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Aspectos a considerar para el desarrollo de una agricultura sostenible en Cuba

Santiago Rodríguez Castellón

Introducción

El desarrollo de una agricultura sostenible(1) en Cuba debe tomar en consideración una visión que sea capaz de integrar mecanismos de carácter organizativo y funcional, que logren optimizar el proceso de transformaciones agrarias en todos los aspectos posibles, donde se vean involucradas diferentes relaciones, entre ellas: el vínculo Estado-mercado-cooperativas y formas institucionales en el ámbito local. En este contexto la variable ecológica ocupa una dimensión central como uno de los nuevos conceptos que define los niveles de competitividad, tanto en la esfera nacional como internacional.

El punto polémico podría estar en cómo lograr una agricultura sostenible en un marco de relaciones de producción en que conviven una diversidad de sujetos agrarios provistos de concepciones heterogéneas, y donde las fuerzas productivas no acompañan los requerimientos de una agricultura de nuevo tipo que priorice la dimensión social desde un enfoque integral que tome en consideración los aspectos económicos, políticos, culturales y ecológicos.

El presente trabajo pretende ofrecer un examen de carácter propositivo en términos de opciones a considerar para aportar elementos de continuidad al proceso de transformaciones agrarias iniciado en 1993, con la finalidad de contribuir al desarrollo de una agricultura sostenible.

Aspectos estratégicos

Para avanzar en el desarrollo de una agricultura sostenible es de particular importancia tomar en cuenta variados aspectos estratégicos para su funcionamiento, los cuales han seguido diferentes direcciones en el caso cubano siendo típico un incremento significativo del sector cooperativo, con un predominio en la estructura de la tenencia de la tierra (67% de la superficie agrícola) y la permanencia de las deformaciones estructurales(2) .

Como consecuencia de las entregas de la tierra aparecen nuevos productores, por lo que se debe fortalecer e incrementar el movimiento cooperativo de base obrera. En este marco de relaciones el mercado puede ocupar un lugar importante, y se tiende a producir una redefinición gradual del peso del Estado en la gestión agropecuaria, pasando de productor directo a fiscalizador de las producciones, y manteniendo una participación indirecta a través de la definición de las líneas estratégicas como son: la definición de las políticas financieras, presupuestaria, inversionistas, infraestructura, y mediante la aplicación de los mecanismos financieros para lograr el crecimiento de las producciones.

A partir de aquí la tendencia debería ser a perfeccionar el papel del mercado en la actividad agropecuaria, dejando de ser un mercado pasivo para convertirse en un mercado activo, regulado por palancas económicas y financieras. Por otra parte, está presente la dualidad tecnológica planteando una nueva visión de la modernización agrícola (diversidad de organizaciones productivas y reducción progresiva del tamaño de las unidades productivas), el avance en el uso de tecnologías de baja densidad material mano de obra intensiva y empleo de la tracción animal.

El régimen financiero deberá ser duro y exigente en términos de rentabilidad, sobre la base de la autogestión y participación financiera con el refuerzo del control financiero. Esto significaría la salida de funcionamiento o la fusión de algunas UBPC y la posibilidad de implementar programas de ayuda estatales. Las relaciones productores-banco estarán matizadas por los resultados productivos eficientes.

Por ello la formulación y contenido del plan de producción deberá ser más indicativo que directivo, lo que permite que el pedido estatal a través del plan debe ser menor que lo destinado al mercado. Conjuntamente se rescatan y se activan los mecanismos monetarios mercantiles como condición básica para la obtención de resultados.

El hecho de que se continúe con las fuerte restricciones externas en el suministro de insumos y bienes en general, hace que se deban lograr avances en la creación de condiciones para un mejoramiento de la sustitución de importaciones. Una condición básica para lograr esto tiene que ver con el desarrollo de un proceso gradual de intensificación y diversificación del uso del suelo, en donde la explotación de la tierra en toda su magnitud sea un requisito básico para dinamizar el sistema agrario y la interrelación de todos sus elementos.

De acuerdo a lo planteado, la agricultura en transformación bajo las nuevas condiciones agrarias se va a caracterizar por un conjunto de aspectos estratégicos internos y externos, los cuales forman parte de su esencia y contenido Estos aspectos tendrán una relevancia en el desenvolvimiento del sector y actuaran como factores favorables o desfavorables a superar parcial o totalmente.

Los aspectos estratégicos internos estarán matizados en el corto y mediano plazo por la especialización agroexportadora y la dependencia alimentaría externa, la baja competitividad de las producciones, insuficiente reserva de fuerza de trabajo agrícola, el proceso gradual de descapitalización de los activos del sector y un largo ciclo productivo, así como la lenta recuperación del capital, principalmente en la actividad ganadera. A estos problemas se une la excesiva centralización y verticalización administrativa, lo cual provoca interferencia y regulaciones, así como la falta de autonomía Esta insuficiencia no permite que las señales del mercado lleguen y cuando llegan están adulteradas.

Aún estará presente la contradicción entre el carácter no autofinanciado de las empresas de suministros de insumos y de la prestación de servicios técnicos y el carácter autofinanciado de las diferentes entidades agropecuarias. Unido a lo anterior es importante señalar la existencia de condiciones oligopólicas en el funcionamiento del mercado, unido a la ausencia de un mercado unificado e integrado sin una cultura de utilización de los mecanismos de mercado.

La débil asimilación de nuevas tecnologías y el paso gradual a estas se vinculan con la falta de disciplina tecnológica, poca expansión en la utilización de tecnologías blandas, y la prevalencia de la monotecnología. Por la alta dependencia de los recursos externos y la permanencia del bloqueo continuará el déficit de recursos, y la falta de capital de trabajo.

El deterioro ambiental con la afectación del potencial productivo de los recursos naturales, es el resultado de la aplicación de un modelo agrícola intensivo en tecnología y dotación de recursos básicos en quimización, mecanización, riego y consumo energético. Este elemento debe tomarse en cuenta para los nuevos escenarios de crecimiento de las producciones agrícolas.

Vinculado a lo anterior están un conjunto de elementos que de forma directa o indirecta han posibilitado el desarrollo del sector El agro cubano en su proceso de desarrollo ha creado condiciones favorables para su desenvolvimiento, entre las cuales se encuentran: la diversificación de los agentes y formas productivas, la infraestructura existente unido al potencial científico-técnico e infraestructura científica, así como el nivel de calificación de la fuerza de trabajo, que son elementos básicos en este grupo. La producción campesina ha sido capaz de crear una potencialidad de autosustentabilidad demostrado a través de los años. y por último, se han obtenido experiencias positivas en formas de autogestión colectiva basada en las Cooperativas de Producción Agropecuaria.

