El verdadero objetivo de Ariel
Sharon
Jonatan Peled*
30 de marzo de 2002. Traducción:
CSCAweb (www.nodo50.org/csca)
La idea del 'transfer'
[1] se ha convertido en un tema de discusión legítimo
en el discurso público israelí. En una encuesta
de opinión realizada a principios de marzo, el 46% de
la población judía israelí se mostraba a
favor de la expulsión del pueblo palestino. El 31% se
mostraba igualmente favorable a la expulsión de la población
árabe del interior de Israel
En sus declaraciones o conversaciones públicas, un
político no reconoce nunca cuáles son sus verdaderos
objetivos. Más bien, han de ser deducidos de la práctica
y las acciones reales del político en cuestión.
En cuanto a Ariel Sharon, debemos señalar que los medios
de comunicación dedican mucha más atención
a sus declaraciones que a la lógica interna de la política
que pone en práctica. La gente se pregunta si Sharon tiene
una línea política clara, una línea que
vaya a cristalizar en algo, un fin... si tiene o no una estrategia.
Para responder a lo anterior, veamos lo que en realidad se
ha hecho bajo su liderazgo.
1. Desde el momento en que las oficinas de las organizaciones
responsables de la seguridad palestina se convirtieron en objetivo
primordial de las acciones de venganza israelíes o simplemente
de los ataques aéreos, y al mismo tiempo que se exigía
a la AP que luchara de manera contundente contra los "terroristas",
la contradicción entre ambos factores se hizo más
que obvia: si lo que se pretende que la AP luche contra el "terrorismo",
no se puede acabar con sus órganos ejecutivos. Si se hace,
bajo el débil pretexto del "castigo", pero al
mismo tiempo se sigue exigiendo (bajo la amenaza de un ultimátum)
que se detenga a todo "terrorista" que lucha contra
Israel, esta contradicción aparente no puede tener más
que una interpretación posible: a la AP se le está
presentando una exigencia que podría parecer lógica,
pero en realidad se evita que existan los medios para poder cumplir
dicha exigencia, incluso cuando ese medio estaba dispuesto a
cumplir. Así se justifica la destrucción continuada
(denominada "castigo", etc.) de la AP y sus órganos
ejecutivos.
2. A lo largo de todo el año pasado, ambas partes alcanzaron
varios acuerdos de alto el fuego bajo presión internacional.
Siempre que la violencia empezaba a disminuir, se producía
un ataque israelí contra líderes políticos
o militares de la población local cuidadosamente elegidos
que producía una explosión de terrorismo palestino
en las calles de Israel. Dado que esta política del gobierno
de Sharon se convirtió en algo continuado, cuesta creer
que fuera simple coincidencia. Más bien, cabe concluir
que a Sharon (al igual que ocurre con Hamas del lado palestino)
no le interesó nunca reducir los niveles de violencia.
Al contrario: hizo todo lo posible por propagar el incendio.
¿Por qué? Hablaremos de ello un poco más
adelante.
3. El cerco y el bloqueo impuestos sobre la población
palestina desde hace más de un año no pueden detener
las acciones suicidas dentro de Israel. Cuestión que muchos
responsables de los cuerpos de seguridad y militares israelíes
ya han explicado públicamente. Por otro lado, ambos métodos
son un modo extremadamente eficaz de impedir que los órganos
ejecutivos y de gobierno de la AP funcionen. Por lo tanto, ¿qué
objetivo persiguen?
4. La conclusión más obvia que se desprende
de la anteriormente descrita línea política (es
decir, impedir el funcionamiento de la administración
palestina y acabar con su infraestructura y sus órganos
ejecutivos) sólo puede ser la siguiente: que la línea
política real, si bien no declarada abiertamente, del
gobierno israelí que dirige Ariel Sharon, ha sido desde
su establecimiento lograr una escalada de la violencia con un
objetivo a corto plazo; a saber: la desintegración de
la AP. A finales de marzo, esta política parecía
haber conseguido casi todos sus objetivos.
5. Un razonamiento similar fue lo que condujo a la invasión
brutal por parte del Ejército israelí de ciudades
y campamentos de refugiados.
