Edward Sa'id muere en Nueva
York
26 de septiembre de 2003. Nota informativa
CSCAweb (www.nodo50.org/csca)
"Dirán algunos
que yo vivo en Nueva York y escribo desde allí, con la
distancia que media entre esta ciudad y Oriente Medio. Esto,
naturalmente, es cierto. Pero lo que quizás muchos no
sepan es que en mi pensamiento y en mi corazón no me he
alejado nunca del mundo árabe en el que nací y
me eduqué. (...) He acarreado mi cuota de diáspora
y privación, los dos ingredientes fundamentales del sino
palestino hasta el momento aunque sepa muy bien que lo que ha
deparado la fortuna a la mayoría del pueblo palestino,
ha sido sin parangón mucho más duro que lo que
me ha deparado a mi"
(Gaza-Jericó: 'pax americana', 1995)
Edward
Sa'id falleció ayer a la edad de 67 años en un
hospital de Nueva York como consecuencia de una leucemia crónica
que padecía desde 1990. Sa'id, el intelectual palestino
de más reconocido prestigio en Occidente, había
nacido en Jerusalén en 1935 en el seno de una acomodada
familia palestina anglicana que en 1948 tuvo que abandonar Palestina
como tantas otras familias palestinas víctimas del desalojo
que el sionismo impuso en esa tierra y la derrota ante lo que
después sería la creación unilateral del
Estado de Israel. Se trasladó a Líbano y Egipto,
donde viviría hasta su partida a EEUU para cursar sus
estudios universitarios y proseguir su actividad académica
convirtiéndose en ciudadano estadounidense en una trayectoria
vital y formativa que le condujo a describirse a si mismo como
"árabe pero con una educación occidental...
pertenezco a los dos mundos sin ser completamente de uno o de
otro" (Fuera de lugar, 2002).
Profesor de Literatura inglesa comparada en la Universidad
de Columbia, su prolífica obra intelectual comenzó
a alcanzar renombre internacional tras la publicación
de Orientalismo en 1978, un extenso ensayo en el que revisó
críticamente la percepción y recreación
ideológica que el colonialismo europeo impuso sobre el
concepto de Oriente. Desde entonces, una amplia gama de temas
cubrió su labor investigadora pero sin duda su trayectoria
intelectual y humana está marcada por haber sido un hijo
del primer éxodo palestino, condición que marcó
su existencia y de la cual hizo su seña de identidad individual
y política.
Miembro independiente del Consejo Nacional Palestino de la
OLP desde 1976, dimitió de su cargo en 1991 cuando la
OLP aceptó participar en la Conferencia de Madrid
resultante de la nueva política estadounidense tras la
Guerra del Golfo que imponía un proceso de negociación
árabe-israelí desde el desequilibrio y el unilateralismo
en beneficio de Israel. A partir de 1993 se opuso públicamente
a la firma de los Acuerdos de Oslo firmados entre Rabin-Peres
y Arafat por considerar que la dirección de la OLP había
cedido ante Israel a cambio de nada. Desde entonces, su contribución
pública al análisis y al debate sobre la resolución
de la cuestión palestina estuvieron marcados por una abierta,
contundente y demoledora crítica hacia la dirección
de la Autoridad Palestina (AP) que en 1996 llegó a prohibir
sus obras debido a su implacable denuncia contra los Acuerdos
de Oslo y contra Arafat. Su firme e irrenunciable defensa de
los derechos nacionales palestinos se vertebró en su compromiso
incuestionable contra la ocupación israelí de los
Territorios Ocupados (TTOO) y en la defensa de los refugiados
palestinos al Derecho al Retorno.
Desde que comenzase la Segunda Intifada en 2000, Sa'id defendió
el derecho palestino a resistir a la brutal ocupación
y represión israelí aunque optando por la vía
de la no violencia. Siguiendo esa corriente, en 2002 se adhirió
a la recién creada Iniciativa Nacional Palestina que lidera
Barghuti en los TTOO y que propugna la creación de un
único Estado democrático para palestinos y judíos
en la tierra de Palestina. Fruto de sus esfuerzos por favorecer
el diálogo y la reflexión, se le concedió
en 2002 el premio Príncipe de Asturias compartido con
el músico israelí Baremboin por su proyecto conjunto
de formación de músicos palestinos e israelíes
(Sa'id era, además, un gran pianista).
Sus artículos y ensayos, publicados en prensa europea,
han permitido llevar al conocimiento de la opinión pública
occidental la realidad de la desposesión y el sufrimiento
palestinos, la denuncia de la ilegal ocupación de Israel,
la condena sin ambages de la política de respaldo incondicional
de EEUU al proyecto sionista y el olvido absoluto e interesado
al que el sistema estadounidense ha condenado al pueblo palestino,
todo ello en unos medios de comunicación que, demasiado
adeptos a la interpretación sionista de la historia y
de la actualidad, como él mismo denunció en tantas
ocasiones, han tergiversado cuando no silenciado el drama palestino
y árabe contemporáneo en beneficio de Israel.