Por otro lado, existe un grupo de aspectos estratégicos externos que influyen en el desarrollo del sector, tal es el caso de la existencia de la permanencia de la agresión biológica, el posible levantamiento de las importaciones de alimentos procedente de Cuba por parte de los Estados Unidos y las limitaciones financieras, materiales y ecológicas que enfrenta el sector.

En conjunto, se presentan circunstancias que coadyuvan a un mejor desenvolvimiento del sector y entre las que se encuentran las siguientes: el alto valor biológico-alimenticio de las producciones agropecuarias, las reformas en el sistema financiero-crediticio del país y los espacios para la inversión extranjera. El proceso de transformación empresarial en Cuba, y la probabilidad de avanzar en la integración cooperativa a partir de las nuevas relaciones de propiedad son elementos fundamentales en este grupo.

Los aspectos referidos a la dimensión estratégica para el funcionamiento de la agricultura sostenible indican la necesidad de tomar en consideración cuestiones fundamentales del sector internamente y también del entorno. Por lo que hacia allí es necesario prestar especial atención, de manera que se logre paulatinamente una agricultura que sea capaz de contribuir a la sustitución de importaciones, el incremento de las exportaciones no tradicionales, y al aumento de las producciones destinadas a satisfacer las necesidades del sector turístico, según esto, deberá conjugarse de manera prioritaria la relación Estado Mercado.

Dinámica de la relación Estado-Mercado

La necesaria relación Estado-mercado parte de reconocer al segundo como un mecanismo socialmente construido que refleja relaciones entre agentes sociales que pueden ser eficientes en términos de asignación de recursos, sin que esto contradiga que la regulación estatal puede incorporar un alto componente de concertación social. Las asociaciones de productores y otros grupos de agentes pueden organizar en colaboración con el Estado esfuerzos empresariales para contribuir a la capacitación, educación, y financiamiento para el desarrollo de los mecanismos de mercado.

La acción del Estado para favorecer los mercados (regular los mercados) es necesaria en diferentes niveles: el suministro de un ámbito de seguridad personal, de adecuado manejo macroeconómico, de disponibilidad de infraestructura física, de reglas de juego claras y coherentes. Este aspecto es de especial trascendencia y comprende la construcción del ordenamiento jurídico y regulatorio básico y la garantía del cumplimiento del mismo, para que se puedan realizar las transacciones, dentro de límites aceptables de certidumbre, seguridad, confiabilidad y costo. Un tema específico de este contexto es la reglamentación tendiente a evitar las prácticas discriminatorias y monopólicas en el mercado.

El Estado puede ayudar a promover y expandir los mercados, adelanta su creación, cuando no existen, o impulsa su desarrollo en el caso que se encuentren muy atrasados. Inclusive el Estado puede participar en la generación de una nueva actividad productiva para luego irla cediendo gradualmente a otros productores, manteniendo su acción por más tiempo en regiones a los que no llegue normalmente el mercado y finalmente conservando, sólo funciones de regulación.

El marco institucional representado por el Estado puede cambiar señales de mercado, aplicando selectivamente políticas de apoyo a la producción (políticas activas) para sostener actividades estratégicas, con el fin de lograr un desarrollo más rápido y profundo que con la sola acción del mercado. La intervención del Estado debe orientarse a darle estabilidad y transparencia al mercado y a crear estímulos o a reducir los desincentivos. El Estado debe participar en la regulación del proceso de comercialización como comprador de alimentos, especialmente en situaciones en las que por diversas razones debe adquirir volúmenes relativamente importantes de estos productos con el propósito de asegurar el abasto interno y la seguridad alimentaría.(3)

En lo que respecta a la regulación el Estado ejerce esta función sobre el mercado a través de contratos de producción con los diferentes productores, particularmente cuando la situación desaconseja que dicha producción sea encarada directamente por el Estado. Cuando se elige este camino, el principal problema a superar es el que se refiere al contenido de los contratos con los productores y a la capacidad del Estado para alterar los términos de referencia de los mismos cuando las circunstancias lo requieran.(4)

El Estado diferencia las producciones directas a la población y las destinadas al procesamiento industrial, seleccionándolas en función de los cultivos y los objetivos de exportación. Además, tiene la posibilidad de que si un productor no desea producir o vender un producto determinado de importancia estratégica para la población. él puede asumir dicha producción o por otro lado puede crear políticas indirectas que ayuden a su fomento.

La intervención estatal a través de medidas de fomento productivo podría desempeñar un papel muy importante en esta etapa de transformaciones en la cual se debe insertar la economía agrícola cubana en la competencia externa, al mismo tiempo que disminuye el gasto gubernamental a la agricultura. La heterogeneidad de los productores, en particular la existencia de un sector cooperativo mayoritario en desarrollo con un nivel relativamente bajo de recursos productivos y de poca experiencia en la utilización de los mecanismos de mercados, exige acciones públicas orientadas a reforzar la capacidad competitiva de este grupo de productores.

En el caso cubano la excesiva contratación de los productores por el Estado viene dada por la permanencia de los antiguos esquemas estatales en la dirección y producción agrícola, y la dependencia en la toma de decisiones así como del peso en el consumo social de la mayor parte de sus producciones. Los aspectos críticos más destacables respecto a este mecanismo de acción tiene que ver con la distorsión en los precios y en la asignación de recursos, así como en la generación de espacios para comportamientos paternalistas.

Analizando la experiencia del funcionamiento del mercado agropecuario en la segunda etapa de su desarrollo en Cuba, pueden entonces establecerse algunas sugerencias que convienen a productores y al Estado como son: la unificación del mercado, contar internamente con una organización, un sistema de información, el financiamiento, la infraestructura física, la investigación y la educación en función del mercado y el poder compensatorio para que funciones de manera ágil, fluida y con un mínimo de asimetrías.

Para que la economía agrícola cubana pueda crear un mercado interno competitivo y insertarse en el mercado mundial, dentro de un conjunto de condiciones a crear está la utilización con eficiencia de la planificación compuesta por un nuevo contenido acorde a las nuevas realidades en términos de métodos, instrumentos y estilos de dirección y la utilización del mercado como mecanismo de regulación económica.

