Palestina


* Eyad El-Sarraj es psiquiatra palestino, fundador y director del Programa de Salud Mental de la Comunidad de Gaza, en cuya clínica se tratan gratuitamente a uno de cada diez residentes de la Franja. El-Sarraj es también secretario general de la Comisión Palestina Independiente para los Derechos de los Ciudadanos, habiendo sido galardonado con el premio 'Médicos por los Derechos Humanos' en 1997 y el premio 'Martín Ennals' de defensa de los derechos humanos en 1998. Esta entrevista fue realizada en Washington el 2 de mayo de 2002.

Enlaces relacionados:

Agustín Velloso: Los 'hombres-bomba' y los derechos humanos en Palestina

Roni Ben Efrat: Los atentados suicidas, a debate

Santiago Alba Rico: El atentado suicida: la negación 'sí'

Palestina


Entrevista a Eyad El-Sarraj, psiquiatra palestino

"Bombas humanas: dignidad, desesperación y necesidad de esperanza"

"Quienes cometen los atentados suicidas en esta Intifada son los niños de la primera, personas que han sufrido demasiados traumas en la infancia. Así que al crecer, su propia identidad ha emergido con la identidad nacional de la humillación y la derrota, y se vengan de esa derrota a nivel personal y nacional"

Linda Butler
(Journal of Palestine Studies, 24, vol. XXXI, núm. 4, verano 2002)
Traducción: Loles Oliván, CSCAweb (www.nodo50.org/csca), 18-09-02

P. En el periodo de [vigencia de los Acuerdos de] Oslo, mucha gente comentaba la buena voluntad de los palestinos para "perdonar y olvidar" la ocupación y superar el pasado. Hoy, a la luz de lo que ha ocurrido, especialmente en Cisjordania, será eso tan de fácil?

R. Por supuesto que la desconfianza y el odio son más profundos ahora. Una de las grandes victorias de Sharon es el modo en que ha incrementado el nivel de odio en ambas partes. Si la estrategia era destruir cualquier posibilidad de paz, ha logrado un gran éxito. Sin embargo, si se halla una solución justa -y quiero decir [volver a] las fronteras de 1967, una Jerusalén compartida, una verdadera solución para los refugiados, el desmantelamiento de los asentamientos- creo que los palestinos la aceptarán y los israelíes también. Si eso ocurriera, cambaría enormemente la sicología de la gente en ambos lados. Pero si los palestinos terminan por percibir que han sido derrotados, la solución no durará. Habrá nueva violencia, incluso una violencia aún mayor, tal como cada ciclo resulta más violento que el anterior.

P. A ese respecto, ¿podría comparar las dos Intifadas?

R. Déjeme decirle primero que la gente la gente que comete los atentados suicidas en esta Intifada son los niños de la primera, personas que han sufrido demasiados traumas en la infancia. Así que al crecer, su propia identidad ha emergido con la identidad nacional de la humillación y la derrota. y se vengan de esa derrota a nivel personal y nacional. Esta es una primera observación.

El aumento del nivel de la violencia es increíble. En la primera Intifada había piedras como mucho. En esta Intifada hay armas de fuego y morteros caseros y explosivos y, especialmente, bombas humanas. La siguiente Intifada que, de no hallarse solución, tendrá lugar sin dudas dentro de otros cuatro o siete años, será incluso peor de lo que hemos visto en los últimos dos años.

P. Además de las armas, ¿a qué atribuye esta extraordinaria escalada de violencia en la segunda Intifada?, ¿tiene una dimensión psicológica también?

R. Por supuesto. A la desesperación. A la desesperanza que surge de una situación que empeora, una desesperación en la que vivir no es distinto de morir. La desesperación es una fuerza muy poderosa -aunque no es sólo negativa. Incita a la gente a acciones o soluciones que previamente hubieran resultado impensables. Lo que es impensable hoy se hace aceptable mañana. ¿Quién hubiera imaginado bombas suicidas en Palestina hace diez años? No existen precedentes en nuestra sociedad. A eso me refiero cuando digo que si esto continúa habrá nuevos métodos de escalada de violencia demasiado horribles incluso para imaginarlos hoy.

