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Análisis
PALESTINA


* Victor de Currea-Lugo es experto en Derecho Internacional. El presente texto está basado en parte en la conferencia que este autor impartió en la sede de NNUU en Nueva York, en septiembre de 2004, con el título original de: "Palestine: one step forward in the law, two steps back in the field - Advocacy: the obligations of Governments under international law-"


La aplicacion inmediata del derecho internacional en Palestina: Un compromiso de Europa hacia la paz en el Medio Oriente

Victor de Currea-Lugo*

CSCAweb, 31 de diciembre de 2004

Si la Opinión Consultiva engruesa la larga lista de resoluciones ignoradas por Israel, podemos concluir que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) ofrece esperanza pero no justicia. Despúes de la herida de muerte a los Convenios de Ginebra en la guerra de Afganistán y la negación de la ONU por Estados Unidos en la Guerra de Iraq, lo que está en juego es el sistema legal internacional mismo. Sabemos que la ONU así como la CIJ tiene sus propias limitaciones, pero es dificil explicar a las víctimas que los palestinos ganaron en La Haya pero mueren en Gaza y Cisjordania,mientras son ignorados por el resto del mundo.

La situación en los Territorios Ocupados de Palestina por parte del gobierno de Israel continúa siendo dramática, tal como lo han reconocido y documentado tanto organizaciones de derechos humanos como la misma Organización de las Naciones Unidas.

Desde el inicio de la segunda Intifada, las medidas de control establecidas por Israel afectan severamente la vida cotidiana de los palestinos. Los controles militares y los cierres de las principales vías afecta el acceso a los servicios de salud y educación, el acceso a los puestos de trabajo y la economía en general. Desde septiembre de 2000 hasta julio de 2004, 2.746 palestinos han sido asesinados por las Fuerzas de Defensa israelíes. Solamente, en los primeros 8 meses de 2004, 1.016 casas han sido demolidas con el argumento de "motivos de seguridad", dejando más de 8.000 personas sin hogar.

A comienzos de septiembre, 7.336 palestinos permanecían detenidos en cárceles israelíes, incluyendo 386 menores de edad; 781 personas están bajo el ilegal régimen de "detención administrativa" lo que significa no conocer los cargos de los que se les acusa y no tener acceso a abogados; la detención administrativa puede renovarse cada seis meses sin límite de veces.

El muro del Apartheid, construido por Israel en territorio palestino, tiene una proyección de más de 720 kilómetros. Su trazo separa palestinos de palestinos y se adentra en Cisjordania dejando del lado israelí el 49% de las tierras palestinas, incluyendo en éstas el fértil valle del río Jordán y el acuíferos más importantes para la supervivencia de los palestinos. Durante sólo la primera fase de construcción del muro (finales de 2002 hasta julio de 2003) Israel destruyó 35 kilómetros de acueducto, arrancó más de 103.000 olivos y derumbó casas y comercios.

Mientras el Ingreso per capita israelí llega a los 18.000 USD al año, el palestino apenas llega a 800 USD. Durante los primeros 60 días de la Intifada, la economía palestina perdió aproximadamente 500 millones de USD y produjo un aumento de la tasa de desempleo hasta 40%. Según el Banco Mundial, en su reporte de 2004, el 47% de los palestinos viven por debajo de la lïnea de pobreza, es decir con menos de 2 dólares al día y el 37% de los jóvenes palestinos está desempleado.

Luego del 11 de Septiembre de 2001, la política del gobierno de Sharón contra los palestinos ha sido justificada en la lucha contra el terrorismo. Sólo ocho horas después de los atentados contra las torres gemelas, Sharón decidió invadir Jenin, ciudad donde las tropas actuaron con absoluta impunidad durante 9 días. En el ataque a Jenín, el informe de Human Rights Watch, hecho in situ, refleja parte de la situación vivida:

