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La dimisión de 'Abu Mazen' y el fin de la "Hoja de ruta"

8 de septiembre de 2003. Nota informativa CSCAweb (www.noso50.org/csca)

La dimisión del primer ministro palestino 'Abu Mazen' resulta un acontecimiento casi natural y nada sorprendente, algo que tanto Sharon como el propio Arafat han estado fraguando, por diferentes motivos, desde que el pasado 29 de abril fuese nombrado en su nuevo cargo por dictado de la Administración Bush y de Israel a fin de formalizar el reinicio de un nuevo plan de negociaciones, la llamada "Hoja de ruta"

A la vista de los vertiginosos acontecimientos que han tenido lugar en los últimos dos meses en el conflicto palestino-israelí, la presentación de la dimisión del primer ministro palestino Mahmud Abbas, Abu Mazen, a Arafat resulta un acontecimiento casi natural y nada sorprendente; algo que tanto Sharon como el propio presidente palestino han estado fraguando, por diferentes motivos, desde que el pasado 29 de abril fuese nombrado en su nuevo cargo como respuesta a la imposición de la Administración Bush y de Israel [1] para formalizar el reinicio de un nuevo plan de negociaciones, la llamada "Hoja de ruta" [2].

Siendo EEUU quien determinó su nombramiento siguiendo las exigencias de Israel, Abu Mazen representaba para la Administración Bush la oportunidad de establecer una interlocución acomodaticia y subordinada a la redefinición estratégica que EEUU pretende imponer en el conflicto palestino-israelí, a fin de convertirlo en una cuestión de seguridad -exclusivamente Israelí- y de terrorismo -exclusivamente palestino-, anulando con ello su esencial componente político y vertebrarlo a un arreglo conforme a sus intereses regionales en el marco de la ocupación de Iraq, y no solo a los de Israel. Habiéndose guiado por las riendas unilaterales de las exigencias israelíes, sin embargo, EEUU ha vuelto a demostrar su incondicional alineamiento con el sionismo, al forzar un cambio de interlocución palestina en una figura que, sin respaldo político interno y sin reconocimiento popular alguno [3], no ha recibido de la Administración Bush ni una sola de las demandas asociadas al éxito de su intervención [4]. EEUU no ha presionado en absoluto a Israel en ninguna de las contrapartidas que podrían haber facilitado la imposible tarea de Abu Mazen: ni en la liberación de los presos políticos palestinos, ni en el levantamiento de los puestos de control israelíes en las áreas autónomas y Territorios Ocupados (TTOO), ni en la retirada del ejército israelí de las aldeas palestinas, ni en el levantamiento del cerco a Arafat; mucho menos en la congelación de en la ampliación de los ilegales asentamientos de colonos o en el fin de la construcción del Muro del Apartheid [5] que, siguen avanzando, unos y otro, en la estrategia israelí de crear hechos consumados sobre el terreno mientras la población palestina sigue siendo humillada y represaliada cotidianamente.

Mientras Sharon imponía a Abu Mazen la negociación y mantenimiento de una imposible tregua unilateral por parte de las fuerzas de la resistencia armada palestina [6], el ejército de ocupación ha seguido ejecutando operaciones de castigo colectivo contra toda la población palestina y asesinando líderes políticos palestinos [7] que, junto a la perpetuación de la ocupación, son los únicos responsables del mantenimiento de la resistencia armada palestina. En esta dinámica perversa, diseñada por los estrategas militares israelíes, Abu Mazen, sin el apoyo real estadounidense -único garante de su legitimidad- estaba condenado desde su nombramiento a ser consumido entre la espada israelí y la pared palestina. Revelador del limitado alcance de su papel fue el llamamiento expreso que el secretario de Estado estadounidense Colin Powell lanzó a Arafat a mediados de agosto, cuando, a la vista de las dificultades a que su criatura predilecta, la "Hoja de ruta", había quedado expuesta, apeló directamente a su intervención "como presidente de la AP" para que interviniese a favor de Abu Mazen y del mantenimiento de la "Hoja".

La Autoridad Palestina, paralizada

Para Arafat, el nombramiento de Abu Mazen fue una concesión obligada para ganar tiempo; una maniobra orientada fundamentalmente a demostrar tanto a estadounidenses e israelíes como a los propios palestinos, que su papel como interlocutor político dentro y fuera de Palestina es incuestionable y no puede ser anulado por la imposición exterior, mucho menos por aquellos sectores internos palestinos de Fatah que, escudados en la "Hoja de ruta" y a la sombra de EEUU y de Israel, han intentado desbaratar el ya de por si frágil equilibrio interno impuesto por Arafat en la Autoridad Palestina (AP) para erigirse en nuevos interlocutores con el respaldo de estadounidenses y haciendo el juego a Sharon. Las maniobras de unos y otros para alcanzar o retener el control de las reestructuradas fuerzas palestinas en los últimos meses [8], son bien indicativas del significado preciso que han adquirido para la AP (tanto leales a Arafat como contrarios) y para Israel los cuerpos de la seguridad palestina pues representan -y así lo exige la "Hoja de ruta", tal como instituyeron los Acuerdos de Oslo- el instrumento del que Israel quiere servirse para acabar definitivamente y desde dentro con la resistencia palestina y con sus fuerzas políticas.

