Palestina


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Nota informativa, 26 de septiembre de 2002
CSCAweb (www.nodo50.org/csca)

El asedio militar a la sede gubernamental palestina en Ramala vuelve a poner de manifiesto la impunidad de Israel para actuar con manos libres en el marco de la estrategia de la "lucha contra el terrorismo" con la que Sharon pretende poner fin a la Intifada y a la cuestión palestina. La actual coyuntura internacional, marcada por el designio de la guerra de EEUU contra Iraq, permite a Israel llevar a cabo la liquidación política de Arafat, la reocupación de los Territorios palestinos e, iniciada la guerra, forzar quizás un éxodo masivo palestino.

El asedio militar a la Muqata, la sede gubernamental palestina en Ramala -aliviado, aunque no concluido, tras la intervención de EEUU ante el gobierno israelí-, vuelve a poner de manifiesto la impunidad de Israel para actuar con manos libres en el marco de la estrategia de la "lucha contra el terrorismo" con la que Sharon pretende poner fin a la Intifada y a la cuestión palestina. Tras meses de asedio impenitente contra toda la población de los Territorios Ocupados (TTOO) y Áreas Autónomas [1], la actual coyuntura internacional marcada por el designio de la guerra de EEUU contra Iraq, permite a Israel -sin que medie por parte dela comunidad internacional sino formales protestas diplomáticas- llevar a cabo la determinación de liquidar la legitimidad de Arafat como dirigente palestino, de cualquier reminiscencia de los Acuerdos de Oslo, incluida la institución de la AP.

Esta estrategia, planificada con anterioridad, fue ya parcialmente aplicada en el último asedio a Arafat en Ramala el pasado mes de marzo. En aquel momento, el pacto de extradición de 13 palestinos forzado mediante la presión de EEUU y de Israel ante los representantes de la AP, puso solo un fin temporal al asedio de Arafat. Desde entonces, la AP ha debido seguir aplicando las condiciones impuestas por israelíes y estadounidenses en materia de seguridad: aplacar la Intifada deteniendo y encarcelando a los militantes palestinos y, en el campo político, forzando una reforma de la AP con vistas a modificar a favor de las preferencias israelíes y estadounidenses la representación oficial palestina.

A pesar de las reformas emprendidas en el seno de la AP el pasado mes de mayo, y precisamente por el limitado alcance que han tenido ante la previsión de las anunciadas elecciones a comienzos de 2003, las fuerzas políticas palestinas, las ramas militares que están llevando a cabo la resistencia armada en la Intifada y, en general, numerosos sectores de la población palestina del interior de Gaza y Cisjordania han reaccionado haciendo un llamamiento a la reorganización interna y a la unidad nacional en un momento de máxima crisis. A este llamamiento no es ajena la falta de estrategia política y táctica que se ha acumulado tras dos años de levantamiento y, sobre todo, tras diez años de desmovilización política interna, como bien denuncian sectores políticos e intelectuales palestinos. Fruto de esta reacción -a la que se añade el debate interno acuciado por la crítica internacional sobre la legitimidad o ilegitimidad de las acciones armadas que afectan a población civil israelí- las fuerzas políticas palestinas y sus ramas armadas han venido desempeñando en los últimos meses una meritoria labor de reestructuración y planificación política y estratégica que no ha hecho sino recibir el acoso permanente de Israel por medio de la acción militar directa y de las restricciones administrativas y económicas impuestas en las Áreas Autónomas.

Acuerdo interpalestino

Sirva de ejemplo de todo ello el frustrado acuerdo interpalestino [2] que todas las fuerzas políticas -incluidas las islamistas Yihad y Hamas- alcanzaron para hacer efectivo un alto el fuego contra objetivos israelíes fuera de Gaza y Cisjordania, es decir, en el interior de Israel. mientras las negociaciones avanzaban en esa dirección, y después de varios días sin que hubiera tenido lugar ningún atentado suicida en Israel, el ejército israelí atacó en Gaza un campamento de refugiados palestinos para asesinar a un dirigente de Hamas causando, además de su muerte, la de 14 palestinos más, entre ellos varios niños. Obviamente, tras esta acción, las ramas militares palestinas decidieron quebrar toda negociación al respecto de un alto el fuego y reiniciaron seguidamente acciones armadas contra objetivos israelíes en el interior de los TTOO y también en Israel.

