Mundo árabe
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Publicado en Nación Árabe, núm. 45, Verano de 2001

(*): Samir Amín es economista egipcio y director del 'Foro del Tercer Mundo' (Dakar, Senegal)

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Mundo árabe

 

Entrevista a Samir Amín*

'La mundialización ha consumido a las sociedades árabes de una manera irreversible'

Carla Fibla (periodista) / Pedro Rojo (arabista)

Samir Amín, economista egipcio, es uno de los intelectuales más destacados y escuchados del Sur. Ejemplo de constancia en sus denuncias al desigual e injusto sistema económico impuesto por los países más poderosos, sus análisis desmontando la imposición neoliberal se remontan más de dos décadas. En la actualidad dirige el 'Foro del Tercer Mundo', con sede en Dakar (Senegal), organización de "mil asociados, africanos, asiáticos y latinoamericanos. Intelectuales y académicos comprometidos a través de la asociación a movimientos diversos, partidos políticos (...) estamos organizados como una sociedad de debate para profundizar, de forma independiente y desde una perspectiva de izquierda, a nivel regional y a nivel de los países, en los problemas del Tercer Mundo", como indica el propio Amín. Esta entrevista se celebró en el entorno de la Contraconferencia de Barcelona contra el Banco Mundial (junio 2001) donde Samin Amín participó en taller sobre el proyecto Euromediterráneo invitado por el Comité de Solidaridad con la Causa Árabe.

Nación Árabe: ¿Qué puede significar para la estructura mundial el Proyecto Euromediterráneo?
Samir Amín:
Hay que partir del momento precedente. Los años 50, 60 y parte de los años 70 se caracterizaron en el mundo árabe por el aumento de los movimientos de liberación nacional, su radicalización ilegal y una serie de proyectos que yo llamo "nacional-populistas", fundados sobre bloques sociales hegemónicos relativamente grandes que hicieron concesiones significativas a la clase popular a través de reformas agrarias, de la nacionalización e industrialización, de la expansión del sistema de educación... pero también basados en una manera dictatorial de ejercer el poder, donde la apelación populista -no popular- tiene sentido, donde no se tolera la autonomía de las clases populares para que puedan realizar su proyecto. La página de ese momento ha pasado. La mundialización ha consumido las sociedades árabes de una manera seria e irreversible, al tiempo que éstas muestran sus límites históricos y sus contradicciones internas, que comprenden también transformaciones internacionales, en particular las ocurridas en los fundamentos del sistema soviético sobre los cuales se apoyaba el mundo árabe para enfrentarse al desafío occidental.
En la actualidad existe un endurecimiento de las formas autocráticas del poder; no me refiero a las dictatoriales fascistas, sino a las autocráticas, a lo que yo llamo "el poder de los mamelucos", es decir, el de los militares, los hombres del comercio comprador y los hombres de religión, con una batalla alterna entre la preeminencia militar (tipo Argelia actual, o Egipto) o la preeminencia de los hombres de religión, modelo iraní -aunque no árabe. Mientras, tiene lugar un conflicto violento como el de Argelia, en el que se combina la lucha entre la clase dominante por el poder y la inserción del país en la mundialización liberal. De esta manera se desvía el debate de los verdaderos desafíos -los problemas económicos y sociales- a un conflicto virtual en la abstracción del más allá. Se trata de un conflicto que pretende llevar el debate a la cuestión cultural y religiosa, evitando la discusión del problema concreto. Al mismo tiempo, pasamos de un régimen autocrático y falsamente alternativo al islam político, que no es un movimiento religioso sino político, en el que se utiliza la religión pero que responde a un movimiento político reaccionario, no solo cultural, porque acepta la inserción de la mundialización capitalista. Es la razón por la que los poderes occidentales se sienten cómodos: militares e islamistas aparecen como aliados, uno puede sustituir al otro sin problemas. Además, esos mismos gobiernos han sido arrastrados por la erosión de los proyectos nacionalistas al proceso que llevó al [Acuerdo OLP-Israel de] Oslo (1993) y, en 1995 en Barcelona, a [la primera Conferencia del] Proyecto Euromediterráneo. Todo debe analizarse y contemplarse conjuntamente. Por una parte, es un proyecto de paz inaceptable, de la creación de bantustanes en Palestina con una Autoridad Palestina concebida como gestora de los intereses israelíes compradores y del capital dominante. Y, por la otra del cuento de la asociación euromediterránea con la intención de sustituir el diálogo euro-árabe con un falso diálogo euromediterráneo, que permita introducir a Israel y a Turquía, y aislar al Golfo.
Ante las relaciones económicas acordes con la línea de la mundialización capitalista, hay dos luchas principales en el mundo árabe que están empezando a cambiar esta situación. Una es la Intifada palestina, ha sido el pueblo palestino el que ha rechazado la bantustanización, logrando poner el proyecto en peligro, y obligar a pensar en otro tipo de compromiso. La otra es la explosión de la lucha del pueblo argelino. Durante más de veinte años, los mamelucos del poder militar y los islamistas ocupaban íntegramente la escena y convirtiéndose en hermanos gemelos, la elección estaba entre nosotros o ellos, sin una tercera alternativa, y de repente el pueblo argelino sale y asegura: "la alternativa somos nosotros. Ni vosotros ni ellos. La alternativa es la democracia social".