En rigor, con fuertes ingredientes de centralización, la forma cubana de planificación agrícola se mueve gradualmente a depender más de los mercados como sistema de coordinación económica y a desarrollar instrumentos imperfectos o todavía ausentes de manejo económico indirecto. Se trata de una economía agrícola centralmente planificada, con una lenta utilización de las relaciones monetarias mercantiles y mercados regulados; y con un sistema de gestión empresarial progresivamente descentralizado.(5)

De forma sintética en el caso cubano se trata de una acción combinada del Estado y los mercados. El papel del primero debe estar enfocado a: tener reservas ante posible subida de precios, realizar comprar de productos a los productores, facilitar que la oferta se incremente, posibilitando la entrada de otros productores al mercado, eliminar barreras de acceso al mercado, reglamentación de los niveles de precios y la ejecución de programas de precios mínimos.

Es necesario conformar un sistema de mercado, con un ambiente de competencia entre todos los sujetos agrarios cuya estructura sea unificada, acorde a las realidades y que a la vez permita una combinación estrecha entre los mercados rurales y urbanos, así como la conexión del mercado nacional con el internacional.

Hasta el momento el mercado en el sector agropecuario ha contribuido como elemento de motivación para poner en explotación todas las tierras, ha favorecido en aumentar el interés en el cumplimiento del encargo estatal, facilita el incremento de los rendimientos y los resultados productivos en general y da la posibilidad de que se produzcan renglones productivos ya desaparecidos de la oferta, es decir el mercado rescata estos productos de gran demanda de la población. Constituye una fuente importante de recogida de circulante a través de los impuestos y introduce nuevas complejidades sociales al producirse una estratificación de los ingresos. (6)

Relación Estado-cooperativa y formas institucionales del territorio

El sector agropecuario en Cuba tiene una estructura productiva mixta, por consiguiente, para darle unidad al sistema de propiedad multiforme se requiere de modificar las relaciones Estado-cooperativa. La economía mixta agrícola, el mercado y el sistema financiero, modifican necesariamente las antiguas relaciones Estado–productores y Estado-individuo en múltiples direcciones. La racionalidad económica de los productores se modifica a tenor de los principios que regulan su funcionamiento y de los mecanismos que definirán los marcos para la toma de decisiones.

El mercado y la regulación planificada de corte financiero actuarán de mediadores entre los intereses de los productores y los distintos territorios del país. Las relaciones del Estado hacia las cooperativas tanto en su forma como en su contenido deben ser más indicativas que directivas. El Estado debe restar preponderancia de los mecanismos directos, asumiendo la implementación de los mecanismos indirectos de aseguramiento de la producción, como son las políticas impositivas y crediticias El pedido estatal a través del plan debe ser menor que lo destinado al mercado.

Es imprescindible que el Estado renuncie al control administrativo sobre las UBPC, reconociendo los espacios de dirección y funcionamiento en la esfera de lo jurídico, lo económico, lo financiero, y lo social de estas nuevas cooperativas en el contexto nacional. Debe reforzar el control financiero a través de las palancas de créditos, precios y tasas de interés con el fin de propiciar la rentabilidad, e introducir la competencia, dejando espacio para que el mercado determine los problemas del nivel físico de la producción y los surtidos. El Estado debe asumir la dirección, proyección y control de la política inversionista, la política bancaria y el funcionamiento del sistema bancario, las política sanitarias, el apoyo a la ciencia y técnica, etc.

El logro de la combinación óptima de la planificación centralizada estatal con la iniciativa, la autonomía y la autogestión financiera local puede hacerse posible sí se plantean de forma centralizada sólo los principales renglones estratégicos, cuyo desarrollo y realización están a cargo de los organismos estatales correspondientes. Esto se refiere a la definición de los objetivos finales e intermedios, al establecimiento de las proporciones de los fondos centralizados de alimentación y a la contribución de los eslabones territoriales.

El incremento de la autonomía, del interés por la autogestión financiera, condiciona la necesidad de buscar y aplicar las medidas más eficaces para resolver los problemas generales teniendo en cuenta la diversidad de las condiciones concretas. No se pueden afectar los intereses económicos ni la autonomía operativa de los principales eslabones de la producción.

La inercia con que se produjeron los bruscos cambios de las formas de organización en el caso de la agricultura cañera en relación con la tenencia de la tierra y la conservación de los dirigentes del Complejo Agroindustrial Azucarero (CAI), ahora bajo otra condición, han facilitado el mantenimiento de los métodos de administración tradicionales, de las relaciones de subordinación que debían ser sustituidas por relaciones de clientes propietario en ambas direcciones bajo el principio de cuidar los intereses sin lesionarlos, tanto de carácter local como nacional.

Es necesario la combinación de los métodos administrativos, económicos y sociológicos, que incluye el diseño de sistemas de relaciones horizontales, donde exista la flexibilidad indispensable en la toma de decisiones de cada espacio económico concreto. Hasta el momento se observa el predominio de una cultura centralizada autoritaria y paternalista que ha sido el producto de la conjugación histórica de numerosos factores objetivos y subjetivos.

Las actuales relaciones se ven influidas por lo inespóntaneo del nacimiento de las UBPC, sin aportar valor, ni arriesgar nada, observándose un proceso cooperativo desde arriba. La única autonomía de las UBPC se limita a recibir o rechazar trabajadores y para la aceptación de la ciencia y la técnica. Es un hecho reconocido que tanto los CAI como las empresas dicen no sólo lo que hay que hacer, sino también cómo hay que hacerlo. No hay decisión de los ubepecistas que no tenga una predeterminación en los niveles superiores.

Este proceso requiere de una mayor profundización a través de la aplicación de diferentes medidas como las siguientes: la necesidad del despegue de las UBPC respecto a la presión decisoria de las empresas estatales matrices, una suerte de escudo institucional limita el espacio de las competencias decisionales de las UBPC. A esto se une un nuevo trato respecto a la fijación de precios tanto de las producciones agrícolas como de los servicios y de las prestaciones que se reciben de las empresas matrices. Los precios deben ser concertados no fijados.

La necesidad de establecer un cuerpo colegiado al servicio de las UBPC y subordinado a su consejo de administración, cuyas funciones básicas serían representar y asesorar a las mismas. Incluiría un grupo reducido de especialistas en un conjunto de actividades que demanden gran capacidad técnica y calificación específica y son comunes a todas las UBPC de un territorio. Este grupo estaría al servicio de ella y se ocuparía en principio de concertar precios para productos y servicios y llevar controles contables.

Esto contribuiría a la formación de los cooperativistas en el uso de las técnicas participativas y formas de organización del trabajo, entrenamiento de los cuadros de dirección en los principios y métodos de la gerencia moderna. Las nuevas condiciones de una agricultura cooperativa exigen un proceso de legitimidad funcional y jurisdiccional entre los diferentes sujetos agrarios, con particular énfasis en la cooperativa.

