EEUU respalda a Israel en
sus ataques contra Siria y Líbano, mientras Arafat decreta
el estado de emergencia y nombre un 'gobierno de emergencia'
a fin de aplacar a Sharon
8 de octubre
de 2003.
Nota informativa CSCAweb (www.nodo50.org/csca)
La Administración
Bush, enfrascada como está en hallar prioritariamente
una salida al empantanado frente de Iraq, ha vuelto a optar por
replegarse temporalmente de su intervención diplomática
y política en el conflicto palestino-israelí. Los
ataques militares de Israel contra Siria y Líbano confirman
que la estrategia de Israel es sacar el máximo beneficio
del nuevo vacío que establece, tanto en Palestina como
a escala regional, esta coyuntura. El repliegue estadounidense
de la cuestión palestina constituye para Israel un elemento
objetivamente beneficioso en su estrategia en los Territorios
Ocupados, justo todo lo contrario de lo que reclama la AP.
El augurio de un mayor remonte en la presión del gobierno
y el ejército israelíes contra la Autoridad Palestina
(AP) y contra Yaser Arafat tras el atentado suicida de la joven
abogada palestina de 29 años de edad Hanadi Haradat [1],
que provocó el pasado sábado 4 de octubre 19 muertos
en Haifa, ha modificado nuevamente la coyuntura política
palestina, forzando un inmediato decreto por parte de Arafat
que establece el estado de emergencia en las Áreas Autónomas
Palestinas. A esta decisión, tomada por el presidente
de la AP "[...] debido a las difíciles condiciones
del momento [y] [...] basada en exigencias del más alto
interés nacional", se ha unido la no menos relevante
de nombrar un gobierno de emergencia, posponiendo con ello indefinidamente
la presentación para su aprobación al Consejo Legislativo
Palestino (CLP) de la propuesta del nuevo gabinete de Ahmad Qura'i,
Abu Ala [2], y cuya tarea será "trabajar
para reforzar y consolidar la unidad nacional, además
de otras labores básicas" [3]. El gobierno
de emergencia, además del propio Qura'i como primer ministro,
se ha reducido de 23 a ocho ministros: Nasr Yusef, ministro de
Interior; Salam Fayad, ministro de Finanzas; Nabil Shat, ministro
de Exteriores; además de Naim Abu Hommos, Saeb Erecta,
Jawad Tibi, Jamal Shobaki y Abdul Rahman Hamad.
Con esta decisión vuelve a tomar cuerpo la determinación
de la oficialidad palestina de responder a las exigencias de
israelíes y estadounidenses relativas al control de la
resistencia palestina. Ninguna respuesta crítica se ha
dejado escuchar por boca de europeos o estadounidenses, mucho
menos de israelíes, sobre esta decisión, que atenta
frontalmente contra el falsamente promovido principio de la reforma
democrática de la AP. Poco después de producirse
el ataque en Haifa, el propio Arafat condenó públicamente
esta acción y puso en marcha este decreto de estado de
emergencia. Por su parte, Abu Ala declaraba que su nuevo
gobierno está determinado a poner fin al "estado
de caos" que se vive en los Territorios Ocupados (TTOO)
y reiteraba que, aunque no permitirá que se los palestinos
sean empujados hacia la guerra civil, "no seremos indulgentes
para imponer la ley y el orden" [4]. La prioridad
de Abu Ala -al igual que la del anterior primer ministro
Abu Mazen- es, en primera instancia, tratar de quebrar
la resistencia palestina mediante la negociación de una
tregua con los grupos y fuerzas políticas palestinos que
la defienden, con el fin de contener la presión del gobierno
Sharon contra Arafat y contra la propia AP. Se trata de "establecer
un diálogo interpalestino más serio que nunca para
alcanzar un mínimo común que ponga fin a la presente
crisis".
Sin embargo, y al igual que ocurriera con el propio Abu
Mazen, la agenda presidencial de la AP -recuperar el control
de la Intifada mediante la negociación de una nuevamente
improbable tregua con los grupos palestinos- vuelve a ser obviada
por Israel: el ejército de ocupación ha vuelto
a lanzar una nueva agresión atacando la ciudad cisjordana
de Yenín (en toque de queda desde los últimos tres
días) y bombardeado varias viviendas palestinas próximas
a la de la familia de Hanadi Haradat como nueva demostración
del castigo colectivo con que Israel responde a los activistas
de la resistencia armada de la Intifada.
Esta acción militar, que ejemplifica una vez más
y en un momento de extrema crisis en la política palestina
el absoluto desdén con que el gobierno israelí
contempla los movimientos políticos palestinos de la AP,
refirma la invariable estrategia del gobierno de Sharon de seguir
propugnando una única salida -la militar, ergo
la de la represión- a la Intifada palestina. Y ello,
además, reforzado por la Administración Bush, cuyo
presidente concede a Israel el derecho a servirse
del mismo argumento inmoral de la "Guerra global contra
el terrorismo", que sigue articulando la política
exterior estadounidense en Iraq y en toda la zona en beneficio
de sus fines.
