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El retorno a sus hogares en la Palestina histórica de los cinco millones de refugiados es demográficamente factible

EL DERECHO AL RETORNO: UN DERECHO INVIOLABLE Y FACTIBLE

(Texto publicado en Al-Quds el 21 de mayo de 2000 y reproducido Nación Árabe, núm. 43, Invierno de 2001. Traducción del inglés de María Iráizoz, N.Á.)

Salmán Abu Sitta
Investigador palestino, autor de un definitivo informe sobre el éxodo palestino de 1948, a partir del cual se publicó en castellano Al- Nakba (El Desastre). El desalojo sionista de Palestina en 1948 como suplemento de Nación Árabe, núm. 35, 1998

El periodista israelí Danny Rubenstein acuñó la expresión, "los palestinos son sorprendentes. Todos los pueblos del mundo viven en sus lugares respectivos, excepto los palestinos (...), en los que el lugar vive en ellos." Si él tuviese más de 50 años hubiera visto por sí mismo la razón de esto. Y si fuese algo mayor hubiera sido una de las personas responsables de ello. Quizás hubiera sido como Uri Avnery, quien vio con sus propios ojos desde la cima del Monte Hleikat una caravana humana desesperada arrastrándose por las playas arenosas de Palestina, expulsada de los pueblos del distrito Sur de Palestina, dirigiéndose hacia Gaza, una madre cargando un bebé y tirando de otro detrás de ella, un hombre anciano haciendo esfuerzos por mantener el ritmo de la procesión y un niño, perdido entre la multitud, buscando a su madre. Esto fue la 'Nakba' (el Desastre). Su eco aún retumba 52 años después por todo el mundo, desde Deir Yassin a Washington y de al-Dawaymeh a Londres.

La Nakba fue la expulsión de 900.000 palestinos en 1948 de sus casas en 531 ciudades y pueblos asentados sobre el 78% del área de Palestina. Estas son las personas que desde entonces se les conoce como refugiados. Son el 85% de las personas de la tierra que ahora se llama Israel. Su tierra suma el 92% del área de lo que hoy es [el Estado de] Israel. ¿Existe lógica alguna en el establecimiento de un Estado reconocido por el mundo occidental sobre un 92% de tierra usurpada? ¿Es acaso lógico que el mundo acepte un Estado establecido sobre las ruinas de 531 ciudades y pueblos habitados por una mayoría indígena y ocupado por una minoría extranjera invasora? Inmigrantes extranjeros tomaron sus casas y encontraron comida en la mesa, cuadros en las paredes y las camas sin hacer. Los propietarios de estas casas fueron expulsados tras masacres, matanzas y exilio; dejaron sus casas a punta de pistola.

Esto no es poesía ni son emociones sueltas, sino una herida sangrante. Es la Nakba, por la que cinco millones de refugiados continúan aún pagando el precio. Ellos te confunden y te dicen que son sólo 3,7 millones de refugiados. Ellos sólo se refieren a aquellos registrados por la UNRWA e ignoran el 1,3 millón de refugiados no registrados. Cinco millones, la mayoría de los cuales viven en campos de refugiados. Un pequeño porcentaje de ellos vive en lujosas casas en varias ciudades del mundo. Sin embargo, todos ellos son refugiados que viven fuera de la tierra natal que heredaron de sus ancestros. El 42% de los refugiados vive en la Palestina histórica, entre el río [Jordán] y el mar, mientras el 46% vive en su periferia, en el mundo árabe. Esto significa que la inmensa mayoría, el 88%, se mantiene muy cerca de su tierra natal, ya sea en o alrededor de ella. Por lo que se refiere al 12% restante, la mitad vive en otros países árabes mientras que la otra mitad vive en países otros, no sólo en los Estados Unidos y Europa, donde muchos residen, sino en todas las esquinas del mundo. Me he encontrado refugiados viviendo en Islandia, Botswana, Australia e incluso en Armenia.

 

El retorno, derecho inalienable

La Nakba, una realidad muy viva, persistirá como una herida abierta, hasta que sea rectificada. Después de esto, permanecerá como una memoria indeleble. La Nakba fue lo que motivó el establecimiento de la Organización para la Liberación de Palestina, "la organización de los refugiados", con el fin de alcanzar su primer y más importante objetivo, que es el retorno a su tierra natal. Como un observador de la historia de Palestina de los últimos 52 años, los refugiados han contemplado la victoria y la caída, el éxito y el fracaso. Ellos han sido testigos del heroísmo y la desilusión. Pero, entre todo esto, sin duda, han mantenido la imagen del retorno como un objetivo, y "el derecho al retorno" como una luz que les ha guiado en medio de este mar agitado.

No es extraño pues, que los refugiados se hayan aferrado a este derecho, ya que supone su salvación; es el puerto último en el que anclará su barco y es la ley de Dios y de la humanidad. El derecho al retorno es un derecho humano fundamental, asegurado por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos y la Declaración Internacional para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación y las Declaraciones europea, africana y americana para la protección de los derechos humanos y libertades básicos.

El derecho al retorno está garantizado también por la Resolución 194 de Naciones Unidas de 1948, que fue reafirmada por la comunidad internacional 110 veces en los últimos 50 años por un consenso que nunca antes se había visto en la historia de las Naciones Unidas en términos del compromiso de la comunidad internacional con este derecho, su insistencia sobre él y su referencia a un pueblo.

