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"La defensa por parte de EEUU de una 'ambigüedad constructiva' ha tenido consecuencias desastrosas para el proceso de paz"

EEUU, FALSO ARBITRO

(Documento de la Unidad Legal del Departamento de Asuntos Relativos a las Negociaciones de la OLP del 20 de enero de 2001 titulado "Una valoración de la implicación de EEUU en el proceso de paz palestino-israelí durante los últimos siete años", difundido por la organización palestina BADIL. Traducción de Loles Oliván, N.Á.)
Publicado en Nación Árabe, núm. 43, Invierno de 2001

Unidad Legal del Departamento de Asuntos Relativos a las Negociaciones de la OLP

 

"Ninguna tercera parte se ha implicado y ha influido en el proceso de paz palestino-israelí durante los últimos siete años como EEUU, en particular, su coordinador especial para Oriente Medio, Dennis Rose. A la vista de la incapacidad estadounidense para facilitar la materialización de una paz justa y duradera entre palestinos e israelíes de acuerdo con las Resoluciones del Consejo de Seguridad (CS) de Naciones Unidas (NNUU) 242 y 338, y otras fuentes del Derecho Internacional, parece prudente, al final de la era de la Administración Clinton, valorar la implicación de EEUU e identificar algunas de las razones por las que tal implicación no ha surtido mejores resultados.

Bajo la supervisión estadounidense, el proceso de paz palestino-israelí se ha convertido en una meta en si mismo. Se ha creado un falso sentido de normalidad en el curso del proceso negociador. La ausencia de resistencia visible por parte palestina frente a la ocupación israelí ­a excepción de algunos estallidos­y la habilidad israelí para continuar las negociaciones mientras seguía construyendo asentamientos en los Territorios Ocupados (TTOO) palestinos ha creado la falsa impresión de que el proceso de conseguir la paz podría substituir a la paz misma. Así, las arduas cuestiones substanciales que subyacen en el corazón del conflicto, incluida la aceptación de que la ocupación israelí de territorios árabes conquistados en la guerra árabe-israelí de 1967 es ilegal, han sido reiteradamente desviadas con el propósito de mantener las conversaciones sin requerir a Israel que hiciera frente a sus obligaciones.

De hecho, la defensa de EEUU de una "ambigüedad constructiva" ha tenido consecuencias desastrosas para el proceso de paz. Ambas partes en conflicto han asumido erróneamente, en distintos momentos, que los israelíes no hubieran aceptado poner fin a la ocupación o que los palestinos hubiesen estado de acuerdo en renunciar a algunos de sus derechos fundamentales como resultado de acuerdos vagamente apalabrados. Mientras que tal ambigüedad hizo posible a ambas partes firmar acuerdos susceptibles de ser interpretados por ellas de modo diametralmente opuesto frente a sus audiencias, el tener que llevar a la práctica interpretaciones opuestas han conducido a que prácticamente no se hayan ejecutado en absoluto.

Esta falta de aplicación, combinada con el número siempre en aumento de acuerdos palestino-israelíes fomentados por EEUU, ha sido la causa de que los palestinos se hayan vuelto cada vez más desconfiados respecto a la implicación estadounidense en un proceso que ha producido cierta normalidad a Israel perno ninguna a los palestinos. La falta de confianza en el proceso de paz y la consecuente ausencia de credibilidad en el papel de EEUU como promotor más del proceso que de lo sustantivo que éste contenía ha hecho que sea todavía más difícil asegurar una paz justa.

 

'Normalización' antes que fin de la ocupación

La política estadounidense durante los últimos siete años se expresa a partir de la necesidad de respaldar a Israel en la normalización de sus relaciones con el mundo árabe y musulmán, así como con muchos otros Estados que simpatizan con el drama de los palestinos desposeídos por la conquista israelí. El proceso de paz ha sido utilizado como una excusa para animar a los Estados que habían rechazado las relaciones normalizadas con Israel a que comenzasen el proceso de normalización con el argumento de que la paz estaba a la vuelta de la esquina.

Si EEUU hubiera puesto tanto empeño en la aplicación de los acuerdos ya firmados entre israelíes y palestinos con el mismo celo con que promovió los nuevos planes israelíes ante los Estados árabes y no árabes, probablemente hubiera tenido mayor éxito en alcanzar la normalización.

Desgraciadamente, el énfasis que EEUU ha puesto en el proceso en si y no en la sustancia del mismo ha conducido a las opiniones públicas internas de muchos países de la región a concluir que el proceso de paz era sólo un espejismo destinado a estafar a sus gobiernos para que éstos estableciesen prematuramente vínculos económicos que ayudasen a Israel a romper su aislamiento regional. Ello ha tenido la repercusión añadida de promover no sólo el sentimiento anti-israelí en los países que han establecido relaciones económicas con Israel, sino que ha propiciado el sentimiento anti-norteamericano en todos los países de la región, como ha quedado demostrado con el boicot popularmente enraizado de los productos estadounidenses en muchos Estados.

Los negociadores estadounidenses nunca han dado la impresión en estos años de reconocer que la normalidad ­lo normal­ sería la existencia de un Estado entre dos pueblos libres e iguales. En tanto la ocupación de tierras árabes, incluyendo los TTOO palestinos se mantenga, no podrá haber normalización entre Israel y sus vecinos.

Las dos cuestiones básicas para la implicación de EEUU en el proceso de paz palestino-israelí han sido: a) el hecho físico de que EEUU es la única primera potencia en Oriente Medio, y b) que EEUU se ha promovido a si mismo ante las partes en la región como un mediador honesto deseoso de favorecer tanto la seguridad de Israel como las aspiraciones nacionales palestinas.

