Samir Amín:
"He sido y sigo siendo comunista"
Gabriela Roffinelli y Néstor Kohan*
Universidad
Popular Madres de Plaza de Mayo, agosto de 2003
CSCAweb (www.nodo50.org/csca), 8 de octubre de 2003
"La elección
de la clase dirigente de EEUU de militarización, de "guerra
preventiva", de guerra continua e "infinita" no
es la expresión de una superioridad, ni la punta del iceberg
detrás de la que se esconden ventajas económicas
de EEUU. Por el contrario, constituyen un medio para compensar
su vulnerabilidad en el plano económico, utilizando su
ventaja comparativa efectiva en el área del armamento."
El pensador e investigador egipcio
Samir Amin constituye uno de los científicos sociales
más importantes del mundo. Sus libros son devorados con
pasión en todas las universidades. Hasta aquellos autores
que cuestionan en forma terminante sus teorías, como por
ejemplo Toni Negri, no pueden dejar de reconocerle su seriedad
y rigurosidad. Pensando a contracorriente de las modas y los
lugares comunes que los monopolios de la comunicación
han logrado instalar, Samir Amin sigue siendo un vehemente antimperialista.
Cuando dictó su conferencia en la Universidad de Buenos
Aires (el 8 de agosto de 2003) un estudiante lo interrogó
sobre "el terrorismo". Era de esperar. Ese es, precisamente,
el caballito de batalla empleado por la administración
Bush para legitimar sus guerras e intervenciones militares. Amin
no dudó un segundo. En forma pausada, pero firme, le respondió
que: "No hay que confundirse: la lucha armada no es sinónimo
de terrorismo".
En la siguiente entrevista, realizada
poco antes de esa conferencia, recorre los temas más variados:
desde su análisis de la mundialización y el capitalismo
contemporáneo, hasta su vínculo con la teoría
latinoamericana de la dependencia, reconstruyendo, al mismo tiempo,
su biografía político-intelectual. Mientras se
reivindica en forma entusiasta como "un comunista"
-con el mismo orgullo que sentiría un joven de 17 años
que recién se inicia en la política, aunque él
ya tiene 72- se pone a recordar, junto con su compañera,
las polémicas militantes de los años 50 y 60. La
época de la clandestinidad y el carácter precursor
de sus primeros análisis teóricos. Con humildad
reconoce que su reflexión, hoy celebrada y estudiada a
escala mundial, no fue un invento personal sino el producto de
las preocupaciones de todos los revolucionarios de África
y Asia. Como en este diálogo Samir Amin hace referencia
a diversos autores, personalidades y eventos históricos,
hemos incorporado una serie de notas aclaratorias para facilitar
la lectura.
Militancia y teoría:
una misma pasión política
P: En sus análisis teóricos,
incluso en los más tempranos, se deja oír siempre
el eco de la pasión política. ¿Su primera
militancia política fue comunista?
R: ¡Sí! ¡Yo he sido y sigo siendo
un comunista! Me considero comunista; para mí la perspectiva
comunista es la única humanamente aceptable. Incluso he
sido miembro del partido comunista, un partido comunista que
estuvo en la clandestinidad durante mucho tiempo
P: ¿Esa militancia fue en
el Partido Comunista Francés?
R: No, en el Partido Comunista de Egipto [PCE] (allí
milité desde 1951 hasta la desaparición del partido,
en 1965). ¡El Partido Comunista en Francia no estaba en
la clandestinidad! [Risas]. Aunque yo también fui miembro
del PCF mientras estudiaba en Francia (desde 1947 hasta 1957,
cuando me marché de ese país).
P: En muchos de sus libros, usted
analiza críticamente la experiencia soviética y
de algún modo rescata la de China. ¿Tuvo influencia
maoísta?
R: Bueno, por entonces, el PCE era un partido muy influido
por la visión soviética. Con algunos problemas,
quizás con tendencias internas conflictivas, pero el conflicto
apareció más tarde. Digamos que la percepción
de lo que fue este conflicto me parece comprensible más
tarde. La disputa se produjo entre una visión estratégica
alineada con la posición soviética y una concepción
estratégica más independiente.
El conflicto chino-soviético se produce en el año
1957, antes de que estalle oficialmente en 1960. Entonces me
encontré muy atraído por las propuestas chinas,
por la visión china del orden internacional, por la concepción
china de la transición al socialismo y por lo tanto por
el maoísmo.
P: ¿Qué balance haría
hoy del maoísmo?
R: Creo que el maoísmo representó un
paso adelante en relación con la visión soviética
sobre las cuestiones de la transición. Cualquiera sea
el juicio que tengamos hoy sobre la Revolución Cultural
o el juicio que podamos tener en cuanto a la ingenuidad que hacía
pensar que la juventud, porque era "la juventud", podía
ser el motor de una transformación cualitativa de la sociedad,
etc me parece que los lemas y los objetivos que proponía
la Revolución Cultural, fueron un intento de ir más
allá del impasse del comunismo soviético.
Cuando Mao Tse Tung, en 1963, en la carta de los 25 puntos, dijo
que el enemigo no está fuera del PC sino dentro del PC
P: ¿La burocracia?
R: ¡La burguesía! No la burocracia. La
burguesía no es un enemigo exterior. Mao dijo: "Estamos
construyendo la burguesía". Creo que, intuitivamente,
era una visión muy justa. Ahora bien, ¿los maoístas
del PC chino de aquel momento pudieron extraer las conclusiones
y realizar estrategias eficaces? La historia nos demostró
que no. Pero no hago mi propia autocrítica, no digo "nos
equivocamos". Digo que fue un paso hacia delante y que con
la distancia vemos las insuficiencias de este paso hacia delante.
Y vemos también las contradicciones escondidas por los
análisis que se hacían en aquel momento.
P: El maoísmo fue en aquella
época muy influyente sobre la intelectualidad occidental
R: Yo creo que sí, ¡completamente! Un
fenómeno como mayo de 1968, en Europa, y quizás
también acá, en América Latina, pero digamos
en Europa, un fenómeno así es impensable sin la
influencia de la Revolución Cultural china. Es la Revolución
Cultural del año 1966 la que dio lugar a esta esperanza,
con sus ilusiones Estas esperanzas de transformación del
mundo por la juventud revolucionaria, con todos los problemas
que planteó luego.
P: ¿En su primera juventud
usted provenía de una familia con militancia política?
R: No, mi familia no era comunista. Pero digamos que
del lado de mi padre y del lado de mi madre, tomando en cuenta
aquella época, eran progresistas, en relación con
las clases a las que pertenecían.
P: ¿Qué opinión
y qué posición adoptó usted con respecto
a Nasser [1] y a su movimiento?