Lo anterior podría ser la base de un proceso transicional, pues reforzaría la precisión de las competencias decisionales, toda vez que del reclamo de la autonomía general, se pasaría a la determinación concreta de los espacios desicionales de cada actor a través de la negociación y de la concertación en cada actividad económica en cada territorio.

Es imprescindible que estas cooperativas adquieran personalidad organizacional propia y auténtica, teniendo en cuenta el entorno y la dinámica de los cambios se necesita de tiempo para adquirir su propia personalidad. Lo anterior provoca la aplicación de débiles métodos de dirección colectiva, poca o nula participación en la toma de decisiones. Ante esta situación se debe ir modificando la posición de cada sujeto llegando a ser el CAI una dependencia de asesoría, aseguramiento y servicios técnicos a la UBPC.

La situación actual impone la transformación de los métodos de dirección, administración y reorganización del sistema agrícola que incluya la sustitución de los métodos de dirección vertical centralizados por estilos participativos y de autogestión con mayor exigencia económica administrativa por los resultados productivos finales, haciendo desaparecer formas de dirección tradicionales.

El estado tiene que asegurarse del logro de los objetivos que se trace, pero estos deben ser armonizados con los intereses de la base que genera la fuerza productiva, y con los potenciales reales que permitirán alcanzar y facilitar además el despliegue de la capacidad creadora, preparada y responsable que se desarrolló durante muchos años. Para lograrlo es necesario definir qué realmente necesita el estado bajo la decisión centralizada y qué puede y debe garantizar con las decisiones in situ de quienes mejor conocen sus potencialidades naturales, materiales, financieras y humanas y están interesados en su progreso individual y colectivo como en lo nacional.

Mientras que las decisiones económicas-productivas fundamentales se tomen fuera de las UBPC, implica el no desarrollo de la autonomía y por tanto del sentimiento de propietario. A partir de las experiencias acumuladas en el funcionamiento y gestión de los CAI se recomienda que se estudien variantes que contemplen políticas que pudieran tener entre otros componentes que la más alta dirección de la rama priorice los siguientes factores: el nivel de la producción azucarera (en interacción con todos sus niveles de dirección y las UBPC), la programación de la entrega de caña, el control de la calidad de la materia prima y la operación de los centros de acopio, así como la política de variedades, la política fitosanitaria y la capacitación, y orientación metodológica e intercambio de experiencias y por ende no define planes de siembra, limpia o cualquier otra atención agrotécnico o actividad económica productiva.

El resto de las decisiones, y por tanto su planificación, organización, dirección y control, estaría en manos de las UBPC exclusivamente. Para la organización de algunos servicios sería recomendable la creación y formación de empresas territoriales cuya cuantía, especialización y territorio a atender dependerá de las características específicas de cada región y se subordinaría a las estructuras superiores.

El paso a un sistema de autofinanciamiento en moneda libremente convertible con una elevada contribución al Estado, pero que permita la compra directa de los insumos por las UBPC, tal como lo poseen algunos organismos del país es una variante a considerar. Las cooperativas conocen qué deben hacer, cómo, dónde y con qué realizar las tareas, el cumplimiento de estos objetivos deberá ser siempre una atribución exclusiva de las UBPC.

El establecimiento de relaciones armónicas, la conjunción de los intereses nacionales, territoriales, colectivos e individuales permite reducir considerablemente las incongruencias estructurales y funcionales. Una variante importante para perfeccionar las relaciones Estado-cooperativa está relacionados con la creación de las uniones de cooperativas. En este caso se diferencia de experimentos realizados en épocas anteriores, por que se parte del supuesto de que en las nuevas condiciones los insumos deban estar descentralizados en condiciones de funcionamiento de las relaciones monetario mercantiles.

Entre otras ventajas las uniones cooperativas permiten que los productores participen en todas las etapas de elaboración del plan económico y en todas sus categorías; lo cual crea favorables premisas para establecer una adecuada correspondencia entre las metas productivas y los recursos materiales técnicos y financieros para cumplirlos.

Las uniones de cooperativas y su vinculación con las empresas de abastecimiento liberan a las cooperativas de la necesidad de emplear fuerza de trabajo y medios propios para este fin, proporcionando ahorro de trabajo. También simplifican los procedimientos para la satisfacción de las necesidades de recursos materiales previstos o no en su plan de producción. Satisfacen a partir de sus propios recursos las necesidades de los productores y luego fundamentan ante el banco la necesidad de conceder crédito para el pago de la compra.

Por otro lado, permiten el incremento de la eficiencia económica en el empleo de los medios de producción y de la fuerza de trabajo, facilitan la descentralización de los servicios de maquinaria y ayudan en el enfoque integral del desarrollo económico y social del movimiento cooperativo. La Unión de Cooperativa fortalece las relaciones económicas entre el Estado y las cooperativas, amplía el movimiento cooperativo, eleva la producción y la participación de las cooperativas en la vida social del país.

En el contexto planteado es de particular importancia establecer el vínculo entre la agricultura y las instituciones del territorio, tomando en consideración la reestructuración y redimensionamiento de las estructuras regionales, la municipalización de la regulación de la agricultura y la creación de una organización autónoma ramal y territorial del sector cooperativo. En esa misma dirección habrá que dar apertura a nuevas formas de cooperación e integración intercooperativas en la agricultura y en sus relaciones con la pequeña y mediana industria local.

A lo largo de tres décadas, los cambios componentes de las transformaciones globales en la economía cubana han debilitado los vínculos entre agricultores y gobierno local en favor de relaciones verticales de uno y otros con los poderes centrales. No obstante, la dimensión local de la agricultura siguió siendo patente, aunque carecía de una regulación comunal eficiente. Precisamente las demanda de la agricultura sobre los recursos locales y el impacto de su desarrollo sobre la comunidad, plantearon en sucesivas ocasiones la necesidad de una relación más estrecha entre los poderes políticos locales y las actividades agrarias.

“Hasta 1990, las formas institucionales del gobierno local revolucionaron las formas administrativas hacia formas políticas de más amplios poderes, mientras que las organizaciones de la agricultura se fueron ajustando a sus funciones de producción agropecuaria, y cedieron atribuciones sobre los recursos locales.” (7)

“Otra característica que estuvo presente fue que las relaciones institucionales entre agricultura y gobierno local permanecieron limitadas y débiles, debido fundamentalmente al gigantismo (las empresas agrícolas continuaron elevando su escala organizativa y se colocaron, en su casi totalidad, fuera de los límites municipales) y a la subordinación nacional de las empresas agropecuarias (la subordinación nacional las distanció aún más de los gobiernos locales). La comunidad rural fue distinguiendo gradualmente su papel de colectivo laboral del de comunidad política local”.(8)

Las transformaciones de la década de los noventa deberían fortalecer los vínculos entre las instituciones locales y la agricultura. En la medida en que la descentralización económica y política del Estado ha propiciado un mayor control local sobre sus territorios y el intercambio de recursos, en igual sentido se ha elevado la necesidad de la planificación territorial. Esta última debe conciliarse con la planificación central, y tener un mayor peso en el proceso de planificación en tanto es la expresión de los intereses de la comunidad.