"Kamal Zghair, de 57 años, trataba de avanzar en su silla de ruedas en la que ondeaba una bandera blanca cuando fue arrollado por un tanque israelí. Una carga explosiva le estalló en la cara a Afaf Disuqui, de 52 años, cuando fue a abrirles la puerta de su casa a las tropas israelíes. Farwa Jammal, una enfermera de 27 años, uniformada, murió por los disparos de los soldados israelíes mientras socorría a un enfermo. Mariam Wishai, de 58 años, murió dos días después de que un misil alcanzara su casa, sin que los servicios médicos pudieran acudir a socorrerla y horas después de que su hijo fuera disparado en la calle. Jamal Fayid, paralítico de 37 años, murió en su casa aplastado por un buldozer israelí. Muhammad Abu Saba'a suplicó a los soldados que no demolieran su casa, en la que permanecía su familia dentro. Cuando se dio la vuelta le dispararon causándole la muerte. Faris Zaiban, de 14 años, murió por los disparos de un tanque cuando iba a comprar fruta durante un levantamiento del toque de queda. Hani Abu Rumaila, de 19 años (...) primero le dispararon en la pierna, cuando quiso volver a su casa le dispararon en el pecho y en el abdomen. Munthir al-Haj, un miliciano de 22 años, desarmado y con los brazos rotos, murió por los disparos del Ejército cuando estaba refugiado en un hospital de una organización caritativa. Kamal Tawalbi fue utilizado junto a su hijo de 14 años como escudo humano en la línea de fuego".

Al mismo tiempo del levantamiento, se han formulado varios planes de paz fallidos, dentro de los cuales vale resaltar dos: el "Road Map to Peace" (la Hoja de Ruta), y Geneva Accord (el Acuerdo de Ginebra). El primero de estos planes repita los errores de Oslo y de la inmensa mayoría de propuestas de paz escritas para el conflicto palestino: la ausencia de cualquier mención a los derechos humanos o al derecho humanitario. El segundo ha sido criticado por desconocer el derecho al retorno de los palestinos y, en general, el derecho internacional.

No podíamos ni podemos esperar que el sistema judicial israelí brinde justicia a los palestinos. Hasta julio de 2003, de los 2.235 palestinos que han sido asesinados por las Fuerzas de Defensa Israelíes, solo en ocho casos habían sido aceptados acusaciones pero ninguno ha sido condenado. Con relación al muro, el sistema judicial israelí ha propuesto simplemente cambiar en pocos kilómetros el trazado del muro; con relación a los interrogatorios se acepta legalmente la práctica de "presiones físicas moderadas" a los detenidos; con relación a la demolición de casas en Rafah, el sistema judicial israelí ha justificado tales demolociones alegando "razones militares imperiosas"; con relación a los asentamientos, todos ellos ilegales de acuerdo al derecho internacional, el sistema legal israelí considera que algunos asentamientos son legales. Esta es la lógica de negociar el derecho internacional. Por ejemplo, el retiro de las tropas de Gaza (y de Cisjordania) no es una consesión sino un deber. Hacer un referéndum sobre el retiro de Gaza es, de hecho, someter un crimen de guerra a la voluntad de los colonos. No es una prueba de democracia sino la negación de ésta.

Ante el fracaso del derecho interno de brindar justicia a los palestinos, queda como esperanza el derecho internacional. La aplicación del derecho internacional en el caso de Palestina y la defensa de los derechos de los palestinos son una demanda urgente para el gobierno de Israel, un deber de la comunidad internacional, y una explícita conclusión del más alto tribunal de las Naciones Unidas: La Corte Internacional de Justicia. Luego de observar la ausencia de justicia por parte de Israel, los palestinos centraron sus esperanzas en la Corte Internacional de Justicia, especialmente el en el proceso llevado a cabo en 2004 sobre la ilegalidad del muro.

Cabe recodar que a lo largo del conflicto y especialmente desde la ocupación de los territorios palestinos por parte de Israel (1967), ha ido creciendo una larga lista de resoluciones del Consejo de Seguridad y de la Asamblea General de las Naciones Unidas ­incumplidas por el gobierno israelí- así como los informes de Organizaciones No Gubernamentales de derechos humanos.

