Informe especial desde Bagdad:
El pueblo iraquí se prepara para la invasión
Sara Flounders*
7 de marzo de 2003. International Action Center.
Traducción Paloma Valverde (www.nodo50.org/csca)
"Durante
los tres últimos meses, el gobierno ha estado repartiendo
el doble de lo habitual [de alimentos] con la cartilla de racionamiento,
por lo que las necesidades básicas pueden estar cubiertas
en cada casa. Ahora las familias han recibido las raciones de
cinco meses. La ración de comida significa la supervivencia
para un gran sector de la población, sin empleo desde
la última guerra de EEUU. Los 12 años de sanciones
impuestas por EEUU han hecho que las industrias permanezcan cerradas.
Las familias iraquíes están almacenando queroseno
para cocinar y para calentarse, velas para alumbrarse y un sin
fin de garrafones de agua. Las familias con más recursos
están comprando pequeños generadores. Hoy en día
muchas familias están cavando pozos en sus patios. El
agua de los pozos no tendrá tratamiento pero será
mejor que beberla directamente el Éufrates".
Una
delegación encabezada por el ex-Fiscal General de Estados
Unidos (EEUU), Ramsey Clark, llegó a Bagdad el 22 de febrero
después de recorrer durante 14 horas a través del
desierto la distancia que separa Amán (Jordania) de Bagdad.
Una tenue luz de luna iluminaba apenas los seis carriles de la
autopista que atraviesa el desierto. No pudimos evitar preguntarnos
si el Pentágono empezará el ataque una vez que
la luna se haya ocultado en el cielo. ¿O el Movimiento
contra la Guerra será lo suficientemente fuerte como para
evitar el ataque?
El objetivo de la delegación, como en viajes
anteriores, era evaluar el impacto de la guerra de 1991 y de
los 12 años de sanciones, especialmente su impacto en
la salud. El Dr. Zuhair Abdul Al-Azawi, antiguo diputado y ministro
de Sanidad explicó el 24 de febrero a la delegación
que después de 11 años en los que las condiciones
de vida han ido empeorando, este año la situación,
finalmente, se ha estabilizado e incluso ha mejorado algo. Las
condiciones son todavía, por supuesto, espantosas comparadas
con el sistema sanitario que estaba a disposición de los
iraquíes antes de la guerra que en 1991 lanzó EEUU,
guerra en la que los hospitales fueron blancos de bombas y misiles.
Desde entonces, las sanciones han impedido mantener los mínimos
requeridos en cuanto a medicinas y equipamiento técnico-sanitario.
Además, ha disminuido la capacidad de las plantas depuradoras
de agua, de las industrias de procesamiento de alimentos y de
las redes de distribución eléctrica. Después
de años de privaciones, no hay reservas para solventar
una emergencia. Se están realizando todos los esfuerzos
posibles para distribuir generadores, medicinas, antisépticos
y todo tipo de material disponible a las diferentes zonas del
país. "En este momento," dijo Clark, "nuestra
preocupación fundamental es saber el estado en el que
se encuentran los servicios sanitarios de cara a una guerra.
En 1991, cuando los hospitales y las farmacias estaban completamente
abastecidas, los médicos acabaron con todo en las primeras
semanas de guerra."
"Cuando en febrero de 1991 (ni siquiera había
transcurrido un mes desde el estallido de la guerra) visitamos
los hospitales no había antisépticos, gasas, guantes,
antibióticos, o anestesia. Miles de personas murieron
simplemente porque no había material sanitario. Pero nuevamente,
el agua contaminada será la que acarree las mayores consecuencias.
"Hay que hacer llegar al mundo entero que la crisis es inminente,"
añadió Clark. "Y que aquí tiene que
haber todo tipo de asistencia médica ya."
La calma aparente en Bagdad
Bagdad, una ciudad de 5 millones de habitantes,
está tranquila. Los colegios, los lugares de trabajo,
las oficinas y las tiendas están abiertos. El tráfico
es intenso.
Hay fotos de acontecimientos deportivos, incluso de bodas. Los
cines están abiertos, pero los comerciantes nos dicen
que la gente sólo compra lo absolutamente imprescindible.
La gente espera una guerra espantosa en la que los civiles serán
el objetivo del Pentágono.
"Mi familia tiene un plan para cuando comiencen
a bombardearnos con misiles," explicaba Alí. "Estaremos
todos juntos en la misma habitación. Sea lo que sea que
nos ocurra, nos ocurrirá a todos juntos."
Durante décadas, Ali y sus dos hermanos
tuvieron un pequeño puesto de pescado en un modesto mercado
de un barrio de Bagdad. La pescadería tuvo la desgracia
de estar cerca de uno de los grandes puentes de Bagdad. En la
guerra de 1991 las bombas destruyeron el puente y parte del barrio,
y destrozaron su pescadería. Los hermanos comenzaron de
nuevo y con arduo trabajo levantaron otra vez la pescadería,
pero ahora la gente es demasiado pobre para comprar pescado.