“El incremento de las demandas sociales sobre la agricultura hace de ésta una actividad de creciente importancia para el sistema político local y en particular para su poder estatal. Las tendencias que apuntan hacia el futuro sugiriendo una mayor interrelación entre agricultura y gobierno local, plantean que la falta de un modelo explícito de desarrollo impide apreciar si la evolución actual de la agricultura y del gobierno local se orientan en el sentido esperado o si estos transitan por situaciones provisionales. Los límites que se impongan a la descentralización tendrán que ver, en gran medida, con las interrelaciones entre agricultura y gobierno local”.(9)

Un ángulo de la cuestión tiene que ver con la utilización por la agricultura de los recursos no renovables, sin un suficiente control social. El control del medio ambiente en la comunidad parece insustituible a este respecto, así como el de la utilización eficiente de estos recursos, por demás escasos. Sólo la subordinación de la agricultura –sus productores, intermediarios y mercados minoristas- al gobierno local puede asegurar este control.

“Tal subordinación local supone la autogestión de los productores, pero no les garantiza si dicha dirección y control reiteran el actual esquema de subordinación nacional, bajo el cual la autonomía empresarial es limitada. Otro aspecto de esta cuestión es el referido a los medios de regulación de una agricultura autogestionada; es decir, al contenido de una regulación compartida por el Estado y el mercado. No se trata sólo de un mercado regulado, sino de que la economía agraria sea regulada en parte por el Estado y en parte por el mercado.”(10)

La integración de los colectivos agrícolas en comunidades rurales y de éstas en la comunidad mayor demarcada por el espacio municipal, deberá ser parcialmente el efecto de la integración de la agricultura a la economía local, pero también de la integración política de todas las comunidades del territorio. Esta última plantea el problema de la representación efectiva de los colectivos agrícolas y/o comunidades rurales en el sistema político local y más precisamente en el gobierno local. Se trata de la adecuada representación de estos colectivos y comunidades en los poderes locales.

Cooperativas de comercialización agrícola

Otra arista que podría coadyuvar a la relación Estado-mercado es el desarrollo de las cooperativas de comercialización agrícola, las cuales son una experiencia que por primera vez se puede implementar en las condiciones de Cuba, particularmente en la zona o territorio que reúna las mejores condiciones.

La reforma económica y agraria ha restringido el cooperativismo a la esfera de la producción agrícola; este enfoque limita la apertura de oportunidades al cooperativismo en otras esferas y de modelos de integración vertical y horizontal dentro del sector cooperativo y de éste con otras entidades de la industria pequeña y media y de los servicios de base agrícola que pueden contribuir al perfeccionamiento de los cambios económico generales y agrario.

Teniendo en cuenta la experiencia mundial y la estructura y naturaleza de la economía agraria cubana, se carece de un eslabón importante para la comercialización agrícola, este elemento es la cooperación en esta esfera. En su inexistencia radica una de las insuficiencias principales de la comercialización de la producción agrícola.

La socialización de la pequeña producción en la esfera de la producción y los abastecimientos debe ser seguida por un proceso similar en la esfera del comercio de los excedentes suplementarios agrícolas. Significaría la unión para desarrollar cooperativas de comercialización que pueden asumir funciones comerciales como el acopio, envase, almacenamiento y la venta, lo que implicaría que los productores y consumidores establezcan una nueva agencia comercializadora.

La existencia de una cooperativa de comerciantes limita las posibilidades de cárteles para mantener bajos los precios al productor, resultando así una verdadera salvaguardia de la eficiencia comercial. Constituye una garantía contra la determinación monopolista de los precios, manteniendo los precios lo más firmes posibles. Rebaja el gasto de los intermediarios, contribuyendo a satisfacer los deseos del productor y el consumidor en cuanto a los precios. Controla los gastos de comercialización de los productos agrícolas de manera que estimulen al agricultor y al comprador final(11) .

Las condiciones objetivas para su creación parten de la propia existencia de la pequeña producción mercantil campesina y del aprovechamiento de las formas actuales de cooperación. En el caso de Cuba las diferentes formas cooperativas en la actualidad serán los eslabones básicos de las cooperativas de comercialización. Estas se integran voluntariamente como sociedad legal por acciones donde están presentes todas las cooperativas correspondientes a cada municipio. Contarán con un fondo inicial, locales y medios adecuados para el acopio; transformación industrial primaria y la comercialización de la producción agrícola. El financiamiento de éstas correrá a cuenta de las organizaciones asociadas y contarán con una adecuada ayuda estatal material y financiera.

Su contenido económico social garantiza la formación del interés común entre sus miembros, que no contradice el interés social y está en correspondencia con sus intereses individuales como productores. Los campesinos y cooperativistas saben que la venta de sus productos excedentes se realiza a través de la asociación a la que pertenecen como miembros y de la que se benefician por los buenos resultados de la gestión económica.

Las cooperativas de comercialización, desde el ángulo económico–social, contribuyen a elevar la producción y los abastecimientos en cantidad y calidad a las ciudades, modifican los intermediarios, simplifican el control y la regulación estatal pues son relaciones entre el Estado y una forma de comercio. Ellas podrán contar con una red de almacenes pequeños, rústicos, para la recolección y conservación de los productos agrícolas en las zonas donde radican sus asociaciones. En su estructura funcional contarán con un colectivo de cooperadores especializados en el acopio, transportación, beneficio industrial y comercialización de productos frescos y semielaborados.

El acopio tendrá carácter contractual y se canalizará por intermedio de las diferentes cooperativas y campesinos. Tendrán en un principio libertad para la formación de precios, según el estado del mercado y otras circunstancias. Más adelante y una vez normalizado el mercado agrícola, los precios de acopio podrán regularse con determinados márgenes de diferencia respecto a los precios estatales.

Las cooperativas de comercialización tendrán una organización municipal y en su desarrollo se crearán las uniones provinciales y nacionales bajo fórmulas similares de asociación. Cuando funcionen varias cooperativas de comercialización se puede crear una Junta de comercialización. Esta última es una de las formas en que cabe centralizar la comercialización agrícola, regular la competencia y consolidar la posición del agricultor. Son concebidas como una clase de cooperativismo.

