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Claves de la estrategia de la nueva administración Bush contra Iraq tras el ataque a Bagdag

Comunicado del Comité de Solidaridad con la Causa Árabe
18 de febrero de 2001

El viernes 16 de febrero aviones estadounidenses y británicos atacaron por primera vez desde la operación Zorro del Desierto de diciembre de 1998 Bagdad, situada fuera de las áreas de exclusión aérea mantenidas al norte y sur de Iraq unilateralmente y sin mandato alguno de Naciones Unidas (NNUU) por EEUU y Gran Bretaña. Los aviones partieron de portaviones, dada la negativa de Turquía y Arabia Saudí a permitir ataques directos contra Iraq desde su territorio. La intensidad de un ataque anterior, del 20 de enero, en el sur del país, que causó la muerte a seis civiles y heridas a otros tres, anticipaba la línea de endurecimiento militar de la nueva Administración estadounidense de George W. Bush contra Iraq. Como es habitual, el ataque estuvo precedido por la información dada por el New York Times del 22 de enero de que Iraq está reconstruyendo centros industriales asociados a la fabricación de armas de destrucción masiva en Falluja, a 40 kilómetros al oeste de la capital, atacados durante los bombardeos de diciembre de 1998. Desde el 17 de diciembre de 1998, ha habido 29.209 salidas de aviones de EEUU y Gran Bretaña desde bases en Turquía, Kuwait y Arabia Saudí.

Las claves de la política estadounidense para Iraq tras la elección de Bush pueden anticiparse con las designaciones efectuadas en los Departamentos de Estado y de Defensa, a cuya cabeza se sitúan, respectivamente, Colin Powell y Donald Rumself, el primero partidario de proseguir y endurecer el régimen de sanciones, el segundo abiertamente favorable a la opción militar. Ambos comparten, sin embargo, un objetivo ya explícito de la Administración Clinton: el cambio de régimen interno en Iraq.

En su primera intervención ante el Senado del 17 de enero, Colin Powell ­que fue jefe de Estado Mayor durante la Guerra contra Iraq de 1991­ reafirmó la "necesidad [de EEUU] de estar vigilantes, rápidos en la respuesta a provocaciones y totalmente firmes en nuestra política hacia Sadam Husein". Si bien reiteró el compromiso de la nueva Administración con la oposición iraquí, Powell defendió como central en la estrategia estadounidense contra Iraq lo que él denominó la revigorización de las sanciones, es decir, endurecer el control estratégico sobre el país a través de las resoluciones del Consejo de Seguridad (CS). El precedente de esta estrategia sería la aprobación de la resolución 1284 en diciembre de 1999, que supuso nuevas exigencias a Iraq en materia de desarme y nuevos mecanismos de control tecnológico y comercial.

Donald Rumself se sitúa en la línea más abiertamente intervensionista del vicepresidente Richard Cheney, quien ya se enfrentara con Powell antes de la Guerra del Golfo cuando era entonces secretario de Defensa con Bush padre y apostara abiertamente por la intervención militar contra Iraq. Habiendo sido secretario de Defensa durante la Administración Ford, Rumself ocupaba antes de su actual designación cargos al frente de poderosas corporaciones empresariales, lo cual explica su apoyo al multimillonario proyecto militar de Reagan y ahora recuperado por Bush hijo de Iniciativa de Defensa Estratégica, popularmente conocido como "Guerra de las Galaxias". Rumself ha designado además como vicesecretario de Defensa a Paul Wolfowitz, quien ya lo fuera con Cheney durante la Administración Bush padre y que es considerado como un agresivo intervensionista, en concreto contra Iraq. Rumself y Wolfowitz son además firmes partidarios de que EEUU incremente su compromiso con la oposición iraquí, recuperando las opciones del reconocimiento de un gobierno en el exilio y la segregación de una parte de parte del territorio iraquí como cabeza de puente de operaciones de desestabilización interna. En esta línea, en los primeros días de febrero la Administración Bush ha librado cuatro millones de dólares para actividades de la oposición iraquí en el interior del país, un paso que la anterior Administración no había querido dar.