N.Á.: Estas actitudes ¿pueden provocar el cambio en otros países árabes como Marruecos que intentan evolucionar hacia la democracia?
S.A.:
El eco es muy grande, el poder está muy enfadado y perjudicado por el movimiento argelino, intentan vilipendiarlo. Se ha dicho que es un movimiento étnico de la Cabilia, algo falso porque comenzó en esa región pero se ha convertido en un movimiento general del pueblo argelino, y también dicen que es un movimiento manipulado desde el exterior, por Francia, algo incierto. Existe la complicidad doble del poder argelino y de los islamistas para denigrar este movimiento, pero ya hay excepciones, incluso en la prensa árabe, se dice: "La izquierda árabe está reapareciendo y quizás sea el ejemplo de lo que se debe hacer".

N.Á.: ¿Se dan actualmente las condiciones para que se convierta en un movimiento general, que englobe a los países árabes a partir de este ejemplo de revuelta y reivindicación?
S.A.:
Es muy difícil responder a esa cuestión, me gustaría que así fuera, pero no estoy seguro de que pueda ocurrir. Es muy importante que la izquierda árabe retome el contacto. Ese sector de la política han quedado extremadamente desamparado por los fundamentos del nasserismo, el marxismo, el sovietismo, porque no se posicionaron de forma crítica frente a estos movimientos. La izquierda árabe, la comunista en particular, se encontró como la izquierda del nacional populista de la alianza soviética. Por ese hecho se encontró extremadamente desamparada en un momento histórico determinado, pero puede que en la actualidad esté en un proceso de retomar conciencia de que una nueva visión de la acción es necesaria.

N.Á.: ¿Qué papel tienen los intelectuales árabes en este movimiento?
S.A.:
Los intelectuales árabes son como los de cualquier sitio, hay un centro, una derecha y una izquierda..., la confusión, el límite...

N.Á.: Pero pasa algo similar a lo que les ocurre a los partidos de la izquierda, están deslegitimados por participar en la pseudodemocracia....
S.A.:
Históricamente, los intelectuales árabes han estado en el surgimiento de las luchas de liberación nacional y del comunismo, se comprometieron con partidos políticos. Si pienso en mi juventud, durante la Segunda Guerra Mundial, en la escuela nos peleábamos todos los días a la hora del recreo entre la mitad que se proclamaba comunista y la otra mitad que se consideraba nacionalista. No había nada más, era impensable. Guardando las distancias, los actuales intelectuales se han convertido en los representantes orgánicos del movimiento nacional populista con su ala burocrática de derechas, su ala izquierdista..., yo [mismo] fui estalinista, era maoísta, de hecho lo sigo siendo. En este momento los intelectuales críticos están desamparados porque carecen de un partido o una fuerza política constituida, respetable, ante la cual ellos se puedan sentir responsabilizados.

N.Á.: ¿Qué salidas contempla usted ante la escalada de violencia en los Territorios Ocupados?
S.A.:
Mi consejo es que se retome un viejo texto escrito en los años 60 o 70 por Maxime Rodinson, reeditado recientemente en una revista francesa, que se llama Utopie critique. En él se dice que el proyecto sionista de Israel es un proyecto colonial, que implica necesariamente arrasar con un pueblo de su territorio y que los que quedan sean sometidos a un régimen de apartheid. Ese proyecto a largo plazo no tiene futuro. ¿Qué compromiso en el momento actual es aceptable? El único acuerdo posible es el propuesto por el pueblo palestino: un Estado palestino en el conjunto del territorio ocupado, la devolución del Golán a Siria, y la coexistencia pacífica entre el Estado palestino y el Estado de Israel. Después ya veremos en que se convierte el pueblo de Israel, el palestino y el conjunto del mundo árabe. No vamos a solventar el problema para la eternidad. Ese es el compromiso y hay un trabajo considerable que hacer en ese terreno porque el sionismo, por desgracia, utiliza un eco en el mundo y en Europa en particular: el chantaje permanente del antisemitismo, cualquier posición anti-Estado israelí, o contra el proyecto como está concebido es una prueba de antisemitismo, hay que rechazar este análisis. Hay que rechazar el antisemitismo, pero muchos europeos se sienten mal al tener que posicionarse en este tema porque les pesa la responsabilidad histórica. Hay que desarrollar un combate claro sobre el tema, porque el chantaje al antisemitismo es reforzado por lo que los judíos americanos llaman "la industria del Holocausto".