Estuvimos hablando con Alí el 22 de febrero, justo antes
de una de las manifestaciones multitudinarias contra la guerra
que se celebraron en todas las ciudades del mundo. Los manifestantes
intentan detener el plan del Pentágono "Acoso y Derribo"
del que los medios de comunicación dicen que en dos días
desarrollará tanto poder destructivo con armas "convencionales"
como la bomba atómica que destruyó Hiroshima in
1945.
Alí recordaba lo extremadamente difícil
que era conseguir agua potable después de que el fuego
estadounidense destruyera las potabilizadoras de agua en 1991.
"Bebíamos el agua que podíamos" dijo
"Mucha gente enfermó. Muchos murieron, sobretodo
los niños."
En 1991, el Pentágono puso en práctica su estrategia
de hacer un blanco de todo aquello que la gente pudiera necesitar
para su salud y para la vida. Esto incluía el agua, las
reservas de alimentos y la red eléctrica necesaria en
una sociedad urbana, en hospitales y colegios.
Thomas Nagy, profesor de sistemas analíticos
de última generación, en la Universidad George
Washington (Columbia), ha señalado públicamente
documentos desclasificados de los servicios secretos estadounidenses
en los que se demuestra que el Pentágono sabía
el alcance que tendría la destrucción de la infraestructura
iraquí. Formaba parte del plan. Los descubrimientos del
profesor Nagy se publicaron el 17 de septiembre de 2000 en el
Sunday Herald y en septiembre de 2001 en la revista The Progressive.
Las últimas cifras muestran que la guerra de 1991 y las
sanciones inmediatamente posteriores causaron la muerte prematura
de un millón ochocientos mil iraquíes. La destrucción
de las reservas de agua potable y de la red sanitaria constituyen
violaciones a la Convención de Ginebra que prohíbe
convertir en objetivo a la población civil
Alí espera que esta vez las precauciones
que está tomando el gobierno iraquí puedan evitar
las 100.000 muertes por enfermedades que causaron los ataques
de 1991.
Durante los tres últimos meses, el gobierno ha estado
repartiendo el doble de lo habitual [de alimentos] con la cartilla
de racionamiento, por lo que las necesidades básicas pueden
estar cubiertas en cada casa. Ahora las familias han recibido
las raciones de cinco meses.
La ración de comida significa la supervivencia
para un gran sector de la población, sin empleo desde
la última guerra de EEUU. Los 12 años de sanciones
impuestas por EEUU han hecho que las industrias permanezcan cerradas.
Las familias iraquíes están almacenando queroseno
para cocinar y para calentarse, velas para alumbrarse y un sin
fin de garrafones de agua. Las familias con más recursos
están comprando pequeños generadores. Hoy en día
muchas familias están cavando pozos en sus patios. El
agua de los pozos no tendrá tratamiento pero será
mejor que beberla directamente el Éufrates.
Una larga resistencia
Además de ayudar a la población para
que sobreviva, el gobierno está movilizándola para
luchar contra los invasores. Cuando el 15 de febrero varios millones
de personas en todo el mundo se manifestaron para detener la
guerra contra Iraq, también los iraquíes estaban
en la calle, cientos de miles en cada ciudad. En cada uno de
los cuatro distritos de Bagdad hubo manifestaciones masivas en
la que la gente expresó su deseo de resistir. Un Consejo
Islámico compuesto por representantes religiosos de las
dos ramas mayoritarias, chiíes y sunníes, firmaron
una fatwa, o edicto religioso en el que se hacía
un llamamiento a la resistencia contra la ocupación extranjera.
Esto no ocurrió en 1991.
Hay un ejército popular de voluntarios iraquíes
compuesto por 7 millones de individuos de todas casi todas las
familias iraquíes. Han recibido entrenamiento en tácticas
militares, de resistencia y de guerrilla urbana. Prácticamente
todas las familias tienen armas en sus casas.
La gente sabe que con escopetas y pistolas no pueden
detener los misiles de crucero estadounidenses. Nadie puede predecir
qué tipo de lucha podrá llevar a cabo el ejército
voluntario, pero el Instituto Brookings estima que en escenario
de guerra las bajas estadounidenses lleguen a los 5.000 muertos
y a los 30.000 heridos si la población urbana resiste.
Hay nuevas informaciones que hablan de que el Pentágono
ha comprado decenas de miles de bolsas para cadáveres
para enviar a la zona.
Más allá del ataque inicial está
el proyecto de la ocupación a largo plazo por parte de
EEUU. Esto es una guerra colonial para robar los recursos de
una zona en la que el sentimiento anti-imperialista es muy hondo.
La población está concienciada y es consciente
de lo que ocurre. Casi todo el mundo está armado.
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