Entrevista a Eyad El-Sarraj,
psiquiatra palestino
"Bombas humanas:
dignidad, desesperación y necesidad de esperanza"
"Quienes cometen los atentados
suicidas en esta Intifada son los niños de la primera,
personas que han sufrido demasiados traumas en la infancia. Así
que al crecer, su propia identidad ha emergido con la identidad
nacional de la humillación y la derrota, y se vengan de
esa derrota a nivel personal y nacional"
Linda Butler
(Journal of Palestine Studies, 24, vol. XXXI, núm.
4, verano 2002)
Traducción: Loles Oliván, CSCAweb (www.nodo50.org/csca),
18-09-02
P. En el periodo de [vigencia
de los Acuerdos de] Oslo, mucha gente comentaba la buena voluntad
de los palestinos para "perdonar y olvidar" la ocupación
y superar el pasado. Hoy, a la luz de lo que ha ocurrido, especialmente
en Cisjordania, será eso tan de fácil?
R. Por supuesto que la desconfianza y el odio son más
profundos ahora. Una de las grandes victorias de Sharon es el
modo en que ha incrementado el nivel de odio en ambas partes.
Si la estrategia era destruir cualquier posibilidad de paz, ha
logrado un gran éxito. Sin embargo, si se halla una solución
justa -y quiero decir [volver a] las fronteras de 1967, una Jerusalén
compartida, una verdadera solución para los refugiados,
el desmantelamiento de los asentamientos- creo que los palestinos
la aceptarán y los israelíes también. Si
eso ocurriera, cambaría enormemente la sicología
de la gente en ambos lados. Pero si los palestinos terminan por
percibir que han sido derrotados, la solución no durará.
Habrá nueva violencia, incluso una violencia aún
mayor, tal como cada ciclo resulta más violento que el
anterior.
P. A ese respecto, ¿podría
comparar las dos Intifadas?
R. Déjeme decirle primero que la gente la gente
que comete los atentados suicidas en esta Intifada son los niños
de la primera, personas que han sufrido demasiados traumas en
la infancia. Así que al crecer, su propia identidad ha
emergido con la identidad nacional de la humillación y
la derrota. y se vengan de esa derrota a nivel personal y nacional.
Esta es una primera observación.
El aumento del nivel de la violencia es increíble.
En la primera Intifada había piedras como mucho. En esta
Intifada hay armas de fuego y morteros caseros y explosivos y,
especialmente, bombas humanas. La siguiente Intifada que, de
no hallarse solución, tendrá lugar sin dudas dentro
de otros cuatro o siete años, será incluso peor
de lo que hemos visto en los últimos dos años.
P. Además de las
armas, ¿a qué atribuye esta extraordinaria escalada
de violencia en la segunda Intifada?, ¿tiene una dimensión
psicológica también?
R. Por supuesto. A la desesperación. A la desesperanza
que surge de una situación que empeora, una desesperación
en la que vivir no es distinto de morir. La desesperación
es una fuerza muy poderosa -aunque no es sólo negativa.
Incita a la gente a acciones o soluciones que previamente hubieran
resultado impensables. Lo que es impensable hoy se hace aceptable
mañana. ¿Quién hubiera imaginado bombas
suicidas en Palestina hace diez años? No existen precedentes
en nuestra sociedad. A eso me refiero cuando digo que si esto
continúa habrá nuevos métodos de escalada
de violencia demasiado horribles incluso para imaginarlos hoy.
Mire, en el último levantamiento, los niños
solían jugar un juego llamado "Intifada". Era
una especie de juego de indios contra vaqueros -más concretamente,
de soldados israelíes contra palestinos que lanzaban piedras-
en el que los niños adoptaban el papel de soldados armados
con palos que representaban armas de fuego y palestinos con kufiyas
[el pañuelo tradicional que usan los hombres palestinos]
y piedras. Muchos niños de aquel tiempo preferían
jugar como judíos, básicamente porque los judíos
con las armas representaban el poder. Este juego ha desaparecido
por completo. Hoy, el símbolo del poder es el martirio.
