Palestina

(Traducción de Pablo Carbajosa, N.Á.)

La convocatoria hecha por la Administración norteamericana de la cumbre de Camp David con el fin de alcanzar un acuerdo marco previo a las negociaciones del estatuto final entre la Autoridad Palestina (AP) e Israel despertó entre la comunidad palestina de Gaza, Cisjordania y la Diáspora inquietantes expectativas que dieron lugar a una situación de extrema alerta en los Territorios Ocupados. El temor ante la posibilidad de que el liderazgo palestino firmase su rendición final frente a las presiones de israelíes y norteamericanos, alcanzando compromisos que no garantizasen la creación de un Estado palestino independiente y soberano en Cisjordania y Gaza, con Jerusalén como su capital, el cumplimiento del derecho al retorno y a las compensaciones de los refugiados y el desmantelamiento de los asentamientos, pudo considerarse fundado a la vista de las asumidas renuncias de la AP en los acuerdos firmados en el periodo de transición. El texto que presentamos a continuación,"Nuestra posición a favor de una paz justa: llamamiento de apoyo a la comunidad internacional", firmado conjuntamente por un grupo de personalidades de reconocida solvencia entre la comunidad palestina y hecho público a comienzos del pasado mes de julio por la organización palestina The Palestinian Society for the Protection of the Human Rights and Environment (LAW) días antes de que se iniciase la cumbre, constituye toda una declaración sobre lo que la comunidad palestina demanda a su liderazgo, a Israel, a EEUU y a la comunidad internacional como indispensable para alcanzar un acuerdo definitivo con Israel.
Concluida la cumbre, el denominado por la prensa occidental "fracaso de Camp David" ha sido valorado por la mayor parte de los palestinos como un triunfo para su causa, que fortalece sus aspiraciones de reconducir el proceso negociador -tal y como el presente documento reclama- hacia un marco que garantice el estricto cumplimiento de la legalidad internacional y de las resoluciones de NNUU para la resolución de un acuerdo basado en la justicia y en la satisfacción de los históricos derechos nacionales palestinos.

Palestina

Documento:

"Apelamos al movimiento de solidaridad con Palestina a que se alce contra los intentos de imponernos un sistema de apartheid"

Llamamiento de apoyo a la comunidad internacional

Haider 'Abdel Shafi, Azmi Bishara, Gasan Jatib, Mustafa Barghuti, Marwan Narghuti, Salim Tamari, Hana Amireh, Ziad Abu Amr, Kamal Sharafi, Abdulrahim Mallou, Hatim Abdul Jader, Rana Nashashibi, Eyad al-Sarraj, Basil Gatas, Dayya Mohammed Zeidan, Jader Shkirat, Awad ´Abdel Fatah e Isamail Du´eck

Publicado en Nación Árabe, núm. 42, otoño de 2000

"Las negociaciones palestino-israelíes se aproximan al momento de la verdad. Las negociaciones sobre el estatuto final se enfrentan a un punto muerto debido al abismo existente entre la posición israelí y la postura palestina respecto a los elementos esenciales del conflicto palestino-israelí: la cuestión de Jerusalén, los refugiados, los asentamientos y las fronteras. Sin resolver estas cuestiones no puede ponerse fin al conflicto.

En su valoración de [el Acuerdo de] Oslo y los acuerdos provisionales, la opinión pública palestina ha quedado dividida en torno al proceso de transición. Estos desacuerdos no dividieron a la población ni a sus aspiraciones. Existe un completo acuerdo sobre la resolución de las cuestiones referentes al estatuto definitivo, en la que los acuerdos provisionales no tienen parte.

Es en el poder de los negociadores palestinos donde existe un evidente solapamiento entre la fase de transición y las negociaciones sobre el estatuto permanente. Debe asumirse, no obstante, que la dirección palestina, así como la dirección oficial árabe, se dan cuenta de que los principios de negociación de un acuerdo sobre el estatuto definitivo son en lo fundamental diferentes de los del estadio de transición.