R: En 1960 yo escribí mi segundo libro (el primero,
publicado en Egipto, había sido escrito en árabe
en 1958). Al segundo lo publiqué en 1963, después
de mi rápida partida de Egipto de 1960. Fue publicado
bajo un seudónimo: en aquel momento lo firmé con
mi nombre de clandestinidad en Egipto. Este libro es muy crítico
del nasserismo.
Yo era un militante, no diría disciplinado -"tontamente
disciplinado"-, pero era un militante como cualquier otro.
El PC egipcio, al que pertenecía, fue muy crítico
del nasserismo desde el golpe de estado de 1952 hasta 1955. Durante
estos tres años, el PC fue muy crítico del nasserismo
y lo que se dijo del nasserismo en aquel momento -aunque hubo
exageraciones- no era falso. Se ponía el acento sobre
el carácter antidemocrático, anticomunista y no
socialista del nasserismo. Se enfatizaba su perspectiva nacional
burguesa reaccionaria. Luego, en 1955, se produjo la Conferencia
de Bandung [2] que significó un viraje en la historia
de Asia y África. Esa conferencia de Bandung permitió
la cristalización de un frente antimperialista nuevo,
de los países no-alineados, con China de Mao Tse Tung,
con India de Sri Pandit Jawaharlal Nehru, con Egipto de Gamal
Abdel Nasser, con Indonesia de Sukarno, con Yugoslavia de Josip
Broz [Tito] y con los movimientos de liberación nacional
de África, encabezados por Kwame Nkrumah de Ghana.
Esto permitió abrir un gran capítulo histórico
de conflictos reales con el imperialismo. En este conflicto antimperialista,
los soviéticos se posicionaron como aliados de estas nuevas
potencias no alineadas dándoles su apoyo que no era un
apoyo despreciable. Les daban un apoyo militar. El armamento
y la diplomacia permitían neutralizar las agresiones del
imperialismo. Lo que sucede hoy en día no podía
pasar en aquel momento. Esto era un desafío real para
los comunistas de estos países: ¿qué actitud
adoptar frente a los regímenes de esas sociedades?
Y entonces pasamos de un extremo al otro. En el caso de Egipto
pasamos a un acuerdo con Bandung, en abril de 1955. En junio
de ese año, 1955, un documento del PCE denuncia de nuevo
el nasserismo y después pasamos a las nacionalizaciones
del 56. Llega la amenaza de agresión franco-anglo-israelí
[3] en octubre de 1956, a raíz de la nacionalización
del canal de Suez, que se produjo el 26 de julio de 1956. Después
del discurso de la nacionalización del canal de Suez (en
julio) aparece el primer documento del PC egipcio que hace una
autocrítica -leída desde hoy es muy ingenua- pero
que es total. A partir de aquel momento, hubo un año de
acercamiento entre el PCE y el régimen nasserista. Estamos
hablando del año 1957. No duró mucho tiempo. Porque
el nasserismo y Nasser no podían tolerar el riesgo de
ser superados en la izquierda por el comunismo egipcio. Entonces
se pasó a la represión brutal. Una represión
que, en su momento, pareció como "poco comprensible".
Incluso para los comunistas. No pareció comprensible.
Yo lo digo en mi libro egipcio de aquel momento....
P: Usted es un crítico muy
fuerte de la ideología eurocéntrica y del europeísmo.
Tiene incluso un libro especial dedicado a ese tema ['El eurocentrismo.
Crítica de una ideología', México, Siglo
XXI, 1989]. ¿Tuvo alguna influencia de Frantz Fanon?
R: No, para nada. Independientemente de la simpatía
que pueda tener -que tengo- por Fanon [4] y su política.
Él ha estado muy marcado por su nacionalidad del Caribe,
con los problemas culturales específicos de esta región.
El título de su primer libro Piel negra, máscara
blanca [1952] indica claramente esta problemática.
Fanon está preocupado por esta cuestión de la identidad
-que, dicho sea de paso, está muy de moda hoy en día.
Para mí, no lo digo sólo como individuo, sino para
nosotros, comunistas y nacionalistas de Asia y África,
este problema no existe. No tenemos un problema de identidad.
Un chino es chino, un indio es indio, un egipcio es egipcio.
Nunca se preguntó "¿quién era?"
o "¿quién soy?". No es un problema de
identidad. Ésa no era nuestra problemática.
Mi crítica del eurocentrismo, entonces, no se basa
en ese nivel. Se fundamenta en otro plano, al nivel de la historia
de la formación de la ideología del capitalismo.
Hablo de capitalismo, nunca hablo de "Occidente", no
hablo del "mundo occidental", yo hablo de centro capitalista.
Y hago énfasis sobre el corte que representa la cristalización
de la ideología capitalista en relación con las
raíces europeas, con el culturalismo europeo que atribuye
a los europeos, por razones misteriosas, una "especificidad"
del cristianismo, formulada en términos no muy distintos
del Islam, el judaísmo, etc.
P: Entonces su crítica de
la ideología eurocéntrica también difiere
de los trabajos de Edward Said?
R: Sí, mi tesis es muy distinta, tanto de la
perspectiva de Frantz Fanon como de la de Edward Said. Aunque
su libro Orientalismo [1978] tiene cosas muy interesantes,
está muy bien escrito, la crítica que hace a gran
parte de la literatura europea, principalmente, es una crítica
justa.
P: ¿La diferencia entre su
crítica al imperialismo y al eurocentrismo y la crítica
de Said tiene que ver con las mayores simpatías de Said
hacia el postmodernismo?
R: Es cierto, Said es postmoderno, pero en el buen
sentido. Él es fundamentalmente culturalista. Said tiene
un problema de identidad, él lo dice incluso en sus libros
de autobiografía.
P: ¿Cómo se vinculó
a Paul Baran, Paul Sweezy y Leo Huberman, los intelectuales reunidos
en la revista de la izquierda norteamericana Monthly Review
? ¿Cuándo empezó a publicar en aquella revista?
R: Ya no lo sé muy bien, no lo recuerdo ahora
con exactitud, pero creo que fue después de 1968. No tengo
muchas diferencias con ellos: ¡al contrario! Una de mis
primeras lecturas que aparece en mi tesis de 1957 es la lectura
de un libro de Paul Sweezy, que no era precisamente reciente.
Era Teoría del Desarrollo Capitalista [de 1942].
Baran desarrolló luego esta teoría con la tesis
de 1958 sobre el aumento del excedente y la reproducción
por sector, en la tradición de El capital de Marx.
A mí me impresionó mucho esta teoría. Me
convenció y sigo con esta posición. Pienso que
es un avance cualitativo en el análisis marxista de la
transformación del capitalismo moderno. En relación
con la teoría clásica, es decir, con la primera
etapa del análisis de Lenin sobre el imperialismo, el
análisis de Sweezy del año 1942 constituye un avance
cualitativo. Esta es la razón por la cual enseguida simpaticé
muchísimo con Sweezy, Baran y su revista Monthly Review.
