Sobre el antisemitismo
occidental
"Las auténticas víctimas
del antisemitismo occidental hoy día son los árabes
y musulmanes"
Joseph Massad*
Semanario
Al-Ahram, 9-15 diciembre
Traducido para CSCAweb por Natalia Litvina
CSCAweb: 22 de diciembre de 2004
Existe mucha
confusión acerca del término "antisemitismo"
entre árabes, judíos y cristianos europeos. El
término describe las actitudes antijudías, y a
veces antiárabes, pero a menudo su uso es anacrónico
o antihistórico. Siempre que los sionistas y sus partidarios
lanzan acusaciones de antisemitismo a todo el que se oponga a
Israel y sus políticas, sobre todo -aunque no exclusivamente-
en el Mundo Árabe, los árabes responden ofendidos
que ellos son "semitas" y por definición no
pueden ser "antisemitas". ¿Qué base tienen
semejantes argumentos?
Quizás un poco de historia
puede ayudar: El término "semita" fue inventado
por filólogos europeos en el siglo XVIII para distinguir
unos idiomas de otros, agrupándolos en "familias"
descendientes de una sola lengua "madre" con la que
estaban emparentados. En este contexto, los idiomas llegaron
a ser clasificados en "indoeuropeos", "semíticos"
etc. Los filólogos afirmaban que árabe, hebreo,
arameo, etc eran lenguas semíticas, aunque nunca se llegó
a encontrar una lengua base de la que todas ellas derivaran.
En el siglo XIX, y con el surgimiento
del racismo biológico europeo, aquellos que odiaban a
los judíos ya no podían basar sus fobias en la
diferencia religiosa de los judíos, quienes ya habían
sido moldeados por la Ilustración. Como la religión
ya no formaba parte de los argumentos propios de una Europa "racional
y científica", se debía encontrar una nueva
base para el rechazo a los judios. Esto no evitó sin embargo
que ciertas ideas religiosas pudieran ser racionalizadas. A menudo
lo fueron, de hecho. Al ser incorporada la antigua Biblia hebrea
en la Reforma protestante y considerando así a los modernos
judíos europeos como descendientes de los antiguos hebreos,
los detractores de los judíos surgidos tras la Ilustración
comenzaron a identificar a los judíos como "semitas",
considerando que sus supuestos ancestros hablaban hebreo. En
realidad los antiguos hebreos hablaban arameo, el lenguaje en
que fue escrito el Talmud, así como diversas partes de
la Biblia. Basándose en esta nueva terminología
filológica y en sus correspondientes clasificaciones en
las ciencias biológicas, a los judíos se les endosó
esta categoría meramente lingüística, que
fue pronto transformada en categoría racial. De acuerdo
con esto, los detractores de los judíos pronto comenzaron
a considerarse a sí mismos como "antisemitas".
Y en todo momento el objeto de su odio fueron siempre los judíos
europeos.
Las quejas lanzadas por tantos
en tantas ocasiones, considerando que toda forma de discriminación
hacia los judíos, no importa el momento histórico
o la situación geográfica en que se produjera,
es "antisemitismo" se nutre de la enorme confusión
creada en la Historia europea en torno al antisemitismo. Si bien
podemos encontrar en muchos momentos de la Historia europea la
opresión y discriminación contra los judíos
por el mero hecho de serlo, la base de estos abusos es diferente
de las del moderno antisemitismo, al no encontrarse su fuente
de inspiración en la ciencia racional, ni en la biología
ni en la filología posterior a la Ilustración;
mas bien se hallaría en razones económicas, políticas
y religiosas que tomaron a los judíos como chivos expiatorios.
Esto podría no tener importancia para quienes se limitan
a reproducir de manera lacrimógena una determinada historia
de los judíos europeos, pero resulta crucial para comprender
hasta qué punto las identidades desarrolladas tras la
Ilustración europea son distintas de las de periodos precedentes,
y cómo actuaron creando nuevas bases para el nacionalismo,
racismo, opresión, discriminación y liberación,
y también para nuevos mecanismos que institucionalizaran
tales identidades y categorías humanas.
