las biografías de cada uno de los integrantes de la Asamblea. Y la Comisión de Candidaturas sostuvo entrevistas individuales para conocer sus criterios acerca de la integración posible de los órganos que se habrían de elegir. Y el próximo paso fue entregar a cada uno de los Diputados una hoja en blanco para que, de forma anónima, escribieran en la misma quienes consideraban deberían constituir la presidencia de la Asamblea, y quienes integrar el Consejo de Estado, que en esta legislatura tendría 31 miembros.

Con estos elementos, sumados a todas las valoraciones que venía haciendo a partir de las opiniones y consultas con las organizaciones y la población en general, la Comisión Nacional de candidaturas elaboró una propuesta de candidatura para cada uno de los casos, la cual sometió a la aprobación de la Asamblea en sesión plenaria. Mediante el voto directo y público, los diputados aprobaron las candidaturas finales, las cuales se entregaron posteriormente en boletas, para que mediante el voto directo y secreto, e indicando con dos cruces específicamente la preferencia por quien consideraran debería ser Presidente del Consejo de Estado y Presidente de la Asamblea, completar el proceso de elección de las estructuras dirigentes al máximo nivel de la Nación. El Secretario de la Asamblea, como en el caso de la Asamblea Provincial, es aprobado por los Diputados, a propuesta del Presidente de la Asamblea, y en este nivel tiene que ser también Diputado.

Con estos pasos, el 24 de febrero de 1998 terminó el correspondiente proceso de elecciones generales en Cuba. Se constituyó la V Legislatura, integrada por 601 Diputados, con un Consejo de Estado, órgano colectivo de dirección, integrado por 31 miembros. Todos los integrantes de esta Asamblea pasaron por el proceso de aprobación de los ciudadanos en la base; hasta el 50 por ciento de ellos,- los que son a la vez Delegados de Circunscripción, miembros de las Asambleas Municipales, pasaron por dos procesos de aprobación en el voto ciudadano: para integrar la Asamblea Municipal y luego para integrar la Asamblea Nacional. La Presidencia de la Asamblea, y los miembros del Consejo de Estado, todos pasaron por el proceso de aprobación por los ciudadanos para ser Diputados, y luego por el proceso de aprobación por los Diputados para integrar los órganos colectivos en cuestión.

Hemos hecho una explicación lo más breve posible, que puede dejar aspectos en los que se desee profundizar. Estamos en condiciones de hacerlo que con todos los interesados, a través de nuestra publicación.

Pero con estos elementos...¿podría alguien aún hablar de que en Cuba hacen falta "elecciones democráticas"?....

Palabras finales... para invitar a dialogar

No queremos imponer criterios a nadie acerca de las elecciones, y en general acerca de las virtudes como proceso emancipatorio del desarrollo que tiene lugar en Cuba desde hace más de 40 años.

Pero nada nos puede impedir que lo defendamos como un proceso puro y humano. Y no por fé, sino por convicción basada sobre los firmes principios que definen el proceso cubano, y por las realidades de estos difíciles años de construcción de un sistema nuevo de relaciones sociales en un país subdesarrollado y acosado permanentemente desde el exterior, contexto que se hace aún más adverso luego de la desaparición del campo socialista y de la URSS.

Realidades que analizamos científicamente para consolidar las fortalezas que alcanzamos y trabajar incansablemente sobre las insuficiencias.

El sistema estatal cubano no es perfecto ni mucho menos. Y su análisis crítico permanente es indispensable. Así lo concibe el propio Estado cubano, y lo materializa la sociedad en su conjunto en el accionar cotidiano de un país educado a la inconformidad revolucionaria en más de un siglo de luchas por ser libres e independientes. Y especialmente desarollado este sentimiento durante los años de revolución socialista liderada por Fidel Castro.

El proceso de elecciones a los órganos de poder estatal es solo una parte de un sistema de gobierno nuevo en su esencia. Cierto es que es una parte importante.

La representatividad de los integrantes de los órganos de poder electivos del sistema estatal cubano tiene que ser sistemáticamente perfeccionada, en correspondencia con el propio progreso cualitativo de los ciudadanos que son la base de este sistema. De los ciudadanos que son, ante todo, parte de un proceso de transformación comunista de la sociedad, que tiene en su esencia la extinción de la separación entre dirigentes y dirigidos que ha caracterizado siglos de desarrollo de la sociedad dividida en clases.

Esta cualidad de los miembros de los órganos de poder estatal está muy vinculada a los procesos de elecciones, pero su legitimidad no se reduce a ese importante momento. Y en Cuba ha sido objeto de atención desde el establecimiento de los Organos del Poder Popular, e incluso durante las experiencias anteriores, la materialización de los vínculos efectivos entre elegidos y electores, entre representantes y representados, mediante procesos de rendición de cuenta periódicos, y mediante la interacción entre todos los actores del proceso de dirección social que permite el entramado de organizaciones, y actividades en general, desarrollado desde el triunfo revolucionario de primero de enero de 1959.

No obstante, los requerimientos del progreso sistemático nos llevan a concluir la necesidad de cambios que perfeccionen todos estos aspectos. Tenemos que consolidar el trabajo de nuestros representantes electos a todos los niveles estatales, con el principio de que ellos son elemento determinante en el ejercicio socialista del poder por todos y cada uno de nosotros, el poder del pueblo. Hay incluso aspectos teóricos que desarrollar, teniendo en cuenta nuestras propias experiencias y las experiencias del socialismo a nivel mundial, así como los elementos apuntados como "guía para la acción" por Carlos Marx y Federico Engels, y desarrollados especialmente por Lenin en su corto paso por el ejercicio práctico de la construcción socialista en Rusia.

