Palestina


* Graham Usher es analista y corresponsal de la revista Middle East International en Jerusalén Oriental y en los TTOO. Usher participó en el Seminario Internacional "1991-2000: el proceso de paz: balance crítico de diez años de negociación palestino-israelí" organizado por el CSCA en Madrid en septiembre de 2000.

Palestina


El debate interno palestino que venía fraguándose desde hace varios meses en el interior de los Territorios Ocupados sobre la necesidad de remodelar la dirección del movimiento nacional palestino tras el fracaso de Oslo y los métodos para ejercer la legítima lucha de resistencia contra la ocupación israelí, vuelve a posponerse tras la reanudación del asedio militar contra Arafat en Ramala. La exigencia de afrontar un cambio real y profundo en la obsoleta dirección política palestina y la conveniencia o no de mantener las acciones armadas en el interior de Israel cuando afectan a población civil vuelven a ocupar un segundo plano cuando el esfuerzo interno palestino se ve sacrificado por la realidad de los ataques inmisericordes contra Palestina. Graham Usher, corresponsal de la revista 'Middle East International', narra desde Jerusalén ocupada la dificultad que atraviesa el movimiento nacional palestino para restaurar la unidad que gozó en la primera Intifada (1987-1991) en un contexto de asedio permanente por parte de Israel y de máxima emergencia nacional. Dificultad a la que no le es ajena la realidad creada por Oslo en términos de desestructuración política interna calculada y ahora profundizada por la herencia de división interna que ha dejado tras de si la Autoridad Palestina y de la cual tan buen partido está sacando Israel. [CSCAweb]


El imposible alto el fuego

Graham Usher*

Middle East International, núm. 681, 16 de agosto de 2002
Traducción CSCAweb (www.nodo50.org/csca) : 24-09-02

"Nacido de las ruinas de las sucesivas invasiones de Israel de Cisjordania, la iniciativa del alto el fuego es un reconocimiento tardío de Fatah de que la estrategia de una Intifada 'armada' y, especialmente su abrazada táctica de las bombas humanas ha demostrado ser un desastre absoluto para la causa palestina".

El 10 de agosto representantes de las facciones palestinas más importantes se reunieron en Gaza con el objeto de diseñar una posición política unitaria y dar forma y significado al fenómeno amorfo conocido como la Intifada. Según algunos palestinos que formaron parte en dicha reunión, la plataforma tiene tres principios.

El primero lo constituye una inequívoca declaración respecto a que la meta de la lucha nacional es un Estado palestino basado en la total retirada de Israel de los territorios que ocupó en la guerra de 1967 y en la solución de la cuestión de los refugiados de acuerdo con la Resolución 194 de la Asamblea General de Naciones Unidas.

El segundo es que debe haber armonía entre la meta y los medios para llevarla a cabo, con la clara implicación de que en adelante, la resistencia deberá confinarse en los Territorios Ocupados (TTOO) en 1967.

El tercero es que debe establecerse un liderazgo nacional que represente a todas las facciones para preparar elecciones "globales" a OLP, a la Autoridad Palestina (AP) y a otras instituciones palestinas.

Fatah aprobó el documento y el 12 de agosto, declaró el fin de todos los ataques dentro de la Línea Verde. Igualmente, Hamas respaldó esta posición política inicialmente. Según algunas fuentes, el dirigente político de Hamas Ismail Abu Shanab no sólo aceptó el borrador del 10 de agosto sino que formó parte activa en su redacción.

Hamas duda

El 11 de agosto las facciones se reunieron para declarar oficialmente el documento pero ni Abu Shanab ni otros representantes de Hamas estuvieron presentes. "Hay muchas cosas en común entre Hamas y otras organizaciones palestinas, y la Intifada las ha reforzado". Pero necesitamos estudiar el documento para fortalecer los puntos comunes. Daremos nuestra respuesta en los próximos días", declaró Isamil Haniya, otro dirigente político de Hamas en Gaza.

La respuesta está por llegar. Según algunas fuentes, la dirección exterior de Hamas y sus cuadros militares dentro de los TTOO vieron con recelo una política que esencialmente delega las decisiones sobre los objetivos y la ubicación de la lucha palestina en un liderazgo colectivo y nacional en vez de en las facciones. Asimismo, se mostraron descontentos de la declaración que hace el documento acerca de que el "trabajo político" (es decir, las negociaciones) constituye un medio legítimo de lucha.