P: A comienzos de los años
70 usted participó en Dakar de uno de los primeros encuentros
internacionales que reunió a científicos sociales
y militantes latinoamericanos y africanos. ¿Con qué
finalidad se pensó aquel evento y en qué contexto
se organizó?
R: De hecho, tuve la oportunidad de ser director del
Instituto Africano de Desarrollo Económico a partir del
año 1971. Una de mis primeras preocupaciones fue romper
el aislamiento relativo en el que el colonialismo había
ubicado a África en relación con América
Latina y Asia. Entonces organicé dos encuentros que fueron
precursores. Uno de ellos, reunió a africanos y latinoamericanos.
Tuvo lugar en Dakar, Senegal, en el 71/72. De este encuentro
participaron los latinoamericanos Fernando E. Cardoso, Octavio
Ianni, Enrique Oteiza, Pablo González Casanova, Theotonio
Dos Santos, Ruy Mauro Marini, María Concepción
Tavares, entre muchos otros.
¡Fue un descubrimiento por ambos lados! Entre los latinoamericanos
y los africanos no había intercambio, ni se conocían
recíprocamente. Luego, al año siguiente, organicé
en Madagascar la primera reunión afroasiática del
mismo tipo. Allí creamos -digo "nosotros", en
plural, porque yo no trabajaba solo, sino con un conjunto de
instituciones para consolidar este movimiento- otra institución
que sigue existiendo para África. En ese mismo momento,
el 15 de abril de 1973, en la época de Allende, en Santiago
de Chile creamos el Foro para el Tercer Mundo, del que festejamos
el aniversario hace poco. Ése era el contexto: era la
época de Bandung, del Movimiento de países No Alineados,
de la Tricontinental
P: ¿Usted participó
de la Conferencia Tricontinental en La Habana?
R: No, yo no estuve en la Tricontinental en La Habana
[5]. Pero seguimos de cerca este proceso, este movimiento
de la Tricontinental. El problema era que, mientras por Asia
y África el Movimiento No Alineado aglutinaba grandes
partidos, en América Latina no era así. En Asia
y África existían partidos-Estados: el Partido
Comunista Chino, el Partido del Congreso en India, el Partido
de Nasser en Egipto, el Partido en Vietnam.
Pero en América Latina no sucedía lo mismo.
Por ejemplo, en el Movimiento de los No Alineados de febrero
de ese año se reunían Asia, África más
Cuba no más América Latina. Solamente Cuba, como
Estado, participa de este Movimiento. Entonces la Tricontinental
y el OSPAAL para América Latina constituyeron un intento
de reunir los movimientos revolucionarios de América Latina,
no los Estados. Esa fue una diferencia política importante
entre estos tres continentes durante aquellas décadas.
Pensar el capitalismo
contemporáneo
P: En Argentina el libro 'Imperio'
de Toni Negri y Michael Hardt ha tenido una difusión realmente
masiva. Allí Negri plantea la globalización como
"un proceso ineluctable, irresistible y que no tiene vuelta
atrás". ¿Cómo ve usted, actualmente,
la mundialización?
R: ¡La mundialización no es algo nuevo!
Yo diría, incluso, que la mundialización es tan
vieja como el mundo. Lo que hay que cuestionar, aquí,
es la globalización capitalista. O sea, la forma que adopta
la mundialización en el marco del despliegue, a escala
mundial, del sistema capitalista. La fase actual de mundialización
sigue siendo una fase de mundialización en el marco del
capitalismo. Seguimos estando en ese marco, de la misma manera
que los estadios anteriores de la mundialización, ya desde
la conquista europea de América, son fases sucesivas de
la mundialización capitalista. La fase actual no presenta
ninguna característica que nos permita decir que se trata
de una mundialización ubicada más allá del
capitalismo.
P: ¿Y Negri?
R: Mí crítica a Toni Negri es, principalmente,
sobre este punto. Pienso, y lo he escrito, que el ángulo
de Toni Negri es un punto de vista totalmente acorde con la ideología
dominante, la del neoliberalismo, la del capitalismo. Aquella
que nos quiere hacer aceptar la forma capitalista de la mundialización
como la única forma posible. La "forma ineluctable"
de la mundialización o globalización.
P: ¿No cambió nada
en el proceso de la mundialización?
R: Mi tesis es que hay algo nuevo. ¡Yo no niego
que haya algo nuevo! Sí, en la etapa actual de la mundialización,
aunque sea capitalista, existe algo nuevo: la transformación
del imperialismo. Pasamos de un sistema imperialista en el cual
había un imperialismo caracterizado por la coexistencia
de potencias capitalistas que estaban en competencia entre sí,
con conflictos permanentes y violentos, a un imperialismo colectivo
basado en una tríada.
P: ¿Esta transformación
cualitativa es definitiva en el marco del capitalismo o simplemente
coyuntural?
R: Yo pienso que es definitiva, porque hoy en día
se corresponde con un enorme grado de centralización del
capital. Dicha centralización impone al capital de los
oligopolios, el de las grandes empresas y transnacionales, que
tengan acceso al mercado mundial en forma inmediata y directa.
No pueden desarrollar su competitividad en los mercados regionales
o nacionales. Necesitan tener acceso al mercado mundial. Quizás,
sé que algunos lo dijeron, esto se asemeja al "superimperialismo"
o "ultraimperialismo" de Karl Kautsky [6].¿Por
qué no? Él también proyectó la tendencia
mundial a la centralización del capital. Quizás
no tenía razón a principios de siglo, en el sentido
de que no existía una unificación del imperialismo
mundial. Fue Lenin quién tuvo razón. El período
todavía se caracterizaba por la relación violenta
entre los imperialismos y la primera guerra mundial fue su clara
expresión.
Pero hoy, más de 90 años después de aquella
polémica, llegamos a un grado de centralización
que impone y que otorga al imperialismo este carácter
colectivo. Entonces hay que ver y profundizar en las relaciones
económicas y políticas existentes entre los distintos
socios de este imperialismo colectivo. Dentro de este marco,
EEUU no dispone de ventajas que le puedan dar una competitividad
económica, una ventaja enorme en relación con sus
competidores. Incluso, se trata de lo contrario: la posición
económica de EEUU es muy vulnerable. La prueba está
en el déficit constante que tiene su balanza comercial.
Nada demuestra que los distintos segmentos del sistema productivo
estadounidense den ventajas competitivas en relación con
sus competidores europeos y japoneses. No solamente con ellos
sino también con los países del tercer mundo recién
industrializado, como China, India y quizás Brasil (si
elige una vía de desarrollo un poco más ofensiva).
Incluso, en el área agrícola, EEUU no dispone de
más competitividad frente a Europa y al Cono Sur de América
Latina.
