El debate interno palestino que venía
fraguándose desde hace varios meses en el interior de
los Territorios Ocupados sobre la necesidad de remodelar la dirección
del movimiento nacional palestino tras el fracaso de Oslo y los
métodos para ejercer la legítima lucha de resistencia
contra la ocupación israelí, vuelve a posponerse
tras la reanudación del asedio militar contra Arafat en
Ramala. La exigencia de afrontar un cambio real y profundo en
la obsoleta dirección política palestina y la conveniencia
o no de mantener las acciones armadas en el interior de Israel
cuando afectan a población civil vuelven a ocupar un segundo
plano cuando el esfuerzo interno palestino se ve sacrificado
por la realidad de los ataques inmisericordes contra Palestina.
Graham Usher, corresponsal de la revista 'Middle East International',
narra desde Jerusalén ocupada la dificultad que atraviesa
el movimiento nacional palestino para restaurar la unidad que
gozó en la primera Intifada (1987-1991) en un contexto
de asedio permanente por parte de Israel y de máxima
emergencia nacional. Dificultad a la que no le es ajena la realidad
creada por Oslo en términos de desestructuración
política interna calculada y ahora profundizada por la
herencia de división interna que ha dejado tras de si
la Autoridad Palestina y de la cual tan buen partido está
sacando Israel. [CSCAweb]
El imposible alto el fuego
Graham Usher*
Middle East International, núm. 681, 16 de agosto de 2002
Traducción CSCAweb (www.nodo50.org/csca) : 24-09-02
"Nacido de las ruinas
de las sucesivas invasiones de Israel de Cisjordania, la iniciativa
del alto el fuego es un reconocimiento tardío de Fatah
de que la estrategia de una Intifada 'armada' y, especialmente
su abrazada táctica de las bombas humanas ha demostrado
ser un desastre absoluto para la causa palestina".
El 10 de agosto representantes de las facciones palestinas
más importantes se reunieron en Gaza con el objeto de
diseñar una posición política unitaria y
dar forma y significado al fenómeno amorfo conocido como
la Intifada. Según algunos palestinos que formaron parte
en dicha reunión, la plataforma tiene tres principios.
El primero lo constituye una inequívoca declaración
respecto a que la meta de la lucha nacional es un Estado palestino
basado en la total retirada de Israel de los territorios que
ocupó en la guerra de 1967 y en la solución de
la cuestión de los refugiados de acuerdo con la Resolución
194 de la Asamblea General de Naciones Unidas.
El segundo es que debe haber armonía entre la meta
y los medios para llevarla a cabo, con la clara implicación
de que en adelante, la resistencia deberá confinarse en
los Territorios Ocupados (TTOO) en 1967.
El tercero es que debe establecerse un liderazgo nacional
que represente a todas las facciones para preparar elecciones
"globales" a OLP, a la Autoridad Palestina (AP) y a
otras instituciones palestinas.
Fatah aprobó el documento y el 12 de agosto, declaró
el fin de todos los ataques dentro de la Línea Verde.
Igualmente, Hamas respaldó esta posición política
inicialmente. Según algunas fuentes, el dirigente político
de Hamas Ismail Abu Shanab no sólo aceptó el borrador
del 10 de agosto sino que formó parte activa en su redacción.
Hamas duda
El 11 de agosto las facciones se reunieron para declarar oficialmente
el documento pero ni Abu Shanab ni otros representantes de Hamas
estuvieron presentes. "Hay muchas cosas en común
entre Hamas y otras organizaciones palestinas, y la Intifada
las ha reforzado". Pero necesitamos estudiar el documento
para fortalecer los puntos comunes. Daremos nuestra respuesta
en los próximos días", declaró Isamil
Haniya, otro dirigente político de Hamas en Gaza.
La respuesta está por llegar. Según algunas
fuentes, la dirección exterior de Hamas y sus cuadros
militares dentro de los TTOO vieron con recelo una política
que esencialmente delega las decisiones sobre los objetivos y
la ubicación de la lucha palestina en un liderazgo colectivo
y nacional en vez de en las facciones. Asimismo, se mostraron
descontentos de la declaración que hace el documento
acerca de que el "trabajo político" (es decir,
las negociaciones) constituye un medio legítimo de lucha.