Sobre todo, sería extremadamente difícil justificar cualquier concesión sobre el estatuto definitivo. Las negociaciones provisionales podrían entrañar concesiones en los acuerdos de la fase de transición, debido a que son temporales. La conclusión última del conflicto palestino-israelí mediante una resolución permanente no puede entrañar una dejación del derecho internacional o perseguir intereses a corto plazo por encima de su resolución a largo plazo.

Somos conscientes de que la dirección política palestina se ve sometida a tremendas presiones para que acepte un acuerdo regional sobre los territorios de Cisjordania y Gaza. Ehud Barak y Ariel Sharon han tenido dificultades para presentar públicamente objeciones a las negociaciones destinadas a garantizar la soberanía sobre Jerusalén como capital del Estado palestino, la soberanía palestina sobre las fronteras del 4 de junio de 1967, el reconocimiento del derecho al retorno y las compensaciones a los refugiados o el desmantelamiento de los asentamientos bajo soberanía israelí. Una resolución del tipo de las propuestas por Barak y Sharon, no sería justa ni siquiera en el sentido más limitado del concepto de justicia y no lograría un acuerdo permanente. Parece por lo tanto importante rebasar las actuales posturas de estos políticos y hacer que progrese en el gobierno y la opinión pública israelíes la comprensión de las justas reivindicaciones formuladas y defendidas por el pueblo palestino y protegidas por el derecho internacional. Los políticos de la izquierda y la derecha sionistas tratan de buscar un compromiso de consenso en Israel que pueda utilizarse para minimizar las concesiones israelíes y deje de lado las justas reivindicaciones del pueblo palestino.

Israel debe comprender que, aun cuando acepte un Estado palestino en Cisjordania y la franja de Gaza que incluya a Jerusalén como capital, la garantía del derecho al retorno y las compensaciones a los refugiados, los palestinos también han hecho concesiones. La firma del acuerdo final tiene una tremenda importancia en relación con el pasado. El acuerdo debe tener en consideración un siglo de luchas, de discordias y sufrimientos, que comenzó con la expulsión y el desalojo de los palestinos en 1948. La cuestión de al-Nakba ("La Catástrofe") sé sitúa en el centro del problema de los refugiados. Además, el empeño de Israel en la ocupación de tierras y la construcción de asentamientos sigue constituyendo un rasgo significativo del control de Israel sobre el territorio. La resolución de estas cuestiones no puede regirse de acuerdo con la disparidad de poder, sino mediante el elemento esencial de la justicia. La justicia que se sigue de la visión de la historia es relativa, pero no puede aceptarse un acuerdo permanente que sea injusto.

Apelamos a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) para que imprima la mayor constancia a las negociaciones y de forma a la base, estrategia y objetivos de la posición negociadora palestina. Apelamos también al pueblo palestino para que aúne las voluntades de las fuerzas públicas, las instituciones civiles y las distintas tendencias políticas en favor de un acuerdo justo y permanente.

Convocamos asimismo a la formación mediante el consenso de un sólido frente nacional palestino que se establezca a través del contacto entre la Diáspora y el interior por medio de las instituciones de la ANP. Este consenso se acrecentaría si existiera la separación de poderes, el respeto por el imperio de la ley y por los derechos humanos, si se pusieran los cimientos de una relación democrática entre las autoridades y el pueblo, si se organizara una administración eficaz y si se erigiese una economía nacional sólida.

Respetar la legalidad internacional

No es verdad que el tiempo favorezca a Israel y que deba aceptarse todo lo que propone. El tiempo favorece a quienes saben hacer buen uso de él. El statu quo no constituye un problema únicamente para los palestinos: también lo es para Israel. No es que Israel disponga de muchas opciones: no puede volver a una nueva ocupación directa de los territorios ni puede tampoco sostener la actividad de los asentamientos de forma que cree una realidad binacional.