P: ¿Cómo explicar la
agresividad político-militar de EEUU?
R: Yo creo que el proyecto del hegemonismo estadounidense
se ubica justamente en este marco. La elección de la clase
dirigente de EEUU de militarización, de "guerra preventiva",
de guerra continua e "infinita", inclusive, no es la
expresión de una superioridad, ni la punta del iceberg
detrás de la que se esconden ventajas económicas
de EEUU. Por el contrario, constituyen un medio para compensar
su vulnerabilidad en el plano económico, utilizando su
ventaja comparativa efectiva en el área del armamento.
Por eso eligen esta guerra permanente. Para obligar a Europa
y Japón a que sigan siendo sus vasallos, para que continúen
alineándose con la política hegemónica de
EEUU y financien las guerras norteamericanas. Como sucedió
hasta ahora a través de la exportación de capitales
permanentes hacia los EEUU.
P: Entonces no estamos ante un "Imperio",
donde EEUU y Brasil, Inglaterra y la India, serían sociedades
equivalentes, diferenciadas únicamente en términos
cuantitativos
R: ¡Por supuesto que no! Esa tesis de Negri es
exactamente lo opuesto a lo que acabo de describir como un imperialismo
colectivo. Su tesis pertenece al discurso dominante. Creer en
"el Imperio" como una sociedad en la que las relaciones
ya no son relaciones de fuerza, borra totalmente la realidad.
P: ¿Qué función
cumple el ALCA en ese proceso de militarización del mundo,
implementado por EEUU para subsanar su debilidad?
R: El imperialismo colectivo de la tríada ya
implementó, desde hace mucho tiempo, los instrumentos
de su gestión colectiva del orden económico mundial.
El principal instrumento es la Organización Mundial de
Comercio (OMC). No es el Banco Mundial (que yo llamo el Ministerio
de la Propaganda del G-7), ni el FMI. Este último no administra
las relaciones de las tres monedas principales: dólar,
euro y yen. En realidad, es una autoridad monetaria colonial
colectiva que administra a los otros: las monedas y los sistemas
monetarios de las periferias.
Pero la OMC no es una organización mundial del comercio
como lo indica su nombre y sus siglas. Se trata de una organización
que intenta imponer una división internacional del trabajo
y, detrás de esto, la organización del comercio,
en función de los intereses colectivos de las transnacionales
dominantes, o sea, en función del segmento dominante del
capital oligopólico.
Esta gestión del imperialismo colectivo tiene varios
aspectos regionales con responsabilidades particulares. Entre
otras, tenemos el ALCA, que es el aspecto regional de gestión
norteamericana del continente. Pero tenemos otros aspectos regionales
como el Acuerdo de Cotonou [convenio de cooperación económica
y libre comercio] entre la Unión Europea (UE) y los países
de África, el Caribe y el Pacífico (ACP), pero
principalmente los países de África. También
encontramos, en cuanto al mundo árabe, dos aspectos regionales:
un aspecto europeo -el diálogo [euromediterráneo]
de Barcelona- y, para la parte estadounidense, el proyecto del
mercado común de Oriente Medio. Hasta ahora tenemos también
un embrión de acuerdo para Asia Oriental y la región
Pacífica, que no reviste la importancia del ALCA porque
los países miembros de este convenio (China y otros) tienen
actitudes muchos más prudentes con relación a estos
proyectos.
P: ¿Cómo describiría
la especificidad del ALCA?
R: En el caso del ALCA se trata de una gestión
liberal. No se trata de un bloque regional cerrado o de una reedición
de lo que fueron los bloques imperiales de los años 30,
durante la crisis de los 30 con los repliegues imperiales de
Gran Bretaña y Francia. No creo que se trate de eso, sino
de organizaciones regionales abiertas a la penetración
de las transnacionales de los centros con privilegios particulares.
El ALCA, es evidente, se inscribe en la larga tradición
de dominación de América Latina por parte de EEUU.
El capitalismo como
sistema mundial
P: ¿Cuándo situaría
usted el surgimiento del concepto de "sistema mundial"
dentro de la historia de las ciencias sociales?
R: Es difícil decirlo. Pero pienso que ni yo
ni mis compañeros inventamos este concepto. Tenemos que
recordar que ya está presente en la literatura del siglo
XIX. Pienso en la obra de Carlos Marx, en particular. Si leemos
nuevamente el Manifiesto Comunista -¡texto de 1848!-,
allí Marx tiene una visión del sistema mundial
que ya es muy clara.
Ahora bien, que en un momento de la historia esto haya sido
borrado de las ciencias sociales no olvidado, pero sí
borrado, y volvió a aparecer después de la segunda
guerra mundial, está bien puede ser... Este concepto,
que remite a Marx, vuelve a aparecer muy temprano, tras la guerra
mundial. No quiero darme ningún papel especial, pero no
es una casualidad si un individuo como yo escribió algo
con este título en 1957. No creo que sea una casualidad.
P: En sus trabajos teóricos
usted intenta analizar el capitalismo como un sistema mundial
que, desde sus mismos inicios, es imperialista. ¿Qué
similitudes y diferencias existen entre esta explicación,
la teoría latinoamericana de la dependencia y la historiografía
de Immanuel Wallerstein?
R: En mi opinión, el sistema capitalista siempre
ha sido un sistema mundial. Esta visión también
la comparten, evidentemente, los dependentistas latinoamericanos.
Lo mismo vale para teóricos como Wallerstein, Giovanni
Arrighi y otros partidarios de la escuela de la "economía-mundo".
Entre estas distintas formulaciones teóricas existe
una base común: una visión del capitalismo entendido
como sistema mundial y no como una yuxtaposición de sistemas
capitalistas nacionales, desigualmente desarrollados. Esta última
era la visión tradicional de algunos Partidos Comunistas,
de la CEPAL [Comisión Económica para América
Latina] y de Naciones Unidas (NNUU). En suma: la visión
dominante después de la segunda guerra mundial. Aunque
no quiero entrar en una polémica, pienso que esa visión
tradicional no era el punto de vista originario de la III Internacional,
la Internacional Comunista. Pero lo dejo a un costado porque
no es aquí el tema principal que nos interesa
P: Varios años después
de haber sido disuelta la III Internacional, esa visión
tradicional tampoco fue aceptada, en América Latina, por
la revolución cubana
R: Es cierto. Evidentemente, tampoco era aceptada por
el partido cubano. Lo que yo quiero destacar es lo que hay de
común entre nosotros, entre estas distintas escuelas de
pensamiento. Fundamentalmente, una visión en la que los
centros, las periferias y las distintas formaciones sociales
que participan del sistema mundial no son simplemente "formaciones
desigualmente desarrolladas" sino que son formaciones interdependientes
en esta desigualdad. Lo digo en el sentido de que el capital,
¡en escala mundial!, determina la producción de
estos sistemas nacionales. El título de mi tesis de doctorado
es, precisamente, La acumulación a escala mundial.
