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Por qué desde la izquierda anticapitalista debemos oponernos al envío de tropas a Líbano

Luciano Alzaga

Con relación a la concentración en Madrid del pasado 7 de septiembre frente al congreso de los diputados (donde se exhibió una pancarta con el lema “No al envío de tropas. Sí a la resistencia”), desde ámbitos “progresistas” cercanos al PSOE-IU se expresan algunas opiniones que están recorriendo los mentideros de la Villa:

¿Hay alguien consciente, dentro de este "movimiento de solidaridad con Libano" que reúne a 50 personas por mani, de que hasta Hezbollah está de acuerdo con el despliegue de la FINUL?
¿Habéis hablado con alguien del Libano?
¿Es mejor que el ejército israelí campe a sus anchas por el sur del Libano?
¿Qué derecho a la resistencia es este que reivindicamos que ni siquiera es reclamado por los resistentes?
Creo que estas preguntas invitan a un buen debate, porque esos argumentos se pueden usar para otras situaciones similares a esta, de las que desgraciadamente tenemos sobrados ejemplos.

¿Los organismos internacionales sirven a los pueblos?

Lo primero que me pregunto es si la Organización de Naciones Unidas (ONU), la OTAN u otros "organismos internacionales" alguna vez sirvieron a los pueblos.

Recuerdo unas discusiones que tuve hace unos años con amigos latinos residentes en Suecia, donde la presión mediática a favor de EE.UU. es aún mayor que en el Estado español. Estos amigos, ante las denuncias de "genocidio" y las acusaciones de la prensa burguesa a Milósevic, aceptaban como mal menor la invasión de la OTAN a Yugoslavia. Mi argumento entonces y ahora es: ¿Desde cuándo los anticapitalistas apoyamos una invasión de EE.UU. a cualquier país?

Ángeles Maestro lo explica mucho mejor:

"Un gran episodio de manipulación informativa tuvo lugar ante los ataques y posterior ocupación de los territorios de la Republica Federal de Yugoslavia por parte de la OTAN, como instrumento de dominación de la única zona europea estratégica que intentaba de alguna manera mantener la independencia y se negaba a entrar en la Alianza Atlántica. Otra vez, sectores minoritarios de IU y otras pequeñas organizaciones de la izquierda, exhibiendo un ramplón anticomunismo, contribuyeron decisivamente a la confusión –y a la consecuente desmovilización- con el lema: ¡Ni OTAN, ni Milósevic!.

La esperpéntica equiparación de responsabilidades entre el imperialismo agresor y el dirigente que en esos momentos representó la dignidad y la soberanía de su pueblo negándose a aceptar los Acuerdos de Rambouillet, realizada desde sectores de la izquierda (desde los Verdes alemanes al Partido Comunista Francés) apuntaló decisivamente el diseño común realizado por EE.UU y la UE, encabezado por el entonces secretario general de la OTAN y después responsable de la Politica Exterior y de Seguridad (PESC) de la UE, Javier Solana
".

Hay demasiados ejemplos del papel de estos organismos internacionales como instrumentos del imperialismo. Por no citar si no algunos, Nikolas Barry Shaw muestra la situación en Haití: "Legitimando el terrorismo de estado: el papel de las Naciones Unidas en Haití". Hace pocos días publicabamos en La Haine otro ejemplo de esto que decimos: "Las 'fuerzas de paz' de la ONU disparan alegremente sobre un vecindario pobre en Haití".

Para no cansar al lector con actuaciones de sobra conocidas, citaré finalmente al colectivo antimilitarista Gasteizkoak, que publicó en 2004 un excelente trabajo en el que nos detallaban a qué se dedican nuestros ejércitos humanitarios, bajo bandera española o como cascos azules, cuando nos dicen que se van a ayudar a países del Tercer Mundo.