Si en la actualidad le pregunta a un niño de Gaza qué
quiere ser de mayor, no dirá que quiere ser médico
o soldado o ingeniero. Dirá que quiere ser un mártir.
P. ¿Cómo
ha ocurrido esto, pasar de identificarse con el poder, incluso
con el opresor, a querer morir?
R. La gente, incluida la gente joven, necesita sentirse
respetada. Quieren un reconocimiento en su sociedad. Hoy se glorifica
el martirio. Para ellos, el mártir es el poder de la gente,
el poder de vengarse en nombre de las víctimas. Tienen
todas estas nociones románticas. Contemplan al mártir
como un valiente que se sacrifica a si mismo (sea hombre o mujer)
por el bien de todos, como un símbolo de la lucha por
la libertad porque por esto es por lo que lucha este pueblo.
Todo esto son diferentes formas de poder, especialmente ante
la destrucción de la imagen del padre a los ojos del niño.
Durante la primera Intifada, algunos estudios demostraron que
el 55% de los niños habían sido testigos de las
humillaciones o las palizas que padecieron sus padres por parte
de los soldados israelíes. El impacto psicológico
que esto acarrea es impresionante. El padre, normalmente la figura
[que representa] la autoridad comienza a ser visto como alguien
impotente, que ni siquiera puede protegerse a si mismo -mucho
menos a sus hijos. De modo que los niños se hacen más
militantes y más violentos. La gente es el producto de
su entorno. Los niños que han visto demasiada realidad
inhumana, básicamente las políticas de la ocupación,
salen inevitablemente con respuestas inhumanas. Así es
como hay que entender realmente las bombas suicidas.
P. Por supuesto en este
último análisis, las bombas suicidas han dado a
los israelíes una excusa para seguir. Siendo así,
¿existe una reacción popular contra las bombas
suicidas como factor que contribuye a su sufrimiento?
R. Bien, verá, las bombas suicidas y todas esas
formas de violencia -y aquí hablo como psiquiatra- son
solo los síntomas, la reacción a este proceso crónico
y sistemático de humillación popular con el fin
de destruir su esperanza y su dignidad. Esa es la enfermedad,
y a menos que se resuelva y se trate, habrá más
y más síntomas de la patología.
Antes de salir de Gaza esta última vez, uno de nuestros
psiquiatras infantiles de la clínica me habló de
cómo algunos de los niños que está tratando
le han dicho que pasan su tiempo no con juegos sino figurando
hacer morteros, imaginándose cómo podrían
hacerlos a mano. Uno puede imaginarse que alguno de ellos podría
empezar a pensar en armas químicas o proyectiles de bombas
suicidas.
P. Habla usted de las bombas
humanas como si de alguna forma fuese una respuesta psicológica
a la ocupación, pero hasta qué punto [los suicidas]
son manipulados por Hamas y otros grupos similares?
R. Hamas tienen su propia ideología. Sinceramente
no estoy versado en ella pero hasta lo que conozco, tiene una
ideología que reclama un Estado islámico en Palestina
mediante la guerra santa y el asesinato del enemigo. Creen que
los israelíes sólo pueden escuchar el lenguaje
de la fuerza. Por ello, están dispuestos a usar cualquier
método incluido el de las bombas suicidas. Y existen muchos
voluntarios...
P. ¿Pero [Hamas]
anima a esos niños a que sean voluntarios? Cuando la Fundación
Tierra Santa, una importante institución de caridad musulmana
en EEUU, fue clausurada por el presidente Bush tras el 11 de
septiembre, una de las razones argüidas fue que la organización
financiaba instituciones de caridad apoyadas por Hamas, y que,
según los informes, exaltaba las bombas suicidas en las
escuelas y a través del reclutamiento activo.