N.Á.: Las mayoría de las alternativas económicas que se plantean frente al librecambio se basan en viejas recetas keynesianas, utopías de banca ética, trueque...
S.A.:
Hay mucho de eso, pero no es lo único. Existen diversos movimientos que desde mi punto de vista son un poco naif [ingenuo]. Sea porque están fundados sobre principios éticos, que suelen ser simpáticos, pero un banco ético, asociaciones de consumidores para defender los productos obtenidos en condiciones sociales justas... hay siempre una cierta nostalgia del pasado, en un momento de descontento, donde las nuevas estrategias aún no han cristalizado es normal que exista una tendencia a querer restaurar un pasado mitificado y prolongarlo. Muchos movimientos quieren defender lo adquirido, eso no es negativo, pero creo que hay movimientos con respuestas rurales más imaginativas.

N.A.: En el mundo árabe un gran parte de la mano de obra es agrícola, el nuevo modelo de explotación agrícola que quiere exportar EEUU de grandes superficies altamente tecnificadas, significaría dejar sin fuente de ingresos a millones de campesinos justo cuando aumenta el paro.
S.A.:
Ese es un punto muy importante. Me gustaría subrayar el papel de la Organización Mundial del Comercio (OMC). El punto débil a partir del cual se podría organizar una campaña mundial inmediata es el farmacéutico, y el otro es la mundialización de la agricultura que es extremadamente destructiva para los países del Tercer Mundo en general, y para los árabes en particular, porque los porcentajes de productividad agrícola son en término medio y grosso modo los clásicos: entre un uno y un tres para la media de los países el Tercer Mundo, mientras que para la agricultura de los países capitalistas desarrollados es de un 10 a un 25. En consecuencia, la mundialización, la liberalización del mundo agrícola significa que rápidamente centenares de millones de campesinos se arruinarán. Eso es inaceptable porque no se trata de una transición, de una consecuencia por haberse abierto a la modernidad, se ha abierto una transición hacia el genocidio porque ninguna forma de desarrollo moderno y de industrialización puede absorber el ritmo de la destrucción de la masa de campesinos. Por eso el proceso de liberalización del sector agrícola es inaceptable. Se comprobó en Porto Alegre porque acudieron movimientos antiliberalización de la agricultura con condiciones geográficas, históricas y sociales extremadamente diferentes. No es sólo un no, un rechazo a la liberalización de la agricultura, sino que se piensa en una alternativa a ese rechazo, una forma de regulación del mercado mundial agrícola que pueda soportar la larga transición de las sociedades agrícolas con una débil productividad hacia una modernización.

N.Á.: El mito de que las empresas europeas trasladarían su producción al Norte de África y que el flujo de capital privado a la región sería importante se ha volatilizado con el paso de los años y la contundencia de las cifras, ¿cuál es el futuro?
S.A.:
La lógica neoliberal europea conduce a muchas regiones del Tercer Mundo, y en particular al mundo árabe, a la desindustrialización, no a una nueva forma de industrialización integrada en el sistema mundial. En el pasado hubo cierto rechazo a los capitales de las inversiones de origen europeo hacia Marruecos y Túnez. Ese tipo de industria basada en la mano de obra a buen precio; la inexistencia de un sistema de impuestos; y la puesta a disposición de la industria de las inversiones públicas en infraestructura, comunicaciones, transportes, energía casi gratuita... Hemos visto que estas industrias se instalaron rápidamente, pero ahora con la nueva revolución tecnológica hay dos industrializaciones en los países árabes.

N.Á.: La presión militar a través del nuevo enfoque mediterráneo de la OTAN, la Fuerza de Intervención Rápida Europea, la alianza militar entre Turquía e Israel, ¿es una nueva forma de amenazar, de presionar al mundo árabe?
S.A.:
Sí. Pero en ese punto también existe el problema de la relación entre Europa y Estados Unidos; es decir, entre la Fuerza de Intervención europea y la OTAN. Desde mi punto de vista la OTAN es una organización americana. Ha habido reservas, sobre todo francesas y alemanas, un deseo de autonomizarse que ha provocado el avance rápido de esa fuerza militar europea, pero el problema permanece porque no es fácil para los europeos constituir una fuerza militar. Los europeos tiene una extensa tradición militar y no necesitan a los americanos para aprender a hacer la guerra... pueden constituir un cuerpo común de 300.000 hombres en un cuarto de hora, la dificultad es saber quién lo dirigirá políticamente. Un ejército está a la disposición de la decisión política; EEUU tiene un ejército y también un Estado, hay un presidente de EEUU, hay un poder político mientras que Europa es sólo una asociación económica de países que políticamente son autónomos. Entonces, ¿quién decidirá sobre la fuerza militar europea?