Lamentablemente, durante los siete últimos años, EEUU se ha ido identificando progresivamente con los supuestos ideológicos israelíes. Dennis Ross, por ejemplo, y algunos otros miembros de su equipo negociador, han reconocido tener un compromiso emocional con Israel y han manifestado que no pueden distinguir entre su implicación personal y profesional al respecto. Ello ha derivado en unas implicaciones legales que han afectado negativamente al proceso de paz:

1. EEUU comenzó el proceso de paz basado en el objetivo de aplicar las resoluciones del CS de NNUU 242 y 338. Estas resoluciones, según la reiterada interpretación de la comunidad internacional, simplemente significan que Israel debe retirarse de los territorios árabes ocupados en 1967 si quiere alcanzar relaciones pacíficas con sus vecinos. Tras siete años de negociaciones, el equipo negociador estadounidense defiende ahora efectivamente la posición de que Cisjordania y Gaza son territorios israelíes, o en el mejor de los casos, "territorios en disputa", sobre los que los palestinos deben regatear. Los asentamientos, por ejemplo, vistos con oposición durante las presidencias de Carter, Reagan y Bus, han sido tácitamente respaldados por la reciente política estadounidense para la región

2. Las concesiones palestinas a Israel han sido maquilladas frontalmente, según las demandas de Israel y EEUU, a fin de que las conversaciones entre las dos partes pudiesen llevarse a cabo. Sin embargo, esas concesiones fueron siempre revisadas por Israel en cada punto de arranque de las negociaciones para negociar nuevas concesiones. La adopción de este proceder por parte de EEUU se ha demostrado recientemente.

Los negociadores estadounidenses han culpado implícitamente a los palestinos por no hacer el mismo grado de concesiones que Israel ofrecía. Así, mientras los palestinos renunciaron a sus derechos sobre todo el territorio de la Palestina histórica salvo en un 22% en 1988, son recriminados por los negociadores de EEUU por reivindicar todos los TTOO, al tiempo que los israelíes son laureados por ofrecer el desmantelamiento de únicamente del 22% de los asentamientos ilegales. La voluntad de Israel de seguir ocupando áreas significativas del territorio palestino es vista como una necesidad razonable por la posición negociadora de EEUU, igualando moral y legalmente los asentamientos ilegales en los TTOO palestinos con el derecho palestino de reclamar esos mismos TTOO.

3. Los negociadores estadounidenses han aceptado la perspectiva internacional israelí relativa a la primacía de las necesidades de seguridad de Israel mientras ignoran cuál ha sido el desarrollo que han tenido los TTOO palestinos durante largo tiempo y cuál la mejora en la calidad de vida palestina. El resultado ha sido que mientras la seguridad de Israel, incluida la seguridad de sus fuerzas de ocupación, ha sido el centro de cada acuerdo, la calidad de vida de los palestinos ha seguido deteriorándose. La dicotomía entre el confort de los israelíes, incluida la de aquéllos que ocupan tierra palestina en asentamientos con verdes céspedes y piscinas, y la de la pobreza y miseria de los palestinos, únicamente ha fomentado que se inflame todavía más una situación ya de por si volátil.

El respaldo abierto y público a una parte sobre otra puede tener también efectos negativos involuntarios. El criticismo público de los negociadores estadounidenses hacia la parte palestina en las conversaciones de la última Cumbre de Camp David del pasado verano [de 2000] fue intencionadamente calculado con el fin de favorecer el apoyo político interno al primer ministro israelí Barak. En su lugar, ello permitió que los extremistas de la derecha israelí se opusieran a la paz amenazando al primer ministro israelí por haber ofrecido demasiadas concesiones. La incapacidad de EEUU de ver las estrechas percepciones sobre el conflicto en el propio pasado de Israel han retrasado todavía más la conclusión de una paz justa y duradera.

 

Intereses internos

Los palestinos, obviamente, tiene todo el interés en alcanzar una paz global, justa y duradera con los israelíes cuanto antes. Los Acuerdos de Oslo [de 1993] estipulaban que las conversaciones de paz concluyesen tres años después con un Estado palestino y un Estado israelí viviendo en libertad, seguridad e igualdad uno al lado del otro. Sin embargo, dado que Israel intentó colonizar tanta parte de Cisjordania y Gaza como fuera posible antes del comienzo de las conversaciones sobre el estatuto final, los palestinos se vieron forzados a centrarse en las cuestiones interinas de las negociaciones en lugar de dirigirse a los asuntos clave del estatuto permanente.

Una vez obligados por las políticas internas de Israel y de EEUU, los palestinos han sido sometidos a tremendas y a veces insoportables presiones para firmar acuerdos débiles y vagos que pudieran utilizarse por los líderes políticos para progresos ante sus electorados. En lugar de situar una cuestión de tan grande importancia existencial tanto a palestinos como a israelíes por encima de la lucha de la política interna, los tiempos para alcanzar acuerdos se han basado en las inmediatas preocupaciones internas incluso cuando la necesaria evaluación previa de las cuestiones sustantivas no ha sido hecho.

Un acuerdo de paz global entre palestinos e israelíes no sólo debe ser considerado como una oportunidad para la foto sino una cuestión de indiscutible importancia estratégica para todos los Estados de la región, así como para todos los otros Estados que creen tener intereses en Oriente Medio. Ha sido obvio, especialmente en el curso del último año, que la importancia de una paz justa y duradera ha sido eclipsada por la necesidad de un nuevo acuerdo temporal o interino que permitiese ganar en breve plazo tiempo político a los involucrados, a riesgo de crear tremendos problemas para la estabilidad de la región a largo plazo. (...)"