R. Eso es falso, desde luego. Los estadounidenses también
hablan del modo en que el curriculum vitae [académico]
palestino promueve el odio contra los judíos. Pero si
examina ambos curricula verá que no hay nada que
enseñe ese odio. No hacen falta escuelas para eso, sólo
te hace falta ver a los soldados israelíes humillando
a tu padre, o los Phanton 16 destruyendo tu casa, y el
mensaje está listo. Hamas no necesita reclutar. Uno de
mis colegas me habló de un paciente que cayó en
una depresión cuando no fue aceptado como bomba suicida;
había perdido la oportunidad de ser un mártir.
Quizá esto resulte difícil de entender en Occidente,
aunque en Occidente, también, se glorifica a vuestros
muertos de guerra, se construyen memoriales por aquellos que
cayeron por la nación. En cada sociedad, esa gente es
respetada. Pero a ello hay que añadir el nivel de amarga
desesperación que existe en los Territorios Ocupados,
la falta de esperanza. Y unido a ello, está la noción
religiosa de que la vida comienza con la muerte. Eso es lo que
la gente religiosa cree. Los militantes creen que si mueren como
luchadores suicidas en la lucha por la justicia, están
triunfando ante la derrota y la muerte, [creen] que no mueren,
que con la muerte comienzan a vivir (aunque toda esa patraña
de las vírgenes del paraíso es falsa y ninguno
lo hace por eso). Si la vida es intolerable, sin esperanza, y
si existe una promesa de que si mueres como un mártir
alcanzarás una nueva y mejor vida, ¿por qué
no aprovechar la oportunidad?
Por supuesto, en el Islam el suicido por razones personales
es un pecado; está prohibido. Pero el martirio es otra
cosa. Y hay tantas interpretaciones sobre las bombas suicidas
debido a que, obviamente, no existía en la época
del profeta Mahoma -de hecho, es un fenómeno completamente
nuevo en el Islam. La primera vez que fue practicado fue por
Hizbollah tras la ocupación israelí del sur de
Líbano en 1982, y las más altas autoridades religiosas
de Egipto y Arabia Saudí se han pronunciado en su contra.
Así que es una cuestión muy debatida en el Islam:
¿es una forma de sacrificarse uno mismo por Dios?, ¿es
aceptable asesinar a civiles? Los militantes islamistas consideran
que todos los israelíes son militares, incluidas las mujeres.
Otro argumento, incluso para Hamas es que ellos no convertirían
sus cuerpos en bombas si tuvieran F-16, helicópteros
Apache, tanques, una mínima fracción de
las armas que Israel obtiene de EEUU. Consideran que si quieres
atacar a un soldado israelí -quien es absolutamente invulnerable
en su bunker o en su tanque- ¿de qué otro
modo puedes hacerlo? Para ellos, los israelíes tienen
el poder de los F-16, mientras nosotros tenemos el poder
de morir. Así se ha alcanzado esta posición de
profunda paranoia.
Personalmente estoy absolutamente en contra de las bombas
suicidas por principios, por una cuestión moral. Creo
que el Islam está por la vida. El Islam nos enseña
que en tiempo de guerra debemos proteger a las mujeres y a los
niños, incluso a los árboles. Esas son las palabras
del profeta Mahoma. Entonces, ¿cómo desde el Islam
se pueden matar a si mismos y a civiles inocentes de esta forma?
Sin embargo los militantes musulmanes tienen interpretaciones
diferentes.
P. Algunos informes de
prensa aquí ofrecen a menudo la impresión de una
especie de atmósfera de celebración dentro de las
familias cuyos hijos han muerto como bombas suicidas, lo que
refuerza la idea de que, al contrario de los israelíes,
a los palestinos no les preocupa demasiado la vida humana o ni
siquiera su propia carne y sangre. Existen también rumores
de reconocimientos económicos, de que las familias obtienen
dinero.
R. Cualquiera que crea realmente tal interpretación
está en un proceso de deshumanización racista.
¿Cómo se puede creer en la propia humanidad si
no se cree en la humanidad del enemigo?