Y es que aunque el acoso permanente de Israel contra Palestina tiene el frente más destacado en los multifacéticos castigos colectivos contra toda su población y en las inimaginables trabas administrativas de consecuencias humanitarias catastróficas -como vienen documentando numerosos organismos oficiales e independientes locales e internacionales-, hay un acoso igualmente pernicioso, planificado y mantenido desde hace ya muchos años, arraigado precisamente en el periodo de Oslo, que ha pretendido desnaturalizar al movimiento nacional palestino y despojarlo de su más valiosa virtud: la unidad.

Por ello, en el marco de la Intifada, el asedio militar israelí combinado con la presión política de EEUU ante la AP ha tenido como una de sus metas debilitar o impedir cualquier síntoma de reactivación nacional que sirviera para fortalecer la unidad palestina en el levantamiento. Después, al amparo de la impunidad en que se resguarda Israel aprovechándose del discurso "contra el terrorismo internacional" de la Administración Bush, Sharon ha podido incluir abiertamente en su ofensiva final contra los palestinos a la propia representación oficial palestina, la AP, legitimada y reconocida como tal a nivel internacional. En la actualidad, y con el telón de fondo del impasse internacional que ha generado la anunciada guerra de EEUU contra Iraq, ante una comunidad internacional que asiste inmóvil al desmantelamiento efectivo del sistema legal vigente en el último medio siglo, Sharon, siempre protegido por el apoyo estadounidense, gana tiempo y pretende suprimir por si solo -a través del ejército israelí y sin que la sociedad israelí parezca preocuparse- a Arafat y con él toda la cuestión palestina.

Solo la indicación de la Administración Bush a cerca de la inconveniencia de forzar en estos momentos, cuando está en juego la contestación o no de la comunidad internacional a sus planes de guerra contra Iraq (y no una nueva resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que ni siquiera emite una condena explícita contra Israel por el asedio al presidente palestino) han podido retrasar los planes de Sharon. En cualquier caso, en la indicación estadounidense a Israel ha quedado constancia de que su objeción es una cuestión de elección del momento pero no del fin. No en vano, la resolución de la cuestión palestina por medios tan expeditivos como la eliminación de la presencia política palestina organizada en Gaza y Cisjordania y/o la transferencia de población forzada a la vecina Jordania, también forman parte del proyecto que el Pentágono ultima para una previsible reorganización regional una vez acabada la primera fase de la intervención y ocupación de Iraq por las tropas estadounidenses. Para esa tarea, el papel de Israel, erigido en máxima potencia regional del nuevo mapa de Oriente Medio, sería, nuevamente, fundamental. Con ello, el proyecto histórico del sionismo -que reformuló ya en los años 70 el laborismo israelí- pretende hacer de Jordania el territorio natural de la población palestina, podría verse satisfecho.

Mientras las cancillerías occidentales y árabes especulan acerca de los objetivos de la guerra contra Iraq y de los previsibles cambios que se avecinan para el conjunto regional árabe, mientras se emiten resoluciones urgiendo a Israel a que ponga fin al asedio de Arafat, el ejército israelí -buen conocedor de cómo se avanza por la vía de la creación de hechos consumados e irreversibles- fuerza ya, ante el silencio de la comunidad internacional y desde hace meses un nuevo éxodo de población palestina que gotea día a día en las fronteras de Cisjordania con Jordania. Sharon, entre tanto, espera el visto bueno para dar el tiro de gracia a Arafat.


Notas:

1. Véase en CSCAweb: Balance represivo semanal en Palestina: 19 palestinos han sido asesinados por el ejército israelí cuando se cumple el segundo aniversario de la Intifada
2. Véase en CSCAweb:
Graham Usher: El imposible alto el fuego



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