La Opinión Consultiva de la Corte Internacional de Justicia (CIJ, julio de 2003) va más allá del debate sobre el muro y ratifica prácticamente las posturas palestinas del debate jurídico sobre el conflicto y la ocupación. Por ejemplo, precisa la aplicación indiscutible de los Convenios de Ginebra y de los tratados de derechos humanos por parte de Israel en los Territorios Ocupados, contrario a la argumentación israelí; recuerda la ilegalidad de las pretensiones israelíes de controlar y apropiarse de Jerusalén; reivindica el derecho de los palestinos de acceder a sus lugares sagrados; defiende el derecho de auto-determinación del pueblo palestino; y repite lo ya dicho hasta la saciedad sobre la ilegalidad de los asentamientos judíos en territorio palestino.

La Corte ratificó otro elemento jurídico que veníamos planteando: el respeto al derecho internacional en el caso palestino no sólo depende de Israel sino que, ante la continua violación por éste de las normas, además es un asunto de la comunidad internacional y de Naciones Unidas. Por eso llamó a los Estados a no reconocer o avalar tal ilegalidad (esta conclusión textual de la CIJ parecería dirigida claramente a los Estados Unidos) y llamó explícitamente a la Asamblea General y al Consejo de Seguridad para que consideren otras acciones que se requieran para poner fin a la situación ilegal. La Corte concluyó precisando la necesidad de la demolición del muro, de restitución de las propiedades y de una apropiada compensación a las personas afectadas como consecuencia de la construcción del muro. Estas compensaciones deben ir tan lejos como sea posible y deben incluir la totalidad de los daños. Pero, si la Opinión Consultiva engruesa la larga lista de resoluciones ignoradas por Israel, podemos concluir que la CIJ ofrece esperanza pero no justicia. Despúes de la herida de muerte a los Convenios de Ginebra en la guerra de Afganistán y la negación de la ONU por Estados Unidos en la Guerra de Iraq, lo que está en juego es el sistema legal internacional mismo.

Sabemos que la ONU así como la CIJ tiene sus propias limitaciones, pero es dificil explicar a las víctimas que los palestinos ganaron en La Haya pero mueren en Gaza y Cisjordania, mientras son ignorados por el resto del mundo.

Es claro, especialmente después de la Opinión Consultiva, que los miembros de la ONU tienen la base legal para declarar un boycot internacional contra Israel. Pero el problema es que existen dos niveles diferentes para exigir la aplicación del derecho internacional: los miembros de la ONU exigen de una manera a los países con menos poder y de otra manera a los países poderosos como sucede en los caso de Guantánamo, Afganistán e Iraq. Por su parte, las sociedades y las ONG pueden y tienen el deber de denunciar, pero el problema de la impunidad es no un fallo de las ONG sino de los Estados partes de los acuerdos internacionales.

Los miembros de la ONU deberían entender que todo tipo de acuerdo comercial debe estar vinculado al respeto a los derechos humanos, incluyendo el Acuerdo de Asociación entre Israel y la Unión Europea, así como la venta de armas e incluso la misma participación de Israel en la ONU. De acuerdo con la Carta de la ONU, "Todo Miembro de las Naciones Unidas que haya violado repetidamente los Principios contenidos en esta Carta podrá ser expulsado de la Organización..." (art. 6, Carta de Naciones Unidas). La natural conclusión sería expulsar Israel de la ONU.

El problema central parece ser la naturaleza misma, no democrática sino confesional, del Israel. Israel, como Estado no moderno, rechaza reconocer los derechos civiles y políticos, y los económicos y sociales a la población palestina. Con dos tipos de ciudadanía, la esencia de la democracia es seriamente lesionada. Israel rechaza reconocer su condicón de ocupante en Cisjordania y en Gaza. Si esa es su tierra prometida, ¿cómo es posible ser ocupante de su propia tierra prometida? La razón pareciera ser que el cumplimento del derecho internacional no sólo significa más responsabilidades para Israel como fuerza ocupante sino la negación de Israel como Estado judío. Un dilema insalvable ­e irresoluto- es cómo ser un Estado moderno ­con todas sus consecuencias- y al mismo tiempo ser un Estado confesional. Y la principal víctima de este dilema es la población palestina.

Hoy en día, con la Opinión Consultiva y el derecho internacional en una mano y la realidad del terreno en la otra, la comunidad internacional tiene que decidir entre los principios de los cuales presume o correr el riesgo de abandonar nuevamente al pueblo palestino.