Las mismas pueden establecer normas de calidad, negociación de anticipo a los agricultores, fijan los precios finales, organizan los servicios y acumulan reservas que pueden utilizarse para mejorar la producción y a la vez se crean bancos cooperativos para conceder préstamos de plazo medio. Estas cooperativas podrán, además, realizar compras de los excedentes mercantiles de los parceleros. Este aspecto no es despreciable y tiene una gran importancia en la actualidad. Se pueden estudiar, en la medida en que se fortalezcan las cooperativas de comercialización, la posibilidad y la necesidad de un mercado marginal adicional propio para la economía parcelaria, especialmente la urbana.

Las cooperativas de comercialización constituirán una fórmula de integración de la economía campesina y campesino-cooperativista al conjunto de la economía nacional en la esfera de la circulación.

Con la creación de los bancos de cooperativa se podrán conceder préstamos de plazo medio a las distintas cooperativas para la compra de medios, abonos, fertilizantes, maquinarias, etc. La relación intercooperativa ocupará un lugar importante, matizado por variadas formas de intercambio como por ejemplo: la cooperativa agrícola de comercialización puede vender el grano a la cooperativa de producción y le compra a éstas los desperdicios de su molienda, para revenderlo a sus propios socios como pienso (alimento animal).

Por otro lado, se pueden forman agrupaciones constituidas por uno o varios mayoristas en conjunto con sus clientes minoristas. Es una fórmula de colaboración entre mayoristas y minoristas, con el fin de lograr un mejor y más provechoso funcionamiento comercial en ambos niveles. Los servicios son organizados en común (promoción de ventas, modernización, perfeccionamiento profesional, etc.), de forma que el minorista se hace más competitivo y puede incrementar sus ventas.

Históricamente, en el modelo centralizado el intermediario ha sido un factor parasitario, sin embargo, en la experiencia del desarrollo de la producción mercantil, la unión entre el productor y el consumidor contó con la figura de un intermediario. La división y especialización llevó a la creación de un nuevo sujeto, que puede ser una cooperativa, una empresa, una organización estatal. etc.

Tomando en cuenta las particularidades del sistema de comercialización cubano, de manera general se podría plantear el trazado de una estrategia de comercialización agrícola donde se perfile como eje fundamental la acción combinada del Estado y los mercados, la generación de relaciones mercantiles entre los productores, la disminución de los costos de la intermediación, el traspaso a los consumidores a través de mejores precios y servicios las ventajas de las mejores técnicas y organización; diseño de políticas específicas por productos, debido a las particularidades de las relaciones comerciales y productivas de cada uno.

Paso de la agricultura convencional a la ecológica

En el desarrollo agrícola cubano primó el enfoque agronómico sobre el ecológico en el manejo y la conservación de los suelos, el aumento de la productividad mediante la entrega de nuevas tierras de cultivo, el desmonte de áreas vírgenes, la utilización de fertilizantes para compensar la pérdida de la fertilidad, la introducción de variedades mejoradas y el uso de maquinarias sofisticadas para hacer más eficientes las tareas agrícolas.

Las UBPC heredaron una orientación tecnológica que resulta insostenible económicamente en las condiciones actuales e insustentable desde el punto de vista ecológico, en tanto compromete las perspectivas futuras de desarrollo. El modelo agrícola moderno (convencional) ha subestimado la complejidad de los procesos ecológicos y sobrestimado la sustitución de estos procesos por la tecnología, generando desafíos ambientales que manifiestan la fragilidad del desarrollo alcanzado.

La implantación de procesos productivos agropecuarios sostenibles es una necesidad cada vez más imperiosa para muchos países, entre los que se incluye Cuba. La degradación de los suelos, la contaminación y la salinización del agua son una muestra de los problemas que afectan la producción y los rendimientos.

Es evidente que la tecnología no es la respuesta a estos problemas, cuyas raíces principales son socioeconómicas, sin embargo, una condición previa para cualquier remedio es que se cuente con técnicas y métodos productivos que mejoren la eficiencia económica sin afectar el ambiente.

En Cuba las producciones agroecológicas, por su limitado desarrollo, pueden incorporar determinadas características, entre las cuales está la sustitución de tecnologías importadas por tecnologías locales, priorizando la biotecnología artesanal para la producción de biofertilizantes y biopesticidas, Ello implica dentro de un conjunto de aspectos la utilización eficiente de los recursos humanos, la tierra, la energía, la tracción animal, la diversificación de cultivos, la preservación del ambiente y la conservación de los recursos naturales, así como la participación activa de las comunidades rurales y la cooperación entre ellas para la generación y difusión tecnológica.

Como se puede apreciar, hoy se apela a la agroecología porque se necesita como nunca antes lograr reducir los costos de producción, una mayor diversificación de las posibilidades reales con que cuentan los sectores agroproductivos potenciando el uso óptimo de los recursos laborales.

En Cuba se comienza a aplicar una agricultura de bajos insumos durante los años noventa, aunque todavía se dista de la integración e interrelación de los distintos factores. Lo importante es trabajar para que esto no sea una táctica coyuntural dada la escasez de insumos, sino que se entienda la pertinencia de esta forma de hacer agricultura como estrategia a largo plazo dentro del sistema agrícola.

Ante el cambio en las condiciones de la agricultura cubana es necesario crear sistemas agrícolas de bajo uso de insumos externos, de bajo costo, de alto uso de recursos locales diversificados y eficientes en el uso de la energía, capaces de presentar rendimientos sostenidos en el tiempo, mediante tecnologías económicamente balanceadas; es decir, que busquen un manejo eficiente del conjunto del sistema agroecológico.

Los cambios deben ser graduales, tomando conjuntamente las medidas para restablecer la fertilidad de los suelos y el equilibrio biológico, a la vez que disminuye la dependencia de los fertilizantes químicos. En Cuba esta agricultura tiene su base en la agricultura urbana, la cual se dedica a la producción de hortalizas en la ciudad, con la ventaja de que lleguen frescas al consumidor y no utiliza fertilizantes químicos tradicionales. La agricultura urbana produjo más del 50 por ciento de la producción nacional de hortalizas durante 1999. Estos sistemas buscan minimizar la dependencia externa de tecnologías e insumos y optimizar el balance energético de la producción.