Mire, en el último levantamiento, los niños solían jugar un juego llamado "Intifada". Era una especie de juego de indios contra vaqueros -más concretamente, de soldados israelíes contra palestinos que lanzaban piedras- en el que los niños adoptaban el papel de soldados armados con palos que representaban armas de fuego y palestinos con kufiyas [el pañuelo tradicional que usan los hombres palestinos] y piedras. Muchos niños de aquel tiempo preferían jugar como judíos, básicamente porque los judíos con las armas representaban el poder. Este juego ha desaparecido por completo. Hoy, el símbolo del poder es el martirio. Si en la actualidad le pregunta a un niño de Gaza qué quiere ser de mayor, no dirá que quiere ser médico o soldado o ingeniero. Dirá que quiere ser un mártir.

P. ¿Cómo ha ocurrido esto, pasar de identificarse con el poder, incluso con el opresor, a querer morir?

R. La gente, incluida la gente joven, necesita sentirse respetada. Quieren un reconocimiento en su sociedad. Hoy se glorifica el martirio. Para ellos, el mártir es el poder de la gente, el poder de vengarse en nombre de las víctimas. Tienen todas estas nociones románticas. Contemplan al mártir como un valiente que se sacrifica a si mismo (sea hombre o mujer) por el bien de todos, como un símbolo de la lucha por la libertad porque por esto es por lo que lucha este pueblo.

Todo esto son diferentes formas de poder, especialmente ante la destrucción de la imagen del padre a los ojos del niño. Durante la primera Intifada, algunos estudios demostraron que el 55% de los niños habían sido testigos de las humillaciones o las palizas que padecieron sus padres por parte de los soldados israelíes. El impacto psicológico que esto acarrea es impresionante. El padre, normalmente la figura [que representa] la autoridad comienza a ser visto como alguien impotente, que ni siquiera puede protegerse a si mismo -mucho menos a sus hijos. De modo que los niños se hacen más militantes y más violentos. La gente es el producto de su entorno. Los niños que han visto demasiada realidad inhumana, básicamente las políticas de la ocupación, salen inevitablemente con respuestas inhumanas. Así es como hay que entender realmente las bombas suicidas.

P. Por supuesto en este último análisis, las bombas suicidas han dado a los israelíes una excusa para seguir. Siendo así, ¿existe una reacción popular contra las bombas suicidas como factor que contribuye a su sufrimiento?

R. Bien, verá, las bombas suicidas y todas esas formas de violencia -y aquí hablo como psiquiatra- son solo los síntomas, la reacción a este proceso crónico y sistemático de humillación popular con el fin de destruir su esperanza y su dignidad. Esa es la enfermedad, y a menos que se resuelva y se trate, habrá más y más síntomas de la patología.

Antes de salir de Gaza esta última vez, uno de nuestros psiquiatras infantiles de la clínica me habló de cómo algunos de los niños que está tratando le han dicho que pasan su tiempo no con juegos sino figurando hacer morteros, imaginándose cómo podrían hacerlos a mano. Uno puede imaginarse que alguno de ellos podría empezar a pensar en armas químicas o proyectiles de bombas suicidas.

P. Habla usted de las bombas humanas como si de alguna forma fuese una respuesta psicológica a la ocupación, pero hasta qué punto [los suicidas] son manipulados por Hamas y otros grupos similares?

R. Hamas tienen su propia ideología. Sinceramente no estoy versado en ella pero hasta lo que conozco, tiene una ideología que reclama un Estado islámico en Palestina mediante la guerra santa y el asesinato del enemigo. Creen que los israelíes sólo pueden escuchar el lenguaje de la fuerza. Por ello, están dispuestos a usar cualquier método incluido el de las bombas suicidas. Y existen muchos voluntarios...