"Cascos azules violando niñas que han perdido una pierna por alguna mina en Angola, en Bosnia incitando a menores a que se prostituyan por un par de cigarrillos, redes de prostitución infantil en Sarajevo controladas por tropas de la OTAN, propagación del SIDA en Camboya tras la llegada de los soldados de la ONU. Misteriosa muerte por arma de fuego de un brigada español en Kosovo que había advertido sobre una trama de robo y desvío de medicamentos al mercado negro. Una mujer violada por 300 soldados de paz de la KFOR en Kosovo, cascos azules canadienses que torturan hasta la muerte a un joven somalí y se fotografían con él, marines estadounidenses acusados de matar a un niño en Somalia porque les había apuntado con una pistola de agua. Cascos azules italianos que asesinan a siete somalíes jugando al “tiro al blanco”, aviones españoles de ayuda humanitaria a Zaire que aterrizan a miles de kilómetros del desastre porque se utilizaron para transportar militares para proteger una embajada. Decenas de casos espeluznantes de tropelías y depravaciones cometidas por soldados de varios países contra inocentes civiles, en su mayoría niñas, cuyo único delito es vivir en países empobrecidos o castigados por guerras (impuestas desde el primer mundo) y ser objetivo “humanitario” de nuestros soldados".

Miguel Ángel Llana resume muy bien la justificación teórica detrás de los cascos azules:

"Sin ONU, los países invadidos puede que sigan invadidos, pero sólo por la fuerza y no también por la ley, como ahora está sucediendo, y de este modo su lucha sólo sería contra la invasión y no contra la burocracia de la ONU. Esta legalidad y burocracia es la que también ha invadido a Afganistán, Iraq, Líbano -ahora y en 1972 y de 1982 hasta el 2000- y para qué mencionar ya a Palestina que lleva 58 años ocupada por un país artificial, inexistente, creado ad hoc para eso [por resolución de Naciones Unidas]. La legalidad de las intromisiones, golpes de Estado y asesinatos en tantos y tantos países, sin que a la ONU le haya temblado la mano en sus numerosas Asambleas Generales, no vinculantes -papel mojado- o las del Consejo de Seguridad de mafiosos con su derecho a veto."

En cuanto al caso concreto de Líbano, James Petras aclara que "primero la propuesta no es de paz sino simplemente legitimar las exigencias de Israel; segundo, no toma en cuenta el protagonismo y la agresión de Israel; y tercero, es una violación de la soberanía del Líbano permitir la colonización del sur del país por parte de fuerzas llamadas de Naciones Unidas, pero realmente instrumentos de Francia y Estados Unidos."

¿Por qué Hezbollah acepta las tropas de ONU?

Este parece ser el argumento principal e irrefutable. Como insiste la socialdemocracia, "¿qué derecho a la resistencia es este que reivindicamos que ni siquiera es reclamado por los resistentes?". Siguiendo con los recuerdos, esto me suena a las repetidas discusiones sobre porqué Fidel en su día le dio la mano a Fujimori (ex-presidente terrorista de Perú) o a Pastrana (ex-narcopresidente de Colombia). Pero resulta que, para los intereses de Estado de un país bloqueado y amenazado como Cuba, es positivo aceptar cualquier ayuda, por pequeña que sea, y venga de donde venga. Siempre que no condicione la construcción de la revolución, y eso es lo que hace el gobierno cubano.

Ricardo Alarcón, en la entrevista que le hicimos con Néstor Kohan, da un ejemplo: "...en los '60, lo único que en el discurso cubano separábamos del resto era el gobierno de México. Que era un gobierno conservador, muy vinculado a EE.UU., pero no podíamos dejar de reconocer que era el único que no se había plegado a la política de romper con Cuba."

Hebe de Bonafini (Madres de Plaza de Mayo) solía argumentar, ante las criticas de los movimientos sociales a su apoyo irrestricto al gobierno neoliberal de Kirchner, que Fidel le había dicho que Cuba apoyaba a Kirchner. Pero es que, como dice Alarcón en la misma entrevista, "nosotros ponemos el acento, dentro de la estrategia cubana, en propiciar un amplísimo frente de lucha contra el imperialismo..."

Narciso Isa Conde lo explica de esta manera: "Los intereses de Estado, aun los de un Estado tan admirable como el cubano, no siempre coinciden con los intereses revolucionarios de otros procesos nacionales y del proceso continental y mundial. La política de Estado, aun de los Estados que representan procesos revolucionarios, no siempre armoniza con el internacionalismo revolucionario."

Todo esto viene a cuento de la pregunta anterior. Hezbollah acepta (que no apoya) la mediación (sólo la mediación) de la ONU para que Israel cese los bombardeos a objetivos civiles. A pesar de que militarmente no estaba ni mucho menos perdiendo la guerra, no quiere que Líbano se convierta en otro El Salvador, con un goteo interminable de víctimas civiles. Eso es lo que podríamos llamar "intereses de Estado" de Hezbollah.