A través de desarrollo de la agricultura urbana de manera paulatina se va creando un mercado interno de base ecológica en el país. Un inconveniente en el futuro pueden ser los altos precios de estos productos; por el momento estos pequeños centro de producción (organopónicos) venden con una rebaja de un 30 por ciento con relación a los precios del mercado libre. A mediano y largo plazo estos organopónicos deben producir para el mercado interno en divisas, una vez creadas las bases para la infraestructura necesaria de producción, distribución y comercialización de productos ecológicos.

Según las condiciones y la poca experiencia en el manejo de los agroecosistemas, el autor sugiere que la perspectiva de la agroecología en Cuba va a depender de la existencia de un movimiento de agroecologistas y de aportes de tecnologías agroecológicas con carácter territorial.

Para ello se hace necesario resolver la crisis ecológica en zonas degradadas, al mismo tiempo existe una plena conciencia del gobierno respecto a la importancia de la problemática ecológica. Las nuevas transformaciones sociales del sector rural, en la medida que alientan la autogestión y frenan el paternalismo estatal, pueden ser un factor social importante para la introducción de las agrotecnologías ecológicas.

Sin embargo, no todos los factores son estimulantes, también en esta esfera hay elementos desestimulantes que pueden limitar el desarrollo de la agroecología, entre los cuales se pueden mencionar: el enfoque coyunturista. El cual se basa en que la conciencia del empleo de técnicas agroecológicas aún se apoya en buena medida en el interés económico-productivista.

Por otro lado los mecanismos de autogestión y participación aún no se han desarrollado a fondo, por lo que el interés de producir y conservar el medio ambiente no se despliega como se requiere. Además se observa poca ayuda al funcionamiento del mercado actual para motivar demandas agroecológicas y a la vez no existen incentivos económicos que promuevan la agricultura ecológica. Además existe una escasa institucionalización de las ideas y prácticas de agricultura ecológica que se manifiestan en las comunidades rurales.

En Cuba, como en los demás contextos sociales, se hace sentir la contradicción entre la necesidad del crecimiento económico y la necesidad de la conservación del medio ambiente. Si bien se apura en hacer compatibles ambas necesidades evitando los extremismos, no es menos cierto que en la conciencia social se ha de ver ese conflicto no solo como algo que hay que eliminar, sino como factor positivo para guiar las acciones agrotecnológicas.

La crisis de la agricultura contribuyó a acelerar el empleo de técnicas alternativas, fundamentalmente orgánicas para hacer frente a la enorme escasez de insumos convencionales, abriéndose un mayor espacio de aceptación (oficial y académica) y validación social del empleo de técnicas agroecológicas y del pensamiento agroecológico cubano. Las transformaciones rurales que tienen lugar en la actualidad, apuntan hacia la readaptación del actual modelo convencional, sobre la base de la sustitución de insumos y de un mayor protagonismo de los sectores agroproductivo para elevar los rendimientos productivos y la eficiencia económica.

Hasta el momento se observa la permanencia del patrón técnico productivo que reproduce las condiciones sociales que deterioran el ambiente, y al mismo tiempo comprometen en el largo plazo la estabilidad del desarrollo. La búsqueda de una estrategia de desarrollo sostenible debe armonizar el crecimiento con la equidad social, pero al mismo tiempo no debe degradar el potencial productivo de los recursos naturales.

“El crecimiento económico debe ser la consecuencia de procesos productivos eficientes, basados en innovaciones tecnológicas sanas para el medio ambiental También se requiere la generación de un vigoroso desarrollo desde la base que, complementando los esfuerzos gubernamentales, logre una real integración y una activa participación de los sectores agroproductivos en el proceso de creación de riquezas y en la toma de decisiones que afectan sus vidas. Importante sería que se adecue el marco institucional al tipo de desarrollo buscado”.(12)

Hay que tener en cuenta que el crecimiento económico agrícola para Cuba tiene límites ecológicos. De los 6 millones de hectáreas de área agrícola existente en el país, desde el punto de vista ecológico la situación es la siguiente: 14% por ciento está afectada por salinidad y sodicidad, 29% por erosión, 37% por mal drenaje y un 64% por insuficiente contenido de materia orgánica.(13)

En términos de características del suelo se puede plantear que el 14% del suelo es muy productivo, el 11.2% es productivo, el 14% es poco productivo y el 60.8% es muy poco productivo.(14)

Esta problemática se agrava con la actividad humana que suele tener un efecto inmediato, como el sobrecultivo que agota el suelo, el pastoreo excesivo que destruye la capa vegetal que lo protege de la erosión y la despoblación forestal, entre otros.

Ante todo es necesario reflexionar en términos prácticos sobre a qué camino conducen las tendencias desarrollistas en la agricultura y las tecnologías, que vestidas de modernidad, prometen altos rendimientos sin tener en cuenta las consecuencias que de ellos se derivan. Se trata de vitalizar una concepción de la agricultura y el desarrollo, donde las personas y su amor por la tierra, la naturaleza y el propio hombre, sean el eje central.

Transitar hacia una agricultura ecológica significa trabajar en un nuevo enfoque de la agricultura que intenta proporcionar un medio ambiente balanceado, rendimiento y fertilidad del suelo sostenido y control natural de plagas, mediante el diseño de agrosistemas diversificados y el empleo de tecnologías sostenibles.

Las estrategias a desarrollar deben apoyarse en conceptos ecológicos de tal manera que el manejo dé como resultado un óptimo ciclaje de nutrientes y materia orgánica, flujos cerrados de energía, poblaciones balanceadas de plagas y uso múltiple del suelo y del paisaje. La idea es explotar la complementariedad y los sinergismos que surgen al combinar cultivos, árboles y animales en diferentes arreglos espaciales y temporales.

Para el caso de Cuba antes de crearse un mercado ecológico debe crearse y desarrollarse primeramente la producción sobre bases sostenible productiva y ecológica, la propia producción genera un mercado acompañado de una educación, divulgación y cultura de las características de esta agricultura y sus productos así como sus beneficios. Lo que indica que deben modificarse los patrones productivos, las normas y procedimientos, los mecanismos de funcionamiento, entre otros aspectos. La solución de los principales problemas ambientales que afectan al país, debe ser vista con un enfoque sistémico e integrador y no como una solución aislada, pues ellos se concatenan en sus consecuencias y efectos sobre el principal componente del medio ambiente: el ser humano.

Consideraciones finales

A manera de conclusiones se plantean de manera sintetizada un conjunto de opciones a tener en cuenta con vista a la definición de una agricultura sostenible en las condiciones de Cuba. Según el autor para el desarrollo de la misma se deben priorizar los siguientes aspectos:

- Trazar una estrategia agraria de base agroecológica teniendo en cuenta las condiciones regionales y potencial agrícola autóctono aprovechando la generación propia de tecnologías y estableciendo la subordinación municipal de la agricultura.