Las fuerzas de seguridad palestinas se componen de cerca de
40.000 "policías" que funcionan de hecho como
una especie de Ejército regular de la AP. Hasta ahora,
ninguna de estas unidades policiales habían tomado parte
en la lucha contra Israel, a pesar de que algunos policías
se habían unido a título individual a organizaciones
políticas paramilitares vinculadas a Fatah, Hamas, el
Frente Popular o el Jihad). Sharon y los altos mandos del Ejército
israelí entienden que un Ejército regular tiene
grandes dificultades a la hora de hacer frente a la guerrilla,
así que intentaron arrastrar a las fuerzas regulares palestinas
hacia el combate: un combate en el que la superioridad militar
israelí quedaría bien patente y se eliminarían
para siempre los restos de las fuerzas palestinas.
Esta línea de actuación fracasó, al menos
durante la primera etapa del conflicto: los palestinos se negaron
a jugar el papel que Sharon quería ofrecerles. Abandonaron
las ciudades y los campamentos y no se enfrentaron a la maquinaria
militar israelí. En lugar de ello, optaron por aumentar
los ataques terroristas contra la población civil israelí.
Actualmente el Ejército israelí ha reanudado
su invasión contra la población civil palestina
y lo poco que queda de la Autoridad Palestina. Creen que "lo
que no pudo conseguirse por la fuerza se conseguirá...
con más fuerza". Es difícil hacer frente al
sentimiento que provoca pensar que ésta es la respuesta
del gobierno de Sharon al plan de paz presentado hace apenas
unos días por los países árabes en pleno.
6. Si finalmente se acaba con la AP (algo que parece prácticamente
seguro), debemos preguntarnos a nosotros mismos y a nuestro gobierno...
Quo vadis? ¿Hacia dónde vamos? ¿Pretenden
realmente Sharon y sus socios reforzar el control sobre los Territorios
Reocupados con la población palestina dentro y establecer
de facto ese "Gran Israel" sobre una tierra poblada
por un 60% de judíos y un 40% de palestinos, una tierra
en la que los palestinos serán mayoría durante
la próxima década?
Difícil de creer. Existen claros indicios de que Sharon
y sus socios de la ultraderecha pretenden "resolver"
este dilema recurriendo a lo que en la terminología común
del panorama político israelí se conoce como "transfer":
la expulsión de la población palestina en su totalidad
o en gran parte, hacia la orilla este del Jordán y el
Reino de Jordania. En la terminología habitual del derecho
internacional, esta política se conoce como "limpieza
étnica".
¿'Transfer'?
1. Cuando Sharon invadió Líbano en 1982, su
objetivo era el de "reorganizar" Oriente Medio.
Nunca ocultó sus planes, al contrario: durante una
conferencia pronunciada en la Academia Militar de Altos Mandos
en febrero de 1982, presentó su plan con todo detalle
ante una audiencia compuesta por altos mandos militares. El plan
recibió el nombre de "Operación Pinos".
Parte del plan consistía en establecer un Estado palestino
a costa del Reino de Jordania, deportando a los refugiados palestinos
del Sur del Líbano hacia el Norte de Jordania y "animando"
a la población palestina para que emigrase desde "Cisjordania"
y "Gaza" hacia ese nuevo Estado palestino. Así,
Sharon pretendía dar a los palestinos un Estado soberano
y alcanzar el sueño del "Gran Israel".
2. Sharon utilizó todos los cargos políticos
que ha ocupado durante los últimos 20 años para
crear hechos sobre el terreno en toda Cisjordania y, hasta cierto
punto, en la Franja de Gaza, con el objeto de impedir cualquier
posibilidad de desarrollo de la soberanía palestina. Durante
todo este periodo, Sharon ha establecido nuevos asentamientos
judíos entre las ciudades y pueblos palestinos de un modo
bien planificado con el objetivo de dividir los territorios palestinos
e impedir que exista continuidad entre los pedazitos palestinos.
En la actualidad, el número de colonos y el desarrollo
de los asentamientos hacen viable este objetivo.
3. La conclusión que Sharon extrajo del fracaso de
su plan megalómano en la guerra del Líbano fue,
al parecer, que un programa tan ambicioso únicamente podría
tener éxito si contase con el apoyo masivo de la opinión
pública judía israelí. Razón por
la cual la existencia de un "gobierno de unidad nacional"
es tan importante para él. Sharon entiende que solamente
así conseguirá llevar adelante su plan: expulsar
a todos los palestinos (o a la mayor parte del pueblo palestino)
hacia la orilla este del Jordán.
¿Es posible en la práctica?
