Palestina


*Isaías Barreñada es politólogo y miembro del Comité de Redacción de Nación Árabe

(56 K)
El Proceso de Paz, historia de un fracaso anunciado
(documento íntegro de 11 páginas en formato PDF)

Palestina


Texto de introducción

El Proceso de Paz,
historia de un fracaso anunciado

Isaías Barreñada*

CSCAweb (www.nodo50.org/csca), 12 de junio de 2002

Una evaluación crítica y detallada del proceso de negociación palestino-israelí -desde que se iniciara en Madrid, en el otoño de 1991, hasta la segunda Intifada, la llegada al gobierno de Israel de Ariel Sharon y el asalto a las Áreas Autónomas en la primavera de 2002-, así como de las razones estructurales de su fracaso y de los fundamentos inexcusables sobre los que ha de basarse necesariamente una paz justa y definitiva en Oriente Medio

"El proceso de paz israelo-palestino no hizo crisis a causa de los radicales de ambos bandos, fueran éstos grupos irregulares o gobernantes, o por la intransigencia palestina. Se colapsó en primer lugar por su naturaleza y por sus contradicciones: desequilibrio, falta de mediación externa imparcial, ausencia de mecanismos de ejecución de los compromisos y de garantías. Por no responder globalmente a las diferentes facetas del problema (ocupación, refugiados, apartheid en Israel) y por no aportar una solución justa al problema. Todas las partes implicadas (Israel, palestinos y comunidad internacional) optaron por negociar un arreglo parcial, obviando dimensiones consustanciales del conflicto que en un momento u otro debían reaflorar e imponerse. La segunda razón es que a lo largo de esos años Israel no quiso asumir el coste de la paz (retiradas militares, desmantelamiento de los asentamientos, apertura de los mercados) y pretendió mantener las ventajas de la ocupación.

La crisis fue la consecuencia de la no correspondencia israelí a un compromiso histórico asumido por los palestinos, y que estaba aplazado desde 1947. En el Consejo Nacional Palestino de Argel en 1988, al aceptar formalmente las resoluciones del Consejo de Seguridad 242 (evacuación israelí de los territorios ocupados) y 338 (instauración de una paz justa y durable en Oriente Medio) la OLP asumió un compromiso histórico, por el cual aceptaba al Estado de Israel (en el 78% de la Palestina histórica), obviamente a cambio de que Israel asumiera una retirada total, permitiera la creación de un Estado palestino en Cisjordania y Gaza (el 22% restante del territorio) y el retorno de los refugiados. Pero no fue así. Israel exigió de la OLP un reconocimiento sin un gesto equivalente de su parte. Israel no ha terminado de aceptar la existencia de un Estado palestino soberano. Para el estado hebreo Oslo era un arreglo político y militar que tenía por objeto sustituir la ocupación por otra forma de control, que convertía a la ANP en su instrumento mientras se preparaba un Estado tutelado, y que exigía "concesiones y realismo político" al desposeído. No se buscaba una paz justa sino crear un protectorado, un bantustán palestino al servicio de Israel. Y esto era inadmisible para la población palestina.

El fracaso del Proceso de paz plantea el interrogante de si es posible un arreglo consensuado al conflicto y una paz duradera. La posibilidad de un arreglo político a un conflicto complejo, prolongado y enconado depende en gran medida de voluntad y de la capacidad de la comunidad internacional en imponer una solución justa, global y acorde con el derecho internacional, incluso recurriendo a medidas de fuerza. Hasta ahora el Proceso de paz y su crisis ilustran claramente la incapacidad tanto de NNUU como de EEUU y la UE de imponer un arreglo, y ponen en evidencia que la pasividad internacional termina favoreciendo al fuerte y al ocupante.

En cuanto a conseguir una paz duradera, todo depende de que Israel asuma los retos estratégicos de la paz. En Israel el proceso de paz nunca se ha entendido como un nuevo escenario para cooperar y convivir con sus vecinos. La paz siempre ha estado asociada a la idea, profundamente anclada en el discurso laborista, de "separación", para asegurar que Israel siga siendo un estado "judío y democrático". A nadie se le escapa que si hay convivencia habrá mestizaje y pérdida de especificidad étnica, y a la larga supone dar derechos políticos a los no judíos. En suma Israel, incluso en un escenario de paz, siempre ha querido conservar su exclusivismo étnico.

No es viable una paz con separación y exclusivismo étnico en Israel, porque impide unas relaciones normales con los vecinos y porque exacerba las tensiones entre mayoría judía y minoría árabe palestina dentro de Israel. Si quiere paz Israel debe renunciar a sus pretensiones hegemónicas y trocar su identidad colonial por una vocación de cooperación. La paz requiere sin duda una refundación de Israel."

(56 K)
El Proceso de Paz, historia de un fracaso anunciado
(documento íntegro de 11 páginas en formato PDF)



.