N.Á.: ¿Tiene algún futuro tal y como está planteado en la actualidad el Proceso Euromediterráneo?
S.A.:
Está terminado, muerto. Hay que decirlo, ese proyecto comenzó muy mal porque se inscribía en el proceso americano-israelí Madrid-Oslo, fue un elemento de apoyo. Una iniciativa cuestionada por el pueblo palestino que debe replantearse. Empezó mal porque ¿qué quiere decir euromediterráneo? Por una parte está Europa -acepto que Europa pretenda actuar colectivamente, por eso está representado no solamente por los países mediterráneos europeos, sino de toda la UE, incluida Suecia- pero del otro lado debe mantenerse la misma lógica y decir que existe algo que es el mundo árabe que no está constituido exclusivamente de países mediterráneos, está Iraq, el Golfo, Sudán, Mauritania... ¿Por qué excluirlos? Es inaceptable. Los europeos han excluido al Golfo porque les venía bien para satisfacer a los americanos (América Latina y el Golfo son los dominios reservados de EEUU), pero también era la medida para introducir a Israel y a Turquía, esta última se pretende europea, pero ¿Israel qué es? Es simplemente una colonia. ¿Cual es la lógica del Tratado? Hay que hacer una campaña y decir: "El proyecto de asociación está muerto, estaba condenado desde el principio, lo sabíamos, no se trata de hacer que resista", de hecho los europeos ni siquiera quieren que resista porque los poderes dominantes europeos: los alemanes y los ingleses no están interesados, los ingleses siguen a los americanos y a los alemanes lo que les interesa es Europa del Este y no el Mediterráneo. Hay que hablar de un diálogo euroárabe, con todos los europeos y todos los árabes. Debemos empezar por hacerlo nosotros mismos, las fuerzas progresistas de la izquierda europeas y árabes.

N.Á.: ¿Cree que existe realmente un interés en ese diálogo, que englobe a todo el mundo árabe?
S.A.:
Sí, existe ese interés.

N.Á.: ¿No se trata solamente una zona estratégica que se quiere controlar?
S.A.:
Hay muchas razones, una puede ser la geoestrategia, el hecho es que hay relaciones geográficas e históricas. El mundo árabe y Europa son la zona central y periférica más próxima geográficamente, también está el problema de la inmigración, del Islam, la islamofobia de Europa.

N.Á.: ¿Eso podría ayudar cambiar el actual sistema de relaciones de Europa con el mundo árabe?
S.A.:
No quiero ser dogmático ni exclusivo, pero creo que si se toman iniciativas amplias en ese campo será posible hacer presión sobre el poder europeo que es democrático en un sentido limitado, pero que al menos es sensible a las corrientes de opinión. Y en el mundo árabe porque los sistemas políticos arabo-autocráticos son vulnerables.

N.Á.: ¿Tienen viabilidad proyectos como la Zona de Libre Comercio Árabe, las uniones de aduaneras ente distintos países árabes como Líbano y Siria, o los países del Golfo?
S.A.:
No. Debemos ser autocríticos, son proyectos muy débiles. En el momento del ascenso del movimiento de liberación nacional, se planteó la cuestión de la "Nación Árabe". Hay que partir de la realidad árabe planteada a diversos niveles. Existe un substrato común que puede ser un activo positivo para el futuro, una existencia de un elemento cultural, una lengua. La realidad se plasma desde un aspecto regional, territorial, en el que algunos grupos son artificiales, como lo fue el reparto entre franceses e ingleses de Oriente Medio, pero incluso esa división con el tiempo echó raíces. Hay que tomar en consideración todo esto, los movimientos de liberación nacional se desarrollaron en el entorno de las fronteras de los Estados por razones evidentes de rehabilitación, en consecuencia el concepto de la estrategia de modernización, de industrialización fueron concebidos en el momento anterior en un entorno de fronteras de Estado, y no en el entorno panárabe, manteniendo paralelamente un discurso positivo de solidaridad de la lucha más que de integración. Por eso nunca ha habido un proyecto verdadero de integración y lo que se ha adoptado como resultado es el proyecto fácil de mercado común. Lo que necesitamos es algo más enérgico que el mercado común, ya que la fragilidad de estos proyectos, sobre todo en el momento actual, pueden hacerlos integrarse en la perspectiva neoliberal.