A todos nos cuesta un poco concebir un escenario de consecuencia
tan horrorosas. La mayoría de nosotros preferimos decir
que "aquí, algo así no puede pasar",
"el mundo lo detendrá", etc. Si aceptamos ese
pronóstico, la consecuencia en el terreno moral es que
tendríamos que hacer algo por evitarlo o, de lo contrario,
seríamos cómplices. Bien, pero... ¿qué
hacer?
La mayor parte de nosotros no podemos hacer frente a semejante
sentimiento de culpabilidad, así que preferimos reprimir
o negar lo que es manifiestamente claro.
Bien: los últimos 100 años de historia nos enseñan
que cualquier horror es posible. Examinemos ahora los hechos.
1. En una época de crisis nacional, cuando las personas
pierden la noción de seguridad personal y no ven salida
alguna a su situación, son capaces de cualquier cosa por
muy lunática que parezca; incluido el hecho de dejar su
destino en manos de un loco que promete soluciones simples para
todos sus temores y su sentimiento de inseguridad. Uno tendría
que estar ciego para no ver que la sociedad israelí está
al borde de una crisis existencial de esa naturaleza. La pérdida
de la seguridad que ha resultado de los ataques terroristas palestinos
dirigidos contra civiles israelíes, la crisis económica,
el paro alcanzando cotas máximas... todo esto ha hecho
de la mayoría de los judíos israelíes una
población madura dispuesta a aceptar un liderazgo
mesiánico y una línea política propia de
lunáticos.
2. La idea del "transfer" se ha convertido en un
tema de discusión legítimo en el discurso público
israelí. En una encuesta de opinión realizada a
principios de marzo, el 46% de la población judía
israelí se mostraba a favor de la expulsión del
pueblo palestino. El 31% se mostraba igualmente favorable a la
expulsión de la población árabe del interior
de Israel. Dudo mucho que toda esta gente se haya parado a pensar
en el lado moral de la cuestión o a considerar la cuestión
desde el punto de vista del posible número de víctimas
que resultaría de esto (judías y palestinas), o
desde el punto de vista del propio futuro de Israel, de nuestro
estatus en la comunidad internacional, o de la posibilidad de
integrarnos pacíficamente en la región en la que
vivimos, en un futuro no muy lejano. Simplemente, ya no quieren
más árabes a su alrededor, y si alguien les promete
eso, pues le siguen, y todos tan contentos.
3. La política de Sharon tiene como objetivo aumentar
la desesperación del pueblo palestino: imponiendo bloqueos
sobre ciudades y pueblos, impidiendo la libertad de movimiento
de la población aún cuando se trate de llegar simplemente
al pueblo de al lado, desintegrando los servicios civiles y sociales,
aplastando la economía y haciendo que los niveles de desempleo
lleguen al 60%... haciendo que cada vez haya más y más
gente dispuesta a hacerse saltar por los aires, llenos de desesperación,
odio y venganza. Si quieres expulsarlos, vas por buen camino...
Dentro de Israel, la desesperación también va
en aumento, azuzada por los medios de comunicación. La
gente tiene miedo de ir a comprar, de ir al supermercado, a un
bar, o a una fiesta. Los suicidas palestinos pueden alcanzarles
allá donde se encuentren. La economía está
en horas bajas, las clases media y media-baja pierde poder adquisitivo,
y todos los días cierra alguna tienda o alguna fábrica.
El racismo y la idea del "transfer" van ganando adeptos
rápidamente. Este es el contexto apropiado para crear
un consenso nacional sobre la política de expulsión
del pueblo palestino.
¿Es posible? ¿Así
de simple?
a. Expulsar a 3 millones de personas es técnicamente
posible. La anchura de Cisjordania es de apenas 80 km. A pie,
se puede atravesar en dos días. Le presión, las
amenazas, las demoliciones masivas de casas, y algunas masacres
de carácter limitado podrían hacer que la población
palestina se encontrase, en el plazo de una semana, en la orilla
Este del Jordán.
b. Un plan como éste solamente podría llevarse
a cabo cuando se dieran las circunstancias apropiadas tanto en
el ámbito nacional como internacional. Por ejemplo, si
EEUU estuviera ocupado en Iraq, Israel podría incrementar
sus ataques contra la población palestina simultáneamente.