Los que se opusieron [al documento] han fortalecido su rechazo
con las acciones de Israel. El 10 de agosto el ejército
[israelí] disparó mortalmente a un activista de
Hamas arguyendo que estaba intentando infiltrarse en Israel desde
la frontera con Gaza. El 12 de agosto los soldados israelíes
detuvieron a un militante que pertenecía a la rama militar
de Fatah, los Mártires de Al Aqsa, en una aldea cercana
a Yenin. Su familia afirmó que había sido detenido
cuando estaba en la cama y que después le dispararon.
El ejército declaró que fue asesinado cuando trataba
de escapar.
El mismo día un Tribunal militar israelí rechazó
la apelación de tres hermanos de un dirigente de Hamas
y de al-Aqsa contra su inminente expulsión a Gaza; era
la primera vez que se utilizaba este tipo de castigo colectivo
durante el actual levantamiento. Ambas milicias juraron represalias
si Israel seguía adelante con este procedimiento y la
respuesta verbal de Al Aqsa fue rápida. El ala militar
de Fatah manifestó que continuaría con los ataques
suicidas dentro de la Línea Verde "a menos que Israel
se retire de los TTOO palestinos, libere a los presos palestinos
y detenga los asesinatos de los dirigentes palestinos".
Esto se anunció el 12 de agosto, justo cuando la dirección
política de Fatah estaba produciendo la declaración
de moratoria sobre ese tipo de ataques.
Los líderes políticos de Hamas en Gaza están
todavía "estudiando" el borrador de la posición
política común de las facciones. Pero teniendo
que hacer frente a la oposición interna en el seno del
movimiento y conscientes de estar siendo apartados de la radicalidad
por Al Aqsa, desde fuera, no es probable que [el documento] se
apruebe: no se pueden permitir que la joven guardia militar de
Fatah sea más santa que los sheyjs.
'Alto el fuego imposible'
Si firmaran el documento, sería la segunda vez en menos
de un mes que los intentos palestinos para forjar una política
nacional se deshilacha antes de estar atada.
El 22 de julio algunos dirigentes antiguos de Fatah se reunieron
en Yenin para acordar una línea de resistencia que excluiría
"todos los ataques sobre hombres, mujeres y niños
israelíes inocentes que no sean combatientes"
en otras palabras, el fin de los ataques contra población
civil dentro de Israel y quizás mujeres y niños
colonos dentro de los TTOO. Fatah, además, hizo un llamamiento
a todos "los movimientos palestinos para poner fin a esos
ataques inmediatamente, sin vacilar y sin precondiciones".
Hamas se sentó a verlas venir. Según algunas
fuentes, ciertos líderes políticos de Gaza apoyaron
la iniciativa inducidos por las presiones financieras [procedentes]
de Arabia Saudí y ante la insistencia diplomática
de la UE, las dos partes que han nutrido el llamamiento al alto
el fuego. Pero la rama militar, las Brigadas Izz al-Din al-Qassam
al igual que la dirección del exterior, se opuso.
Fueron los dirigentes políticos de Hamas, Shaykh Ahmad
Yasin y Aziz Rantisi quienes tuvieron que hacer frente al compromiso.
En declaraciones separadas en 20 y 21 de julio, ambos declararon
que Hamas pondría fin a los ataques sobre civiles israelíes
si Israel se retiraba de las ciudades recientemente reocupadas
en Cisjordania, si excarcelaba a los líderes palestinos
detenidos recientemente y si ponía fin a la política
de asesinatos.
El 22 de Julio, cuando se estaba produciendo la reunión
de Fatah en Yenin, Israel asesinó al dirigente de Hamas
Salah Shihada y a otros 14 palestinos mediante una bomba de una
tonelada que hizo estallar en un bloque de viviendas en la ciudad
de Gaza. El alto el fuego, unilateral o condicional, quedó
reducido a escombros.
El 31 de Julio y el 4 de agosto, las Brigadas Izz al-Din al-Qasam
pusieron dos bombas en la Universidad Hebrea de Jerusalén
y en un autobús cerca de Safad, dejando 17 muertos, cinco
de ellos estadounidenses. Antes y después las Brigadas
de los Mártires de al-Aqsa (de Fatah) enviaron hombres
bomba a Jerusalén Occidental y guerrilleros a los asentamientos
y carreteras de Cisjordania, matando a otra docena de israelíes,
la mayor parte colonos, algunos de ellos mujeres y niños.
En respuesta, Israel asesinó a 9 militantes de Hamas y
de Fatah en cuatro días, cerró todas las carreteras
de Cisjordania al tráfico palestino, decretó el
toque de queda en Nablus y Ramala e invadió el norte de
la Franja de Gaza. En una "más novedosa" serie
de castigos Israel exilió a tres hermanos, demolió
15 casas de hombres suicidas anteriores y recientes y anunció
su intención de retirar la ciudadanía a tres palestino-israelíes
"vinculados con organizaciones y actividades terroristas".