El derecho al retorno es un derecho inalienable que no prescribe con el tiempo. Es, en su origen, un derecho personal, pero también un derecho colectivo congruente con el derecho de autodeterminación. Como derecho personal, no existe nada que pueda sustituirlo o representarlo, ni puede ser derogado por razón alguna ni por acuerdo, ni declaración.

El derecho al retorno emana de la inviolabilidad de la propiedad privada y de la imposibilidad de su eliminación, ni por ocupación ni por soberanía. Éste fue utilizado por los judíos europeos para recuperar sus propiedades en Europa que fueron confiscadas en la Segunda Guerra Mundial, a pesar del hecho de que no existiera resolución internacional a su favor. El punto irónico es que algunas de estas personas están viviendo en la casa de un palestino o en tierra palestina, totalmente indiferentes al hecho de que están viviendo en una propiedad usurpada.

El derecho al retorno no disminuye ni resulta afectado por el establecimiento de un Estado palestino en cualquiera de sus formas, ya se cree sobre la base de la Resolución 181 de Partición [de Palestina de 1947] o de otra manera. Incluso a Resolución 181 confirma el derecho al retorno y garantiza su completa protección contra cualquier discriminación sobre la base de raza o credo.

Por lo tanto, el derecho al retorno es inviolable para los palestinos y es legal bajo toda resolución y legislación internacional. También es posible a nivel práctico. Israel ha intentado confundir a la opinión pública árabe. Alega que incluso si Israel aceptase el derecho de los refugiados, "sería imposible desde el punto de vista práctico porque el país está lleno y las fronteras indefinidas". Muchos líderes, intelectuales y políticos a favor de la normalización se han dejado llevar por esta alegación. Esta premisa es, en esencia, errónea. Un estudio sobre la demografía de Israel muestra que el 78% de los judíos vive sobre el 14% de Israel y que sobre el restante 86% de la tierra de Israel ­que pertenece mayoritariamente a los refugiados­ sólo vive el 22% de los judíos. Sólo el 20% vive en centros urbanos [que originalmente eran] palestinos, como Beer Al Saba', Ashdod, Majdal-Asqalan, Nazaret, Haifa, Acre, Tiberíades y Safad; otro 20% vive en kibbutzes y moshavs. Ellos controlan el legado y herencia de cinco millones de refugiados palestinos; ellos son los que mantienen la Nakba viva y son los que se alzan como un muro de acero frente al retorno de los refugiados a sus hogares.

¿Existe lógica alguna en tener 2.500 refugiados en un kilómetro cuadrado en la Franja de Gaza, desde donde cualquiera de ellos puede mirar a través de la alambrada y ver su tierra, vacía excepto por seis judíos esparcidos a lo largo de un kilómetro cuadrado de terreno que originariamente era de ellos? Si los refugiados de Gaza regresaran a sus hogares en el sur de Palestina, no más del 5% de judíos del centro [de Israel] se vería afectado. Si los refugiados de Líbano regresaran a sus casas en Galilea no se afectaría a más del 1% de judíos. El número total de refugiados de Gaza y Líbano equivale al número de inmigrantes rusos que inmigraron a Israel en los años 90 para vivir en los hogares de estos refugiados. ¿Qué derecho acoge a los rusos judíos y qué clase de paz priva a los refugiados palestinos del derecho a regresar a casa? Los palestinos siempre han sabido que el derecho al retorno es legal y inviolable, y ahora está claro que es demográficamente factible. Por esto rechazan cualquier otra solución. Israel y sus simpatizantes han propuesto más de 30 proyectos para deshacerse de los refugiados y asentarlos allá donde residen o en cualquier otro lugar, o compensarlos; todos han fracasado.

Normalmente las naciones son pacientes, pero no olvidan. Hoy el entusiasmo popular palestino en reafirmar el derecho al retorno ha alcanzado claramente un punto que ninguno antes habría soñado. ¿Cómo? Comenzó con actividades de grupos perseverantes tales como Badil, en Belén, que realizó campañas de sensibilización populares y dirigidas a los medios de comunicación sobre el derecho al retorno. Al mismo tiempo se fundó el Centro para el Regreso Palestino en Londres que sensibiliza a las comunidades árabes e islámicas en Gran Bretaña y Europa. Cooperar con otras organizaciones resultó exitoso para que la Casa de los Comunes británica adjudicara un día para conmemorar el derecho al retorno, el pasado noviembre [de 1999]. En Jordania se formó el Comité para la Defensa del Derecho al Retorno, con centros en muchos campos de refugiados. También hay un grupo llamado Retornados de Líbano, además de otras actividades locales en otros países.

Lo fundamental es que la Nakba continúa todavía muy viva. Los palestinos, con el apoyo de los árabes, musulmanes y la mayoría del mundo, insisten todavía en su derecho al retorno. Esta amplia conglomeración popular sin duda conducirá a la formación de una sociedad civil palestina no partidaria que reivindica con fuerza el derecho al retorno y su realización. Movimientos populares, como la enorme corriente de hoy día, harán a un lado todo flaqueza. Al final, esto es lo que prevalecerá, porque los líderes caen, mientras que las naciones perviven.