A las maniobras de Mohamed Dahlan, responsable de la seguridad interior nombrado por Abu Mazen y en él escudado, Arafat respondió tan solo hace una semana con el nombramiento (contrario a Abu Mazen y al propio Dahlan) de Yibril Rayub como supervisor de las fuerzas de seguridad palestinas en Cisjordania. Rayaub, rehabilitada su lealtad a Arafat tras los enfrentamientos surgidos hace un año y medio por las disputas de poder con Dahlan en el ámbito del control de las fuerzas palestinas [9], ha sido designado por Arafat con el objetivo explícito de impedir el acceso de Dahlan al control de las fuerzas policiales palestinas y de retener su poder directo sobre ellas [10], es decir, para impedir que un elemento tan estratégico y definitivo como las fuerzas de seguridad palestinas (baluarte diseñado por los propios israelíes ya en Oslo y por ello estratégicamente utilizado por Arafat y por sus enemigos en el seno de la AP) puedan descansar en un personaje abiertamente entregado a EEUU y a Israel como Dahlan.

Limitando desde la sombra los poderes de Abu Mazen y minando su capacidad de acción, el juego político de Arafat viene a demostrar nuevamente a unos y a otros, la audacia de un dirigente histórico que, en su calidad de máximo representante palestino (avalada formalmente por las elecciones de 1996 y en la práctica por un importante apoyo popular entre la población palestina de los TTOO) y a pesar de estar acorralado y en peligro de extinción, ha seguido enfrentando las amenazas internas y exteriores aún a costa de debilitar al propio Movimiento Nacional Palestino (MNP). Arafat únicamente ha permitido actuar a Abu Mazen como fachada de la AP ante estadounidenses e israelíes a sabiendas de que las exigencias que se le impondrían, particularmente asumir una cuestión tan impopular como poner fin a la resistencia y a la Intifada palestina, supondrían como así ha sido la caída de Abu Mazen y, con ella, la recuperación de su relevancia política como único interlocutor palestino para tratar con Israel.

La dimisión de Abu Mazen hace de Israel el gran beneficiario de la situación por él mismo creada: manteniendo al cien por cien el respaldo estadounidense (ahora extendido abiertamente a la propia UE que el pasado 6 de septiembre hizo responsable a Arafat de la dimisión de Abu Mazen además de incluir a la organización política Hamas en la lista europea de "organizaciones terroristas" [11]) el gobierno de Sharon ha vuelto a intensificar las medidas militares contra los TTOO: la imposición del estado de sitio en Cisjordania (la Franja de Gaza ya lo estaba desde hace semanas) y, con ello, el refuerzo del control sobre la población y los Territorios Palestinos son los verdaderos objetivos del gobierno de Sharon; la militar, a través del asedio colectivo, es la única salida que Israel contempla para acabar con la rendición palestina tras haber quebrado, después de una acumulación de hechos políticos y territoriales consumados en el marco de Oslo y, después, en la represión de la Intifada, la unidad nacional de las fuerzas políticas palestinas.

El fin de la 'Hoja de ruta'

En esta coyuntura nada cabe esperar de la aplicación de una "Hoja de ruta" que desde su publicación ha sido denunciada y rechazada por la mayor parte de la sociedad palestina y de sus fuerzas políticas como un mero "plan de seguridad" al servicio de Israel [12], y utilizada a conveniencia por estadounidenses (para asentar su nuevo diseño de reordenamiento político, económico y militar en la región árabe tras la ocupación de Iraq), por la UE (como moneda de cambio para la rehabilitación de las relaciones políticas de Francia y Alemania con EEUU tras los desajustes derivados de la guerra contra Iraq), por el dependiente y manipulado secretario de NNUU Kofi Annan, por los detestables regímenes árabes (como instrumento para librarse definitivamente del cáncer palestino que sigue desestabilizando sus propias supervivencias) y esencialmente por Israel quien, a diferencia del resto y con el respaldo de EEUU, es el único actor que, desde hace décadas ha seguido concibiendo y planificando estratégicamente una única solución a la cuestión palestina: la aniquilación de su proyecto nacional como única garantía de consolidación del propio proyecto sionista de Israel en toda Palestina y, para ello, ha utilizado todas las vías posibles con el fin único de acabar con la existencia palestina.