Aunque fue publicada en 1971, la escribí entre 1955-56
y la presenté en Francia en 1956 [7].
Yo creo que ése es un terreno común para las
sucesivas formulaciones teóricas: la mía, la de
Wallerstein o la de los teóricos de la dependencia de
América Latina. Esta tesis se sitúa en momentos
y lugares precisos y, por lo tanto, responde a un análisis
de los desafíos como se planteaban en aquel momento y
en aquellos lugares.
P: Han transcurrido varias décadas
desde que usted escribió su precursora tesis en la segunda
mitad de los 50, desde que se publicaron los libros clásicos
de la teoría de la dependencia en los 60 y 70 y desde
que los primeros trabajos de Wallerstein sobre este tema vieron
la luz en los 70. Situándonos en la actualidad: ¿se
puede afirmar que hoy ya no tiene validez aquella concepción,
que priorizaba la dependencia como clave explicativa para comprender
América Latina?
R: ¡No! Yo no estoy de acuerdo con decir que
la escuela dependentista fracasó y, entonces, "pasamos
a otra cosa", etc. Pienso que esta teoría ha renovado,
con una gran lucidez, el análisis del desarrollo del capitalismo
periférico en las condiciones que existían en América
Latina en los años 70. Ese análisis se formuló
durante aquellos años estudiando lo que era América
Latina en el momento del comienzo de su industrialización,
en los 30-40, y explicando también su desarrollo, hasta
los 50-60. Entonces, tomando en cuenta esa base de estudio, es
una teoría que ya es "antigua". Esto es normal.
Ahora bien, en mi caso, mi centro de reflexión era
más afroasiático que latinoamericano. Lo que yo
me preguntaba era lo que todos los comunistas de Asia y África
se preguntaban: ¿cómo sociedades de Asia y África,
que tuvieron una gran historia y estuvieron, durante mucho tiempo
y muchas veces, en la vanguardia de la civilización y
del desarrollo tecnológico, se encontraron reducidas a
un estado de dependencia capitalista con Europa? Es la pregunta
que se plantearon, no solamente los comunistas de Asia y África
sino también -antes que ellos- la burguesía liberal.
Mejor dicho: el embrión de burguesía liberal, los
intelectuales de esta burguesía del siglo XIX y la primera
parte del siglo XX.
En síntesis: se trata de un ángulo de visión
distinto, pero de problemas análogos. Pienso que hay que
situar históricamente cada una de estas teorías.
No creo que sean "antiguas" o que estén perimidas.
Aunque, es cierto, que ya tienen un numero de años desde
que fueron formuladas. En conclusión: tienen enfoques
distintos pero creo que ellas constituyen momentos dentro de
una reflexión que compone puntos básicos en común.
La agonía de
las burguesías nacionales
P: Tanto en sus escritos teóricos
como en su exposición en la Universidad de Buenos Aires
(UBA), usted plantea que actualmente es inviable una perspectiva
de desarrollo centrada en el capitalismo nacional. En la Argentina
el actual presidente Néstor Kirchner asumió su
presidencia defendiendo, precisamente, un proyecto de capitalismo
nacional. ¿Considera realista ese proyecto?
R: No creo que esa perspectiva sea realista. Creo que
no es realista porque, justamente, el capitalismo constituye
un sistema mundial que es polarizante por naturaleza.
P: ¿En qué se basa
para afirmarlo?
R: En todo caso, esa opinión está inscripta
en mi tesis, desde el comienzo. Es decir que yo fui un "anti
Rostow", antes de que escribiera Walt W. Rostow [8].
Porque mi tesis fue escrita cuatro años antes de la publicación
de su libro. El desarrollo no consiste en etapas a lo largo de
un mismo recorrido. En cada una de sus fases, el capitalismo
produjo una polarización, un contraste entre centros y
periferias. Lo que sí es verdad es que el fundamento,
la base, sobre la que se reproduce y profundiza este contraste
entre centro y periferia, no es el mismo en cada una de las fases
del capitalismo.
En la fase histórica anterior (desde mitad del siglo
XIX hasta la segunda guerra mundial) el contraste era casi sinónimo
de países industrializados versus países no industrializados,
con formas de interdependencias desiguales o de dependencias
particulares, que tenían que ver con esta estructura.
En ese contexto, el monopolio esencial era la industria.
A partir de la segunda guerra mundial, lo que vemos, son proyectos
nacionales burgueses. De hecho, las burguesías nacionales,
a veces las burguesías de Estado, o lo que provino de
estas burguesías de Estado (que originalmente eran otra
cosa: a través de revoluciones socialistas como en el
caso de la URSS, China, Cuba, Vietnam), sea a través movimientos
de liberación nacional, cuando tuvieron un cierto grado
de radicalismo, como es el caso del nacional-populismo y el peronismo
(éste último, el peronismo, fue uno de los mejores
ejemplos, aunque no es el único), y también el
nasserismo es análogo. Y muchos otros... Éstos
fueron, fundamentalmente, proyectos nacionales burgueses. Proyectos
de recuperación en una interdependencia no ingenua sino
negociada con la afirmación de su propia voluntad de independencia
para recuperase entonces en este marco.
El estadio en el que nos encontramos se debe, justamente,
a que estas experiencias lograron echar las bases de un movimiento
capitalista -no construir el socialismo o construir naciones
o poderes nacionales populares reales. Por eso el sistema capitalista
entró en su fase actual, en la cuál el contraste
centro-periferia no es sinónimo de industrialización/no
industrialización. Ahora, la ventaja de los centros se
desplazó hacia cinco monopolios: a) El monopolio de control
de tecnología; b) El monopolio del acceso a los recursos
naturales; c) El monopolio de los flujos financieros internacionales;
d) El monopolio de la comunicación y e) El monopolio de
las armas de destrucción masiva.
En síntesis: asistimos a una nueva forma de la ley
del valor mundializada, que corresponde con esta nueva división
centro-periferia, en la cuál el monopolio de los centros
ya no es lo que era, hace 50 años ó 100 años.
P: ¿Entonces ya pasó
la hora del "capitalismo nacional"?
R: Lo que sucede es que, en esta nueva estructura del
capitalismo mundial, no hay más lugar para la burguesía
nacional. Lo que vemos actualmente es la desaparición
de las burguesías nacionales. El último intento
de burguesía nacional que hubo en la Argentina fue Perón.
No creo que haya actualmente una burguesía nacional en
Argentina. Existe una burguesía compradora que imagina
su enriquecimiento, como proyecto, en el marco del capitalismo
global tal como es, sin ambición alguna de modificar los
términos de este capitalismo.