Apelamos a los gobiernos árabes para que proporcionen pleno apoyo a las justas demandas de los palestinos y respalden el consenso de la posición palestina en las negociaciones, de modo que dé lugar a nuevas presiones y concesiones. Como sucede en el caso de las cuestiones referentes al estatuto definitivo, Jerusalén no es sólo una cuestión palestina: es asunto de todos los árabes y médula del conflicto general árabe-israelí.

Apelamos a la opinión norteamericana, europea e internacional para que apoye los dictámenes legales internacionales, entre los que se cuentan las resoluciones legales de la Asamblea General de Naciones Unidas con respecto a la cuestión de Palestina, al objeto de mantener los principios de la justicia.

Si los gobiernos extranjeros desean gozar de legitimidad internacional como árbitros entre las partes del conflicto, debe considerarse a Israel en el contexto de estas resoluciones y estimar que las negociaciones tienen como objeto que se avenga a las mismas de conformidad con el derecho internacional. El poder estratégico de Israel o su alianza con EEUU no deberían dictar la política exterior de los Estados. Apelamos a los países europeos para que se atengan a la Declaración de Berlín de forma efectiva, y no sólo como retórica. Este periodo supondrá, sobre todo para los europeos, una prueba para la diplomacia global y la resolución de conflictos.

Apelamos a las fuerzas democráticas de Israel para que alcen su voz, recta y veraz, en favor de un acuerdo justo sobre la base del fin de la ocupación de los territorios palestinos ocupados en 1967. El apoyo a Barak por contraposición a Netanyahu no supone por sí solo ninguna piedra de toque moral; la verdadera prueba reside en el rechazo de la lógica que ha perpetuado el conflicto. El acuerdo con los palestinos debería basarse en el reconocimiento de la injusticia histórica a la que se vieron sometidos y en la justicia, la igualdad y el deseo de una resolución justa y permanente.

El principio subyacente al acuerdo final propuesto por el gobierno de Barak se fundamenta en la separación demográfica de árabes y judíos, a falta de verdaderos cimientos para la soberanía palestina y sin emancipación real alguna de la ocupación. Este tipo de acuerdo puede considerarse racista y su lógica es injusta en sus resultados, puesto que consolida el actual statu quo cambiándolo de nombre. Apelamos quienes integran el movimiento de solidaridad con Palestina a que alcen sus voces contra los intentos de imponer a los palestinos un sistema de apartheid.

Apelamos a la ANP y a la OLP para que hagan cristalizar estas reivindicaciones claras y arraigadas de un acuerdo definitivo y justo, que garantice el derecho al retorno y la autodeterminación de un Estado palestino soberano e independiente con Jerusalén como capital de los Territorios Ocupados desde el 4 de junio de 1967, con el fin de movilizar las energías de todos los palestinos, los árabes y las fuerzas democráticas de la región y de su entorno en el mundo.

Firman este documento:

Haider 'Abdel Shafi, ex miembro del Consejo Legislativo Palestino (CLP) y presidente de la Delegación palestina en la Conferencia de Madrid de 1991; Azmi Bishara, palestino del interior y miembro del Parlamento de Israel; Hanan Ashrawi, miembro del CLP; Gasan Jatib, miembro del equipo negociador palestino hasta 1993 y director de Jerusalem Media & Communication Center; Mustafa Barghuti, miembro del Partido Palestino Popular (PPP); Marwan Narghuti, miembro del CLP y de al-Fatah; Salim Tamari, director de Institute for Jerusalem Studies; Hana Amireh, miembro del PPP; Ziad Abu Amr, miembro del CLP; Kamal Sharafi, miembro del CLP; Abdulrahim Mallou, miembro del FPLP; Hatim Abdul Jader, miembro del CLP; Rana Nashashibi; Eyad al-Sarraj, miembro de la Comisión Independiente Palestina para los Derechos del Ciudadano; Basil Gatas; Dayya Mohammed Zeidan, presidente del Comité de Seguimiento de los Árabes de 1948; Jader Shkirat; Awad ´Abdel Fatah e Isamail Du´eck."