P. ¿Pero [Hamas] anima a esos niños a que sean voluntarios? Cuando la Fundación Tierra Santa, una importante institución de caridad musulmana en EEUU, fue clausurada por el presidente Bush tras el 11 de septiembre, una de las razones argüidas fue que la organización financiaba instituciones de caridad apoyadas por Hamas, y que, según los informes, exaltaba las bombas suicidas en las escuelas y a través del reclutamiento activo.

R. Eso es falso, desde luego. Los estadounidenses también hablan del modo en que el curriculum vitae [académico] palestino promueve el odio contra los judíos. Pero si examina ambos curricula verá que no hay nada que enseñe ese odio. No hacen falta escuelas para eso, sólo te hace falta ver a los soldados israelíes humillando a tu padre, o los Phanton 16 destruyendo tu casa, y el mensaje está listo. Hamas no necesita reclutar. Uno de mis colegas me habló de un paciente que cayó en una depresión cuando no fue aceptado como bomba suicida; había perdido la oportunidad de ser un mártir.

Quizá esto resulte difícil de entender en Occidente, aunque en Occidente, también, se glorifica a vuestros muertos de guerra, se construyen memoriales por aquellos que cayeron por la nación. En cada sociedad, esa gente es respetada. Pero a ello hay que añadir el nivel de amarga desesperación que existe en los Territorios Ocupados, la falta de esperanza. Y unido a ello, está la noción religiosa de que la vida comienza con la muerte. Eso es lo que la gente religiosa cree. Los militantes creen que si mueren como luchadores suicidas en la lucha por la justicia, están triunfando ante la derrota y la muerte, [creen] que no mueren, que con la muerte comienzan a vivir (aunque toda esa patraña de las vírgenes del paraíso es falsa y ninguno lo hace por eso). Si la vida es intolerable, sin esperanza, y si existe una promesa de que si mueres como un mártir alcanzarás una nueva y mejor vida, ¿por qué no aprovechar la oportunidad?

Por supuesto, en el Islam el suicido por razones personales es un pecado; está prohibido. Pero el martirio es otra cosa. Y hay tantas interpretaciones sobre las bombas suicidas debido a que, obviamente, no existía en la época del profeta Mahoma -de hecho, es un fenómeno completamente nuevo en el Islam. La primera vez que fue practicado fue por Hizbollah tras la ocupación israelí del sur de Líbano en 1982, y las más altas autoridades religiosas de Egipto y Arabia Saudí se han pronunciado en su contra. Así que es una cuestión muy debatida en el Islam: ¿es una forma de sacrificarse uno mismo por Dios?, ¿es aceptable asesinar a civiles? Los militantes islamistas consideran que todos los israelíes son militares, incluidas las mujeres. Otro argumento, incluso para Hamas es que ellos no convertirían sus cuerpos en bombas si tuvieran F-16, helicópteros Apache, tanques, una mínima fracción de las armas que Israel obtiene de EEUU. Consideran que si quieres atacar a un soldado israelí -quien es absolutamente invulnerable en su bunker o en su tanque- ¿de qué otro modo puedes hacerlo? Para ellos, los israelíes tienen el poder de los F-16, mientras nosotros tenemos el poder de morir. Así se ha alcanzado esta posición de profunda paranoia.

Personalmente estoy absolutamente en contra de las bombas suicidas por principios, por una cuestión moral. Creo que el Islam está por la vida. El Islam nos enseña que en tiempo de guerra debemos proteger a las mujeres y a los niños, incluso a los árboles. Esas son las palabras del profeta Mahoma. Entonces, ¿cómo desde el Islam se pueden matar a si mismos y a civiles inocentes de esta forma? Sin embargo los militantes musulmanes tienen interpretaciones diferentes.

P. Algunos informes de prensa aquí ofrecen a menudo la impresión de una especie de atmósfera de celebración dentro de las familias cuyos hijos han muerto como bombas suicidas, lo que refuerza la idea de que, al contrario de los israelíes, a los palestinos no les preocupa demasiado la vida humana o ni siquiera su propia carne y sangre. Existen también rumores de reconocimientos económicos, de que las familias obtienen dinero.