Quizás haya proyectos de burguesía nacional
en los países ex socialistas. Principalmente: Rusia y
China. Cuba también, sin duda, pero no hay un proyecto
de burguesía nacional en ningún otro país,
sean los países más industrializados como Argentina,
Brasil, Egipto e India o países menos industrializados,
como los de África subsahariana. ¡Ya no hay más
burguesía nacional!.
P: En ese nuevo contexto mundial
¿sigue vigente la categoría de Tercer Mundo?
R: Poco importa la palabra o el término que
usemos. La expresión "Tercer Mundo" fue un invento,
porque en aquel momento había otros dos mundos: el primer
mundo, capitalista desarrollado, y el segundo mundo, socialista
o con ambición socialista. El resto era el Tercer Mundo,
que reunía la mayoría numérica del planeta.
Cómo el inventor del término era un francés
[9], él quiso aludir al tercer Estado de Francia,
es decir, a la mayoría de la población que no era
ni el primer mundo (la aristocracia en la analogía de
1789), ni el segundo mundo (la iglesia, siempre dentro de la
analogía), sino el Tercer Mundo, o sea, los terceros estados.
Es un término, no se trata de otra cosa. Hoy en día
está de moda el término "Sur". Ustedes,
los argentinos, están en el Sur. Están también
subdesarrollados. Pero Australia está en el Sur y pertenece
al "Norte". Actualmente, hay países del Este
que, geográficamente, están en el Norte, aunque
tranquilamente nos podemos preguntar si acaso no pertenecen a
los países del "Sur". Por eso creo que es, solamente,
otro término. Yo prefiero el término de periferia.
P: ¿Cómo surge el concepto
de "periferia"?
R: Yo no inventé este término. Es Raúl
Prebisch [10] quién lo utilizó por primera
vez en los años 50, cuando justamente yo escribía
mi tesis. Raúl Prebisch fue una de las primeras lecturas
que hice en este tema. Me pareció que esta terminología
que utilizaba era más adaptada, más exacta, que
las parejas de términos "Norte-Sur", "Este-Oeste",
etc.
Se trata de centro y periferia. Son los términos que
él utilizó y que yo volví a emplear, dándole
progresivamente un sentido y un contenido más preciso.
Pero el término proviene de allí.
El desafío de
la transición y las experiencias socialistas
P: ¿Es viable la revolución
socialista en la actualidad? ¿Qué características
tendría?
R: Yo creo que ese interrogante hay que abordarlo preguntándose
sobre la transición del capitalismo al socialismo. O quizás
más exactamente -ya que el capitalismo es un sistema mundial-,
la transición solamente se puede se concebir como transición
del capitalismo mundial al socialismo mundial.
P: En su opinión, ¿cómo
concibieron esta transición los diversos movimientos internacionales
de las clases trabajadoras que, a pesar de sus diferencias, al
menos tenían en común un proyecto socialista?
R: Está bien, es correcto preguntarnos cómo
ha sido concebida esta transición dentro de las distintas
etapas del desarrollo del movimiento socialista, comunista, del
pensamiento marxista y de los movimientos y partidos que pertenecen
a la ideología marxista. Yo creo que, originalmente, entre
la revolución rusa de 1917 y la muerte de Lenin en 1924,
la Tercera Internacional recién creada a partir de la
Revolución Rusa fue considerada como la que iba a incendiar
la pradera. Y en un plazo histórico no muy largo iba a
ser seguida por una revolución en el mundo entero, o al
menos, por revoluciones en Europa. Particularmente en Alemania.
¡Lo que ocurrió es que no hubo revoluciones en los
otros centros capitalistas! En cambio, la revolución socialista
se desarrolló y se corrió hacia el Este, hacia
los países más periféricos, como eran Rusia
en 1917 y luego China. Y Vietnam, más tarde, y Corea y
Cuba pero siempre periferias dentro del sistema capitalista.
Entonces, por el hecho de que no hubo un enlace con la revolución
socialista en occidente, la Tercera Internacional desarrolló
una teoría de la revolución socialista en un solo
país. Que este país sea grande, como Rusia o China,
o mucho más chico como los países de Europa Oriental,
Cuba o Vietnam.
Era la teoría de la construcción del socialismo
y la teoría de la transición rápida, históricamente
hablando, en un plazo histórico de algunos años
o de algunas décadas. Para pasar del capitalismo a un
socialismo acabado, pero no mundializado. Esto significa que
las revoluciones socialistas se encontraron confrontadas con
un verdadero desafío, porque se desarrollaron en zonas
periféricas. A la vez tenían que hacer otra cosa,
otra sociedad a través del socialismo, con bases no mercantiles,
otra realidad social, etc. pero también se tenían
que recuperar. Tenían que salir de la miseria, necesitaban
salir de un nivel de desarrollo insuficiente. Tenían entonces
que recuperarse y hacer otra cosa, hacer algo distinto. Lenin
definió perfectamente esta asociación complementaria
y conflictiva con el socialismo. Dijo que "el socialismo
es la electricidad más el soviet".
Lo que podemos decir es que progresivamente esta dimensión
se impuso como la única dimensión real. Mientras
que la otra dimensión, la necesidad de "hacer otra
cosa", se encontró poco a poco vacía de contenido.
El soviet se transformó en lo que ha sido o sea nada.
Por lo tanto, el proyecto que originalmente era un proyecto
socialista, en la visión de quienes fueron sus actores,
los revolucionarios de aquella época, se ha transformado
en el proyecto de recuperación en el que el Estado desempeña
un papel análogo al que cumplen las burguesías
nacionales en otras partes. Un papel de iniciativa y de control
que priva a las clases populares y trabajadoras del control real
de la producción económica y social.
P: Haciendo un balance, ¿usted
afirmaría, entonces, que todas estas experiencias fracasaron?
R: Yo no digo que estas experiencias fracasaron. Porque
el fracaso, en la historia, me parece totalmente sin sentido.
Diría que alcanzaron su límite histórico
rápidamente y empezaron a parecer lo que eran o aquello
en lo que se transformaron: proyectos de desarrollo nacional
de naturaleza capitalista. En el caso de la Unión Soviética,
"un capitalismo sin capitalistas", para utilizar la
expresión de Engels, quién la empleó para
describir la visión de los socialistas. Se trataba de
los socialdemócratas de la Segunda Internacional.
Entonces se pasó de un "capitalismo sin capitalistas"
a un capitalismo con capitalistas. Creo que, por esta razón,
tenemos que volver a abrir el debate sobre la transición.
Yo propongo -pero pienso que este debate habría que hacerlo,
con la mayor seriedad, en el marco de las izquierdas del mundo
entero- otra concepción de la transición: una transición
larga. No una transición que se reduzca a lo que se ha
realizado en las transiciones cortas, o sea: nacionalización,
estatización, control de las relaciones exteriores. Incluso
reformas progresistas como la reforma agraria, o hasta colectivización
(cuando no se impone al sector agrícola que no lo desea).