La reacción provocaría la aparición de montones
de suicidas en las calles de Israel, lo cual a su vez sería
seguido de un movimiento popular de parte de una población
judía aterrorizada que exigiría la expulsión
de todos los palestinos añádase a ello la
creciente tensión que podría provocar una guerra
limitada en la frontera libanesa junto con posibles altercados
con la población árabe del interior de Israel...
no es demasiado difícil imaginar un escenario en el que
sería posible la expulsión masiva.
c. Ejemplos de desastres similares abundan en todo el mundo
durante la última década: Bosnia, Kosovo, Ruanda,
el caso del pueblo kurdo, Chechenia, etc. La intervención
internacional siempre ha sido dubitativa, y casi siempre se ha
producido demasiado tarde. No tengo razones para suponer que
en esta ocasión la cosa fuera a ser diferente. Aún
cuando NNUU, EEUU o la UE quisieran intervenir, técnicamente
la intervención no podría producirse antes de 3
o 4 semanas. Para entonces, Cisjordania y quizás
la Franja de Gaza ya se habrían vaciado de palestinos.
¿Haría algo la izquierda
israelí?
a. No. Estamos imaginando un escenario en el que se activarían
normas de emergencia y se suspenderían los derechos civiles
(al menos parcialmente). Y, lo que es más importante:
la política del "transfer" contaría con
el apoyo masivo de la población judía israelí.
b. Incluso en la actualidad, la izquierda israelí (o
mejor dicho, los denominados "pacifistas") apenas existen
como factor político significativo. Se trata de grupos
pequeños e individuos que intentan luchar a la desesperada
contra el espíritu nacionalista y racista imperante, un
espíritu que podríamos calificar de fascista. Sería
lógico pensar que algunos cientos o miles de personas
intentarían detener la dinámica de expulsión.
¿Y qué? Hasta ahora, cientos de miles de palestinos
permanecen encarcelados en campos de detención (aunque
en la primera intifada hubo muchos más): estoy seguro
que también habrá sitio en esos lugares para unos
cuantos cientos o miles de izquierdistas.
Conclusiones
a. El escenario que he descrito anteriormente no pretende
ser determinista. Si bien no tengo dudas de que el objetivo final
de Ariel Sharon y la extrema derecha es el que he descrito, existen
diversas fuerzas locales e internacionales que podrían
llegar a evitar que ese plan se cumpla. En primer lugar, los
pacifistas israelíes tienen que ser conscientes de cuál
es el objetivo de Sharon y no irse por las ramas ni ser presa
de sueños poblados de convenientes dudas e ilusiones.
El despertar podría ser demasiado tardío y demasiado
terrible.
b. Debemos luchar contra los devastadores eslóganes
que llaman a la "unidad nacional". Su verdadero significado
es: no os opongáis al camino en el que nos encontramos,
que no es sino el de la expulsión de un pueblo vecino,
la destrucción de nuestra democracia y de la propia existencia
futura de nuestro país.
c. En este contexto, la negativa de algunos soldados de servir
en los Territorios Ocupados es extremadamente importante. Solamente
una ruptura clara dentro del propio Ejército podrá
detener los planes lunáticos de Sharon. El liderazgo militar
es muy consciente de cuál es el ambiente que se respira,
especialmente dentro del Ejército, y muy significativamente
entre los reservistas. La negativa de los reservistas a tomar
parte en este juego puede dar lugar a que muchos de los comandantes
del Ejército terminen oponiéndose a los planes
de Sharon.
d. Es importante la movilización de ciertos sectores
del pueblo judío en el extranjero, que comprenden que
apoyar a Israel no significa aceptar cualquier locura de su gobierno
y que el verdadero interés de Israel no está en
la consecución de una fantasía mesiánica,
ni en hacerse con más territorios, sino en la creación
de un lugar próspero y seguro para el pueblo judío.
Solamente si nuestros vecinos disfrutan de seguridad y prosperidad
será posible alcanzar este objetivo. Así de sencillo.
e. A corto plazo, el medio más importante para evitar
el deterioro de la situación es la presión internacional,
incluso la intervención, antes de que ocurra lo peor.
Todos los esfuerzos que pretendan conseguir la intervención
exterior en el conflicto palestino-israelí, que ya va
camino de convertirse en un desastre regional, son tremendamente
importantes.
Y, si a pesar de todo esto algo ocurre, no digáis que
no lo sabíais.
Nota de CSCAweb:
1. Transfer, expulsión masiva de población,
literalmente "tranferencia", en su uso eufemístico.
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