Los que se opusieron [al documento] han fortalecido su rechazo con las acciones de Israel. El 10 de agosto el ejército [israelí] disparó mortalmente a un activista de Hamas arguyendo que estaba intentando infiltrarse en Israel desde la frontera con Gaza. El 12 de agosto los soldados israelíes detuvieron a un militante que pertenecía a la rama militar de Fatah, los Mártires de Al Aqsa, en una aldea cercana a Yenin. Su familia afirmó que había sido detenido cuando estaba en la cama y que después le dispararon. El ejército declaró que fue asesinado cuando trataba de escapar.

El mismo día un Tribunal militar israelí rechazó la apelación de tres hermanos de un dirigente de Hamas y de al-Aqsa contra su inminente expulsión a Gaza; era la primera vez que se utilizaba este tipo de castigo colectivo durante el actual levantamiento. Ambas milicias juraron represalias si Israel seguía adelante con este procedimiento y la respuesta verbal de Al Aqsa fue rápida. El ala militar de Fatah manifestó que continuaría con los ataques suicidas dentro de la Línea Verde "a menos que Israel se retire de los TTOO palestinos, libere a los presos palestinos y detenga los asesinatos de los dirigentes palestinos". Esto se anunció el 12 de agosto, justo cuando la dirección política de Fatah estaba produciendo la declaración de moratoria sobre ese tipo de ataques.

Los líderes políticos de Hamas en Gaza están todavía "estudiando" el borrador de la posición política común de las facciones. Pero teniendo que hacer frente a la oposición interna en el seno del movimiento y conscientes de estar siendo apartados de la radicalidad por Al Aqsa, desde fuera, no es probable que [el documento] se apruebe: no se pueden permitir que la joven guardia militar de Fatah sea más santa que los sheyjs.

'Alto el fuego imposible'

Si firmaran el documento, sería la segunda vez en menos de un mes que los intentos palestinos para forjar una política nacional se deshilacha antes de estar atada.

El 22 de julio algunos dirigentes antiguos de Fatah se reunieron en Yenin para acordar una línea de resistencia que excluiría "todos los ataques sobre hombres, mujeres y niños israelíes inocentes que no sean combatientes" ­ en otras palabras, el fin de los ataques contra población civil dentro de Israel y quizás mujeres y niños colonos dentro de los TTOO. Fatah, además, hizo un llamamiento a todos "los movimientos palestinos para poner fin a esos ataques inmediatamente, sin vacilar y sin precondiciones".

Hamas se sentó a verlas venir. Según algunas fuentes, ciertos líderes políticos de Gaza apoyaron la iniciativa inducidos por las presiones financieras [procedentes] de Arabia Saudí y ante la insistencia diplomática de la UE, las dos partes que han nutrido el llamamiento al alto el fuego. Pero la rama militar, las Brigadas Izz al-Din al-Qassam al igual que la dirección del exterior, se opuso.

Fueron los dirigentes políticos de Hamas, Shaykh Ahmad Yasin y Aziz Rantisi quienes tuvieron que hacer frente al compromiso. En declaraciones separadas en 20 y 21 de julio, ambos declararon que Hamas pondría fin a los ataques sobre civiles israelíes si Israel se retiraba de las ciudades recientemente reocupadas en Cisjordania, si excarcelaba a los líderes palestinos detenidos recientemente y si ponía fin a la política de asesinatos.

El 22 de Julio, cuando se estaba produciendo la reunión de Fatah en Yenin, Israel asesinó al dirigente de Hamas Salah Shihada y a otros 14 palestinos mediante una bomba de una tonelada que hizo estallar en un bloque de viviendas en la ciudad de Gaza. El alto el fuego, unilateral o condicional, quedó reducido a escombros.

El 31 de Julio y el 4 de agosto, las Brigadas Izz al-Din al-Qasam pusieron dos bombas en la Universidad Hebrea de Jerusalén y en un autobús cerca de Safad, dejando 17 muertos, cinco de ellos estadounidenses. Antes y después las Brigadas de los Mártires de al-Aqsa (de Fatah) enviaron hombres bomba a Jerusalén Occidental y guerrilleros a los asentamientos y carreteras de Cisjordania, matando a otra docena de israelíes, la mayor parte colonos, algunos de ellos mujeres y niños.