Incluyendo medidas políticas más progresistas que
las que se hayan conocido hasta ahora, que tienen que ver con
el sector educativo, salud, etc.
Todo eso se puede realizar en algunos años teniendo
en cuenta los obstáculos políticos. Se puede lograr
en unas décadas. Pero una transición mucho más
larga, en la que se combinan en un plazo largo
P: ¿En qué tiempos
está pensando usted?
R: Yo no puedo evaluar el plazo, pero pienso que puede
llegar a un siglo, varias décadas durante las cuales se
van a combinar elementos de reproducción del sistema capitalista
-lo que llamamos el mercado- y otras lógicas que no tienen
que ver con la lógica del capitalismo. Porque la lógica
de la igualdad no tiene que ver con el capitalismo. Todas las
medidas que reducen la desigualdad no son lógicas que
dependen del capitalismo. Son lógicas que se imponen,
medidas a las que el capital, a veces, se puede ajustar. Pero
son medidas a las que él tiene que ajustarse.
Estamos pensando en una transición larga en la que
los elementos de reproducción de naturaleza capitalista
y los elementos que pertenecen a una lógica "postcapitalista"
(término que no me gusta), a una lógica socialista
e incluso comunista, entran en conflicto con las lógicas
de la acumulación o reproducción administrada por
la racionalidad capitalista. Entonces, estos elementos son complementarios
y conflictivos. ¡La historia nos dirá a partir de
que momento vamos a pasar del otro lado!
Notas de los entrevistadores:
1. Gamal Abdel
Nasser (1918-1970) fue presidente de Egipto entre 1956 y 1970.
Constituyó uno de los líderes políticos
más influyentes en el mundo árabe. También
influyó sobre diversas corrientes populistas del Tercer
Mundo.Con varios oficiales, Nasser fundó una sociedad
secreta, "los Oficiales Libres", que se conjuraron
para expulsar de Egipto a los colonialistas británicos
y al rey Faruk. El 23 de julio de 1952 dieron un golpe de Estado
y destronaron a ese rey. Aunque Nasser era el auténtico
jefe, permaneció en un segundo plano. Pronto se limitaron
o se nacionalizaron los latifundios y se prohibieron los partidos
opositores. En 1953 se abolió la monarquía y se
proclamó una república de partido único.
Estuvo presidida en sus inicios por el general Muhammad Naguib.
En 1954 Nasser asumió el poder como primer ministro. Más
tarde negoció un tratado con Gran Bretaña que puso
fin a 72 años de control colonial británico sobre
Egipto. En 1956 fue elegido presidente. En la Conferencia de
Bandung Nasser se transformó en una figura mundial. Su
política exterior vinculada a la Organización de
Países No Alineados (fue uno de sus dirigentes), deterioró
sus relaciones con los países capitalistas occidentales.
En 1956 Gran Bretaña y Estados Unidos retiraron su ayuda
económica al proyecto de la represa de Asuán. Para
financiarla, Nasser nacionalizó el canal de Suez. Francia
y Gran Bretaña invadieron Egipto, aliados con Israel.
El intento de Nasser de unificar el mundo árabe se plasmó
en febrero de 1958 mediante la federación de Siria con
Egipto. Se estableció la República Árabe
Unida bajo su presidencia. Esta unión fue disuelta en
1961 tras un golpe de Estado en Siria. Nasser sintetizó
el nacionalismo árabe con la planificación estatal:
los bancos y empresas de servicios públicos fueron nacionalizados
con el fin de financiar la industrialización. Para ello
contó con apoyo financiero soviético. En 1967 recrudece
el conflicto árabe-israelí. Israel atacó
Egipto y ocupó la península del Sinaí y
el canal de Suez, en "la guerra de los seis días".
Nasser fue uno de los grandes líderes populistas del Tercer
Mundo y, en especial, del nacionalismo árabe. Murió
de un ataque al corazón, el 28 de septiembre de 1970,
siendo aún presidente del país.
2. La Conferencia
de Bandung fue celebrada el 18 de abril de 1955 en la ciudad
del mismo nombre, en la isla de Java. Asistieron 29 países
asiáticos y africanos que acababan de conseguir su independencia.
Constituyó el puntapié inicial del Movimiento de
Países No-Alineados.
3. El 29 de
octubre de 1956, Israel, punta de lanza del imperialismo en medio
Oriente, invade Egipto. Dos días después, tropas
inglesas y francesas -unidas- atacan Egipto para asegurar el
tráfico gratuito a través del canal. Como represalia,
Egipto hunde en el canal cuarenta barcos, bloqueándolo
por completo. En noviembre -con la intervención de NNUU-
se firma una tregua y a finales de año las tropas británicas,
francesas e israelíes abandonan la zona. Después
de que un equipo de rescate de NNUU retirara los barcos hundidos
en el canal, éste se reabrió en marzo de 1957.
4. El médico
psiquiatra Frantz Fanon (1924-1961) nació en Martinica,
isla que forma parte de las Antillas situadas en el mar Caribe
(hasta hoy colonia francesa). Como militante del Frente de Liberación
Nacional (FLN) de Argelia, fue uno de los grandes ideólogos
de la revolución africana. Vivió también
en Túnez, donde publicó el periódico El
Moudjahid. Uno de sus libros más famosos, Los condenados
de la tierra (1961), fue prologado por el filósofo
francés Jean-Paul Sartre. Durante la década del
60, Fanon también tuvo influencia sobre algunas corrientes
de la izquierda latinoamericana.
5. La Tricontinental
es el nombre con que habitualmente se hace referencia a la Primera
Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África
y América Latina. Se reunió en La Habana, Cuba,
en enero de 1966. Allí concurrieron representantes de
82 pueblos y países, entre ellos partidos que estaban
en el gobierno (como el PC de Cuba, el de la Unión Soviética,
el de China y el de Vietnam del norte, entre otros) y organizaciones
revolucionarias que enfrentaban a sus gobiernos (la mayoría
de los representantes de América Latina). Políticamente,
la Tricontinental logró reunir a los partidos y organizaciones
marxistas junto con diversos movimientos de liberación
nacional del Tercer Mundo. Ese vasto conjunto, tuvo tres grandes
ejes de influencia. El primero liderado por la URSS, el segundo
por China y el tercero, probablemente el más numeroso,
por Cuba y Vietnam. A estos tres, se sumaron el bloque árabe,
donde confluían los delegados palestinos y los de la República
Árabe Unida y, con una posición relativamente independiente,
la India.