En particular hay que trabajar mucho en el perfeccionamiento de los procesos de elecciones de los Delegados y Diputados, -incluso los procesos de elecciones de los Delegados a las Asambleas Municipales, que, sin sonrojarnos ni quedarnos un ápice científico de duda, pueden ser hoy calificados los más plenamente libres y participativos del mundo; el trabajo de las Comisiones de Candidaturas a todos los niveles y en todos los pasos del proceso de elecciones tiene que mejorarse, para consolidar el ejercicio efectivo de la más amplia consulta a la hora de hacer las propuestas en cada caso. Y como complemento indispensable a las elecciones en nuestro sistema, hay que trabajar incansablemente en las debilidades de los procesos de rendición de cuenta de los elegidos a sus electores en todos los niveles.

Todo lo que constituya una limitación a la participación socialista en las condiciones de Cuba actual, ante todo en correspondencia con el desarrollo alcanzado por el pueblo cubano en estos años de experiencia práctica de construcción de la nueva sociedad, tiene que ser analizado y rectificado.

Es indispensable el perfeccionamiento sistemático del contenido socialista del sistema político cubano, en particular de su sistema de organización estatal en el sentido más estrecho del concepto, que garantice el nivel de participación de los individuos en la dirección del proceso social necesario y posible en cada momento histórico.

Sin pretender agotar el tema o presentar respuestas absolutas, quisiéramos terminar citando algunos fragmentos de la entrevista publicada en el periódico Granma, el 27 de agosto de este año, que a nuestro juicio resumen, al analizar lo referente al Delegado de circunscripción, la esencia de la concepción sobre el necesario perfeccionamiento socialista del sistema estatal cubano que hemos querido presentar en estas líneas finales:
"No pocas personas, ven al delegado como un simple 'tramitador de planteamientos' y otros muchos tienden a evaluar su gestión por la cantidad de problemas que sea capaz de resolver; a partir de esa ecuación concluyen, tengo un 'buen' o un 'mal' delegado.

"Esa visión, precisa, está condicionada por razones objetivas, que van desde la confianza de la gente en sus representantes, el importante cúmulo de dificultades materiales sin solución, hasta el propio diseño del Poder Popular desde su instauración en Matanzas a modo de experimento en 1974; pero reducir el papel de los electos a esa correlación resulta erróneo y produce desgaste al sistema.

"No pocos delegados y delegadas con excelentes condiciones, advierte, han dejado de serlo, precisamente porque al final del mandato por dos años y medio, la gente pone como primer elemento de juicio la cantidad de planteamientos resueltos.

"Es cierto que a esas personas elegidas corresponde exigir respuestas adecuadas a las necesidades de la comunidad y al mismo tiempo movilizar a la población para enfrentar, eliminar o atenuar disímiles problemas; pero es preciso pensar más allá de ese estrecho cauce."

Nadie puede negar que el Poder Popular trabaja para el bienestar de todos; en ninguna otra parte tiene lugar esa coincidencia de intereses entre Estado y pueblo. "No obstante,... en la vida cotidiana esa identificación plena podría expresarse de mejor manera, dando superior trascendencia o alcance a la gestión de los órganos locales.

"Ahí, es donde el delegado o la delegada desempeña un papel decisivo, porque no solo es el representante del pueblo en las estructuras de gobierno, sino de este último ante las masas. Por tanto, está en sus manos conciliar objetivos concretos, promover el análisis público sobre los planes del territorio, convertir las reuniones de rendición de cuenta en verdaderos foros de debate, informar oportunamente a sus electores las causas de por qué determinadas necesidades no pueden resolverse, llevar a su Asamblea Municipal las opiniones de la comunidad y buscar de conjunto lo óptimo en cada momento."

Al decidir quién resulta electo por nuestra circunscripción, entregamos a esa persona un mandato que rebasa los límites del barrio. Será parte del máximo órgano estatal y de gobierno en nuestro municipio, y posible candidato que podremos elegir después como delegado provincial u o diputado.

"Si al principio del Poder Popular pudo ser progresista seleccionar a los delegados fundamentalmente por su capacidad para administrar, en el sentido de mandar, hoy no lo es"---"La construcción del Socialismo en Cuba precisa del creciente aporte popular en la toma de decisiones y que esa participación"Si al principio del Poder Popular pudo ser progresista seleccionar a los delegados fundamentalmente por su capacidad para administrar, en el sentido de mandar, hoy no lo es"---"La construcción del Socialismo en Cuba precisa del creciente aporte popular en la toma de decisiones y que esa participación ciudadana no se reduzca al cumplimiento de determinadas tareas, pues, al final, sería afianzar la separación entre dirigentes y dirigidos."

Tras casi dos décadas de estudio sobre el Estado cubano, García considera que los cambios ocurridos en la economía y la sociedad cubanas durante la última década no solo hacen posible, sino también más necesario el continuo perfeccionamiento del Poder Popular, desde los órganos municipales hasta la Asamblea Nacional.

“En ese empeño, concluye, el delegado es un eslabón muy importante. Hay incontables hombres y mujeres con suficientes condiciones para ejercer la responsabilidad, pero indiscutiblemente cada vez más necesitarán mayor preparación, apoyo institucional, en aras de fortalecer su gestión y reforzar su autoridad, así como cooperación de la gente. Son cuestiones clave para el Socialismo que defendemos.“


Dr. Jesús Pastor García Brigos Instituto de Filosofía, CITMA
     
   
   
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