Desde esta premisa, que tanto Arafat como las fuerzas palestinas han comprendido desde hace tiempo, la resistencia palestina es el único elemento de confrontación real no solo a la ocupación ilegal y a sus dramáticas y humillantes consecuencias (una faceta de las múltiples asociadas al proyecto sionista) sino a la amenaza de extinción de sus derechos nacionales y de su existencia como pueblo. Es por ello un bien innegociable y un derecho que hay que defender.

El patrimonio de la resistencia

Mientras los medios políticos occidentales, israelíes y oficiales árabes así como los de comunicación se esfuerzan en denunciar hipócritamente las prácticas de la resistencia armada palestina calificándolas de terroristas, al tiempo que callan sobre las prácticas del terrorismo de Estado que practica Israel, merece la pena reflexionar sobre una realidad que los periódicos y las declaraciones oficiales se niegan a hacer visible a la opinión pública: la radicalidad de la resistencia palestina trasciende en mucho a los hombres y mujeres palestinos -islamistas o nacionalistas laicos- que llevan a cabo acciones de bombas suicidas contra objetivos israelíes en el interior de Israel o contra sus colonos en Cisjordania y Gaza. La radicalidad de la resistencia -y por ello Israel ha sido siempre expeditivo al aplicar la fórmula del castigo colectivo a la población palestina en los TTOO- se expresa fundamentalmente en la determinación con que desde hace más de 37 años el pueblo palestino ha decidido resistir cotidianamente a Israel y seguir viviendo y reconstruyendo desde los escombros de la ocupación sin perder su vínculo con la tierra ni sus aspiraciones nacionales.

Frente a los asentamientos ilegales, la confiscación de tierras, los cortes de carreteras, la falta de suministro de agua, el bloqueo económico, la privación de libertad de movimiento, las invasiones militares continuas, los asesinatos impunes, el racismo y la extorsión, la separación física, el sufrimiento, la humillación y la depauperación aplicadas sistemáticamente como mecanismo de desgaste y acción de guerra israelí, el pueblo palestino renace cada día invencido y superviviente, dispuesto a arriesgarlo todo para seguir viviendo en su tierra, reconstruyendo sus casas, replantando sus olivos, acudiendo a sus universidades a pesar de los cortes de carreteras y los controles humillantes del ejército israelí; cultivando a duras penas sus tierras de labranza a sabiendas de que los buldózeres de la ocupación destruirán sus cosechas, amasando pan y abriendo sus comercios desabastecidos por los cierres de Israel; escribiendo libros, organizando encuentros, enseñando a los niños las canciones y los cuentos palestinos, asistiendo arriesgadamente a sus heridos, enterrando a sus muertos y celebrando la vida de los nuevos palestinos que nacen sin duda para resistir.


Notas:

1. Véase en CSCAweb: Remodelando Oriente Medio: el modelo 'cambio de régimen' en Iraq aplicado a Palestina
2. Véase en CSCAweb:
Documento: "Hoja de ruta para una solución permanente al conflicto palestino-israelí basada en dos Estados"
3. Véase en CSCAweb:
Ali Abunimah: Dos artículos sobre las 'reformas' palestinas. ¿Quiénes son estos hombres que venden Palestina a precio de saldo ? y ¿Por qué Israel está tan excitado respecto al 'primer ministro' Abu Mazen?
4. Véase en CSCAweb:
'Abu Mazen' en Washington: Dinero y 'reconocimiento' a cambio de acabar con la lucha palestina
5. Véase en CSCAweb:
Loles Oliván: En el aniversario de la ocupación de Gaza y Cisjordania: el 'Muro del Apartheid' expresa la naturaleza racista del Estado de Israel | Ilan Pappé: El muro en el corazón de Palestina | Llamamiento de las ONG palestinas: 9 de noviembre, jornada internacional contra el 'Muro del Apartheid' - Ibrahim Alloush: El Muro del Apartheid: ¿ocupación o racismo?
6. Véase en CSCAweb:
Alto el fuego palestino: una tregua sin futuro
7. Véase en CSCAweb:
Alto el fuego palestino: una tregua sin futuro
8. Véase en CSCAweb:
Rashid Khalidi: ¿'Hoja de ruta' o ruta hacia la muerte?
9. Véase en CSCAweb:
Loles Oliván: "La cuestión de fondo de la reforma palestina: democracia y lucha nacional"
10.
Graham Usher: Ni 'Hoja, ni 'ruta'
11. La Vanguardia, 7 de septiembre de 2003.
12. Véase en CSCAweb:
'Hoja de ruta': Poner punto final a la cuestión palestina (Loles Oliván)



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