6. En 1915
Lenin escribió un prólogo al trabajo de Nicolás
Bujarin "La economía mundial y el imperialismo"
(este prólogo recién fue publicado en 1927). Allí,
el dirigente bolchevique combate la teoría de Karl Johann
Kautsky (1854-1938) del "superimperialismo" o "ultraimperialismo",
según la cual el capitalismo imperialista tenía
la tendencia a realizar la "unión nacional de los
magnates del capital en un trust mundial único".
A esta "unión internacional de los imperialismos
nacionales que actúan dentro de los distintos Estados",
Lenin la caracterizó como "el sueño del capitalismo
"pacífico"". Sin embargo, a pesar de la
crítica a Kautsky por negarse a intervenir en forma revolucionaria
y activa contra el guerrerismo imperialista de su época,
Lenin reconocía que "No hay duda de que el desarrollo
marcha en dirección [subrayado de Lenin] a un único
trust mundial, que devorará todas las empresas y todos
los Estados sin excepción". Véase Lenin: Prólogo
para el artículo de N.Bujarin: "La economía
mundial y el imperialismo". En Obras Completas. Bs.As.,
Cartago, 1960. Tomo N° 22, pp.109-114. Otras críticas
de Lenin a la teoría del "ultraimperialismo"
de Kautsky pueden encontrarse, tanto en su célebre El
imperialismo, etapa superior del capitalismo , como en sus
comentarios marginales y anotaciones manuscritas al artículo
"El imperialismo" (publicado originariamente por Kautsky
en la revista de la socialdemocracia alemana Die Neue Zeit
N°21 [11/9/1914]). Véase V.I.Lenin: Cuadernos sobre
el imperialismo. Bs.As., Cartago, 1984. Tomo I, pp.256-261.
7. Véase
R: Les effects structurels de l'intégration internationale
des économies pré-capitalistes, une étude
théorique du mécanisme qui a engendré les
économies dites sous-développés [Los
efectos estructurales de la integración internacional
de las economías precapitalistas, un estudio teórico
del mecanismo que ha engendrado las economías denominadas
subdesarrolladas] Tesis, Paris, 1957. En Francia, esta tesis,
reformulada y actualizada, se publica en 1971 bajo el título
La acumulación a escala mundial (editorial Anthropos).
En español, con el mismo título y al poco tiempo:
Buenos Aires, Siglo XXI, 1975.
8. El célebre
libro de Rostow llevaba por título Las etapas del crecimiento
económico. Y por subtítulo: Un manifiesto
no comunista. Su primera edición en inglés
es de 1960 (fue traducido al español, al año siguiente,
por Fondo de Cultura Económica). El libro surgió
de un curso brindado por su autor en la Universidad de Cambridge
en el otoño de 1958 (dos años después que
Samir Amin defendiera su tesis sobre la acumulación a
escala mundial). El tema de las conferencias era "El proceso
de industrialización". En su tesis central, Rostow
afirma que todo proceso de industrialización, se desarrolle
durante la revolución industrial del siglo XVIII en Inglaterra
o durante el siglo XX en Argentina, México, China e India,
debe pasar por determinadas etapas ineluctables, sucesivas, continuadas
y evolutivas. Esas etapas son la sociedad tradicional, la etapa
de las condiciones previas para el "impulso inicial",
el "impulso inicial" (también traducido como
"el despegue"), la marcha hacia la madurez y, finalmente,
la era del consumo de masas. Al no diferenciar entre centro y
periferia, y al obviar las relaciones asimétricas que
el sistema mundial asigna a cada formación social, Rostow
termina construyendo una imagen del capitalismo como sociedad
plana, homogénea y compacta, donde cada sociedad nacional
es más o menos capitalista (con diferencias recíprocas
puramente cuantitativas), siempre según un mismo patrón
de medida universal. Cuarenta años después de Rostow,
Toni Negri y Michael Hardt, vuelven a repetir exactamente esos
lugares comunes -ahora con lenguaje marxista- en su famoso Imperio,
cuando comparan a EEUU y Brasil, Inglaterra y la India, concluyendo
que entre ellos ¡no hay diferencias cualitativas!
9. El término
"Tercer Mundo" nació justo a mitad del siglo
XX, en un planeta polarizado por dos superpotencias. Su impulsor
fue francés. El demógrafo, antropólogo e
historiador de la economía Alfred Sauvy (1898-1990) quien
utilizó por primera vez esa expresión el 14 de
agosto de 1952, en el semanario francés L'Observateur.
Su artículo terminaba así: "...pues, finalmente,
este Tercer Mundo ignorado, explotado, despreciado como el Tercer
Estado, quiere, él también, ser algo". De
esta manera, parafraseaba una famosa frase del sacerdote Sieyès,
quien así definía al Tercer Estado de la Revolución
Francesa: "¿Qué es el Tercer Estado? Todo.
¿Qué ha significado, hasta hora, en el orden político?
Nada. ¿Qué pide? Convertirse en algo". Alfred
Sauvy (que no era marxista) se basó en esta analogía
histórica con la revolución de 1789 para describir
y, al mismo tiempo, polemizar. Describió a la mayoría
de la población del planeta que no era ni el Primer Mundo
(la aristocracia en la analogía de 1789) ni el Segundo
Mundo (la iglesia y los clérigos, siempre dentro de la
analogía), sino el Tercer Mundo, o sea los terceros estados.
De este modo, la expresión le servía para marcar
distancias con Estados Unidos y la Unión Soviética,
catalogadas analógicamente como una aristocracia y una
iglesia.
10. Raúl
Prebisch (1901-1986) fue un economista argentino. Intentó
pensar la relación entre países menos y más
industrializados. Para ello, promovió la teoría
del crecimiento económico que afirma que existe un centro
(países más industrializados) y una periferia (sociedades
menos desarrolladas). Entre ambos polos, Prebisch subrayó
la importancia de la brecha del desarrollo y la desfavorable
relación real de intercambio de los países menos
industrializados. A pesar de plantear esta relación asimétrica,
tuvo posiciones políticas muchísimo menos radicalizadas
que los partidarios de la teoría de la dependencia (algunos
de los cuales, a diferencia de Prebisch, planteaban que la única
vía para terminar con la dependencia latinoamericana era
la revolución socialista continental). Prebisch fue presidente
del Banco Central de Argentina (1935-1943). Participó
además de diversas reuniones de la Comisión Económica
para América Latina (entre 1948 y 1962). En dos ocasiones
asumió la dirección del Instituto Latinoamericano
de Planificación Económica y Social (1962-1964
y 1969). Fue, además, el primer secretario general de
la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo
(UNCTAD), cargo que ejerció desde 1964 hasta 1969. Entre
sus libros, se destaca Hacia una dinámica del
desarrollo latinoamericano. Por contraste con la teoría
de la dependencia (cuyos integrantes eran más proclives
a la revolución socialista -incluso por la vía
armada-, o al nacional-populismo, según el caso), Prebisch
ejerció notable influencia sobre la corriente burguesa
del desarrollismo.
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