Independientemente de que lo que haya prevalecido sea el criterio más abiertamente militarista de Rumself frente al de endurecimiento del embargo de Powell, lo que si está claro es que con el último ataque contra Bagdad la nueva Administración estadounidense ha querido marcar muy claramente ante la comunidad internacional, los miembros del CS y NNUU, y los países de la zona una futura línea de endurecimiento de EEUU frente a Iraq y de abierta apuesta por el cambio político interno en el país. En este sentido, no es casual que el ataque del viernes se haya anticipado al reinicio de las conversaciones entre Iraq y el Secretario General de NNUU Kofi Annan en Nueva York a finales de febrero, y a la gira de Powell por Oriente Medio, prevista entre los días 23 y 28 de febrero. Rusia, Francia y China son partidarios de que el CS recupere el protagonismo como ámbito donde deba buscarse y hallarse una solución al contencioso con Iraq, oponiéndose abiertamente a las iniciativas militares unilaterales de EEUU y Gran Bretaña, las cuales, como ocurrió en diciembre de 1998 o ahora mismo, desbaratan una y otra vez la vía del diálogo con el gobierno iraquí. EEUU ve además con preocupación la paulatina normalización internacional de relaciones económicas y políticas con Iraq, a la cabeza de la cual se sitúan precisamente esos miembros permanentes del CS, seguidos de otros muchos países, incluidos los europeos occidentales. Como testimonio de ello, decenas de aviones civiles han aterrizado desde el pasado agosto en Bagdad con el respaldo de los gobiernos respectivos, en un gesto que no hay más que calificar como de aceptación de que el gobierno de Sadam Husein es un interlocutor estable e inevitable en Iraq.

En la región, la mayoría de los países árabes han recuperado en el último año sus relaciones con Iraq, rompiendo su aislamiento regional, reconciliación acelerada sin duda por la quiebra del proceso de paz árabe-israelí, la nueva Intifada palestina y la elección de Ariel Sharon como primer Ministro de Israel. Iraq ha firmado tratados de libre comercio con Egipto (el 18 de enero) y con Siria (el 1 de febrero), lo cual supone romper de hecho el embargo al prever intercambios comerciales al margen de NNUU. Egipto es el cuarto suministrador de Iraq, tras Rusia, China y Francia, y con el acuerdo se prevé que se doblen a dos mil millones de dólares las exportaciones anuales; el acuerdo con Siria permitiría asimismo duplicar el intercambio comercial bilateral hasta mil millones de dólares. A estos acuerdos han de seguir fórmulas similares con Jordania y Yemen. Los acuerdos han ido acompañados además de visitas de máximos responsables iraquíes a ambos países, impensables hace unos meses, las sucesivas del vicepresidente Taha Yasín Ramadán y del viceprimer Ministro Tareq Aziz. Además, Siria e Iraq han reabierto desde noviembre el oleoducto de 750 kilómetros entre ambos países, con lo cual ­aunque aún no haya acuerdo formal entre ambos países­, el primero podrá acceder a un petróleo muy barato mientras le demuestra a EEUU su irritación por su tolerancia frente a la intransigencia israelí, e Iraq podrá ingresar hasta dos millones de dólares al día fuera del control de NNUU, según brama EEUU. E Incluso Turquía ­de donde siguen despegando los aviones estadounidenses y británicos que sobrevuelan el Kurdistán iraquí­ enviaba a Bagdad a finales de enero a su primer embajador en diez años, pese a las protestas de Washington; Ankara denuncia haber perdido 35 mil millones de dólares a causa del embargo a Iraq.

El ataque del viernes contiene por ello un explícito mensaje a los aliados de EEUU en Oriente Medio: pese a la quiebra de la Pax Americana, del proceso de normalización árabe-israelí, Washington no va a tolerar insumisión alguna a la estrategia de asedio contra Iraq y derribo de su régimen.

Sean divergentes o complementarias las directrices del Departamento de Estado y del Pentágono sobre Iraq, lo cierto es que hay acuerdo entre todos los nuevos cargos de la Administración Bush (incluida la Asesora de Seguridad Nacional Condoleeza Rice) sobre considerar fallida e ineficaz la política de EEUU para este país durante la Administración Clinton, siendo unánime la consideración de que la presión sobre Iraq ha de incrementarse. El primer asalto ya lo hemos visto.

Toda nuestra solidaridad con Iraq