Figura intelectual árabe y universal del compromiso
y el libre pensamiento, algunas de sus opiniones y reflexiones
han sufrido con frecuencia también, por ello, el peso
de la censura tanto en la prensa occidental como en la árabe;
en el primer caso, cuando sus artículos analizaban la
realidad de la existencia del Estado de Israel y las brutales
prácticas políticas y militares de sus estamentos
políticos y militares, o cuando describía desde
el conocimiento y como palestino estadounidense los engranajes
que el sistema de EEUU ha instituido en sus facetas política,
académica, mediática, e ideológica para
apoyar sin resquicios el proyecto del sionismo en Palestina y
en el mundo árabe; en el segundo, en los medios árabes,
cuando su crítica se volvía contra la indignidad
de los dirigentes árabes y de sus regímenes ("Me
entristece constatar que numerosos gobernantes árabes
se comportan con una mentalidad próxima a la del esclavo
y se consumen de ansiedad esperando que Washington les prepare
una gran fiesta de recepción, ocasión que consideran
el mayor éxito de su vida política", Gaza
y Jericó, 'pax americana', 1995) o contra la mediocridad
y servilismo de los intelectuales árabes apegados al poder
("¿Es qué la mayoría de nosotros porta
bajo su piel la herencia dominante hasta ahora en la mayoría
de los países árabes, en los que el intelectual
se encuentra al servicio del amo y el gobernante, defendiéndolos
y atacando a quien los ataca, eludiendo lo que pueda dañar
su futuro profesional, rindiendo tributo por la remuneración
que recibe? (...) Me refiero con 'cruce de nuestras líneas'
al envilecimiento cultural y moral que se produce cuando el objetivo
principal del intelectual palestino y árabe se convierte,
no en la lucha por la independencia nacional, sino en lograr
ser recibido por cualquier político o académico
israelí, o en conseguir ayuda de la Unión Europea,
o en ser invitado a un congreso en París o Nueva York",
Gaza Jericó: 'pax americana', 2002).
La última embestida del imperialismo estadounidense,
la guerra ilegal y la ocupación de Iraq, fue denunciada
igualmente por Sa'id con tanta clarividencia como amargura describiéndola
como el retorno del colonialismo a la región cuya identidad
árabe reclamó como una condición irrenunciable
para su desarrollo e independencia [1].
Descanse en paz
Notas:
1.- Sa'id, E.: "La condición árabe",
Nación Árabe, núm. 49, verano 2003.
Edward Said, nuestra conciencia y nuestro embajador
ante la conciencia humana
Mahmud Darwix*
1 de octubre de 2003. 'Al-Hayat',
26 de septiembre de 2003
Traducción: Luz Gómez García**
CSCAweb (www.nodo50.org/csca)
"Nuestra pérdida
es compartida, nuestras lágrimas una, porque Edward Said,
con su conciencia viva y su legado intelectual, ha puesto a Palestina
en el corazón del mundo, y al mundo en el corazón
de Palestina"
No puedo despedir a Edward Said, tan presente está
en nosotros y en el mundo, tan vivo está. Nuestra conciencia
y nuestro embajador ante la conciencia humana se cansó,
ayer, de luchar largo y duro con la muerte. Pero no estaba cansado
de hacer frente al nuevo orden mundial, defendiendo la justicia,
el humanismo y el intercambio entre culturas y civilizaciones.
Durante doce años ha sabido engañar a la muerte
renovando su fértil vida creativa a través de la
escritura, de la música y de una férrea voluntad
humana, mediante la búsqueda vital de significante y significado,
exigiéndose el máximo como intelectual. Si se le
pregunta a un palestino de quién se enorgullece ante el
mundo, la respuesta inmediata será: Edward Said, pues
la entera historia de la cultura palestina no ha engendrado una
personalidad igual a la de Edward, único y múltiple.
Desde hoy, y por un plazo que se vislumbra lejano, suyo es el
papel de primer explorador que ha llevado el nombre de nuestro
auténtico país desde su curso político corriente
a la conciencia intelectual mundial. Palestina lo engendró.
Pero él, a cambio de intentar establecer inútilmente
sobre su tierra la justicia, y de defender el derecho a la vida
y la libertad de sus hijos, se ha convertido en uno de los hijos
símbolo de la nueva Palestina. Su visión de la
lucha en marcha en Palestina es una visión intelectual
y ética que no se limita a justificar el derecho de los
palestinos a hacer frente a la ocupación, sino que además
la considera una obligación nacional y personal. Edward
era un todo sin fisuras. En él se aunaban el hombre, el
crítico, el pensador, el músico y el político,
sin que la naturaleza de cada una de estas actividades entrara
en colisión y se confundiera con las demás. Una
personalidad tan formidable se distinguía por un carisma
que le convirtió en un fenómeno mundial sin parangón.
Raramente coinciden el intelectual y la estrella, como coinciden
en Edward Said el hombre culto, serio, elegante, irascible, dócil,
enamorado de la belleza de la vida y la lengua. En esta difícil
despedida, en esta despedida inevitable ante el más allá,
el mundo coincide con Palestina en un raro instante, sin que
en este momento sepamos quién es la familia del difunto:
su familia es el mundo. Nuestra pérdida es compartida,
nuestras lágrimas una, porque Edward Said, con su conciencia
viva y su legado intelectual, ha puesto a Palestina en el corazón
del mundo, y al mundo en el corazón de Palestina.
* Mahmud
Darwix,
poeta palestino.
** Luz Gómez García, arabista y profesora en
la Universidad de Alicante, miembro del Consejo Editorial de
'Nación Árabe', ha traducido al castellano sus
más recientes obras.
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