El argumento defensivo esgrimido
por algunos por el cual los árabes no pueden ser "antisemitas"
porque son "semitas" es igualmente erróneo y
simplista. Primero, quiero aclarar que no creo que alguien pueda
ser "semita" por lo mismo que nadie puede ser "ario",
y que yo no creo que árabes y judíos deban declarar
orgullosamente su categoría de "semitas" sólo
porque los racistas europeos los clasificaran como tales.
Y si la historia del cristianismo
europeo mayoritariamente ha tenido a los judíos como objeto
de discriminación y exclusión, la historia del
orientalismo y colonialismo europeos ha hecho lo propio con los
árabes y musulmanes, entre muchos otros. Esto no quiere
decir que los árabes no sean considerados semitas por
clasificaciones raciales o filológicas europeas; sin duda
lo son. Tampoco significa que gran parte del rechazo que sufren
hoy día los árabes no se derive de un antisemitismo
previo que atañe a los judíos. La historia del
orientalismo europeo es de una complicidad total con el antisemitismo,
dando origen a numerosas representaciones de los antiguos hebreos
y árabes, y de los actuales judíos y árabes.
Como ya demostrara Edward Saíd
hace un cuarto de siglo en su clásica obra Orientalismo,
"...lo que no se ha resaltado suficiente en la historia
del moderno antisemitismo ha sido la legitimación que
el orientalismo ha ofrecido de tales designaciones atávicas
y (...) la forma en que esta legitimación intelectual
y académica ha persistido hasta nuestros días en
todo debate sobre el Islam, los árabes o el medio oriente".
Saíd añade: "El paso del popular rencor antisemita
de un objetivo judío a uno árabe se ha hecho de
manera pausada, siendo el blanco esencialmente el mismo".
En el contexto de la guerra de 1973, Saíd comentaba que
los árabes solían ser representados en Occidente
con "rasgos claramente "semitas": narices curvas
y afiladas y una diabólica sonrisa en el rostro, coronada
por un mostacho, rasgos que venían a recordar de manera
obvia (a una población mayoritariamente no semita) que
los "semitas" tenían la culpa de todos nuestros
problemas."
Esto es bastante importante,
ya que mucha gente dentro y fuera del mundo árabe cree
que los judíos europeos son los únicos que se llaman
a sí mismos "semitas", mas aún que los
propios cristianos europeos racistas que inventaron el término.
Por supuesto que esta confusión es comprensible si tenemos
en cuenta el hecho de que el Sionismo, que adoptó premisas
de las ideologías antisemitas, llama a los judíos
"semitas" y los ha considerado racialmente como tales
desde finales del siglo XIX hasta nuestro días. Al respecto
de esto, no sólo son muchos los árabes que opinan
que "semita" es una categoría inventada por
judíos; también lo creen así muchos judíos
europeos que fueron (y en determinados contextos todavía
lo son) víctimas de esta designación antijudía.
Pero esto es diferente del
argumento espúreo que afirma que "los árabes
no pueden ser antisemitas porque son semitas". Hoy día
hay árabes que son antijudíos, y extraen su retórica
anitjudía de la experiencia en Palestina, y no de la retórica
antisemita europea. La cuestión es que los árabes
cristianos o musulmanes pueden ser antijudíos, tanto como
los judíos pueden ser, y los judíos americanos
e israelíes a menudo lo son, racistas antiárabes,
incluso cuando muchos de esos árabes y judíos usen
la categoría "semita" para definirse a sí
mismos. Sin duda un número considerable de quienes impulsan
el racismo contra los árabes en Estados Unidos, Europa
e Israel son judíos. Pero tambien existe un gran número
de judíos entre los defensores de los árabes y
musulmanes que se oponen al racismo y antisemitismo originado
en EEUU, Europa e Israel. Sin embargo, la mayoría de quienes
odian a los árabes y musulmanes son cristianos europeos
y norteamericanos.
A menudo los sionistas y quienes les apoyan afirman que la negación
del Holocausto desde el mundo árabe es la mayor evidencia
del "antisemitismo árabe". Ya he explicado
en numerosos escritos que cualquier palestino o árabe
que niega el Holocausto judío cae en la lógica
sionista.
Si bien la negación
del Holocausto en Occidente es sin duda una de las más
habituales manifestaciones del antisemitismo, la mayoría
de los árabes que niegan el Holocausto lo hacen por razones
políticas y no racistas. Este punto lo confirma incluso
el orientalista antiárabe y anitmusulman Bernard Lewis.