- El Estado debe ocupar una posición indirecta en la gestión y funcionamiento del sector agrícola, ocupándose de la dirección, proyección de las estrategias y el control de la política inversionista, la política bancaria, el funcionamiento del sistema bancario, las política sanitarias, la ciencia y técnica, etc. También debe trazar las políticas indirectas que ayuden al fomento de las producciones.

- La planificación debe estar compuesta por un nuevo contenido acorde a las nuevas realidades en términos de métodos, instrumentos y estilos de dirección con un mayor peso de la planificación territorial como expresión de los intereses de la comunidad. Por otro lado el mercado actuará también como un mecanismo de regulación económica el cual va a participar en la determinación de los niveles físicos productivos y los surtidos, en los tipos de organización del trabajo y de estructuras de dirección más apropiadas y flexibles, en la ayuda a la integración de las diferentes formas organizativas del agro, definirá los niveles de eficiencia o rentabilidad, oferta, demanda, controlará el manejo de los factores de producción y en general en todos aquellos elementos que puedan contribuir al incremento directo e indirecto de la producción.

- Descentralización operativa de los precios, cediendo espacio de participación a entidades productoras, comercializadora, autoridades locales, al mercado, etc. Diversificación de los precios con la formulación de precios únicos o zonales, por estación del año, vinculados a la calidad, por tipos de productos; además se debe tener en cuenta el papel y las variaciones del mercado en la formación de los precios. Trabajar en la vinculación efectiva de los precios internos con los precios externos, que permita una medición más real y objetiva de los costos nacionales en divisas.

- Régimen financiero riguroso con el fin de propiciar la rentabilidad, e introducir la competencia entre los sujetos agrarios y el cierre o fusión de las cooperativas ineficientes.

- Descentralizar las funciones de acopio estatal cediendo espacio a la diversificación de formas organizativas para realizar esas funciones.

- La empresa estatal y particularmente el CAI debe convertirse en una dependencia de asesoría, aseguramiento y servicios técnicos a las UBPC.

- Componer un sistema de mercados articulados internos sin limitaciones de productos ni productores, con un sistema de información de mercadeo permanente y con amplio uso de las relaciones monetarias mercantiles. Fomentar un ambiente de competencia entre todos los sujetos agrarios cuya estructura sea unificada acorde a las realidades y a la vez que permita una combinación estrecha entre los mercados rurales y urbanos, así como la conexión del mercado nacional con el internacional.

- Desarrollar el subsidio al consumidor.

- Fomentar la reconversión tecnológica tratando de sustituir gradualmente las tecnologías importadas por tecnologías locales más sustentables económicamente priorizando la biotecnología artesanal para la producción de biofertilizantes y biopesticidas. Conjuntamente se debe recalificar la fuerza de trabajo con base en el utilización de tecnologías blandas.

- Desarrollar formas de arrendamiento sobre la tierra en un tiempo determinado y con derecho a invertir y heredar. La variante de usufructo gratuito puede ser sustituido por relaciones rentistas, ya sea el pago en especie por hectárea de tierra o su equivalente en valor, en dependencia del territorio, tipo de suelo, costo de producción, condiciones geográficas, etc. A lo anterior se une la implementación del ejercicio de la propiedad en todo el sistema productivo y de comercialización.

- Establecer una Ley de cooperativa actualizada con los cambios de los noventa.

- Desarrollar las cooperativas de comercialización agrícolas.

- Concebir la Unión Nacional de Cooperativas con organización autónoma e integrada ramal y territorialmente y con los espacios jurídicos y funcionales necesarios.

- El paso gradual de las entregas de insumos agropecuarios de formas centralizadas a las descentralizadas con participación de los mecanismos de mercado. Que el productor tenga la posibilidad de decidir el momento y la magnitud de los recursos productivos que requiere dentro de los límites de las posibilidades del país para disponer de ellos.

- Establecer la verdadera autonomía de las UBPC con el objetivo de que determine su función de producción, fijen sus precios, participen en las exportaciones y en las relaciones directas con el capital extranjero.

De no materializarse las anteriores propuestas será imposible modificar sustancialmente los resultados tradicionales del sector, al no lograrse estimular el uso intensivo de la tierra como condición básica para el logro de una agricultura sostenible.


Bibliografía

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Notas

1- El autor asume como agricultura sostenible aquella que cumple los siguientes requisitos: integra la conservación del medio ambiente, el manejo integral de los recursos naturales, la utilización masiva de la fuerza de trabajo que condicione su efectividad, la inserción de la fuerza técnica para potenciar los recursos naturales, el desarrollo integral colectivo y participativo y por último la obtención de una productividad sostenible y que asegure ganancias satisfaciendo al mismo tiempo las necesidades sociales de la población. Ver Segura Olenan. Desarrollo sostenible y política económica en América Latina. Editora DEL, Costa Rica. 1995. Pág. 43.
2- Entre las deformaciones estructurales están: la alta concentración de la tierra, la monoproducción y monoexportación, la especialización agroexportadora y la dependencia externa, las grandes escalas productivas, así como la inexistencia de una reserva de fuerza de trabajo agrícola, entre otras.
3- Smith, L. Y Thomson, A. The role of Public and Private Agents in the Food and Agricultural Sectors of Developing Countries. Economic and Social Development Paper No.105, FAO, Roma 1991. Pág. 54.
4- Ibídem. Pág. 57
5- CEPAL: La Economía Cubana. Reformas Estructurales y Desempeño en los Noventa. Agosto 1997. Pág. 25.
6- Rodríguez Santiago. “EL efecto UBPC: Los problemas y el mercado. 1995.CEEC. Pág. 10. Estos aspectos son tratados también en varios trabajos de investigación de colectivo de autores del INIE-MEP.
7- Valdés Paz Juan. Agricultura y Gobierno Local. Septiembre 1997. Pág 2.
8- Ibídem Pág 3.
9- Ibídem. Pág. 4.
10- Ibídem pág. 5
11- Ver FAO. Cooperativas Agrícolas de Comercialización. Cuadernos de fomento agropecuario. 1990. Roma. Italia.
12- Restrepo Jairo. Notas sobre agricultura orgánica y una crítica al modelo convencional. Revista Agricultura Orgánica. Noviembre 1997. ANAP.
13- CITMA. La problemática ambiental en la agricultura cubana. 1995. Pág. 13.
14- Nova Armando. UBPC, mercado agropecuario y propiedad. INIE.1999. Pág.6


Dr. Santiago Rodríguez Castellón. Profesor e Investigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana

     
   
   
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