Sobre esa atmósfera de celebración que menciona,
esa es la forma en que nuestra cultura reacciona ante la muerte
en cualquier circunstancia. En nuestra tradición, cuando
alguien muere la gente va a ver a la familia durante días
para mostrar su respeto. Las formulas de la costumbre dicen que
ese hombre o mujer ha sido bendecido, ha sido llamado por Dios,
y por tanto no debemos estar tristes sino que de hecho debemos
sentirnos felices por esa persona que ahora está con Dios.
Todo el mundo dice esas cosas a la familia para ayudarlas a superar
su sentimiento de pérdida y dolor. Y así se expresa
ese apoyo durante cuarenta días; esa es la tradición.
Ahora bien, cuando se trata de una persona -hombre o mujer-
que se ha sacrificado a sí mismo por Dios, son incluso
más respetados. Adquieren un reconocimiento de santidad
a los ojos de la gente por las razones que ya he descrito. Y
el abrumador apoyo de la sociedad ayuda a la familia a sobrellevar
la pérdida. Existe el heroísmo de morir por otros,
el de no aceptar la humillación y la derrota, y más
que eso, de estar apoyado por Dios, y lo que quiera que nos pase
es una prueba de nuestra fe. Tenemos que ser buenos musulmanes
para agradar a Dios. Y el último extremo de ser un buen
musulmán -piensan ellos- es morir por Dios.
Esa es la atmósfera. Más tarde, por supuesto,
las familias comienzan a sentir lo que llamamos reacción
retardada del dolor. Una vez que todo ese apoyo social y solidario
pasa y se quedan solos comienzan a darse cuenta: ¿dónde
está mi hijo? Y sienten la pena como cualquiera.
En relación con el dinero, por supuesto que la gente
apoya a las familias de los mártires. Yo mismo, estando
firmemente en contra de las bombas suicidas apoyo también
a las familias. Como palestino, como árabe, como musulmán
y como ser humano me siento en la obligación de apoyarles.
No puedo dejar a sus hijos en medio de la pobreza -tengo que
hacer lo que pueda para dejarles algo de esperanza y de dignidad.
Por eso apoyamos a las familias, no para animar a las bombas
suicidas. Ninguna persona se convierte en bomba suicida por esa
razón.
P. Se dice que existe en
la sociedad palestina un debate sobre la militarización
de la segunda Intifada y especialmente el fenómeno suicida,
que hay quienes piensan que eso ha causado un gran perjuicio.
R. Existe un debate entre los intelectuales pero entre
la gente no se da todavía, no en esta atmósfera,
cuando la gente se encuentra sometida a los cierres, bajo ataques.
Hay una profunda amargura, un desafío, de modo que incluso
aún cuando la gente sabe que esas tácticas no traerán
la solución, las apoyan a pesar de todo. Se trata de una
reacción emocional.
Existe un debate en los círculos políticos palestinos.
No sobre moralidad; es político: ¿se logra algo
con las bombas suicidas o no?. Creo que cada vez más y
más personas comienzan a darse cuenta de que son contraproducentes,
desastrosas y que, políticamente todo lo que hacen es
radicalizar a los israelíes, quienes siguen apoyando a
Sharon -que se alimenta de eso- y le justifican para hacer todo
lo que se le antoja. Más y más gente opina así,
pero hasta ahora ocurre en círculos intelectuales.
P. ¿Hay estudios
acerca de los efectos a largo plazo de este tipo de violencia
en la sociedad, por ejemplo en Bosnia?
R. No he visto ningún estudio sobre Bosnia pero
todo lo que hay que hacer es mirar a aquellos lugares donde ha
existido un régimen colonial particularmente brutal y
ver que ocurrió allí. La violencia en los municipios
negros de Sudáfrica tras la independencia. Y Argelia,
donde el nivel de brutalidad y atrocidad que ejercieron los franceses
fue casi inimaginable -asesinatos masivos, destrucción
de pueblos enteros y otras cosas. Estaban determinados a arrasar
la cultura argelina. Todo eso se posó en la psique del
pueblo argelino y hoy podemos ver toda esa rabia contenida que
se ha vuelto contra si mismos.