Es decir, la táctica utilizada en cada momento depende de las necesidades de cada movimiento, que según la correlación de fuerzas existente y sobre la base de su autonomía política, actuará de una u otra manera. La izquierda aberzale exige, como instrumento de lucha, poder participar en las elecciones burguesas. En el resto del Estado español, ocurre a menudo que las organizaciones anticapitalistas rechazan, como instrumento de lucha, participar en esas elecciones. Sin embargo, ambos movimientos pueden tejer y tejen redes de solidaridad y apoyo mutuo. Y sobre todo, ambos tienen el mismo enemigo pero actúan frente a él de distinta manera. Los procesos caminan en paralelo.

Y así como los piqueteros argentinos siguen luchando contra la política neoliberal de Kirchner, a pesar de que Cuba lo apoya, encuentro que la consecuencia natural de una política anticapitalista es oponerse al envío de tropas imperialistas a Líbano, aunque Hezbollah acepte la mediación de la ONU.

Qué acepta realmente Hezbollah

La resolución 1701 de la ONU requiere el desarme de Hezbollah; la liberación inmediata de los dos soldados israelíes capturados (pero no solicita a Israel que libere a los prisioneros libaneses); el despliegue de 15.000 tropas libanesas en el sur de Líbano (frontera con Israel) y la prohibición de envíos de armas a Hezbollah, entre otros aspectos. La resistencia en ningún momento ha dicho que acepta todos los términos de esa resolución: tan sólo acepta la mediación de la ONU, los aspectos humanitarios (envío de medicinas, alimentos, etc) y el despliegue de tropas libanesas en el sur.

Jaume d'Urgell, en entrevista con La Haine desde Líbano (recordad que una de las preguntas era "¿Habéis hablado con alguien del Libano?"), lo aclara: "Hizbulá es un partido político con un apoyo social, en estos lugares del sur del Líbano donde yo me encuentro, que ronda al 80%. Y no está a favor del envío de tropas, simplemente está cooperando para que la situación se normalice en lo posible. Hizbulá y su frente de resistencia civil se están limitando a respetar la resolución de la ONU".

Imaginemos por un momento que EE.UU. invade Cuba, luego de unas semanas de combates ve que no consigue derrotar a la resistencia cubana y decide impulsar el envío de tropas de la ONU, con la condición de que se retiren los atacantes y se desarme a los resistentes (¿les suena el escenario?). Probablemente el gobierno cubano aceptaría la intervención de la ONU, con tal de quitarse esa presión de encima y acabar con las matanzas. ¿Y qué deberíamos hacer nosotros? ¿Apoyar esa nueva invasión? ¿Votar a favor de la pretensión de desarme de los resistentes cubanos y el intento de imposición a medio plazo de un gobierno "de reconciliación nacional"?

Demasiadas veces se ha demostrado que la ONU no es garante de los derechos humanos. Si fueramos irónicos, que no lo somos, diríamos que por esa regla de tres, si apoyamos el envío de tropas a Líbano (contra el malo Israel) deberíamos haber apoyado el envío de tropas a Yugoslavia (contra el malo Milósevic), o a Haití (contra el malo Aristide!), o a Afganistán (contra los malos talibanes), o a Irak (contra el malo Saddam)...

En síntesis, ¿por que debemos oponernos al envio de tropas a Líbano, a pesar de que Hezbollah por razones coyunturales lo acepta? Para que Líbano no se convierta en un nuevo Haití, o en una nueva Yugoslavia, o en un nuevo Aganistán, o en un nuevo Irak.

Agustín Morán expone tres argumentos de peso: "Con la oposición al envío de tropas españolas cómplices de un estado terrorista como Israel, cumplimos una triple función: no colaborar con los verdugos de los pueblos árabes y musulmanes, impedir que la población española corra el riesgo de las potenciales respuestas de estos pueblos atacados y recuperar la dignidad de los MMSS cuya autonomía respecto a la socialdemocracia está en fase terminal".

La paz en Medio Oriente vendrá sólo cuando los pueblos puedan tomar sus propias decisiones. Sin embargo, la Resolución 1701 anula esta posibilidad enviando más tropas imperialistas a tierra árabe y prolongando el sufrimiento.

La Haine

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