R. Cualquiera que crea realmente tal interpretación está en un proceso de deshumanización racista. ¿Cómo se puede creer en la propia humanidad si no se cree en la humanidad del enemigo?

Sobre esa atmósfera de celebración que menciona, esa es la forma en que nuestra cultura reacciona ante la muerte en cualquier circunstancia. En nuestra tradición, cuando alguien muere la gente va a ver a la familia durante días para mostrar su respeto. Las formulas de la costumbre dicen que ese hombre o mujer ha sido bendecido, ha sido llamado por Dios, y por tanto no debemos estar tristes sino que de hecho debemos sentirnos felices por esa persona que ahora está con Dios. Todo el mundo dice esas cosas a la familia para ayudarlas a superar su sentimiento de pérdida y dolor. Y así se expresa ese apoyo durante cuarenta días; esa es la tradición.

Ahora bien, cuando se trata de una persona -hombre o mujer- que se ha sacrificado a sí mismo por Dios, son incluso más respetados. Adquieren un reconocimiento de santidad a los ojos de la gente por las razones que ya he descrito. Y el abrumador apoyo de la sociedad ayuda a la familia a sobrellevar la pérdida. Existe el heroísmo de morir por otros, el de no aceptar la humillación y la derrota, y más que eso, de estar apoyado por Dios, y lo que quiera que nos pase es una prueba de nuestra fe. Tenemos que ser buenos musulmanes para agradar a Dios. Y el último extremo de ser un buen musulmán -piensan ellos- es morir por Dios.

Esa es la atmósfera. Más tarde, por supuesto, las familias comienzan a sentir lo que llamamos reacción retardada del dolor. Una vez que todo ese apoyo social y solidario pasa y se quedan solos comienzan a darse cuenta: ¿dónde está mi hijo? Y sienten la pena como cualquiera.

En relación con el dinero, por supuesto que la gente apoya a las familias de los mártires. Yo mismo, estando firmemente en contra de las bombas suicidas apoyo también a las familias. Como palestino, como árabe, como musulmán y como ser humano me siento en la obligación de apoyarles. No puedo dejar a sus hijos en medio de la pobreza -tengo que hacer lo que pueda para dejarles algo de esperanza y de dignidad. Por eso apoyamos a las familias, no para animar a las bombas suicidas. Ninguna persona se convierte en bomba suicida por esa razón.

P. Se dice que existe en la sociedad palestina un debate sobre la militarización de la segunda Intifada y especialmente el fenómeno suicida, que hay quienes piensan que eso ha causado un gran perjuicio.

R. Existe un debate entre los intelectuales pero entre la gente no se da todavía, no en esta atmósfera, cuando la gente se encuentra sometida a los cierres, bajo ataques. Hay una profunda amargura, un desafío, de modo que incluso aún cuando la gente sabe que esas tácticas no traerán la solución, las apoyan a pesar de todo. Se trata de una reacción emocional.

Existe un debate en los círculos políticos palestinos. No sobre moralidad; es político: ¿se logra algo con las bombas suicidas o no?. Creo que cada vez más y más personas comienzan a darse cuenta de que son contraproducentes, desastrosas y que, políticamente todo lo que hacen es radicalizar a los israelíes, quienes siguen apoyando a Sharon -que se alimenta de eso- y le justifican para hacer todo lo que se le antoja. Más y más gente opina así, pero hasta ahora ocurre en círculos intelectuales.

P. ¿Hay estudios acerca de los efectos a largo plazo de este tipo de violencia en la sociedad, por ejemplo en Bosnia?

R. No he visto ningún estudio sobre Bosnia pero todo lo que hay que hacer es mirar a aquellos lugares donde ha existido un régimen colonial particularmente brutal y ver que ocurrió allí. La violencia en los municipios negros de Sudáfrica tras la independencia. Y Argelia, donde el nivel de brutalidad y atrocidad que ejercieron los franceses fue casi inimaginable -asesinatos masivos, destrucción de pueblos enteros y otras cosas. Estaban determinados a arrasar la cultura argelina. Todo eso se posó en la psique del pueblo argelino y hoy podemos ver toda esa rabia contenida que se ha vuelto contra si mismos.