La lucha se había convertido en la más primordial
brutalidad, santificada por el mantra de Ariel Sharon
de que "no puede haber compromiso con el terrorismo"
y por la réplica bíblica de Hamas de "ojo
por ojo, diente por diente".
Divididos caerán
Los palestinos más prudentes saben que estas tácticas
les cegarán no importa cual sea el placer visceral que
se gane del sabor de la venganza. Lo saben también los
jóvenes dirigentes de Fatah, y es por eso que su llamamiento
a un alto el fuego en los ataques dentro de Israel -pronunciado
en conjunto o por las facciones- es sincero.
Nacido de las ruinas de las sucesivas invasiones de Israel de
Cisjordania, la iniciativa del alto el fuego es un reconocimiento
tardío de Fatah de que la estrategia de una Intifada "armada"
y, especialmente su abrazada táctica de las bombas humanas
ha demostrado ser un desastre absoluto para la causa palestina.
Ha dado a Sharon el pretexto que necesitaba para proseguir con
las conquistas territoriales y militares en Cisjordania y para
drenar las reservas de simpatía internacional en las que
la Intifada se apoyaba antes, especialmente en Europa. Está
arruinando las reivindicaciones de liderazgo de los cuadros locales
y más jóvenes de Fatah. De acuerdo con fuentes
de Fatah, muchos de los activistas políticos y militares
que Israel ha asesinado o detenido en las invasiones de Cisjordania
corresponden a sus cuadros medios, el núcleo de la dirección
de la Intifada, incluido su secretario general en Cisjordania
e ideólogo, Marwan Barghuti.
Quienes les reemplazan son figuras militares jóvenes
e inexpertas cuya lealtad está más ligada al clan
o a sus propias ambiciones que a ninguna dirección nacional
central. El resultado es un movimiento desarraigado política
y estratégicamente.
Respaldado por Barghuti desde la celda de su prisión,
la iniciativa del alto el fuego es un intento de dar la vuelta
a la corriente. Aunque sea incondicional, el objetivo es llamar
la atención de la opinión pública europea
e israelí para que presionen a Sharon a retirarse de las
ciudades, aldeas y campamentos de refugiados palestinos reocupados
y a poner fin a los asesinatos, demoliciones de viviendas y a
las expulsiones "internas" a Gaza.
En este espacio, la dirección política de Fatah
quiere nuevas elecciones dentro de Fatah y, a través de
ellas, nuevos candidatos que reemplacen a la "dirección
histórica" en las elecciones parlamentarias y municipales
previstas para comienzos del próximo año, y traducir
en posiciones reales de poder la enorme gloria nacional que la
joven guardia de Fatah ha acumulado. Saben que lo harán
bien: según las encuestas, los sucesores preferidos de
Arafat no son ahora ni Mahmud Abbas (Abu Mazen) ni Ahmad Quray
(Abu Ala), sino Barghuti y otros de su misma corriente política,
origen y generación.
Contra esto se alza no solo la política de reocupación
de Sharon y el viejo régimen de la AP listo a conceder
todo para preservar su posición de liderazgo incluso
dejar la "reforma" de la seguridad y de las finanzas
en manos de custodios como la CIA, por un lado, y la UE, por
otro. El empuje de los reformistas de Fatah afronta también
los escollos de las milicias cuyas agendas de resistencia armada
tienen en la actualidad poco que ver con la lucha de liberación
nacional y todo con el ascenso partidista.
Los intentos de las facciones por conseguir en Gaza una dirección
política para el levantamiento busca emparejar una estrategia
unificada con una reforma interna pactada que elimine de ambas
la jurisdicción de nadie que no sean los propios palestinos,
pero palestinos concebidos como un movimiento nacional colectivo
más que como una mezcolanza de milicias.
Si esto no llega a ninguna parte, probablemente ayudará
a Arafat , que utilizará las divisiones en su movimiento
para bruñir sus credenciales como el único "referente"
palestino. Ayudará ciertamente a Sharon, que invocará
la contradicción entre alto el fuego por un lado y bombas
humanas por otro para consolidar su dominio colonial en Cisjordania.
Pero frustrará a los palestinos y por la misma razón
que les frustró Oslo: porque un movimiento nacional que
no tiene claros los objetivos y que está dividido en sus
métodos nunca será libre.
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