P. Todo esto no presagia
nada bueno...
R. Lo que significa esto es que hay una necesidad absoluta
de un completo y profundo proceso de reconciliación nacional
que permita a los palestinos asumir su dolor, su trauma, su pena
y su pérdida -lo mismo para los israelíes, por
cierto. Pero no podrá ocurrir sin que se de primero una
solución política justa y digna que dé
esperanza.
P. Entonces, ¿qué
significa esto a largo plazo para los palestinos? Algunas personas
han escrito durante algún tiempo sobre un resurgimiento
de la violencia en Gaza, incluso de cierta desintegración
de la sociedad?
R. No hay duda de que la violencia se ha incrementado
pero hay que darse cuenta de que ha comenzado con un umbral muy
bajo: si conocía Gaza antes de 1967, el homicidio era
prácticamente inaudito, como mucho uno cada pocos años.
Pero con el paso de los años, la violencia de la ocupación
y la violencia que trajo a la sociedad ha aumentado: violencia
política, violencia contra la mujer y otros tipos. Pero
hay que decir que la violencia se restringe al nivel político
o dentro de la red social. La violencia se da dentro de la familia,
dentro de la tribu o entre las tribus. Si tu eres una persona
corriente que no se mete en política o en asuntos tribales,
estás absolutamente a salvo. Aquí no hay violencia
anónima, o casual, o caótica. Eso no ha cambiado.
Y no se puede decir que la sociedad se esté desintegrando
porque las estructuras de clanes o tribales se mantienen todavía
intactas. Es la estructura en la que la gente confía para
sentirse seguros, para buscar protección apoyo y ayuda.
P. ¿Usted lo ve
de alguna manera como una fuente de esperanza?
R. No, no es una fuente de esperanza; es una fuente
de resistencia. Cuando haya paz será algo que deberemos
dejar atrás para aprender verdaderas nociones de ciudadanía.
Pero en tiempos de bloqueo, bajo condiciones de extrema dureza,
permite a la gente vivir, sobrevivir. Esta es la historia de
Gaza donde el estado ha sido siempre un extraño. Este
es el modo en que la gente ha vivido durante siglos, confiando
en si mismos y en su clan. Ello es la razón en parte de
la extraordinaria resistencia del pueblo. Gaza no ha estado sometida
al cerco como Cisjordania, pero incluso aquí no te puedes
mover de un lado a otro, estás bajo cierre, la electricidad
está cortada, el agua escasea, no puedes llegar a los
hospitales. Y aún así la gente se apaña;
logran salir adelante. Bajo la dura nube de desesperación,
frustración y desesperanza, existe todavía una
profunda convicción y un muy fuerte sentimiento de desafío
emparejado a un sentimiento de que Dios está con nosotros,
que nos está probando pero que vendrá en nuestra
ayuda. Todo eso quiere decir que la gente puede aguantar todavía
y asegura que ante las nuevas leyes de la confrontación,
si esto continua, el pueblo seguirá estando allí.
Este pueblo puede con mucho, se lo aseguro. Puede con mucho
más, mucho más. Por eso, en lo más profundo,
resiste todavía.
P. ¿Ve Vd. esperanza
a largo plazo?
R. ¡Sí, por supuesto! Creo en la humanidad
básica de nuestro pueblo. Y creo que habrá paz
porque no hay otra opción. Más y más gente
se dará cuenta de que las muertes y los asesinatos no
son la solución. Incluso los expertos militares israelíes
como Benjamin Ben Elizer, afirman que no hay solución
militar. Cada vez más gente entenderá esto. Lo
que espero es que ocurra más pronto que tarde para poder
salvar las vidas de tanta gente que no necesita morir, eso es
lo que espero. Es posible que haya todavía unos pocos
más de cientos por cada lado pero si al final alcanzamos
una solución pacífica basada en lo que ya sabemos,
¿por qué debe haber más muertes?
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