P. Todo esto no presagia nada bueno...

R. Lo que significa esto es que hay una necesidad absoluta de un completo y profundo proceso de reconciliación nacional que permita a los palestinos asumir su dolor, su trauma, su pena y su pérdida -lo mismo para los israelíes, por cierto. Pero no podrá ocurrir sin que se de primero una solución política justa y digna que dé esperanza.

P. Entonces, ¿qué significa esto a largo plazo para los palestinos? Algunas personas han escrito durante algún tiempo sobre un resurgimiento de la violencia en Gaza, incluso de cierta desintegración de la sociedad?

R. No hay duda de que la violencia se ha incrementado pero hay que darse cuenta de que ha comenzado con un umbral muy bajo: si conocía Gaza antes de 1967, el homicidio era prácticamente inaudito, como mucho uno cada pocos años. Pero con el paso de los años, la violencia de la ocupación y la violencia que trajo a la sociedad ha aumentado: violencia política, violencia contra la mujer y otros tipos. Pero hay que decir que la violencia se restringe al nivel político o dentro de la red social. La violencia se da dentro de la familia, dentro de la tribu o entre las tribus. Si tu eres una persona corriente que no se mete en política o en asuntos tribales, estás absolutamente a salvo. Aquí no hay violencia anónima, o casual, o caótica. Eso no ha cambiado.

Y no se puede decir que la sociedad se esté desintegrando porque las estructuras de clanes o tribales se mantienen todavía intactas. Es la estructura en la que la gente confía para sentirse seguros, para buscar protección apoyo y ayuda.

P. ¿Usted lo ve de alguna manera como una fuente de esperanza?

R. No, no es una fuente de esperanza; es una fuente de resistencia. Cuando haya paz será algo que deberemos dejar atrás para aprender verdaderas nociones de ciudadanía. Pero en tiempos de bloqueo, bajo condiciones de extrema dureza, permite a la gente vivir, sobrevivir. Esta es la historia de Gaza donde el estado ha sido siempre un extraño. Este es el modo en que la gente ha vivido durante siglos, confiando en si mismos y en su clan. Ello es la razón en parte de la extraordinaria resistencia del pueblo. Gaza no ha estado sometida al cerco como Cisjordania, pero incluso aquí no te puedes mover de un lado a otro, estás bajo cierre, la electricidad está cortada, el agua escasea, no puedes llegar a los hospitales. Y aún así la gente se apaña; logran salir adelante. Bajo la dura nube de desesperación, frustración y desesperanza, existe todavía una profunda convicción y un muy fuerte sentimiento de desafío emparejado a un sentimiento de que Dios está con nosotros, que nos está probando pero que vendrá en nuestra ayuda. Todo eso quiere decir que la gente puede aguantar todavía y asegura que ante las nuevas leyes de la confrontación, si esto continua, el pueblo seguirá estando allí.

Este pueblo puede con mucho, se lo aseguro. Puede con mucho más, mucho más. Por eso, en lo más profundo, resiste todavía.

P. ¿Ve Vd. esperanza a largo plazo?

R. ¡Sí, por supuesto! Creo en la humanidad básica de nuestro pueblo. Y creo que habrá paz porque no hay otra opción. Más y más gente se dará cuenta de que las muertes y los asesinatos no son la solución. Incluso los expertos militares israelíes como Benjamin Ben Elizer, afirman que no hay solución militar. Cada vez más gente entenderá esto. Lo que espero es que ocurra más pronto que tarde para poder salvar las vidas de tanta gente que no necesita morir, eso es lo que espero. Es posible que haya todavía unos pocos más de cientos por cada lado pero si al final alcanzamos una solución pacífica basada en lo que ya sabemos, ¿por qué debe haber más muertes?



.