Su negación se basa en el falso argumento sionista por
el que el holocausto justifica el colonialismo sionista. Las
razones sionistas son las siguientes: ya que los judíos
fueron víctimas del Holocausto, éstos tienen el
derecho de colonizar Palestina y establecer un Estado judíos
colonial en la zona. Los árabes que niegan el Holocausto
aceptan la lógica sionista como válida. Para rechazar
el derecho de los sionistas de colonizar Palestina , el único
argumento que les resta es negar que el Holocausto tuviera lugar,
lo cual a su manera de ver resta el único argumento "moral"
sionista. Pero el hecho de los judíos fueran masacrados
no da a los sionistas el derecho de robar la tierra de nadie
ni de masacrar al pueblo palestino. La opresión de un
pueblo no le otorga el derecho de oprimir a otros. Si los negacionistas
árabes no quieren aceptar la lógica cirminal del
Sionismo, que pretende justificar la muerte y opresión
de los palestinos apelando al Holocausto, no precisan de tales
argumentos sin base. En mi opinión, todos los que en el
mundo árabe niegan el Holocausto son de alguna forma sionistas.
Toda persona que crea en la justicia social y se oponga a la
opresión racista debe mostrar toda su solidaridad con
las víctimas del Holocausto, en especial con los judíos
europeos, de los cuales el 90% fueron exterminados por un régimen
genocida y criminal. Tal persona deberá igualmente posicionarse
contra el secuestro del Holocausto por parte del régimen
sionista, quien con ello justifica sus políticas racistas
y colonialistas. Los intentos de minimizar el número de
víctimas del Holocausto por parte de los negacionistas
son obscenos; fueran diez millones o uno sólo los asesinados,
no deja de ser un genocidio, y ello no justifica la opresión
ejercida por Israel sobre los palestinos. Los mezquinos juegos
de números esgrimidos por los negacionistas apenas se
diferencian de los realizados por la negación del Sionismo
judío en torno a la Nakba palestina, y son similares a
los continuos intentos sionistas por minimizar el número
de palestinos refugiados. Si bien la Nakba y el Holocausto no
son en modo alguno comparables, la lógicas que persiguen
su negación respectiva son sin duda las mismas.
Debo señalar aquí
que la OLP y la mayoría de los intelectuales palestinos
llevan declarando desde los 60 su solidaridad con las víctimas
del Holocausto judío, y han atacado siempre a los negacionistas.
A diferencia de la negación oficial y extraoficial israelí
acerca de la expulsión de los palestinos y del número
de refugiados, los negacionistas del Holocausto entre los palestinos
no tienen ningún espacio en la OLP ni legitimidad alguna
entre la intelectualidad palestina.
Hoy día vivimos en un
mundo donde el rechazo al árabe y al musulmán,
derivado del antisemitismo, es algo evidente en todas partes.
No son los judíos quienes están siendo asesinados
por miles por el antisemitismo árabe; mas bien son los
árabes y musulmanes quienes quienes perecen por decenas
de miles por el antisemitismo cristiano euro-norteamericano y
el antisemitismo judio israelí.
Si los antisemitas mostraban
a los judíos como focos de corrupción, como banqueros
que controlaban el mundo, como comunistas subversivos, y como
envenenadores de los pozos de los cristianos, en la actualidad
los árabes y musulmanes son vistos como los dueños
del mercado de crudo y por lo tanto del mercado financiero global;
son quienes distorsionan y corrompen de las civilizadas sociedades
cristianas y judías; son terroristas violentos, potenciales
asesinos de masas, y no mediante un veneno semita, sino mediante
semíticas armas nucleares, químicas y biológicas
(que no se dejan encontrar).
Así, encontramos como
Michael Moore nos muestra satisfecho en su último trabajo
(Fahrenheit 9/11) el porcentaje de la economía
norteamericana controlada por dinero saudí, y al mismo
tiempo evita mencionar el mucho, muchísimo mayor porcentaje
de inferencia estadounidense en la economía saudí
El antisemitismo está
vivo y bien vivo en todo el mundo, y sus principales víctimas
son árabes y musulmanas y no judías. La lucha debería
ser sin duda contra toda forma de antisemitismo, no importa si
su opresión se dirige a árabes o a judíos.
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