La respuesta de Bush calificando el ilegal ataque militar
de Israel contra Siria del pasado 5 de octubre como autodefensa
y sus declaraciones de respaldo al bombardeo aéreo de
un campamento de refugiados palestinos próximo a Damasco
al afirmar que "Israel no debe sentirse frenado en defenderse
a sí mismo" ponen nuevamente en evidencia la abierta
complicidad de israelíes y estadounidenses para servirse
mutuamente de una lógica de intervención militar
fraguada hace décadas en Oriente Medio al margen de la
comunidad internacional -y ahora rehabilitada tras el 11-S con
la invasión y ocupación de Iraq- que otorga a Israel
la supremacía y la impunidad regional, refuerza la estrategia
de dominio y control estadounidense de todo el área, ningunea
a los Estados árabes y convierte en irrelevante, porque
lo viola sin penalización alguna, el ordenamiento internacional
de Naciones Unidas (NNUU).
Irrelevancia de NNUU e impunidad
de Israel
Invariable en su estrategia y en una nueva coyuntura, Sharon
se permite ir todavía más lejos atacando a dos
Estados árabes soberanos -Siria y Líbano (6 de
octubre de 2003)- con la excusa de perseguir al "terrorismo
palestino", a sabiendas de que el respaldo incondicional
de la Administración Bush a su gobierno frenará
cualquier intervención efectiva de la comunidad internacional
contra su política, como así ha sido tras formular
EEUU el veto a la resolución de condena a Israel por parte
del Consejo de Seguridad (CS) de NNUU tras su ilegal agresión
militar contra Siria.
Con su veto, EEUU no solo refuerza a Israel sino que vuelve
a imponer la negativa a ninguna otra intervención internacional
en el conflicto palestino-israelí: ni la UE, ni Rusia
ni los países de la Liga Árabe, ni NNUU en su conjunto
modificarán un ápice sus relaciones y/o posiciones
respecto a un Israel permanentemente agresor pero siempre impune.
Obsceno espectáculo al que se ha añadido la penalización
de Siria (país agredido y promotor de dicha resolución
como miembro no permanente que es del CS de NNUU en la actualidad)
al reafirmar los restantes miembros del CS las acusaciones -como
siempre no probadas- de que los grupos políticos palestinos
que operan en su territorio forman parte del terrorismo palestino
con el que Israel pretende acabar a base de bombardear campamentos
de refugiados ya no solo en Palestina sino también en
Siria, y a los que los miembros más significativos del
CS, particularmente los de la UE, se han afanado en incluir miméticamente
en su lista de "organizaciones terroristas",
tal y como manda el dictado de EEUU.
Repliegue de EEUU de la cuestión
palestina
Y todo ello, incluida nueva neutralización de la comunidad
internacional, se hace cuando además la Administración
Bush, enfrascada como está en hallar prioritariamente
una salida al empantanado frente de Iraq que mejore su posición
interna de cara a las elecciones de noviembre de 2004, ha vuelto
a optar por replegarse temporalmente de su intervención
diplomática y política en el conflicto palestino-israelí
[5].
Los ataques militares de Israel contra Siria y contra Líbano
confirman que la estrategia de Israel es sacar el máximo
beneficio del nuevo vacío que establece, tanto en Palestina
como a escala regional, esta situación coyuntural. El
repliegue estadounidense de la cuestión palestina constituye
para Israel un elemento objetivamente beneficioso a su estrategia
en los TTOO y en la región, justo todo lo contrario de
lo que reclama la AP. No en vano, ha sido Israel quien ha operado
permanentemente, y desde su constitución, contra cualquier
intervención del llamado Cuarteto (EEUU, la UE,
Rusia y NNUU), que, como a través de la infame "Hoja
de ruta" [6], pudiera suponer una reorientación
internacional de la cuestión palestina y, aún siendo
beneficioso para sus propios intereses, frenara su táctica
de acabar físicamente -y no sólo políticamente-
con la resistencia palestina [7]. Cuanto más se
distancie su más firme aliado, la Administración
Bush, de la cuestión palestina y menor sea su intervención
directa, mayor será el margen de maniobra de Israel para
seguir imponiendo, a la sombra del discurso contra el terrorismo,
su posición indefinida de potencia ocupante en los TTOO
y su hegemonía militar en la región.
Notas:
1. "From trainee lawyer to Haifa bomber", Al Jazeera,
5 de octubre de 2003.
2. Véase en CSCAweb: Ahmad Qura'i y Arafat designan un nuevo
gobierno palestino: huir hacia adelante Lista de los miembros
del nuevo gobierno
3. "A new Palestinian emergency cabinet", Jerusalem Media
& Communication Center, 6 de octubre de 2003.
4. "Palestinian cabinet sborn in", Al Jazeera,
7 de octubre de 2003.
5. Véase en CSCAweb: Graham Usher: Simplemente, esperando
6. Véase en CSCAweb: Documento: "Hoja de ruta
para una solución permanente al conflicto palestino-israelí
basada en dos Estados"
7. Véase en CSCAweb: Loles Oliván: Loles
Oliván: Hoja de ruta', poner punto final a la cuestión
palestina
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