En respuesta, Israel asesinó a 9 militantes de Hamas y de Fatah en cuatro días, cerró todas las carreteras de Cisjordania al tráfico palestino, decretó el toque de queda en Nablus y Ramala e invadió el norte de la Franja de Gaza. En una "más novedosa" serie de castigos Israel exilió a tres hermanos, demolió 15 casas de hombres suicidas anteriores y recientes y anunció su intención de retirar la ciudadanía a tres palestino-israelíes "vinculados con organizaciones y actividades terroristas".

La lucha se había convertido en la más primordial brutalidad, santificada por el mantra de Ariel Sharon de que "no puede haber compromiso con el terrorismo" y por la réplica bíblica de Hamas de "ojo por ojo, diente por diente".

Divididos caerán

Los palestinos más prudentes saben que estas tácticas les cegarán no importa cual sea el placer visceral que se gane del sabor de la venganza. Lo saben también los jóvenes dirigentes de Fatah, y es por eso que su llamamiento a un alto el fuego en los ataques dentro de Israel -pronunciado en conjunto o por las facciones- es sincero.

Nacido de las ruinas de las sucesivas invasiones de Israel de Cisjordania, la iniciativa del alto el fuego es un reconocimiento tardío de Fatah de que la estrategia de una Intifada "armada" y, especialmente su abrazada táctica de las bombas humanas ha demostrado ser un desastre absoluto para la causa palestina. Ha dado a Sharon el pretexto que necesitaba para proseguir con las conquistas territoriales y militares en Cisjordania y para drenar las reservas de simpatía internacional en las que la Intifada se apoyaba antes, especialmente en Europa. Está arruinando las reivindicaciones de liderazgo de los cuadros locales y más jóvenes de Fatah. De acuerdo con fuentes de Fatah, muchos de los activistas políticos y militares que Israel ha asesinado o detenido en las invasiones de Cisjordania corresponden a sus cuadros medios, el núcleo de la dirección de la Intifada, incluido su secretario general en Cisjordania e ideólogo, Marwan Barghuti.

Quienes les reemplazan son figuras militares jóvenes e inexpertas cuya lealtad está más ligada al clan o a sus propias ambiciones que a ninguna dirección nacional central. El resultado es un movimiento desarraigado política y estratégicamente.

Respaldado por Barghuti desde la celda de su prisión, la iniciativa del alto el fuego es un intento de dar la vuelta a la corriente. Aunque sea incondicional, el objetivo es llamar la atención de la opinión pública europea e israelí para que presionen a Sharon a retirarse de las ciudades, aldeas y campamentos de refugiados palestinos reocupados y a poner fin a los asesinatos, demoliciones de viviendas y a las expulsiones "internas" a Gaza.

En este espacio, la dirección política de Fatah quiere nuevas elecciones dentro de Fatah y, a través de ellas, nuevos candidatos que reemplacen a la "dirección histórica" en las elecciones parlamentarias y municipales previstas para comienzos del próximo año, y traducir en posiciones reales de poder la enorme gloria nacional que la joven guardia de Fatah ha acumulado. Saben que lo harán bien: según las encuestas, los sucesores preferidos de Arafat no son ahora ni Mahmud Abbas (Abu Mazen) ni Ahmad Quray (Abu Ala), sino Barghuti y otros de su misma corriente política, origen y generación.

Contra esto se alza no solo la política de reocupación de Sharon y el viejo régimen de la AP listo a conceder todo para preservar su posición de liderazgo ­ incluso dejar la "reforma" de la seguridad y de las finanzas en manos de custodios como la CIA, por un lado, y la UE, por otro. El empuje de los reformistas de Fatah afronta también los escollos de las milicias cuyas agendas de resistencia armada tienen en la actualidad poco que ver con la lucha de liberación nacional y todo con el ascenso partidista.

Los intentos de las facciones por conseguir en Gaza una dirección política para el levantamiento busca emparejar una estrategia unificada con una reforma interna pactada que elimine de ambas la jurisdicción de nadie que no sean los propios palestinos, pero palestinos concebidos como un movimiento nacional colectivo más que como una mezcolanza de milicias.

Si esto no llega a ninguna parte, probablemente ayudará a Arafat , que utilizará las divisiones en su movimiento para bruñir sus credenciales como el único "referente" palestino. Ayudará ciertamente a Sharon, que invocará la contradicción entre alto el fuego por un lado y bombas humanas por otro para consolidar su dominio colonial en Cisjordania.

Pero frustrará a los palestinos y por la misma razón que les frustró Oslo: porque un movimiento nacional que no tiene claros los objetivos y que está dividido en sus métodos nunca será libre.



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